30.8.04

La hora del despertador

Septiembre se deja ver y rompe el sueño del descanso para muchos millones de españoles, que se preparan como pueden para encarar once meses de esfuerzo

Se termina. Agosto se va y, con él, las vacaciones. El tiempo de playa sin reloj ni agobio se ha escurrido como arena entre los dedos y el ‘tic tac’ que marca obligaciones vuelve a dejarse sentir. Ahí está septiembre, a la vuelta de la esquina, a un par de días en ese calendario que parece acelerarse cuando toca descansar. La imagen de hace un mes, o dos, se invierte, y las carreteras se saturan, pero en sentido contrario. Es momento de regresar.

El retorno a la vida después del relax es un episodio que se repite todos los años por estas fechas. El verano se queda atrás y las ciudades, que parecían hibernar, despiertan. Se sacuden el letargo de golpe cuando miles de pasos hacen temblar de nuevo sus calles rumbo al trabajo, al colegio o a la universidad. Existe un cambio drástico entre el descanso que termina y la exigencia que se estrena, y la manera de sobrellevarlo varía bastante de acuerdo a las personas. Muchas vuelven con ganas y energía para afrontar las responsabilidades cotidianas. Les alegra el reencuentro con sus colegas y se entusiasman con las cosas nuevas que puedan suceder. Pero hay quienes viven la transición de un modo distinto. Sus maletas, a medio deshacer, todavía cargan tedio, pereza, nerviosismo o depresión.

Cuando la vuelta se convierte en disgusto y cuando éste dura más de dos semanas, los psicólogos hablan del síndrome post-vacacional, un fenómeno que involucra cuadros de ansiedad, irritabilidad e inapetencia ante la actividad laboral. Experimentar estas sensaciones dependerá del tipo de actividad y de lo que ésta signifique para la persona que se dedica a ella. Así como hay gente que no puede vivir sin adrenalina, hay quien no resiste estar bajo presión. Asimismo, un trabajo rutinario puede representar seguridad para algunos y hastío para otros. Por aburrimiento o por ansiedad, el regreso marca presencia. Especialmente para quienes tienen once meses de trabajo por delante.

RAQUEL LANA
Médico de urgencias
«Sin vacaciones, no sobrevives»
Raquel Lana es médico, tiene 35 años y los últimos cinco los ha pasado trabajando en la unidad de
urgencias del Hospital Clínico de San Carlos, en Madrid. Se ha tomado tres semanas de vacaciones, en las que conoció Escocia con su marido y visitaron a sus respectivas familias en Navarra y Salamanca. Pero ahora está de vuelta y, desde su regreso, lleva quince días sin parar. «Cuando nos reincorporamos a la sala tenemos que trabajar más. Cubrimos dos turnos o, a veces, tres». Son 24 horas de guardia ininterrumpida y no hay tiempo para el sueño. «En mi trabajo no hace falta el café; la adrenalina que tienes alrededor te mantiene despierto».

Para Raquel, «descansar es dormir» y, cuando piensa en sus vacaciones, las siente como una «bendición». Un médico de urgencias las espera «con muchas ganas». «Por salud física y mental, desconecto de todo». Ni viajes, ni ajetreo, ni proyectos a largo plazo. Lo que más valora esta doctora es «volver a la normalidad». «En esas semanas tengo tiempo para mí y para mi familia. Mi marido me preguntaba si me había dado cuenta de cuánto hacía que no pasábamos tanto tiempo juntos. Y eso que él también es médico y comprende, pero las ausencias son difíciles de llevar».

El trabajo de Raquel le ha hecho cambiar la manera de organizar sus vacaciones. Desde hace cuatro años se reserva una semana para finales de septiembre. «Agosto es el mes más movido. Muchos colegas lo eligen para su descanso y, los que quedamos, asumimos sus horas de trabajo. Por eso la vuelta se hace muy dura. En mi primer año en urgencias agoté mis vacaciones de un tirón y después fue terrible. El cambio es demasiado brusco». Ahora deja esos días para recuperarse de «la paliza de agosto». «Lo mejor del descanso es tener otra vez los mismos horarios que el resto de la gente. Si no te tomas vacaciones, no sobrevives».

MARÍA ALBERDI
Estudiante
«No tengo ganas de empezar»
Un gran paso está cerca para María Alberdi. Dentro de pocos días su vida cambiará bastante: se irá lejos de Vizcaya, de su Gernika, para estudiar Biotecnología en la Universidad Autónoma de Barcelona. «No sé si me gustará la carrera; ya tendré tiempo de ver qué tal es cuando empiece». María lleva casi tres meses de vacaciones. No ha viajado a ningún lugar en especial, aunque ha disfrutado mucho de su tiempo porque ha ido «a las fiestas de todos los pueblos». «He desconectado totalmente y me lo he pasado muy bien», comenta.

Pero la universidad, y todo el cambio que representa, se hace sentir. «No tengo ganas de empezar. Estoy nerviosa –confiesa–. Echaré mucho de menos a mi familia y mis amigos». Uno de los principales temores que la acechan es el idioma. «No sé nada de catalán y debo aprender. Haré un cursillo antes de iniciar las clases». Clases que comienzan el 22 de septiembre, aunque ella se les adelantará. «Me voy un poco antes para entrar en el Colegio Mayor y conocer a mis compañeras. Sé que, al principio, habrá otra alumna que se encargará de darme apoyo con los apuntes y las asignaturas, pero, mientras más pienso en eso, más nerviosa me pongo».

SUSANA Y ALFONSO
Padres de familia
«Nuestras vacaciones comienzan al regreso»
Tardes largas, baños divertidos en el mar, muchas horas en bicicleta y cero responsabilidad. Más de una vez se ha dicho que las vacaciones parecen durar el triple para los pequeños. Lo que no se suele agregar es que, para algunos padres, también. El tiempo de ocio avanza con más lentitud de la que quisieran porque, en realidad, el trabajo se duplica. Éste es el caso de Susana y de Alfonso, una pareja de riojanos que veranea con sus hijos en Noja, Cantabria. «Las vacaciones en familia son complicadas porque pasas todo el día con los críos. Empiezas a disfrutar en serio una vez que se duermen», explica Alfonso entre risas.

Al contrario de lo que sucede con la mayoría de la gente, Susana espera entusiasmada el final de las vacaciones. «Es muy bonita la playa, pero casi diría que ya quiero volver». Más que tensión, el regreso a casa representa un descanso para ella. Los niños irán a la guardería y podrá retomar sus funciones de trabajadora social en el Ayuntamiento de Arnedo; una actividad difícil, pero que no la exige tanto como ser mamá. «Aquí no tenemos tiempo para nosotros dos. Éste sí que es trabajo a tiempo completo», dice. En un acto de previsión, Susana ha dejado todo pronto para el inicio escolar. «Lo único que me puede agobiar del retorno es el viaje. Son dos horas y media, hay mucho tráfico y vamos con los niños». Pero, de síndromes, «ni hablar». «Al contrario, vuelvo contenta. Mis vacaciones empiezan cuando llego».

MANUEL B.
Jefe de ventas de un gran almacén
«Mi cuerpo dijo ‘basta’»
Manuel B. da a conocer su historia, pero no su identidad. Tiene cuarenta años y un trabajo de mucha responsabilidad al frente de un gran almacén. «Me gusta lo que hago y voy contento a trabajar. El regreso siempre lo viví con alegría», explica. Sin embargo, este año, su percepción ha cambiado. Cuando sólo faltaban tres días para comenzar sus vacaciones vivió un episodio nefasto. «Empecé a sentirme mal. Me mareé y quedé en blanco. Mi corazón palpitaba tan fuerte que pensé que me estaba dando un infarto». Pero los exámenes médicos descartaron esa opción y, a cambio, le dieron otra: Manuel había sufrido un ataque de ansiedad. «Resulta que tengo estrés. Mi trabajo es bestial y mi cuerpo dijo ‘basta’».

Pasaron las vacaciones para la mayoría de los españoles y también para él. La diferencia es que aún no ha podido reanudar su actividad. «Hace un mes que estoy de baja por enfermedad, y creo que permaneceré ausente más tiempo todavía. Lo peor es que, a simple vista, parece que no tuviera nada. Pero los síntomas persisten. Tengo mareos constantes y siento inseguridad», explica. En este momento se encuentra bajo tratamiento. Los doctores le han recetado ansiolíticos suaves y practica con frecuencia ejercicios de relajación. «No tiro la toalla. Me ha dado mucha rabia no poder volver porque jamás en mi vida estuve de baja. Un psiquiatra lleva mi caso ahora. Cuando me reponga al 100%, regresaré».

"El síndrome post-vacacional puede afectar a cualquiera"

No está reconocido como patología, pero muchos se sienten enfermar al llegar estas fechas. Hablamos del denominado síndrome post-vacacional, y el psicólogo Roberto Oslé, del Gabinete Kercus de Bilbao, sostiene que sus manifestaciones características son la apatía, la desgana y el nerviosismo. Aunque es usual encontrarse algo desanimado cuando el final del descanso se aproxima, «el período normal de adaptación debe durar entre tres días y una semana. Cuando los síntomas persisten pasados los quince días, hay que plantearse si no está ocurriendo algo más», apunta Oslé.

En su opinión, el síndrome puede afectar a cualquiera. «Son más proclives a padecerlo las personas que se deprimen o agobian con facilidad». Y, además, importa mucho la manera en que cada uno viva su trabajo. El profesional juzga de gran ayuda para afrontar mejor el regreso la tendencia actual de dividir las vacaciones en dos o más períodos del año. «Se trata de buscar oasis dentro de ese ‘desierto’ de once meses laborales. A veces la gente se toma un mes y desconecta tanto que el retorno a la actividad cotidiana supone un cambio demasiado duro. La angustia disminuye al saber que no falta tanto para volver a descansar».

Oslé resalta que el síndrome post-vacacional es «un proceso mental» y que la manera de hacer más leve ese cambio es intentar «ajustar la ansiedad». «Hay que hacer un alto –explica–, porque
generar pensamientos adelantados sobre el retorno hace que tampoco se disfruten las vacaciones».

22.8.04

El nudismo, al desnudo

Miles de españoles promueven un estilo de vida naturista y sin tapujos que inicia el viernes su cónclave mundial en Croacia

Pasear al perro por el parque o esperar en alguna esquina a que llegue el autobús son acciones tan cotidianas que se pierden con facilidad en el paisaje diario de la ciudad. Nada hay en ellas que cause asombro, sorpresa o malestar. Pero hacer eso mismo completamente desnudo cambiaría bastante las cosas. No tardaría en oírse un murmullo constante, y más de un rostro se vestiría de estupor. En unas calles aprendidas de memoria, el transitar sin altibajos se rompería por completo.

Es poco probable toparse con alguien que camine desnudo por un centro urbano, pero tampoco es imposible; bastaría con que una persona se decidiera a hacerlo. Su paseo no tendría más consecuencias que despertar la curiosidad o el pudor ajenos, porque, por muy llamativo que resulte, no es ilegal. Desde 1995, es lícito andar sin ropa por los espacios públicos de España, y este argumento es una bandera que comparten todas las asociaciones naturistas del país. Ese año, con la aprobación del nuevo Código Penal, el ‘escándalo público’ dejó de existir como delito.

«Está claro que el nudismo es plenamente legal en cualquier escenario público y en cualquier situación», explican. «Sólo pueden amenazarnos con el delito de ‘exhibicionismo y provocación sexual’, argumentando que hay menores presentes. Pero por el simple hecho de practicar nudismo no hay intención sexual alguna; por lo tanto, no se puede aplicar en este caso», agregan.
Sin embargo, pese al amparo de las leyes, el naturismo continúa relegado a lugares muy concretos –playas señalizadas o complejos turísticos específicos– y, aún hoy, se lo sigue asociando a términos peyorativos como ‘desvergüenza’ o ‘perversión’. El estigma de los nudistas es que son demonizados o, por el contrario, tratados con banalidad; básicamente, porque existe un gran desconocimiento sobre la filosofía que sustenta sus prácticas.

DESNÚDAME, DESDÚDAME
El próximo viernes, la Federación Naturista Internacional (FNI) celebrará su 29º Congreso Mundial. La cita convoca a treinta asociaciones de distintos países, que agrupan a 300.000 adultos y 50.000 niños. Se repite cada dos años y esta vez tendrá lugar en Croacia. Para los naturistas, es un acontecimiento de gran importancia. A lo largo de tres días, discuten temas de actualidad relacionados con el nudismo, presentan mociones para el desarrollo de su actividad y eligen a sus nuevas autoridades. La FNI tiene presidencia, comité central, asesoría, auditoría y hasta un tesorero. Es una agrupación con estatutos, tan compleja y organizada como cualquier otra.

Ismael Rodrigo es el presidente de la Federación Española de Naturismo (FEN). Asistirá en representación de todas las asociaciones del país y, en esta oportunidad, tiene razones más que suficientes para sentirse expectante, porque va cargado de propuestas. Entre ellas, una relacionada con el deporte: Rodrigo quiere que España sea, en 2006, la sede de los primeros Juegos Olímpicos nudistas. «Actualmente sólo hay competiciones aisladas. Presentaremos una iniciativa para crear las primeras Olimpiadas naturistas en Cantabria», adelanta. ¿Lo mejor? «Que será una vuelta a los orígenes –dice Rodrigo–. En los antiguos juegos de Atenas, los atletas
competían desnudos».

Otra de las mociones, que, según el presidente de la FEN, está «prácticamente aprobada de antemano», tiene que ver con el siguiente congreso. «En 2006, nuestra federación cumplirá 25 años. Queremos celebrarlo recibiendo aquí a las asociaciones de todo el mundo», señala. Si la propuesta recibe el visto bueno, «la reunión será en Costa Natura», Estepona, el primer pueblo naturista español. Pero todo esto es parte de un futuro que aún está algo lejos y, por ahora, Croacia es el lugar que convoca la atención.

La agenda, minuciosamente detallada, sólo deja espacio para una curiosidad: ¿se asiste sin ropa a un congreso naturista? «Eso depende de lo bueno que haga en la sala –dice–. Como es agosto, igual tenemos suerte y lo celebramos desnudos».


ALGUNAS CIFRAS
Hay quince asociaciones naturistas repartidas por el territorio español que forman parte de la FEN. Juntas, reúnen a más de 3.000 socios, una cifra importante ante la cita de Croacia porque, como explica Rodrigo, «el número de asociados que tenga cada federación incidirá en el momento de las votaciones». A España le corresponden siete votos y se sitúa en la media de las nacionalidades que participan, pero hay algunas que se despegan ampliamente. Francia y Holanda, con 36 votos asignados cada una, encabezan la lista de los países con más gente nudista asociada.

Más allá de su procedencia y su filosofía, el factor común de los socios es que tienen carné. El documento, de validez internacional, los avala y otorga ciertas ventajas. «Aquí se les beneficia con un descuento del 5 o del 10% en algunos establecimientos; en Europa, muchos centros naturistas prohíben la entrada a quienes no poseen carné. Lo toman como una garantía de que la persona no va a causar inconvenientes», dice Rodrigo.

Tres mil afiliados en España es un volumen considerable, pero se queda corto a la hora de representar a las 500.000 personas que practican el naturismo ‘sin papeles’. «Los últimos datos que tenemos son de hace veinte años», reconoce Rodrigo. «En aquel entonces, el 1% de la población se declaraba nudista. Si en 1982 eran 400.000 –y muchas mujeres ni siquiera hacían topless–, me atrevo a decir con seguridad que hay medio millón de naturistas en España».

Exactitudes aparte, las cifras que registran naturistas van en aumento y los números que cuentan dinero las acompañan en su crecimiento. La Asociación Americana de Nudismo Recreativo (AANR), una entidad formada por 50.000 socios, estima que las actividades de este sector generan beneficios anuales cercanos a los 400 millones de dólares. Sumas como ésta han convertido al nudismo en un negocio más que rentable y agentes de viajes e inversores se disputan con mucho ingenio las tajadas del pastel.


EL PRIMER VUELO NUDISTA
Si a alguien se le ocurrió alguna vez que organizar un crucero naturista causaría un furor inigualable, se equivocó, porque el año pasado una empresa turística estadounidense hizo volar la idea por los aires… literalmente. El 3 de mayo de 2003 partió el primer vuelo nudista desde Miami. Ese día, un grupo de 86 pasajeros dispuestos a hacer historia abordaron el ‘Naked Air’ con destino a Cancún.

Los turistas concitaron la atención de los medios, muchos de los cuales cubrieron su llegada a México. Los fotógrafos estaban listos para captar el descenso de un grupo de gente desnuda, pero la expectativa se tiñó de decepción cuando los vieron aparecer completamente vestidos. Castaways Travel, la empresa que organizó el vuelo, había dispuesto una serie de normas estrictas que no admitían concesiones, y una de ellas era que los pasajeros sólo podrían desvestirse cuando el avión alcanzara altitud de crucero. Para el momento del aterrizaje, debían ponerse la ropa otra vez.

Pero esta no fue la única regla. James Bailey, propietario de la agencia de viajes, explicó que el propósito del vuelo era la diversión y que, por ese motivo, no se tolerarían «conductas incorrectas». Durante el trayecto, los pasajeros disfrutaron de una temperatura ideal y de un buen menú. Eso sí, ningún alimento o bebida se sirvió caliente. Era prioridad para la aerolínea evitar «quemaduras peligrosas».

SÓLO UN ABANICO
Muchos pies más abajo, los ejecutivos de distintos complejos hoteleros se pusieron en marcha para atraer a ese público creciente y ávido de nuevas experiencias. Si las playas nudistas eran de acceso público, y los mares y el cielo ya tenían dueños, algo había que hacer a ras del suelo. Las ofertas no podían limitarse a tomar el sol sin bañador, de modo que fue necesario abrir el abanico de opciones.

Los hoteles de todo el mundo se han esmerado tanto en su empeño, que la variedad de propuestas es enorme. A la piscina, el solarium y el spa tradicionales han añadido, para sus huéspedes, clases de yoga, barbacoas, submarinismo, discotecas, restaurantes, canchas de volley
y de tenis y hasta campos de golf donde pueden intentar un ‘eagle’ completamente desnudos. Y, en todos los casos, bien resguardados de las miradas indiscretas. Nudistas y voyeuristas no hacen buena combinación.

LA ETIQUETA DEL DESNUDO
Una de las cosas que más le puede molestar a un nudista es la presencia de un mirón. Los naturistas suelen hacer hincapié en que su actividad no tiene nada que ver con el exhibicionismo, con lo cual, la persona que se acerca a husmear sobra. Cuando perciben que alguien los observa con lascivia, comienzan a dar palmas. El aplauso conjunto no es un premio al fisgón, sino una forma pacífica de ponerlo en evidencia y hacerle saber que está de más.

Como todo grupo social, los nudistas se rigen por normas que, incluso, están expresadas en un decálogo. El respeto al medio ambiente y a los demás es un pilar fundamental, y la comprensión hacia quienes no comparten su actividad, también. Destacan que jamás impondrán a otra persona la práctica del naturismo y que sienten inquietud por el ecologismo, la naturaleza y los cambios sociales. Y, para las ocasiones especiales, también tienen ‘etiqueta’. Después de la piel, el mejor vestido para un nudista es una simple toalla, que se utiliza por razones de higiene cuando están sentados a la mesa.

SER TEXTIL O ANDAR EN CUEROS
En su página web, la FEN da a conocer un extenso documento que, bajo el título ‘205 argumentos en apoyo del naturismo’, marca las diferencias entre la ‘gente textil’ y la que practica el nudismo. K. Bacher, el autor, sostiene que la desnudez es más cómoda para algunas actividades. Posibilita estar a gusto con uno mismo «sin necesidad de engaños » y aumenta la autoestima, especialmente en las mujeres que comprenden que sus curvas ‘rechazadas’ son completamente naturales.

Además, explica cómo el cuerpo «es un todo» y no hay en él «partes indeseables o menos dignas que otras». En el escrito se describe al naturismo como una práctica liberadora. Estar desnudo elimina las diferencias de status marcadas por la ropa que se viste. El estrés disminuye, porque «no hay nada que ocultar» y, al conocer el cuerpo humano normal, se evaporan las «expectativas fantasiosas». La simple desnudez no erotiza, «pero la ropa sí» porque acentúa las diferencias entre los sexos. Para Bacher, «la moda se basa en el sexo de manera arbitraria» y hay casos en que ha sido «dañina». Un buen ejemplo es el corsé. Entre las muchas razones, la tolerancia es la primera. Los nudistas creen en la aceptación del otro tal cual es, sea textil o ande en cueros. Y si el respeto es mutuo, mejor.

"Aún hoy te sientes más seguro en grupo"

Miguel Ángel y su señora son naturistas desde 1976. «Llevábamos dos años de casados y nos gustaban los baños de aire y de sol». Y aunque aquello comenzó como una práctica de pareja, creyeron que era mejor estar arropados por un grupo y se sumaron a ADN (Asociación de Desarrollo Naturista). «Cuando todavía vivía el caudillo, el nudismo no sólo era pecado mortal, sino que te metían preso o la gente te arrojaba piedras –recueda–. Hoy no es así, pero uno se siente más seguro si está con otros».

El matrimonio, de 56 y 51 años, destaca que el naturismo es una práctica familiar donde «es común ver a dos generaciones juntas», pero lamenta que a veces su actividad sea malintepretada. «Alguien que lo vea de fuera podría decir: ‘vaya, ¡qué guarros!’. Sin embargo, a nosotros nos preocupa mucho la higiene. Nos preocupamos por las playas, el cuidado del cuerpo y el lugar donde nos sentamos», sostiene.

«Tengo sentido de la vergüenza. Pero no por estar desnudo –dice–.Veo más exhibicionismo en el típico bañador que marca paquete, y una mini me pone como una moto». Para Miguel, tener algunas partes tapadas «es terrible e insano». El bañador se llena de arena y «para estar haciendo la pantomima de cambiarme a cada rato, mejor me quedo en pelotas». ¿La pareja pierde la líbido por estar siempre desnuda? «Todo lo contrario. La carga erótica es más explosiva. No te lías en la playa, pero en casa te echas dos siestas; una de mañana y otra por la tarde, ja ja».

15.8.04

El mejor papel

Miles de extranjeros contratados en España por su origen o cualificación profesional componen la otra cara de la inmigración

Alexander Stensrud y Rogerio Araujo no se conocen. Ni siquiera saben que el otro existe. Sin embargo, comparten muchas cosas. Son extranjeros, viven en España y han sido contratados por sus conocimientos y su cultura. Como Hongyan Ma, a quien le ofrecieron trabajo por ser de fuera, y no a pesar de ello. O como Miguel Pérez y Jorge Cabrera, quienes también conforman ese tipo de inmigración cuya realidad está muy lejos de las pateras atiborradas de gente. Ninguno de ellos protagoniza las noticias que capturan instantáneas de la ilegalidad porque sus historias no son crónicas de la desesperación, sino antologías del éxito.

Por ser extranjeros los buscan con insistencia, pero no para que regresen a sus países, sino para que se queden aquí. De esta manera, a pesar de que forman parte de un colectivo de miles de personas cuyas cifras van en aumento, no lo representan, ni son abanderados del ‘quisiera haber nacido en otro lugar’. Al contrario. Llevan alta la bandera de su patria. Portadores de tradición o, también, de nuevas tendencias, han sabido rentabilizar su origen al máximo, convirtiéndose ellos mismos en productos de importación.
Han llegado de diferentes maneras, en momentos distintos, y vienen de sitios tan lejanos como Cuba, China o Brasil. Trabajan desplegando saberes característicos de sus culturas y se han afincado en el país, en ocasiones por iniciativa propia y, otras veces, por invitación expresa. Pero, siempre, por seducción. Mutua, claro está, porque así como España los acoge con beneplácito en su seno, ellos se dejan maravillar por las costumbres, el ambiente y la gastronomía local.

Sus acentos al hablar venden mejor su actividad que un buen aviso publicitario, y sus nacionalidades avalan la calidad de lo que hacen con más contundencia, incluso, de lo que podría hacerlo cualquier diploma. Estos hombres y mujeres, encarnando el concepto de ‘lo auténtico’, gozan de un éxito profesional que se basa en su experiencia, pero, también, en un imaginario colectivo que percibe al forastero como un compendio viviente de los saberes de su tierra.
HONGYAN MA (China)
Especialista en acupuntura
«No tengo tiempo para extrañar a mi familia»
Hongyan Ma tiene 38 años y estudió Medicina Tradicional en su país. El primer contacto con España fue en 1992, cuando una escuela de esta disciplina la invitó para colaborar con sus conocimientos. Efecto inmediato. Le ofrecieron trabajo en la clínica Guang An Men y se quedó. «El dueño es catalán y trajo a expertos chinos para formarla –explica–. Ya hace doce años que estoy aquí». Ma es la directora de la clínica en Barcelona, uno de los cinco centros que forman Guang An Men. Practica acupuntura y, además, la enseña. «Mis alumnos son europeos y muestran muchas ganas de aprender. El curso dura cuatro años, el tiempo imprescindible para trasmitir un saber que data de hace cuatro milenios».

La especialista recibe entre dieciocho y veinte pacientes al día, y sostiene que lo más gratificante de su trabajo es «poder ayudar». «Suelo atender casos muy complicados. Quienes llegan aquí han visitado a muchos médicos antes y se han sometido a una gran cantidad de tratamientos». Sabe que, para las «personas comunes o ingenuas», es difícil distinguir a un buen acupuntor de otro que no lo es, «como puede pasar en cualquier profesión». Y dice, a su vez, que «los pacientes confían más en los médicos que son chinos». «Eso no significa que seamos mejores –aclara–, porque hay excelentes profesionales que son de aquí. Pero es cierto que prefieren ser atendidos por nosotros, que somos nativos».

Hongyan Ma no tiene familia en España, aunque «tampoco hay mucho tiempo para extrañar». Viaja con asiduidad, «sobre todo para dar conferencias», y está en «contacto permanente» con hospitales de Pekín. De España le ha cautivado la gastronomía y la gente, que es «muy abierta». «Es un país precioso, por eso me he quedado».
JORGE CABRERA (Argentina)
Experto en carnes a la parrilla
«Importamos todo de nuestro país; al cliente eso le gusta»

Jorge Cabrera decidió venir a España con su primo, hace más de veinte años. Llegó en 1982. «Quisimos lanzarnos a la aventura», recuerda. La odisea estuvo asegurada desde el principio porque la única referencia que tenían en el país era «un amigo del barrio» que había venido un tiempo antes que ellos.


Cabrera cuenta que enseguida se puso a trabajar. Comenzó conduciendo un camión para limpiar las fosas sépticas, pero no tardó mucho en cambiar drásticamente de rumbo, cuando conoció a «un italiano que estaba en el mundo de la gastronomía». La elección no era difícil –«me metí de lleno a trabajar con él»– y tampoco resultó desacertada: hoy en día está al frente de la parrilla de ‘Caminito’, un restaurante de Formentera donde se preparan platos típicos de Argentina.

Los distintos gustos de helados caseros o un flan combinado con dulce de leche sirven de postre a
una gran variedad de carnes y casquerías hechas a las brasas. Y no sólo la forma de asar tiene el sello rioplatense. La carne también. «Importamos los productos de Argentina. Todo viene desde allá», explica. «El local está abierto desde hace cinco años. Tiene doscientas plazas y servimos casi quinientos cubiertos por noche», describe satisfecho. Y se apura a mencionar, con regocijo, que al establecimiento va a comer «gente famosa».

En el restaurante trabajan veinticinco personas. Algunas, como él, son oriundas del país sudamericano. «A la gente le gusta que seamos auténticos argentinos», puntualiza. Pero la nacionalidad no es lo único que atrae a los clientes; la manera de cocinar es otro punto fuerte. "En Argentina yo era carnicero. Eso me ha servido mucho aquí, para saber cortar la carne y prepararla a la parrilla». Unos cortes que permiten aprovechar la ternera al máximo, incluyendo sus vísceras, y un asador que deja la carne al punto, bien cocida pero tierna.


Con 48 años, Jorge Cabrera está adaptado por completo a las costumbres españolas. Se casó hace tiempo con su «novia argentina de toda la vida» y tuvo dos hijas aquí. «De mi país no extraño nada. Llevo muchos años viviendo lejos y ya me he acostumbrado», dice. Toma mate «sólo en invierno» y en su caso se aplica bien aquello de ‘en casa de herrero, cuchillo de palo’, porque vive de la cocina rioplatense, pero admite no tener productos típicos en su casa. «¿Dulce de leche? ¡Qué va! Pan con jamón serrano».

ROGERIO ARAUJO DE BARROS (Brasil)
Profesor de capoeira
«Cuando estoy aquí, vendo mi cultura»

Para Rogerio Araujo, Brasil «está de moda». Desde que llegó a Barcelona hace tres años, ha podido comprobar cómo su país gana terreno en este lado del Atlántico. Y no sólo en las camisetas verdes y amarillas que abundan en tiendas y mercadillos, sino en la propia expectación que despiertan sus clases. Tiene 150 alumnos, y aunque la cifra pueda sorprender aquí, a orillas del Mediterráneo, tan lejos de Sao Paulo, para él resulta «algo natural». «Trabajo de lunes a viernes, de diez de la mañana a diez de la noche. Entreno todos los días y enseño en tres centros deportivos de Barcelona». ¿Extenuante? «Sí, termino agotado, pero es mi trabajo y hago lo que me gusta».

Araujo viajó a España tras recibir la llamada de «otro profesor brasileño que se iba para Alemania» y dejaba una vacante. «Vine a ocupar su lugar», agrega con determinación. No ha vuelto a Brasil desde entonces, pero, como extraña a los suyos, este verano ha decidido cruzar el ‘charco’ y visitarles. «Estoy contento con este viaje. Echo de menos a la gente de mi país, pero no me quejo porque aquí están mi señora y mis hermanos». Por cierto, «ellos también son profesores».

Con 29 años cumplidos, el experto carioca practica capoeira desde los diez. Su formación estuvo a cargo de ‘Camisa’, «un auténtico maestre», y el éxito que tiene se lo atribuye a sus raíces. «Hay muchos capoeiristas europeos, pero la gente prefiere aprender con uno que sea de Brasil. Esto es
como el judo: lo enseñan personas en todo el mundo, pero los japoneses, sin duda, son los mejores».


Su DNI señala ‘Rogerio’, pero sus colegas y aprendices lo llaman ‘Teco’. Por tradición, es imprescindible tener un nombre ficticio para practicar capoeira. «La gente conoce la parte más folclórica de esta actividad. Creen que es un baile, y se equivocan. No se trata de una danza; es una forma de luchar». Surgida hace 400 años entre los esclavos en Brasil, esta disciplina –al igual que sus practicantes– tuvo que aprender a camuflarse de «la ira de los patrones». Los apodos eran vitales, y la música, el disfraz perfecto. «En mis clases, además de los movimientos, enseño portugués, música, canto y percusión. Cuando estoy aquí, vendo mi cultura».



ALEXANDER STENSRUD (Noruega)
Encargado de una distribuidora de salmón
«España es un mar de posibilidades»
El año pasado, Alexander Stensrud tomó un tren «de ésos que sólo vienen una vez en la vida». Estaba trabajando en una empresa dedicada al almacenaje, dirigiendo «la mayor oficina local en Oslo», cuando se le presentó la oportunidad de trasladarse a trabajar a España. «Hay poca gente con tanta suerte». No lo pensó. Fjord Seafood Spain, una firma dedicada a la importación y distribución de salmones, lo contrató para encargarse de la logística, la administración y el contacto con los clientes en la Península. «El salmón viene directamente de las granjas. Nos ocupamos de hacérselo llegar a los compradores», explica Stensrud. Granjas que se dedican a la acuicultura y que existen desde la década del 60 en Noruega, un país tradicionalmente vinculado a la pesca y que actualmente es el principal exportador mundial de productos del mar.

Stensrud ya conocía España. Había venido en 1997 para terminar sus estudios y aprender castellano. Destaca que ser bilingüe ha sido un punto a su favor. Y reconoce que, indudablemente, «ser noruego sí tiene ventajas» en su actividad. «La empresa madre es noruega, por lo tanto me beneficia haber nacido allí y hablar el idioma. Eso reduce los errores». A sus 31 años, ‘Alex’ –como suele presentarse– puntualiza que la industria del salmón «es muy dinámica». Hasta el extremo de que en 2003, su país exportó 414.000 toneladas de salmones y truchas.


No extraña las cosas de su tierra porque aquí, dice, «me hacen sentir como en casa». Se encuentra «muy a gusto» en Madrid, la ciudad donde trabaja, «con tantos días de sol y temperatura agradable». Y no sólo el clima lo pone contento. «El país ofrece mucho en cuanto a la comida, la cultura y, por supuesto, la gente», que siempre lo recibe «con una sonrisa». Por eso, «España es mucho más que sangría y paella». En realidad, se trata de «un mar de posibilidades» donde no resulta extraño que un empresario de pescado se sienta «bienvenido».


MIGUEL PÉREZ HERNÁNDEZ (Cuba)
Tabaquero
«No volveré a Cuba, ¡con lo que me costó salir de allí!»

Cuando Fidel entró en la capital de Cuba, la vida de Miguel Pérez Hernández cambió de manera radical. Pasó de trabajar en la empresa tabacalera de su familia a ver, tras las rejas, cómo el negocio se venía abajo. «En nuestro almacén, que se llamaba ‘El Surco’, trabajaban doscientas personas. Pero con el Gobierno de Castro, nos lo sacaron. Tenían que quedarse con todo… Además, como yo pertenecía a la Juventud Obrera Católica, me metieron preso», relata con amargura. Después de pasar tres años en la cárcel, Pérez salió bajo fianza. Y no lo dudó. «Me escapé de la isla como pude, con una identidad falsa y el pasaporte de mi tío, que se llamaba como yo».

Llegó a España en 1964, con 27 años y un pasado de cenizas. Lo esperaban su abuelo, nacido en Canarias, y un futuro de promesas. «No es igual viajar aquí sin nada que tener a alguien esperándolo a uno», apunta. «He trabajado mucho, pero siempre con el tabaco, porque es lo que conozco. En ese sentido, fue fácil. Llevo en este negocio toda la vida». Miguel Pérez se casó en Canarias y tuvo cuatro hijos, «tres hembras y un varón». Hoy, con 66 años, dirige ‘La Rica Hoja’ –la tabacalera que perteneció a su suegro– y le enseña a su hijo «todos los secretos» de su quehacer.

Enfatiza que la experiencia le ha servido para abrirse paso en el mundo de los puros y lograr un sabor único. «Mi país es la cuna del tabaco y eso me da ventaja», señala con orgullo. En su opinión, «hacer un puro es como cocinar una paella; hay que saber combinar los ingredientes en su justa proporción. Importo las hojas de distintos sitios y pongo más de unas que de otras según el sabor que quiera obtener». Y, como ejemplo, añade: «El que me estoy fumando ahora mismo tiene cuatro nacionalidades, porque está hecho con hojas de Santo Domingo, Sumatra, Java y Brasil». Al archipiélago canario lo describe como «un lugar tranquilo y parecido a su tierra». De Cuba sólo echa de menos a los amigos, pero asegura que no volvería por nada del mundo. «¡Con lo que me costó salir!», exclama.

14.8.04

"No soy de los que fomentan la histeria femenina"

Diego Torres actuará hoy en San Sebastián y luego homenajeará a Mandela en un concierto con Bono

Diego Torres es uno de los artistas de más exito de Argentina. Con una carrera extensa, prolífica
y de proyección internacional, ha decidido dar un paso más. Acaba de grabar un disco con MTV –cuyo primer sencillo es ‘Cantar hasta morir’– y está de gira por España para promocionarlo. Tras el concierto en Vigo, el pasado miércoles, se prepara para hacer sonar sus acordes esta noche en San Sebastián y, después, marchar a Benidorm. En el último punto de su itinerario, el día 21, se dará cita con Bono (de U2) y con Alejandro Sanz para homenajear al ex presidente sudafricano, Nelson Mandela.

–¿Qué tal la gira por España?
–¡Muy bien! Venimos de Galicia, donde tuvimos mucho éxito, y estamos muy contentos porque
ésta es la primera vez que daremos un concierto en el País Vasco. Yo no conocía San Sebastián y
estoy feliz de estar acá.
–¿Ha podido ver algo de la ciudad?
–Muy poquito. Recién acabo de llegar y estoy un poco cansado por el viaje, pero lo que he podido ver me ha gustado mucho.
–Además, hay fiesta.
–Sí, es verdad. Me han dicho que la fiesta de San Sebastián es una movida grande.
–¿Cómo fue la experiencia de trabajar con MTV?
–Fue una experiencia muy buena. Me alegra que MTV me haya elegido para grabar un álbum. Para mí es un sueño cumplido, creo que es un disco importante y que era el momento justo de hacerlo en mi carrera.
–¿Constituye el fin de una etapa o el comienzo de la siguiente?
–Más bien es el eslabón que une una cosa con la otra. Por un lado, es un resumen de mis cinco discos anteriores, y por otro, presenta algunas canciones nuevas. En ese sentido, es un avance de lo que vendrá en el próximo.
–¿En qué se ha basado para elegir los temas del disco?
–Traté de ser objetivo, eligiendo las canciones más importantes, las que más sonaron en diferentes regiones y las más lindas, claro.
–Entre las canciones nuevas, hay una especial, ¿verdad?
–Sí, una muy especial. Se la compuse a mi mamá. Ella ha tenido una influencia tremenda en mi carrera y en mi vida también.
–¿Qué cosas lo mueven a componer?
–La vida (risas). La vida entera.
Llegar a todas partes
–¿Es verdad que usted es de todo menos optimista?
–No. Ocurre que a veces uno está abanderado con el optimismo, pero eso no es una constante. Como todo ser humano, uno tiene momentos buenos y otros que no lo son. La vida es así. Uno transita sobre ella.
–Hablando de transitar, después de San Sebastián hará una siguiente escala en Benidorm.
–Sí, al homenaje de Nelson Mandela. Y luego volveremos a Argentina, donde me espera mucho trabajo. Haremos conciertos en Perú, Bolivia, Colombia, Uruguay...
–¡Pero se va a recorrer medio mundo!
–Sí. Ya estoy acostumbrado. La verdad es que cuando saco un disco, lo que más quiero es llegar con mi música a todas partes y hacer la gira pasando por todos los países, desde los más grandes hasta los más pequeños.
–¿Y las vacaciones?
–Estuve una semana de vacaciones, esquiando en Mendoza (Argentina), y después retomé la gira. Son tres semanas, un mes o mes y medio dando conciertos. Entonces corto y me tomo una semana o diez días. Así es mi trabajo.
–Usted tiene un público femenino incondicional. ¿Cuál es el mejor piropo que le han dicho?
–Sinceramente, no lo recuerdo. No soy un artista que fomente mucho ese lado de la histeria femenina.
–Pero una cosa es que no la fomente, y otra que se despierte sola.
–Claro. En el público hay de todo, y hay muchas mujeres; pero creo que ese público se ha ido ampliando. También hay gente grande, parejas, hombres que van a los conciertos con sus hijos...
–¿Tiene proyectos en el cine o la
televisión?

–Veremos si el año que viene aparece alguna linda propuesta para volver al cine.
–¿Va a cantar hasta morir?
–Sí. Mientras la salud me dé, cantaré hasta morir.

"Todos los que hacemos música soñamos con un disco en vivo"

–¿Por qué eligió a Vicentico y a Julieta Venegas para colaborar en el nuevo álbum?
–Con Vicentico hacía tiempo que queríamos hacer algo juntos, y ésta era una ocasión para no perderla. A Julieta no la conocía, pero me hablaron muy bien de ella, así que la invité. Trabajamos muy bien y fue bueno tener una presencia femenina.
–¿Le gustan las fusiones?
–Sí, seguro. Me encantan. Esta era una oportunidad de ensamblar a alguien de México, tocando el acordeón y cantando con su color de voz, que es muy particular.
–El suyo es el primer disco de la MTV que se graba fuera de Estados Unidos.
–Por eso fue una gran responsabilidad para nosotros hacerlo bien. Mi socio y yo nos encargamos de la producción artística, de los arreglos y de la composición de la banda. Por suerte, cuando bajaron los de MTV quedaron muy contentos con lo que estábamos haciendo. Grabamos en un estudio, nos fusionamos muy bien y salió todo de un tiro. Sólo repetimos tres canciones y, realmente, me divertí mucho.
–¿Estaban pendientes hasta de la camiseta que llevaba puesta?
–Sí, cuidan mucho los detalles. Son profesionales con mucha experiencia previa en hacer ‘unplugged’. Son todos ‘gringos’, trabajan con un sistema muy ordenado.
–¿Se siente afortunado?
–Por supuesto. Creo que todos los que hacemos música soñamos con hacer un disco en vivo.

2.8.04

En guardia permanente

Desde su silla de ruedas, la esgrimista Gema Hassen-Bey representará a España en los Juegos Paralímpicos de Atenas; luego, protagonizará una ópera en San Sebastián


Hay sillas por todas partes, lo normal en cualquier bar, pero no hay clientes y el camarero ha tenido tiempo de acomodarlas con cuidado. Mantienen equilibrio así, echadas hacia adelante, con el respaldo apoyado sobre las mesas y las patas de atrás suspendidas en el aire. Están dispuestas de tal manera que dificultan el paso. Moverlas para abrir un camino requiere demasiado esfuerzo y sortearlas tampoco es una opción sencilla. En realidad, molestan. Gema Hassen-Bey no las necesita para nada, más que para eludirlas, porque tiene una propia, diferente, con pequeñas luces de colores en las ruedas delanteras. Desde el ángulo de la paraplejia, un bar desierto puede transformarse en un campo minado en cuestión de segundos.


Levanta la cabeza y estudia el entorno. «Por este sitio no voy a caber». Mira otra vez. Gira a su izquierda. «Es mejor por aquí, más fácil». Un minuto después, Gema está sentada junto a la mejor mesa y espera sonriente que la atiendan. «Lo que ha pasado ahora me sucede siempre. Hay muchos sitios que no están preparados para las personas con discapacidad, pero al final termino encontrando un camino alternativo. Lo bueno de este tipo de problemas es que despierta el ingenio y la creatividad». Y ella dispone de estas cualidades a raudales: esgrimista de silla, representará a España en los próximos Juegos Paralímpicos de Atenas.


Llega su refresco. «Es lo máximo que me puedo permitir en época de entrenamiento», se disculpa, divertida, con el vaso en la mano. La misma exigencia que se ha aplicado desde el día en que, siendo niña, quedó postrada en la silla de ruedas. «Sufres un accidente y, de pronto, tu situación cambia. Descubres que eres diferente y que estás en un mundo que no ha sido pensado para ti». La versatilidad es una lección que ha aprendido con dureza, desde los cuatro años, cuando un accidente de coche le cortó la médula. Y la posibilidad de caminar.

Polifacética
No sólo se llama Gema, también lo es. Como las piedras preciosas, ella es una mujer polifacética de aristas esculpidas. Deportista de elite, también canta ópera, compone canciones, es licenciada en Ciencias de la Información y actriz. En resumen, un pequeño cristal capaz de refractar la luz en múltiples direcciones, que hace de su fragilidad, su fortaleza; de las barreras, su impulso, y que sale, decidida, a enfrentarse al mundo con la espada y con su voz.


De todas las actividades que realiza, no sabe cuál destacar, porque «eso depende del momento en que esté». Hoy es deportista y el objetivo es Atenas, donde competirá el 18 y el 22 de septiembre. Pero después, a su regreso, será soprano y protagonizará una ópera en San Sebastián, «la primera que se escribe con una temática de discapacidad para una soprano ligera que también está discapacitada», dice, orgullosa. Más adelante, volverá a los escenarios con Marina Oroza. «Hacemos un diálogo. Ella recita y yo canto. Hemos dado con algo diferente, con una mezcla bonita de música electrónica y poesía». Los ojos se le iluminan. Está evocando la magia de los conciertos.


«Lo mejor que te puede pasar es no repetir fórmulas». Con 37 años, Gema Hassen-Bey ha tenido tiempo de llevar adelante proyectos diferentes. Ha competido en tres Juegos Paralímpicos (Barcelona, Atlanta y Sydney) y ha sido medallista en dos de ellos. Pero también ha comparecido ante una comisión especial del Senado en 2002 para reivindicar la importancia del deporte, y ha protagonizado un corto dramático (‘Sobre ruedas’, 1996) dirigido por Chus Gil. No es todo. Estudió publicidad, trabajó dos años en la multinacional Hewlett Packard creando «entornos de trabajo favorables para personas diferentes» e interpretó una serie de ETB (‘Alquilados’, 2001). Como colofón, colabora con la asociación Mujer y Deporte y ha sido la única relevista discapacitada en portar la llama olímpica a su paso por Madrid, el pasado 27 de junio.


La antorcha, apagada, descansa ahora sobre su regazo dormido. La levanta y la enseña con ilusión. «Ya no tiene gas. Lo poco que le quedaba se agotó en el Hospital de Parapléjicos de Toledo». Una lesión en la pierna la acercó nuevamente al quirófano a principios de julio. «Los últimos días los pasé de habitación en habitación animando a la gente que llegaba. Ellos decían: ‘Quiero andar’, y yo les contestaba que es más importante vivir. Les explicaba que tenían que luchar y demostrar que sí podían hacer las cosas que se propusieran. Algunos respondían que preferían morirse». Y entonces les mostraba la antorcha.


De su convalecencia se acordó después, cuando la herida le pasó factura en forma de dos semanas
de reposo cuando debería encontrarse entrenando. «No parto de una mala trayectoria, pero sí de una mala situación –lamenta, ante la proximidad de los Juegos–. Eso me preocupa. Me es difícil pensar que estaré tanto tiempo quieta. Tengo ganas de entrenar ya mismo, pero debo medirme».


Un segundo de descuido
La concentración es necesaria para practicar la esgrima de a pie. Pero es indispensable para ‘tirar’ desde una silla inmóvil. Así compite Gema Hassen-Bey, sentada, separada de su adversario por una distancia fija. «Un segundo de descuido es un tocado», apunta. «En la esgrima común, si el tirador está agobiado, retrocede y puede recuperarse. Nosotros no tenemos esa ventaja y entonces desarrollamos más la técnica de brazo. Muchas veces practico con los compañeros de la sala. Ellos se sientan, entran en nuestro medio y, como es lógico, al principio les ganamos. Pero después evolucionan. Incluso me han comentado que utilizaron esas prácticas en algún campeonato, como un arma a favor».


Figura entre las diez primeras espadachines parapléjicas del mundo y eligió este deporte porque simboliza su actitud ante la vida. Y aunque se ha subido al podio en cuatro oportunidades, todavía recuerda el primer combate. Sintió diferentes emociones, salvo miedo. «Me divertí y enganché enseguida. Fue con Eliodoro Martín, mi primer maestro. No lo conocía, pero en cuanto lo vi dije: ‘Es él’. Como para no reconocerlo, si tenía una pinta increíble de mosquetero. ¡Era como ver a la reencarnación de D’Artagnan!». Ahora, se impacienta ante el próximo desafío. «Me jugaré la medalla con Polonia y Alemania. Tienen más recursos, pero daré lo mejor de mí. Lo principal es la decisión, lanzarte para conseguir las cosas. Y si te paran, entonces sí, reaccionar».


"Nos están desaprovechando"


En puertas de los Juegos Olímpicos, una de las principales preocupaciones de Gema Hassen-Bey es la situación actual del deporte paralímpico; a su juicio, aquejado por un desarrollo extremadamente lento debido a la poca vista de los patrocinadores. Como publicista, considera que «cualquier marca que apoye a los deportistas con discapacidad se revestiría de una imagen muy positiva», pero, como competidora, lamenta que las mismas empresas que los respaldan «mientras ganamos medallas», después no les ofrezcan trabajo. La esgrimista sostiene que ambos mundos, el deportivo y el laboral, tienen «muchos puntos de contacto» y que el hecho de no contratar a los discapacitados es un «desaprovechamiento de recursos».


«El deportista desarrolla una formación que sería impagable para cualquier empresa: ya sabe lo que es la competencia, el trabajo en equipo, perseguir un objetivo y enfrentarse a los problemas –argumenta Hassen-Bey–. El trazado de nuestra carrera debería ser mucho más integral y contemplar el aspecto académico. De esa manera, se obtendrían profesionales mucho más completos».


Y enfatiza: «Los deportistas de elite llevan la bandera de su país; España no les puede decir ‘bueno, hasta luego’ cuando acaba la competición». La escasa difusión de los Juegos Paralímpicos también es una espina que, a veces, se clava con más dolor que el florete del rival. «En Sydney, nuestra participación fue seguida en iguales condiciones que la de los competidores olímpicos. Fuimos portada de los periódicos. No puede ser, por tanto, que al regresar a España nadie haya hecho énfasis de las 109 medallas que ganamos. ¿Cómo se puede obviar algo así?».


Gema califica esa baja promoción como «una asignatura pendiente de los medios» y espera que la cobertura aumente este año. «No sé cuál es el baremo para que unos deportes entren tanto y otros no –dice–, pero la televisión debería darnos más tiempo. Representamos a nuestro país. Estamos haciendo un servicio. No es posible que nos cueste tanto llegar y que, además de las dificultades físicas, tengamos que luchar con otros impedimentos».


Aristas de artista


Tras los próximos Juegos, el uniforme de esgrima cambiará por un diseño de Paco Rabanne, la pista cederá paso al escenario y Gema Hassen-Bey bajará la espada para alzar la voz. San Sebastián la verá diferente, desprovista de estrategias, protagonizando una ópera de cámara. Dos públicos distintos, la misma mujer. «‘El Acomodador’ es un proyecto muy bonito que casi se ha apoderado de mí», relata emocionada. «Un día me llamó Enrique Santiago para decirme que había creado un personaje pequeñito basado en mí. Fue una gran noticia. Pero luego volvió a llamar y me dijo que el personaje había crecido. Tanto creció que se convirtió en protagonista».


Santiago, autor y director de la obra, ya había trabajado con ella en ETB cuando se grabó ‘Alquilados’, una comedia tipo ‘Friends’ interpretada por varios jóvenes que convivían en una casa. «Había un personaje homosexual y también estaba el mío, en silla de ruedas», recuerda. Una serie de trece capítulos que elogia por la manera en que se abordó la discapacidad y la diversidad. «Enrique rompió los esquemas –resume–. Para cambiar de vestuario había poco tiempo, y al principio pensó que trabajar con una actriz en silla de ruedas limitaría mucho los movimientos. Sin embargo, yo llegaba al plató haciendo un derrape o un caballito. Me colocaba y decía: ‘¡Ya estoy!’. Esa movilidad le sorprendió mucho». La actriz explica que la experiencia de ‘Alquilados’ acreditó que «realmente se puede trabajar muy bien con personas discapacitadas».


Pero, por encima de la actuación, «la música es el alma» para esta mujer que, a pesar de buscar el éxito, valora más el fracaso. «El primero es social. Desde el segundo se crea». Aunque le gustan todos los estilos, prefiere la «fusión electrónica ». Compone y escribe los versos de sus canciones y las interpreta «no como un acto de exhibicionismo, sino como una entrega de intimidad». Su voz, más que cualquier otra cualidad, refleja su sentir. «Cuando canto todo está allí: lo que soy, lo que pienso, las cosas que me pasaron. Siento pudor; como si estuviera desnuda». De convicciones profundas, su mejor arma es la iniciativa. «Si te mueves tú, el mundo se mueve contigo. Así provocas cambios».