29.6.07

Salón de moda

Pepa Prieto ‘customiza’ los muebles para que conserven su utilidad sin perder su valor como obras únicas


Es probable que no recordéis nada de esto pero, de todas maneras, vale la pena el intento. Ejercicio de memoria uno: ¿Os suenan de algo los nombres de Eva Pérez y Cutu Mazuelos? Segunda pista: ¿Tenéis presente al festival ‘Modorrra’ o a la firma Stone Designs? Venga, chicos, tranquilos, que no estáis en un examen. Última ronda. ¿Sabéis qué son los proyectos ‘Linehouse’ y ‘Minisite’? Vale, basta de preguntas. Como ya sabréis los memoriosos, ‘Modorrra’ es una plataforma anual para los jóvenes creadores y su última edición (la quinta), tuvo lugar en Bilbao hace exactamente un año.

En aquella oportunidad se reunieron diversos artistas. Entre ellos, Cutu Mazuelos y Eva Pérez, los responsables de Stone Designs. Su especialidad era (y es) el diseño de interiores, concretamente, del mobiliario, y llegaron a la capital vizcaína con dos proyectos sorprendentes. A
través de sus muebles, la dupla abordaba el gran problema de los minipisos y, más allá de las ‘críticas constructivas’, proponía diferentes soluciones. Su trabajo, por supuesto, no pasó desapercibido... ni en Bilbao, ni en Milán ni en Madrid, donde residen y trabajan desde hace más de diez años.

Precisamente es allí donde, en la actualidad, dirigen una sala de exposiciones; un ‘show room’ propio que, sin embargo, no enseña sólo sus obras. Este centro madrileño, que comenzó su andadura hace poco, está abierto a nuevas propuestas y, también, a nuevos creadores. Los propios Eva y Cutu, de hecho, han decidido hacer trabajos colectivos que mantienen sus líneas de base pero incorporan, como ‘plus’, el diseño de otros. En concreto, los de una mujer: Pepa Prieto.

Artista multifacética donde las haya –ha pasado de la moda a la ilustración y de ser una currela ‘freelance a ser profesora–, esta granadina ha colaborado con los chicos de Stone Designs para dar a luz una curiosa exposición. Porque, ¿cómo podría definirse si no al ‘tuneo’ del arte? Bueno, está bien, aquí va la explicación. Ayer de tarde, el trío inauguró una muestra que, por un lado, recoge parte de la obra de Pepa y, por otro, acopla sus creaciones a los muebles de Cutu y Eva. «Lo que ha hecho es customizar nuestras piezas», resume la dupla, que ha visto cómo cambiaba el mobiliario en apenas una semana.

Adaptado al mobiliario
«Para mí fue una experiencia totalmente nueva –añade ella–. Suelo hacer dibujos para marcas de snowboard y de manera más industrial, pero, en este caso, tuve que plasmar mis diseños en superficies distintas y volver a lo artesano». Con esto último se refiere a la técnica, que recurrió a las lacas acrílicas y «al rotulador de toda la vida» porque los trazos se hicieron a mano, con todo lo que ello implica. «Fue un desafío, sin duda –opina–. Mi estilo está bastante definido pero, en un caso como este, siempre me gusta mirar el trabajo del que está enfrente. No se trata de ver sólo lo mío y, por eso, los personajes están adaptados a los muebles». El resultado, claro está, se traduce en una especie de ‘híbrido’. Son obras de arte exclusivas que se venderán como piezas únicas pero que, al mismo tiempo, no están concebidas para la mera contemplación. Existe un marcadísimo factor utilitario.

Por supuesto que los sillones y las mesas ‘customizadas’ no se crearon, a priori, para darles un uso normal (léase: para que los niños salten en ellos o derramen un helado). Pero tampoco se idearon para dejarlos allí, en un rincón, sumidos en la custodia extrema o el olvido. En realidad, una vez que Pepa Prieto acabó de realizar sus trazos, las piezas fueron recubiertas con una capa de fibra de vidrio, para brindarles protección. Y he aquí otra lectura del trabajo finalizado: «Es estupendo. Sientes que, por primera vez, las obras se convierten en algo útil».

22.6.07

Arte paralelo

La Casa Encendida abre una isla en el popular videojuego para ampliar su oferta cultural y de ocio. Madrid, al menos en la red, tiene playa

Hoy es viernes y, además, comienza el verano, así que hablar sobre el estrés no pinta mucho que digamos. Sin embargo, los lunes todavía existen y, perdón por decirlo así, pero no van a desaparecer. Seguirán llegando, uno tras otro, hasta el fin de los tiempos... Bueno, tampoco es cuestión de ponerse dramáticos. Seguro que ya habéis pillado la idea y que conocéis de sobra la sensación de agobio. A fin de cuentas, ¿quién no ha soñado alguna vez con tener un clon en esos días para que se haga cargo de la parte chunga de la vida?

Fin del sueño, ya sabéis que es ilegal. No obstante, hay alternativas que sí son legítimas y que, de
hecho, están funcionando... al menos en el mundo virtual. Second Life. Así se llama el proyecto informático que, desde el año 2003, proporciona una vía de escape a muchísimos internautas que cumplen allí su fantasía de tener una vida paralela, una segunda identidad y un ‘plan B’ en el que moverse. Es probable que hayáis oído algo sobre este ‘lugar’ digital o, incluso, que ya tengáis allí un ‘avatar’, es decir, un alter ego. Normal. La comunidad alberga unos siete millones de residentes, de los que el 24% se han registrado en los dos últimos meses.

España es, de hecho, el sexto país en el mundo con más cantidad de ‘ciudadanos’ en Second Life. Y, aunque para muchas personas la aplicación es un simple juego, lo cierto es que, cada día, se mueven en ella millones de euros reales. No sólo eso, también surgen debates acerca de la responsabilidad legal de los usuarios en caso de que, por ejemplo, cometan un acto de pederastia,
y muchas facetas de la existencia normalita van colándose con réplicas en este mundo pixelado y
binario. Como ejemplo estremecedor, el más reciente: las fotos de Madeleine McCann, la niña desaparecida en Portugal, ya están diseminadas por todo el espacio virtual, instando a buscarla.

Pero bueno, que el reportaje no va de tecnología, sino de arte, y a estas alturas os estaréis preguntando a qué viene en esta página todo el cuento anterior. Simple: La Casa Encendida, el centro social y cultural que promueve en Madrid tantas iniciativas de arte contemporáneo, acaba de crear una isla propia en Second Life donde pueden verse exposiciones, performances, conciertos, cortometrajes y, por supuesto, leer poesía, pintar un árbol, entrar en un laberinto, pasear por la playa o enviar mensajes en botellas. Todo sin salir de casa y sin despegar los ojos del ordenador.

Con todo respeto, pero ¿quién era que prometía hacer una playa en Madrid como parte de su propuesta electoral? ¿Esperanza Aguirre? ¿Rafael Simancas? ¿Miguel Sebastián? Da igual, porque una galería de arte se le ha adelantado y ese ‘imposible’ ya existe. Lo interesante de este proyecto es que no sólo se puede recorrer como un mero espectador, también se puede aportar ingenio. Vamos por partes. Primer punto: la experiencia compartida. «Gracias a este medio de comunicación cualquier amante de la cultura, la solidaridad o el medio ambiente podrá participar de actividades de diversa índole, y lo más atractivo: podrán compartir y comentar la experiencia in situ con visitantes de cualquier origen».

Así lo explican en el propio centro cultural, que, al margen de las ‘réplicas’ digitales de sus obras, ha decidido aportar ‘pluses’ a su Isla Encendida. Se trata de valores añadidos como el de la playa que rodea el barrio de Lavapiés o como diversas iniciativas bien chulas que apelan a la participación de los visitantes. Ejemplo ‘A’: una gimkana. Los cinco primeros que consigan completar todas las pruebas de este reto podrán presentar un proyecto propio para desarrollar en una segunda isla.

Creación libre
Ese atolón, que tendrá 65.000 metros cuadrados y costará 5.000 euros (reales), se entregará como premio a quien, en su boceto, más se aproxime a los valores que defiende el centro. Es decir, «sostenibilidad, interculturalidad, acceso a la cultura contemporánea y educación en valores». Hay más. En una segunda fase, La Casa Encendida tiene previsto construir una cuarta planta dedicada a la creación. Allí facilitará a los usuarios los medios necesarios para que «puedan realizar fotografía, cortometrajes, diseñar casas bajo criterios bioclimáticos y sostenibles, esculpir...». Sin duda, Second Life es mucho más que un juego y se está consolidando como una oportunidad cultural, formativa y de negocio. Al margen del arte, ya han abierto más de 80 universidades (donde se imparten clases y todo) y varias empresas tienen allí su sede.

Vale... No será como tener un clon para repartirse con él las obligaciones de la vida; en realidad, es justamente lo contrario: duplicar la vida que tenemos y hacerse cargo de ambas. Pero es verano y es viernes... y resta un fin de semana entero para sentarse a experimentar.

21.6.07

Michael Weiss cumple hoy en Bilbao 40 años de trayectoria

Quien ha viajado hoy en el metro o ha subido a una unidad de Bizkaibus quizá no conozca a Michael Weiss, pero sí conoce su obra. Este diseñador alemán nacido en Stuttgart ha creado el mobiliario para el metro de Bilbao y los carteles indicativos del transporte interurbano. Aunque su despegue profesional tuvo lugar en Chile –país donde conoció a su mujer–, lleva más de veinte años en Getxo. Allí ha montado su estudio y vive como un nuevo vasco.

Cuatro décadas de carrera y más de sesenta premios son cosas que se dicen rápido, pero que llevan su tiempo de gestación. Bien saben los visionarios que los méritos no vienen solos y que, algunas veces, hay que salir a buscarlos. Este fue el caso de Weiss, que dejó su Alemania natal en 1968 y que, tras muchos años viviendo en Chile, acabó radicado en Vizcaya. Al final, el éxito le ha tocado y esta noche, en el centro de Bilbao, su mujer y sus colegas se reunirán para homenajearlo.

Precisamente fue su esposa, Marta Ormazábal, quien contactó con el periódico para compartir la experiencia de ambos y desvelar, a hurtadillas de Michael, la inminente celebración sorpresa. «Porque él aún no sabe nada», confiesa esta chilena con cierta dosis de complicidad. De hecho, este reportaje forma parte del reconocimiento y, por esa misma razón, no es él quien relata su historia, sino ella quien repasa los aciertos.

Michael Weiss llegó al País Vasco hace ahora 22 años, invitado por la Diputación foral de Vizcaya. «Vino a iniciar el Centro de Diseño Industrial de Bilbao», comenta Marta restándole pomposidad al asunto pese a que, en realidad, fue contratado como director ejecutivo del ya desaparecido DZ. Poco tiempo después, su marido fundó un estudio de diseño propio con el que se lanzó a crear nuevas propuestas mientras se iba asentando como un nuevo vasco.

Lejos de Santiago de Chile -donde sus colegas «le llamaban cariñosamente ‘el gringo» y donde fue profesor universitario, fundó una empresa de publicidad y adquirió una imprenta–, Weiss encontró un ‘hogar adoptivo’ en el municipio getxotarra. Claro que, antes de eso, tuvo que soltar amarras y dejar atrás media vida en Latinoamérica, incluido el club de jazz donde conoció a su mujer. «Todavía me acuerdo de ese día –asegura Marta–. Nos conocimos por casualidad. Él y yo éramos muy diferentes... bueno, aún lo somos», comenta entre risas.

Él, diseñador de Alemania. Ella, chilena y «humanista». Con diferencias o sin ellas, algo ocurrió entre los dos. «Son cosas que pasan», resume ahora esta psicóloga que, para mantener viva la llama de su tierra, es miembro de la asociación Pablo Neruda. La cuestión es que, si bien continuaron vigentes los vínculos con el país andino, el matrimonio Weiss Ormazábal hundió su ancla en Vizcaya. Sobre todo él, quien ha encontrado entre los vascos un lugar idóneo para desarrollar su potencial.

Su primer trabajo reconocido –y galardonado mundialmente–, fue el diseño de las señales y el mobiliario del metro. Cada cartel que orienta a los usuarios, cada depósito de residuos que mantiene al subterráneo impecable y cada uno de los bancos de acero donde la espera del convoy bilbaíno se hace más cómoda y llevadera tienen, detrás de sus líneas, el ingenio y la impronta de Weiss.

Las líneas amarillas
Pero esta labor, que vio la luz hace una década a pesar de haber nacido bajo tierra, no fue la única ni la última. Las unidades interurbanas de Bizkaibus y sus paradas, tan conocidas en el paisaje ciudadano, «también son cosa de Michael». «Él diseñó la imagen corporativa y el modo de presentar la información en las marquesinas», dice su esposa quien, para más señas, explica que se trata de «las paradas amarillas».

Ambos medios de transporte comunican a Getxo y Bilbao, aunque existen otras líneas que ligan a Weiss con la capital vizcaína. Y, evidentemente, son suyas. En sus veinte años de residencia, ‘el gringo’ ha desarrollado ideas para la Diputación de Vizcaya, EITB, el Gobierno vasco, el Consorcio de Aguas, el Ayuntamiento de Bilbao y la UPV. Incluso hasta se animó, en su día, a crear un prototipo del tranvía. Pero, por muy distintos que hayan sido esos proyectos, todos tuvieron de base un pilar en común: «Desarrollar el talento creativo para encontrar soluciones a los desafíos y los problemas». Dos décadas atrás, el reto se encontraba en Chile. No obstante, en la actualidad, los desafíos están en Euskadi. Prueba de ello es que se ha quedado a vivir y que es aquí donde este alemán celebrará su trayectoria.

17.6.07

Al grano

Dos mil personas de distintas nacionalidades prepararon ayer en Bilbao más de 80 variedades de arroz



Casi dos mil personas se reunieron ayer en el corazón de San Francisco para celebrar una gran fiesta gastronómica y cultural. La cuarta edición de ‘Arroces del Mundo’, organizada por los vecinos de este barrio, Bilbao la Vieja y Zabala congregó a más de ochenta cuadrillas de distintas nacionalidades que, desafiando al calor, elaboraron platos típicos de sus países y aprovecharon para compartir recetas.

Algunos grupos, como el de Amadou, tuvieron que luchar a brazo partido con el reloj. «Hemos venido tarde, así que hicimos nuestro arroz Yassa con pollo en lugar de pescado, porque es más rápido», confesaba este senegalés que, por un día, oficiaba de chef. Otros, como Felicidad (Malí), Guadalupe (Guinea Bissau) y Mapenda (de nuevo Senegal), acudieron a la cita con un arroz africano importado que compraron en una tienda de Bilbao. No les faltaba ni el gorro de profesional. Un complemento que agradecieron a mediodía, con las paelleras hirviendo en las mesas y el sol convirtiendo la plaza en un horno.

En el chiringuito montado por MISI, el grupo de Mujeres Inmigrantes de San Ignacio, improvisaron unas gorras con hojas de periódico . «Estamos haciendo una receta entre todas, juntando muchas experiencias y los ingredientes de nuestros países», comentaba Zully, de Argentina, junto a sus compañeras de Bolivia, Colombia, Nicaragua, Paraguay, Ecuador y Rumanía. «No somos dueños de nada y hay que hacerle caso a la Naturaleza: un naranjo no le niega sus frutos a nadie». No importan razas, ni colores.

Al otro lado de la plaza, Jesús preparaba una paella. Él y sus amigos, «bilbaínos de toda la vida», vivían su ‘bautismo de fuego’ en este evento multicultural. «Es estupendo. En la mesa de al lado están cocinando con aceite de cacahuete y ya les pediré la receta para hacerla después en casa. Cuanta más variedad, mejor. Así vas cogiendo truquillos».
Xabier Abian, de Ekologistak Martxan, era el único que no se escondía del sol, lo buscaba. Preparó una cacerola de arroz y hasta un bizcocho sin utilizar bombonas ni fuego. Instaló una cocina solar parabólica y un horno solar con termómetro, que marcaba 150 grados. «Un horno –recordaba– que se puede fabricar por tres euros».

16.6.07

"¡Tira a canasta, Mohamed!"

Los escolares, de Marruecos, Bolivia, Guinea Bissau o China, disfrutaron de una maravillosa tarde donde no faltaron las medallas y las golosinas


Ocurre algo curioso en el Colegio de Miribilla: basta con pararse en el centro de su patio para jugar a ser el eje de la Tierra. No hace falta nada más, ni siquiera imaginación, pues en cualquier dirección o lugar a donde se mire habrá un extracto del mundo. Marruecos, Guinea Bissau, China, Bolivia... Decenas de niños de todas las edades corren y se divierten en el patio de esta escuela, ajenos a toda teoría sobre el mestizaje o la inmigración.

Desde luego, los cincuenta chavales que participan en el proyecto ‘Bakuva’ tampoco se planteaban ayer el cometido social de esta iniciativa. Ellos tenían en mente otra cosa: el aro y las camisetas. Estaban pendientes de los balones, la fiesta y el juego, y ni siquiera percibían la presencia de los periodistas, con excepción del momento de la foto. «¿Y eso para qué es?», «¿Nos vais a hacer una foto?», «¿Por qué sostienes la cámara así?». Las preguntas las hacían ellos y con total desparpajo. «¡Venga, sonreíd, tomateeee!».

A las cinco de la tarde arrancó el partido de baloncesto, en un clima distendido y muy primaveral. Allí estaban los pequeños jugadores, ansiosos por enseñar sus habilidades, intercambiándose las camisetas y alentando a los demás. «¡Fernando!, ¡Fernando!», vitoreaban a un lado de la cancha, tras la primera anotación del partido. «¡Venga Mohamed...! ¡Tira a canasta, Mohamed!», respondían desde el otro cuando este chico de Marruecos intentaba igualar el marcador.

Su hermana Karima también jugaba y con sorprendente destreza: las manos, en el balón y un pañuelo que cubre su cabeza. «No se lo quita nunca, ni siquiera para practicar», mencionaba uno de los monitores visiblemente satisfecho por el resultado del encuentro. El que no estaba tan feliz con los números del partido era Anis, un chico de nueve años «para diez», como se apresuró a puntualizar. «Bueno... vamos perdiendo, pero lo hemos intentado y eso es lo que importa», reflexionaba desde fuera, descansando en el entretiempo.

La cámara de fotos continuaba registrando escenas. «Seño... él no me da mi balón», reclamaba un pequeño de China mientras otro de los chavales decía con cierta euforia: «¡Soy famoso, Cacho!». Demasiados gritos para una niña que se alistaba para jugar: «¿Quieres callarte? No me dejas concentrarme». Los monitores y el grupo de Juan Garteiz intentaban organizar la fiesta, incluso desde antes. Ya a las cuatro estaban preparando unos regalos para los chavales. «Les hemos traído unas bolsas deportivas, camisetas, gorras y medallas», enumeraban. Y eso sin contar la merienda, las gominolas y una actuación de magia.

Lejos de la calle
Un poco más alejados, algunos padres observaban el evento. Yadira y Soraya, ambas de Ecuador, afirmaban que este proyecto es «muy positivo». Una visión muy parecida a la de Claudia, que ha venido de Bolivia y opina que la iniciativa «está muy bien», ya que «los niños se divierten y juegan con pequeños de otras partes». Como decían los monitores, «la educación y la convivencia hay que cuidarla desde la base». La prueba estaba en el patio, donde todos estos chavales jugaban con el mismo interés, más allá de sus etnias, sus religiones y sus nacionalidades. Y, sobre todo, «lejos de la calle».

14.6.07

"El Servicio Municipal de Inmigración ha atendido ya a 17.000 extranjeros"

El Servicio Municipal de Inmigración (SEMI) nació con un objetivo: asesorar a los nuevos vascos en materia de Extranjería. Desde que abrió sus puertas, en el año 2002, sus abogados han atendido a 16.918 personas y gestionado más de 28.000 consultas; unas cifras que dibujan estadísticas, pero que, también, representan historias. El equipo de esta oficina –que cuenta con Leila, una administrativa de Marruecos– comparte aquí los desafíos y las vivencias que se gestan detrás de cada expediente.

Los retos y las anécdotas se suman a partes iguales en el interior de este gabinete que inició su labor en San Francisco y que hoy continúa en Sarriko. La diferencia es que los primeros se amontonan en un escritorio mientras los segundos se atrincheran en el cuerpo. «Es imposible trabajar aquí y permanecer indiferente», señala Nuria Martínez, letrada de profesión y ‘psicóloga’ de oficio. En numerosas ocasiones, y al margen de la consulta legal, «quienes vienen a pedir asistencia nos acaban relatando sus vidas», expone.

¿Les sorprende? «En absoluto». La mayoría de las dudas ante la Ley de Extranjería tienen mucho (o todo) que ver con situaciones vivenciales. Trabajo, documentación, asistencia sanitaria, reagrupación familiar, vivienda... cosas muy materiales y prácticas que se entremezclan con «los sentimientos», resume. «Me acuerdo de una señora colombiana que había venido sola y estaba a punto de obtener el permiso de residencia. Llevaba varios años aquí y tenía a su familia en Colombia. Un día, la llamó su hija, diciéndole que la necesitaba, y la mujer decidió regresar. Cuando me lo vino a contar, intenté disuadirla. Le expliqué que ya estaba muy cerca de conseguir aquello que tanto había soñado y le aconsejé que aguantara un poco más. Ella sólo respondió: ‘Mi hija me necesita, no puedo seguir así. Me voy’. Ante una afirmación así, ¿qué contestas?», se pregunta ahora Nuria, recordando el episodio.

La «desesperación de las madres que vienen sin sus hijos» es una «tristeza» constante que se refleja en la oficina del SEMI, pero no la única. Existen muchas preguntas que no tienen respuestas sencillas, incluso en el plano legal. «La Ley de Extranjería es compleja y varía con los países. Es un código vivo que se renueva permanentemente. Además, no sólo el texto representa un desafío. Su interpretación es lo más difícil», confiesa Zigor Gorriti, el otro abogado que atiende en el servicio municipal. Para él y para Nuria, el trabajo en el SEMI implica una «actualización permanente». Una tarea que se traduce en muchas horas de lectura, desde noticias y precedentes legales hasta enmiendas y publicaciones en el BOE. Aunque no todo es teoría, pues a las propias dificultades de la normativa se añade otro factor: «los rumores sobre posibles cambios y la información desactualizada».

«Un hijo no da ‘papeles’»
Cada vez que se introduce un cambio, las dudas aumentan y las consultas en el servicio se multiplican. Como explica Zigor Gorriti, «las modificaciones legislativas marcan picos de actuación». En ese sentido, el proceso de normalización que tuvo lugar en 2005 supuso un ‘boom’ para este servicio, que durante esos pocos meses atendió la cuarta parte de las consultas registradas desde sus inicios; es decir, 7.000.

El asunto es que un código así, con cambios tan vertiginosos, es terreno fértil para ideas falsas o creencias infundadas, que crecen en él como setas. Un ejemplo: «Muchos extranjeros piensan que con tener un niño aquí conseguirán los ‘papeles’, pero eso ha cambiado, ya no es así. Es más, según el país de procedencia de los padres, ese niño puede ser o no español. Sin embargo, nos lo siguen preguntando», dice Zigor. «Y ahora corre un rumor sobre un nuevo proceso de normalización que es totalmente falso», apostilla Nuria.

Con rumores o sin ellos, «lo importante es despejar las dudas» y, más que eso, hacerlo con calma. «La gente cree que somos trabajadores sociales y no abogados, simplemente porque sabemos escuchar», dice Nuria. Claro que escuchar no es asentir con la cabeza sino, más bien, ponerse en el lugar del otro. Y en ese aspecto, Leila Elidrissi es la estrella.

Originaria de Marruecos y de religión musulmana, Leila trabaja en el SEMI como administrativa e intérprete, aunque «su simple presencia ha favorecido mucho al servicio», explica Nuria. ¿De qué modo? «Las mujeres marroquíes se acercan, hablan conmigo, y a sus maridos eso les da confianza. La primera vez las acompañan pero, al verme, dejan que vengan solas –relata Leila–. Se sienten más tranquilos porque saben que nos entenderemos. Siempre me dicen: ‘Gracias a Dios que estás aquí’ y salen contentos aunque no hayan hecho ningún trámite».

7.6.07

16 equipos de inmigrantes inician un 'mundialito' el sábado

En apenas un par de días arrancará un ‘mundialito’ amistoso de fútbol en Guipúzcoa. El evento, que continuará durante todo el verano, tiene por objetivo promover la integración de los vascos y los nuevos vascos a través de los valores del deporte. José Ramón Gaztelurrutia, presidente de la asociación Jaiki, de Durango, ofrece aquí las claves del torneo y adelanta que el equipo vizcaíno tiene integrantes de Euskadi, Senegal, Bolivia, Brasil y Nigeria.

En síntesis, es una mezcla, «pero muy buena», enfatiza. Un reflejo bastante acertado de lo que ocurre en la vida real, donde unos y otros convergen «persiguiendo objetivos comunes». Así lo entiende este hombre, un durangués de toda la vida que ha decidido implicarse en armar «proyectos conjuntos» y conocer a sus nuevos vecinos en lugar de «mirar a un costado, con total indiferencia». El ejemplo más reciente tiene que ver con el fútbol, pues los balones, más que nunca, sintetizan la forma del mundo.

También su dinámica, claro, que en sus idas y venidas, se refleja: «Nuestros mayores emigraron hace años. Hoy son otros quienes lo hacen a la inversa», reflexiona José. Como diría el escritor Eduardo Galeano, «desandan con sus pasos el camino de sus abuelos». Pero la literatura, aunque lo intenta, no da todas las respuestas. No hay un libro universal que asesore en las travesías y mucho menos una Biblia con ‘instrucciones para integrar’. Toca aprender sobre la marcha y trabajar con mucha paciencia. «El fútbol es un deporte, pero lo usamos como herramienta».

El evento, como señala el presidente de Jaiki, fue una idea los bolivianos que residen en Guipúzcoa. «Ellos tuvieron la iniciativa y la hicieron pública en un programa de radio. Nosotros lo escuchamos y pensamos que era muy interesante, así que nos pusimos en contacto a través de sus compatriotas que viven en Durango», relata. Por supuesto, no fueron los únicos, ya que a esta edición se han apuntado 16 equipos de ciudadanos extranjeros con ganas de representar a sus países desde los pies a la camiseta.

La asociación que preside Gaztelurrutia no sólo promueve el deporte, también «fomenta la educación». Y por eso el ‘mundialito’ les atrajo desde un principio. «El objetivo del torneo no es ganar ni alimentar la competición violenta –dice–, sino integrar a los jugadores y, sobre todo, compartir». La puntualización es de interés, porque muchos de estos jugadores «trabajan duro toda la semana y el único desahogo que tienen es divertirse un rato en el campo». Pero, además, porque «no todos nos distraemos igual y, mientras unos prefieren juntarse a hablar o a leer libros, otros eligen reunirse en un bar a tomar una copa», expone. El fútbol, sin embargo, les llega a todos sin distinción. No en vano es el deporte con más seguidores del globo.

El equipo de José Ramón practica con Luis Ormaetxea, otro vecino y miembro de Jaiki «que tiene el título de entrenador nacional de Primera División, pero está más interesado en armar una escuela de deporte integradora», afirma. Los chicos viajarán a San Sebastián este sábado para asistir a la inauguración oficial del torneo que, además de un partido de infantiles, «ofrecerá una fiesta» en toda regla.

Danza y comida típica
«El inicio es a las tres de la tarde, en el Colegio de Jesuitas de Donosti. Habrá un discurso de las autoridades y se presentarán los equipos que compiten en el ‘mini mundial’. Después, jugarán los pequeños y, a continuación, habrá una gran fiesta», enumera este vizcaíno, que ya está imaginando el día y planificando la ‘excursión’, pues «el viaje será en tren».

La ‘gran fiesta’ de la que habla tiene que ver con la danza y, cómo no, con la comida, dos elementos de la cultura que son idóneos para integrar. «El encuentro se va a celebrar con una muestra de bailes típicos y así podremos conocer los trajes de cada país. Además, habrá una degustación de la gastronomía del mundo, adelanta José Ramón. «A mí eso me atrae muchísimo y todos mis kilos dan fe», apostilla divertido.

El ‘mundialito’ de Guipúzcoa está abierto a todo el público. «Puede ir cualquiera, incluso a comer», añade con la certeza de que hay más locos por los fogones. Los encuentros tendrán lugar los fines de semana y ocuparán buena parte de la agenda del verano. En cuanto a los premios y el reconocimiento, José Ramón se permite un mensaje: «No es bueno premiar al mejor goleador o al mejor portero. Lo positivo, en realidad, es premiar las actitudes. Galardonar al jugador más solidario es una manera muy simple de educar en valores». Es verdad que este torneo no se enmarca en ninguna liga, pero hay más cosas que lo convierten en «un proyecto fuera de serie».

2.6.07

La moda del trabajo

UNIFORMES. Cada vez más empresas e instituciones apuestan por ‘distinguir’ a su personal con ropa diseñada por creadores de renombre.

Los uniformes existen por dos razones: para homogeneizar a quienes los usan y para diferenciarlos del resto. Ya sea en los colegios o en el lugar de trabajo, este tipo de vestimenta se utiliza porque sirve para identificar a un colectivo pero, además, porque es práctico. En general, es esta última característica la que rige en el diseño del atuendo y, precisamente por ello, suele pensarse en los uniformes como el contrapunto a la exclusividad y el glamour. Sin embargo, la comodidad no está reñida con la vanguardia y son muchas las empresas que apuestan por la distinción. ¿Cómo? Vistiendo a su personal con creaciones ‘top’ de la moda.

Cada vez con mayor frecuencia, las compañías, las instituciones, las ferias temáticas y hasta los servicios oficiales optan por contratar a diseñadores reconocidos para confeccionar sus uniformes. Tal vez muchos de sus empleados no puedan permitirse un traje de Antonio Miró, un modelito de Adolfo Domínguez o un conjunto de Manuel Pertegaz como capricho de una ocasión, pero sí que pueden usarlos a diario si trabajan en el Museo de Bellas Artes de Bilbao o si forman parte del personal de Iberia.

¿Contradictorio? Puede ser. ¿Un poco raro? En absoluto. La vestimenta, entre otras cosas, es una carta de presentación. Y, así como en la vida cotidiana la ropa ofrece información sobre la persona que la lleva puesta, en el ámbito empresarial constituye un elemento más de la imagen corporativa. Hace unas pocas semanas, dos pasarelas de moda dieron cuenta de esta tendencia. Una de ellas, en Roma, enseñaba el nuevo vestuario de la Policía italiana. Bajo el lema ‘Seguridad... y no sólo’, varios modelos lucieron diversos conjuntos para las fuerzas del orden público que, al margen de su funcionalidad, tenían un corte estupendo. El otro desfile, mucho más cercano, en Vitoria, proponía distintas opciones para topógrafos, cocineros, soldadores y médicos. En este caso, la iniciativa partió de empresa Seinga, que se ha implicado en el proyecto de diseñar uniformes con estilo solicitando los servicios de marcas como Timberland o Diadora.

Para Lucía Cordeiro, gerenta de la Asociación de Creadores de Moda, el puente que se está tejiendo entre las empresas y los diseñadores es algo «magnífico que se debe potenciar». Algo que, de hecho, ya están fomentando las 27 marcas que conforman la agrupación. «Nos produce mucho orgullo que una empresa o una institución cuente con nosotros para crear sus atuendos», expone. Evidentemente, los encargos significan un «reconocimiento» profesional. Pero, también, suponen un desafío.

«El diseño es una creación con un componente funcional, así que no sirve de nada hacer una obra maestra si, al final, no es útil», asegura Cordeiro. Antes de hacer ningún trazo, «tienes que plantearte cuál va a ser la función y qué tejidos son los idóneos. Tienes que construir los volúmenes sin olvidar el lugar donde se usarán las prendas, la temperatura que habrá en el ambiente e, incluso, las edades y las tallas de las personas que se las pondrán», enumera para ilustrar ese reto.

Un bolsillo para el ‘kleenex’
Aingeru Torrontegi, del Museo Artium de Vitoria, completa la idea: «Cuando elegimos un uniforme nos basamos en tres criterios. Lo primero es la comodidad, porque el personal pasa varias horas atendiendo al público. Lo segundo, que sea práctico. La ropa debe aguantar el trote diario, ser fácil de lavar y adecuarse a las necesidades específicas del centro. Es imprescindible, por ejemplo, que tenga un soporte para colocar el ‘walkie-talkie’ o un bolsillo donde guardar un paquete de ‘kleenex’», dice. ¿Y el tercer requisito? «Que el uniforme no eclipse jamás a las obras
de arte que se exponen en el museo».

Muy consciente de que este punto implica «un equilibrio muy difícil de lograr», Torrontegi señala que la elección del atuendo es un trabajo compartido con los responsables del centro, aunque aclara que «los diseñadores tienen vía libre para crear» siempre y cuando se ciñan a esas pautas. Desde que se inauguró el museo, en abril de 2002, un par de firmas han aceptado el reto: Miren y Patricia Krug Zulueta, al inicio, y María Clé, el año pasado. «Uno de los objetivos de Artium es potenciar a los artistas nóveles que ya están despuntando y que tienen una trayectoria sólida –explica Torrontegi–. Y eso se aplica también a los uniformes».

«La imagen es muy importante y la uniformidad forma parte de ella –opina Patricia Krug–. Es lo primero que se ve». Para el dúo de diseñadoras vascas, la experiencia de crear el primer atuendo del museo fue «muy interesante», ya que «había que partir de cero». Si bien «existían algunos parámetros de antemano, tuvimos que sumergirnos en el mundo del arte contemporáneo y eso fue muy emocionante. Aunque mantuvimos las líneas limpias y elegantes, intentamos que nuestro proyecto resaltara la femeneidad y el glamour». En ese sentido, el trabajo consistió en «darle una chispa al diseño, evitar la vestimenta anodina e imprimirle un sello propio» sin salirse de los márgenes.

Algo similar comenta María Clé quien, además, resalta el esfuerzo que le supuso el diseño. «Nos costó un poco porque había que seguir la estética y la filosofía del museo, que es bastante minimalista. Pero nos sirvió mucho para aprender. Tuvimos que combinar la practicidad y la comodidad con la estética», resume. Tal vez sin darse cuenta, Clé menciona los tres pilares que sostienen el vínculo entre las propuestas creativas y la necesidad empresarial. Un lazo que, a pesar de su reciente consolidación, no es nuevo. Y de la antigüedad, precisamente, da cuenta la compañía Iberia, una aerolínea cuya historia está «íntimamente ligada a los uniformes de su personal».

De altos vuelos
Su primer encargo de diseño tuvo lugar en 1954, año en que solicitó los servicios del modisto Pedro García. ¿La razón? La comodidad. «Las propias empleadas fueron suprimiendo los complementos incómodos para realizar sus tareas, como el opresor cinturón de la sahariana o los bolsillos de fuelle», relatan en la empresa. En vista de la «poca versatilidad de esta indumentaria», Iberia recurrió al diseñador para que innovara el atuendo. Y, desde entonces, no ha parado. Por los aviones de esta firma han desfilado diversas propuestas de moda, como las creaciones de Elio Berhanyer, Alfredo Caral e, incluso, Manuel Pertegaz, quien «renovó totalmente el aspecto de los trabajadores de la compañía» décadas antes de diseñar el traje de bodas para la Princesa de Asturias.

El la actualidad –desde 2005–, el ‘gurú’ de la moda en Iberia es el gallego Adolfo Domínguez, cuya colección «está pensada para adaptarse a los diferentes trabajos y condiciones climatológicas». Sobre el binomio «elegancia y funcionalidad», el diseñador ha creado un uniforme que «transmite profesionalidad y seguridad» y que, «por primera vez, incluye el pantalón entre las prendas opcionales para el personal femenino». Como dato anecdótico, los responsables de la compañía comentan que, para plasmar el cambio, fueron necesarios 450.000 metros de tela, unos 15.000 kilos de hilatura y más de 181.000 complementos.

Aunque Iberia ha hecho de esta tendencia toda una filosofía (y hasta ha editado un libro que repasa con detalle sus 50 años de moda), existen otras instituciones que también han apostado por el alto vuelo en los uniformes de sus empleados. Es el caso del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que se ha ‘vestido’ de Antonio Miró, o del parque temático Isla Mágica, que en 1997 se presentó en la Feria de Turismo con las creaciones de Ágatha Ruiz de la Prada. Claro que, para ferias y eventos, el hito máximo está en Zaragoza, donde los responsables de la futura Expo convocaron a un concurso dirigido a los diseñadores.

El bilbaíno Miguel Palacio viste a la Expo

Si los uniformes sintetizan la imagen o la identidad corporativa, qué decir de Miguel Palacio, que vestirá a los trabajadores del Pabellón de España en la Expo Zaragoza. Además de representar a la feria, el bilbaíno representará al país. Las azafatas y los monitores del evento lucirán sus prendas, que combinan el azul marino, el malva y el crudo, tres colores que ha elegido con cuidado y no por azar. La «luz» de la zona que albergará la Expo y «el calor» del verano zaragozano han sido su fuente de inspiración a la hora de realizar este proyecto y optar por tejidos naturales para conseguir un atuendo «fresco» y, sobre todo, cómodo.

Pero tampoco ha sido azarosa la elección de este diseñador, pues su propuesta se sometió a un jurado y, antes de eso, a un concurso. El certamen, convocado por la Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales (SEEI) y la Asociación de Creadores de Moda de España, tenía por objetivo seleccionar al proyecto ideal para la futura Expo Zaragoza. Y sus bocetos se impusieron «por unanimidad» de los jueces a los de Modesto Lomba, Agatha Ruiz de la Prada, Elio Berhanyer, Juan Duyos, Jesús del Pozo y Francis Montesinos.

Tras anunciar la decisión, el presidente de la SEEI, Javier Conde, destacó la «línea suave» que impera en el proyecto del creador vizcaíno y señaló que los uniformes elegidos se enmarcan dentro de un «clasicismo permanentemente moderno». Las azafatas llevarán vestidos de lino en color malva con falso cierre abotonado en la espalda y zapatos de salón, mientras que los azafatos vestirán traje de chaqueta en algodón de color azul marino, jersey y foulard malva. Lo interesante es que, a pesar de la vasta experiencia de Miguel Palacio en el mundo de la moda, esta es la primera vez que se anima a diseñar uniformes, una faceta que le «encanta y atrae» y que le hace «muchísima ilusión». Como resume Lucía Cordeiro, «en la SEEI están encantados, en nuestra asociación nos sentimos orgullosos y Miguel está emocionadísimo» con el resultado de su participación.

1.6.07

Guerra en casa

Los conflictos bélicos manejan unos símbolos no muy alejados de la vida cotidiana. Mateo Maté refleja esas coincidencias en una exposición


El ser humano es un animal belicista y sus disputas territoriales no sólo están puertas afuera. La casa puede ser, también, un campo de batalla, un escondite y una trinchera. ¿Quién no ha librado
una guerra fría con su pareja? ¿Y una campaña de acoso y derribo? ¿Quién no ha instaurado un estado de sitio, una dictadura, una revuelta o un pequeño toque de queda? Estrategia, negociación, tratado de paz, invasión, emboscada... todos los términos que aparecen en el telediario los ponemos en práctica en casa. Quizá no sean actos conscientes, pero son reales. Y, si os ponéis a pensar en ello, seguro encontraréis mil situaciones de las que sois rehenes, decenas de armisticios y otras tantas revoluciones.

Vale. Repasar esas escenas puede ser muy divertido (más si incluyen a un vecino o a un cartero madrugador). Pero en el caso de un artista puede ser más todavía y llegar a convertirse en una fuente de inspiración. Eso es lo que le ha ocurrido al madrileño Mateo Maté, quien se ha puesto a trazar paralelismos entre la guerra y el hogar. El resultado de ese vínculo es una obra con distintas piezas que se titula ‘Nacionalismo doméstico’ y que hasta el próximo 9 de junio permanecerá abierta al público en la galería Llucià Homs de Barcelona.

La muestra incluye todo tipo de símbolos bélicos, aunque adaptados a un contexto casero. Desde
mapas y banderas hasta mobiliario ‘customizado’ y planos con estrategias. Sin embargo, y más allá de los objetos, llama mucho la atención un montaje de vídeo que, por gráfico y elocuente, deja bien claro el concepto. En esta videoinstalación, que dura siete minutos, el artista va alternando secuencias de filmes de guerra con imágenes de contenido gastronómico hasta establecer una similitud entre los festines culinarios y los actos de contienda.

El vídeo repasa las tres etapas de un proceso bélico. A saber: la preparación de las tropas, el combate en sí mismo y los restos del enfrentamiento. El tema es que, mientras los soldados se preparan, el vídeo comienza a mostrar la ciudada elaboración de auténticos manjares. El ritmo de la imagen se acelera –también el movimiento en la cocina– y a las bombas se le suman los flambeos. Se corta, se trincha, los protagonistas son destripados y se lanzan ofensivas por igual sobre hombres y alimentos. El paralelismo, que ya es frenético, alcanza un clímax de velocidad narrativa y, después, se detiene para enseñar el desenlace: los restos de ambas batallas.

Mesas-mapa
Gráfico a más no poder, Maté traslada los conflictos mundiales al universo del hogar. Y lo hace en
varios niveles, pues las conexiones son formales y simbólicas pero también semánticas e iconográficas. «Su obra incluye un aspecto metalingüístico –apuntan en la galería–. El lenguaje, que puede ser visto como una representación realista, es reconvertido en lenguaje crítico: mesas con formas geográficas que representan territorios a conquistar, un salón ‘camuflado’ o un vídeo realizado con extractos de películas, son ejemplos de lo anterior». El propósito, ante todo, es «desvelar el código bélico que articula nuestra vida cotidiana».

No es la primera vez que lo hace. De hecho, esta muestra es la continuación de una trayectoria profesional en la que, cada vez con más frecuencia, los objetos cotidianos aparecen para aludir a la realidad sociopolítica del mundo. Su trabajo, «cargado de fina ironía», recurre a materiales muy variados y a técnicas diversas, desde la escultura al videoarte, todo. No en vano ha obtenido varios premios y becas que apoyan su iniciativa creadora. Con un discurso muy cuidado y «coherente», Maté consigue llegar a las entrañas del espectador, pero no por mostrar unas tripas desparramándose en cintas de vídeo, sino por hacer tangible y cercano el instinto animal que nos caracteriza. En esta exposición, los actos bélicos más sanguinarios se convierten en escenas de batalla. En una guerra de andar por casa.

De prestigio

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, Mateo Maté cuenta con una trayectoria artística impecable y un amplio reconocimiento por parte de la crítica. Entre sus obras más recientes destacan ‘Nacionalismo doméstico’ (2005), ‘Máxima seguridad’ (2006) o ‘Paisajes uniformados’ (2007) que se presenta actualmente en el Centro de Arte Caja de Burgos. Ha expuesto en importantes galerías e instituciones españolas e internacionales. Su trabajo forma parte de los fondos de colecciones de la Fundación Altadis (París), el Museo Reina Sofía y el MUSAC.