Su trabajo le ha llevado a Madrid, donde presenta ‘La ruleta de la suerte’, y también al resto de España, donde cada semana construye ilusiones en ‘Esta casa era una ruina’. Pero si de hogar y emociones se trata, nada mejor que el regreso al País Vasco. «Cuando cojo un vuelo para volver a casa me siento feliz. Aterrizar y saber que tengo todo el fin de semana para estar con mi familia es una sensación estupenda», dice Jorge Fernández. Quizá por ello no sorprende que su propuesta tenga mucho de ocio tranquilo y que, a la hora de escoger, no elija un sitio, sino varios. Como si estuviera viendo Euskadi desde la ventanilla de un avión, el ex Mister España nombra al vuelo tres lugares: Sopelana, Zarautz y el campo de golf de Artxanda.
El Peñón de Sopelana (Ayto de Sopelana)
Claro que la costa guipuzcoana compite en encanto. «Conozco todos los pueblitos que hay cerca de San Sebastián y me parecen preciosos –indica–. Y Zarautz es una maravilla». También allí es posible disfrutar del deporte, desde el surf hasta el senderismo, o descubrir tesoros naturales, como la marisma, el estuario y las dunas. ¿Una pista? Entre el norte de la playa y la margen izquierda de la ría de Iñurritza, se despliega el sistema de dunas más extenso de toda la provincia. Y, ya que «la gastronomía vasca es única», el paseo no estará completo sin un recorrido culinario que incluya especialidades como los ‘chipirones a lo Pelayo’.
De ahí que disfrute tanto del campo de golf de Artxanda. «Nos encanta –confiesa–. Y él, que sólo tiene cuatro añitos, pega unos boleos que te mueres». Engarzado entre Larrabetzu y Galdakao, el club es un buen punto de partida para hacer turismo de interior y, cómo no, atacar el mantel. «No te puedes ir de allí sin comer», aconseja.
El camino pasa por Larrabetzu
Es verano y, en estos meses, los pueblos costeros se disputan el protagonismo en los planes. No obstante, el buen tiempo también ayuda a recorrer sitios cuya belleza está ligada a la tierra. Es el caso de Larrabetzu, un municipio que nació en 1376 y cuyo casco histórico fue declarado conjunto monumental hace algo más de una década. Son apenas dos manzanas de edificios que se asoman a la calle Andra Mari, la más antigua del pueblo, pero albergan un valor arquitectónico importante. Por ejemplo, la iglesia de Santa María, del siglo XV reedificada a partir de las ruinas en el XVIII. Asimismo, la iglesia de San Emeterio y San Celedonio posee uno de los retablos hispano-flamencos más notables de Vizcaya y varios fragmentos de pinturas murales de estilo gótico tardío. Junto a los templos, Larrabetzu cuenta con edificios históricos como los palacios de Oliste y de Ikaza, ambos del siglo XV. El pueblo –uno de los veinte medievales que existen en la provincia– pertenece también a la Ruta Jacobea; un trazado que dio origen a la villa.
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