25.4.11

"Quería llevar una vida normal tras años de lucha"

«Muchos vascos han participado en la democratización de mi país», señala esta activista de los Derechos Humanos

La vida de Gloria Guzmán ha estado siempre marcada por las transformaciones sociales. Nacida en El Salvador de la dictadura, criada en una familia de izquierdas y estudiante en los tiempos convulsos de la guerra civil, esta licenciada en Educación tuvo claro desde el principio que los derechos fundamentales no se piden, se conquistan. «Vengo de una familia muy comprometida con los cambios políticos de mi país -cuenta-. Respiré revolución desde pequeña; crecí con ello. Por eso no recuerdo exactamente el día en que empecé a militar».


Gloria reside en Euskadi desde hace casi siete años, aunque antes de afincarse aquí de manera definitiva ya había venido de visita otras veces. La decisión de quedarse en estas latitudes se debió «a una mezcla de cosas» que ella intenta resumir al comienzo de la entrevista.


«Vine en busca de estabilidad, aprendizaje y reflexión», enumera. «Después de muchos años agitados, de los movimientos estudiantiles y las manifestaciones políticas, de participar en organizaciones feministas y de luchar por la recuperación de la memoria histórica, necesitaba un poco de calma; un cambio que me permitiera analizar las cosas desde una nueva perspectiva».


La Universidad de Girona, donde cursó un máster en Género, fue el primer paso que dio en esa dirección. Y el instituto Hegoa -donde actualmente trabaja como investigadora- fue el siguiente, ya que Gloria Guzmán llegó al País Vasco para hacer un doctorado en Globalización, Desarrollo y Cooperación Internacional. «Elegí esta tierra porque siempre ha habido vínculos estrechos con El Salvador -dice-. Muchos vascos participaron en el proceso de democratización de mi país y los que he conocido aquí son personas encantadoras que me han hecho sentir como en casa», detalla.


La reconstrucción, el duelo
Gloria relata que la guerra civil y la revolución de El Salvador «interrumpieron» durante doce años la vida normal del país. «Yo formé parte del Frente para la Liberación Nacional (FMLN) que estaba integrado por cinco agrupaciones de izquierda. Y cuando se firmaron los acuerdos de paz en 1992, seguí en 'Las Dignas', una organización feminista. Mi carrera universitaria quedó interrumpida, sentí que tenía que terminarla y que era hora de reinsertarme en la sociedad para construir una nueva etapa tras el punto de inflexión de la paz».


'Las Dignas' fue, recuerda, la piedra angular de ese cambio. «La mayoría de las fundadoras veníamos del proceso revolucionario y necesitábamos reflexionar sobre el impacto que había tenido el conflicto social en nosotras. Trabajamos para consolidar nuestra asociación, para dotarla de autonomía y para pensar hasta qué punto la sociedad patriarcal salvadoreña había construido nuestra identidad como mujeres. Encontré mucha riqueza en el colectivo; el feminismo empezó a complejizarme la vida, por suerte, y en lo personal dediqué tiempo a buscar estabilidad. Después de tantos años de lucha, tenía una necesidad inmensa de sentirme segura y llevar una vida normal», explica.


La normalidad fue, para ella, dedicar casi ocho años a trabajar en Derechos Humanos y la recuperación de la memoria histórica. «En mi país hubo 75.000 muertos, 9.000 desaparecidos, 1.000 niños desaparecidos... Son datos fríos, pero hay una historia detrás de cada número. Como sociedad, necesitábamos hacer un duelo, dignificar a las víctimas y crear un espacio que recordara lo que había pasado. Era importante visualizar lo que había ocurrido, la violación de los derechos, la impunidad», subraya Guzmán, que llegó a ver cómo se materializaba esa idea. El Monumento a la Memoria y la Verdad, que lleva grabados más de 25.000 nombres, se inauguró en un céntrico parque de San Salvador unos meses antes de volar hacia Euskadi.



Hacer la declaración de la renta por internet

Ya es posible hacer cuentas con el Estado sin salir de casa, sin desplazarse a varias oficinas y sin padecer largas colas. Con un poco de paciencia y otro poco de atención, cualquier ciudadano puede presentar su Declaración de la Renta desde la comodidad del hogar. Y es que la Agencia Tributaria es un caso de éxito arrollador en Internet, pues año tras año aumentan los contribuyentes que optan por hacer sus trámites on line. Los programas informáticos son simples, modernos y se perfeccionan a gran velocidad, mientras que los procedimientos son cada vez más sencillos. Si hasta hace poco lo único que había que hacer en el "mundo físico" era solicitar un certificado digital para luego continuar por Internet, ahora ni siquiera hace falta eso. Una nueva herramienta, RENØ, permite adelantar las gestiones de la Renta y hacerlo todo a través de la pantalla.

Declaración en tres 'clics'
Las obligaciones tributarias son cada vez más sencillas de resolver. En la actualidad, tres pasos bastan para presentar la Declaración de la Renta por Internet sin que ello suponga un quebradero de cabeza. Para quienes sientan algunas reticencias sobre el proceso o hagan este año sus primeros pinitos en el mundo telemático, la Agencia Tributaria ha creado varios vídeos explicativos. Sumados a la información básica, estos vídeos son una guía clara, concisa y muy visual para que los números ya no sean un problema para nadie.

1. El número de referencia. Para hacer la declaración telemática, el primer paso es obtener el número de referencia del borrador o de los datos fiscales. El periodo para ello se extiende hasta el 30 de junio. Hay dos maneras de solicitarlo:



  • Por teléfono, en el 901.12.12.24.



  • Por Internet, a través de la página de RENØ.

En ambos casos, el interesado deberá proporcionar 3 datos muy precisos:




  • NIF / NIE.



  • Importe de la casilla 698 de la Renta anterior (la de 2009).



  • Número de móvil.

Una vez hecho esto, la Agencia Tributaria mandará un SMS con el número de referencia.

2. El borrador y los datos fiscales. El número de referencia que se recibe por SMS permite adelantar las gestiones y realizar unas cuantas operaciones con Hacienda, que van desde la simple consulta hasta la Declaración definitiva de la Renta. Con este código se puede:




  • Consultar, modificar y confirmar el borrador.



  • Consultar los datos fiscales e importarlos al programa PADRE.



  • Presentar la declaración por Internet.

Si el borrador de Hacienda es correcto, bastará confirmarlo para que la Declaración quede presentada. Si no, habrá que modificarlo antes de dar el visto bueno.

3. La aplicación PADRE. Para quienes no utilizan el borrador de la Agencia Tributaria, el programa PADRE (Programa de Ayuda para la Declaración de la Renta) es de vital importancia. La aplicación, que funciona con diferentes sistemas operativos (como Windows, Mac y Linux), se puede descargar desde aquí.


Ya en sus primeras versiones, este programa contaba con una versión electrónica de los impresos de la Declaración. Las ventajas eran muchas, porque se podían hacer todas las correcciones necesarias y en cada una de las casillas había ventanas de ayuda disponibles que explicaban cada concepto. Ahora, nada más empezar, un asistente guía al usuario para rellenar paso a paso todas las hojas que le correspondan. El programa también se ocupa de realizar todas las operaciones de cálculo de las desgravaciones, sumas, porcentajes y el resultado final.

Desde que la AEAT incorporó el registro de datos fiscales, el proceso es aún más fácil. Mediante el número de referencia, es posible importar los datos desde la página de la AEAT. Con este paso (salvo algunas excepciones, como los ingresos por actividades económicas, que se deben introducir de manera manual), ya no es necesario rellenar más casillas: el programa incorpora los datos, realiza los cálculos y permite enviar la declaración por Internet.

Antes de dar el OK
El programa de ayuda se encarga de recordar al usuario las casillas que se ha dejado sin rellenar, o las cuentas que no cuadran, para que las corrija. No obstante conviene repasar:




  • Los datos que tiene la Agencia Tributaria puede que no estén completos o no sean correctos. En el borrador o en el listado de datos fiscales es común que no se incluya la desgravación por vivienda habitual, lo cual puede ser la diferencia entre una declaración positiva y una negativa.



  • Los ingresos por actividades económicas (de los autónomos o empresas), aunque estén registrados, habrá que introducirlos de modo manual porque no se pueden importar. También hay que verificar todas las desgravaciones a las que se tenga derecho, incluidas las autonómicas.



  • Si la Declaración sale a devolver, es importante introducir un número de cuenta para recibir la transferencia. Según la AEAT, las declaraciones por Internet reciben antes la devolución, así que es una buena razón para usar la Red.



  • En el caso de que haya que pagar, tampoco hace falta levantarse del asiento. En la web de la AEAT se accede a Oficina Virtual, y desde allí, a Autoliquidaciones.



  • Los pagos se pueden hacer con tarjeta de crédito o mediante el pago en cuenta, con determinados bancos. En este último caso, el banco genera un código llamado NCR, que es un justificante de que el pago está autorizado por el contribuyente. Con este código ya se puede realizar el pago sin necesidad de hacer cola en la ventanilla del banco.

18.4.11

"No eres ignorante por venir de un país tercermundista"

«Algunas veces, los propios inmigrantes son más abusivos que cualquier empleador», lamenta esta mujer que lleva cuatro años afincada en Vizcaya


«Algunas veces he tenido la impresión de haber perdido cinco años de mi vida», confiesa Yovanna Zurita al comienzo de la entrevista. Pero no se refiere a estos últimos años, los que ha vivido en Euskadi, sino al lustro que estuvo estudiando en Bolivia para acabar su carrera. Lo cuenta con pena. Más de una noche, mientras la urgencia de encontrar trabajo le impedía conciliar el sueño, esta enfermera procedente de Cochabamba pensó que su esfuerzo había sido en vano; que el empeño de su padre para que fuera a la universidad no había tenido sentido. Que «la vida es muchas veces injusta. Y golpea duro».


«Vengo de una familia muy humilde en la que somos siete hermanos -dice-. Pero, a pesar de las dificultades que eso ha supuesto para mis padres, ellos nos dieron a todos la oportunidad de estudiar. Es triste sentir que algo tan laborioso, y que ha implicado tantas renuncias, no te aporta ninguna ventaja. Por eso ahora prefiero decir que somos pobres... pobres, pero educados».


La decisión de emigrar de Bolivia no es ajena a esa reflexión. De hecho, nace de ella. «Yo quería tener lo mío, poder comprarme una casa, pero con los precios que hay allí y los sueldos que se pagan habría tardado muchísimo tiempo en lograrlo. Si, en cambio, venía aquí, aunque trabajara en cualquier cosa, podría reunir el dinero en pocos años y volver. Cumplir mis sueños».


Yovanna se marchó de Cochabamba en febrero de 2007, un mes antes de que cambiara la legislación española y se endurecieran los requisitos para permitir la entrada de ciudadanos bolivianos en el país. «Ya sabíamos que en marzo empezarían a pedirnos visados, así que decidimos adelantar el viaje», explica. Lo que no contempló entonces -porque aún no se sabía- es que ese año también marcaría el comienzo de la crisis económica y el cambio de unos cuantos planes.


Cuando llegó a Bilbao junto a su esposo, Marcelo, alquilaron una habitación para los dos por 470 euros más gastos. «Era una barbaridad, pero no conocíamos a nadie y no estábamos en posición de elegir», explica. Su primera referencia en la villa fue el padre Román, un sacerdote de la parroquia de San Felicísimo, en Deusto. «Allí fuimos muchas veces; algunas, incluso, a buscar víveres», dice Yovanna, que se siente muy agradecida con la congregación y con el cura. «Nos ha ayudado mucho. Es como un segundo padre para mí».


14 horas, 300 euros
La búsqueda de empleo comenzó enseguida, y el primero en encontrar trabajo fue el marido de Yovanna. «Otro extranjero, que tenía un locutorio en la zona del Max Center, le ofreció regentar el local. Eran 14 horas diarias, desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche, y le pagaba 300 euros al mes. Algunas veces -lamenta- los propios inmigrantes son más abusivos que cualquier otro empleador. Pero, a pesar de ello, mi esposo aceptó. Teníamos que empezar por algún sitio», señala.


Poco después, ella comenzó a cuidar a una persona mayor en Cruces. «Todo iba bien, hasta que me quedé embarazada y ya no pude seguir». Entonces continuó Marcelo, que dejó el locutorio para cuidar a un anciano. Las cosas parecían mejorar. «En diciembre de 2007 nació nuestro hijo, Iker, y al poco tiempo nos quedamos los dos sin ingresos. Tuvimos que pedir dinero a Bolivia... Mis suegros nos ayudaron hasta que pudimos remontar la situación».


Yovanna consiguió trabajo y también pudo regularizar sus papeles. Su principal objetivo ahora, cuatro años después, es homologar su título universitario y ejercer aquí su profesión. «Quiero crecer, hacer que esta aventura haya valido la pena. Con el tiempo, los objetivos cambian; uno mismo cambia. Yo quiero demostrar lo que valgo. Venir de un país tercermundista no significa que seas ignorante, sólo quiere decir que tu país está en vías de desarrollo».




11.4.11

"Después de lo que pasé, no le tengo miedo a nada"

Rodica Soldanescu llegó hace cinco años al País Vasco y superó un trasplante de riñón en el hospital de Cruces tras un largo tratamiento.
Aprendió a hablar castellano en la sala de hemodiálisis del Hospital de Cruces, donde ingresó poco después de llegar a Euskadi y que hoy le resulta familiar. No es de extrañar. Acudió allí puntualmente «tres veces por semana, cuatro horas cada vez», durante algo más de tres años, mientras esperaba un riñón sano, un donante compatible que le devolviera la oportunidad de llevar una vida normal. «Y tuve suerte, porque el primer donante que hubo para mí era compatible con mi organismo. Hay gente que espera mucho tiempo, que pasa por cinco o seis pruebas sin éxito».


Sentada frente a una taza de té, nueve meses después del trasplante, Rodica Soldanescu imagina su futuro más cercano y recuerda todo aquello que ha pasado para sobreponerse a su insuficiencia renal. «Quiero volver a trabajar, disfrutar con mi familia y volver este verano a Transilvania para ver de nuevo mi casa», dice. Ni la enfermedad ni la convalecencia estaban en sus planes al marcharse. Y ambas cosas trastocaron todos sus proyectos.


Rodica llegó al País Vasco en 2006, siguiendo los pasos de su esposo, que vino unos meses antes que ella. «Mi cuñada vivía aquí y él vino porque había trabajo. Al principio yo creí que sería por poco tiempo -relata-. No imaginé qué un día me llamaría para que viniera yo también». Lo que Rodica suponía era que «sería como la vez anterior», cuando su marido emigró a Alemania para reunir dinero y comprar una casa en Rumanía. «Se fue dos años y, cuando volvió, pudimos mudarnos. Hasta ese momento, vivíamos con mi madre».


Diez operaciones

Tras recibir la llamada desde Euskadi, esperó a que su hija acabara el instituto, preparó las maletas de las dos y se vino. Apenas siete meses después, le diagnosticaron la afección en los riñones. «Estaba trabajando y volvía a casa muy cansada. No era normal, así que fui al médico. Los análisis mostraron que tenía los valores totalmente descompensados, y casi de inmediato comencé con la diálisis peritoneal, que me hacía yo misma, en casa. Luego, algo falló y no tuve otra alternativa que empezar con la hemodiálisis en Cruces», dice Rodica que, a pesar del difícil proceso, se siente muy afortunada y, sobre todo, agradecida.


«Nunca olvidaré a las maravillosas personas que conocí en esas sesiones. Los compañeros de turno son especiales para mí. Había gente joven y otros más mayores. Algunos ya habían pasado por un trasplante y entonces me contaban su experiencia o me daban ánimos cuando me sentía decaída». Tres años así dan para mucho. Y diez intervenciones quirúrgicas (incluyendo la última, la de su propio trasplante), también.


«Por eso quiero agradecer públicamente a todo el personal sanitario, a los médicos y las enfermeras lo que han hecho por mí. Cuando me operaron fueron tan amables... No pensé que fuera así; creí que iban a hacer diferencias conmigo por ser de fuera, pero reconozco que me equivoqué. Después del transplante estuve trece días sola, ingresada en planta. Durante ese tiempo, el jefe de cirugía venía todos los días para ver qué tal estaba, cómo me sentía. Tanto él, como todo el equipo, fueron muy atentos conmigo. Y la doctora que me controla ahora, Sofía, es una gran profesional».


Rodica hace una pausa y bebe un sorbo de su té, que está casi intacto y se ha quedado apenas tibio. «Estos años fueron muy duros para mi familia y para mí, pero nunca -añade- hemos perdido la esperanza ni la fe. Creo en Dios y sé que he tenido mucha suerte, porque si esto me hubiera ocurrido en Rumanía, seguramente estaría aún esperando. Tengo 49 años y me siento más fuerte que nunca. Después de lo que he pasado, no le tengo miedo a nada», concluye.

7.4.11

Preparar un viaje largo por carretera

Poner a punto el coche, informarse del estado de las carreteras y descansar bien en la víspera son pasos clave para minimizar los riesgos de viajar en Semana Santa
Revisar el estado del vehículo, descansar bien la noche anterior y verificar la situación de las carreteras son tareas ineludibles antes de sentarse al volante y emprender un trayecto largo. Pero no son las únicas claves. Tan importante como planificar la ruta y estudiar los mapas con anticipación es atender al pronóstico del tiempo, hacer el equipaje adecuado, cargar la batería del móvil y llevar medicinas, alimento y bebida. También hay que prever una parada cada dos horas, para descansar la vista y estirar las piernas. ¿Demasiados deberes? No. Aunque el viaje sea un plan de ocio, conducir durante muchas horas supone un desgaste físico importante, en especial, cuando hay un solo conductor. Por ello -y porque durante los fines de semana y las vacaciones se registran picos de actividad, siniestros y atascos- es de vital importancia tomarse las precauciones en serio.

La planificación del viaje, fundamental
El coche es el medio de transporte favorito para el turismo en familia, sobre todo, si el destino elegido se localiza en España o en los países vecinos. Cada año hay un millón de nuevos conductores y, según datos de la DGT, el parque automovilístico español supera ya los 31 millones de unidades. En nuestro país hay un marcado gusto por conducir y quienes usan su coche a diario lo saben: algunos momentos del año son especialmente sensibles. Semana Santa, el inicio del verano, las vacaciones de Navidad y los puentes son fechas señaladas, con millones de desplazamientos en pocas horas. Por esa razón, la planificación del viaje y del momento idóneo para emprenderlo es fundamental.



  • Lo primero es elegir el destino, decidir sobre un mapa de carreteras el camino que mejor se adapte a las necesidades y trazar un itinerario principal (sin dejar de contemplar, al menos, una alternativa). Las personas que disponen de un navegador GPS lo tienen más fácil, ya que el propio dispositivo propone diversas opciones. No obstante, siempre es conveniente llevar un mapa tradicional, por si la tecnología falla o la información del navegador está desactualizada.


  • Lo siguiente es comprobar que la vía esté en buenas condiciones. Para ello, la Dirección General de Tráfico ofrece en su página web un mapa de incidencias en tiempo real. Éste alerta a los conductores sobre incidencias climáticas, accidentes, retenciones, desvíos operativos, obras en curso, desprendimientos e inundaciones, entre otros problemas. Conviene consultarlo minutos antes de iniciar la travesía para saber si es necesario trazar un "plan B" o, incluso, cancelar el viaje.


  • Una vez escogida la carretera, si el recorrido es muy largo conviene dividirlo en etapas. Establecer de antemano varias paradas de descanso y prever qué se necesitará en cada una de ellas hará que el viaje sea más ameno y, sobre todo, ayudará a evitar sorpresas. En este aspecto, es fundamental pensar en la comida, en la bebida y calcular la cantidad de combustible que se necesitará entre un punto y el siguiente para saber dónde repostar. Del mismo modo, hay que tener en cuenta la variación del clima para contar con la vestimenta y los complementos adecuados. Un consejo: las gafas de sol nunca sobran, ni siquiera cuando está nublado. En momentos de gran luminosidad y resplandor, mejoran la visión y descansan la vista.


  • En cuanto a las fechas, iniciar el viaje en un día de diario y que no coincida con principios o finales de mes, de puente o temporada es un punto a favor para evitar caravanas y densidad de tráfico. Cuando esto no sea posible, el mejor consejo es armarse de paciencia y no estar pendiente del reloj. Sí hay que prestar atención al acelerador y respetar las indicaciones del tráfico y los nuevos topes de velocidad, aunque sean temporales. Lo importante es llegar a destino, no hacerlo en un tiempo récord.
El descanso, obligatorio
A menudo, se resta importancia al descanso porque parece imposible que alguien pueda dormirse al volante, ni tan siquiera cabecear. Sin embargo, la fatiga y la falta de sueño son responsables de casi la mitad de los accidentes de tráfico en el mundo. En España, tres de cada diez accidentes se registran por cansancio, una cifra que convierte a la somnolencia en la cuarta causa de mortalidad en las carreteras.

El descanso es un aspecto que se debe cuidar tanto antes como durante el viaje. Como señala la DGT, la fatiga aumenta el tiempo de reacción al volante en un 86%, pero los conductores siguen sin ser conscientes del riesgo que supone, por lo que no detectan sus síntomas a tiempo y no toman las medidas preventivas adecuadas. El "Estudio de Fatiga y Conducción 2008", realizado por el Real Automóvil Club de España (RACE) y la Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Refrescantes Analcohólicas (ANFABRA), revela que el 34% de los conductores ha iniciado un viaje tras una jornada laboral, lo que aumenta el riesgo de fatiga.




  • El momento. Quien vaya a afrontar varias horas de conducción al volante deberá dormir lo suficiente la noche anterior e iniciar el trayecto a primera hora del día. Desde la DGT desaconsejan conducir de noche porque la conducción nocturna causa fatiga y sueño, a pesar de que algunas personas lo prefieren por la ausencia de caravanas y la tranquilidad de viajar en silencio, sobre todo, si el viaje se realiza con niños y estos se quedan dormidos.


  • La comida. Si el plan es viajar por la tarde, hay que evitar las comidas copiosas -ya que provocan digestiones pesadas y somnolencia- y no consumir bebidas alcohólicas, aunque sean de baja graduación, puesto que reducen el campo visual, disminuyen los reflejos y estimulan la agresividad, entre otros efectos. Ante un viaje largo, siempre es preferible ingerir una comida frugal, beber agua, gaseosas o zumos y llevar algo de fruta para el camino. Menos es más.


  • La vestimenta. Viajar relajado mejora la conducción, aporta más movilidad y ayuda a contrarrestar el cansancio. Por ello hay que vestirse con ropa y calzado cómodos, tener a mano los objetos personales que se pudieran necesitar durante el trayecto y evitar prendas demasiado ceñidas. Una advertencia: en cuestión de calzado, conviene recordar que no todo lo que es cómodo para caminar es práctico o seguro para conducir. Es el caso de las chanclas, que pueden engancharse a los pedales y provocar accidentes.


  • Las paradas. Además del descanso previo, es indispensable relajarse durante el viaje con paradas intermedias. La DGT recomienda hacerlo cada dos horas o cada 200 kilómetros para airearse, caminar un poco y realizar algunos estiramientos. El estudio realizado por RACE y ANFABRA se transformó en una campaña de divulgación con su propia página web. En ella recomiendan no solo parar cada dos horas, sino ingerir algún tipo de refresco. ¿La razón? Su contenido en azúcares y/o cafeína ayuda a mantener la atención y la concentración durante la conducción. En una prueba piloto al respecto, la Universidad de Zaragoza demostró que el tiempo de respuesta ante un obstáculo es un 26% más rápido en los conductores que paran de manera regular e ingieren este tipo de bebida.
Una visita al taller
Aunque las cifras de siniestralidad se han reducido de manera notable en los últimos años, los accidentes con víctimas mortales y heridos graves aún se cuentan por miles. Solo en 2010 fallecieron 1.730 personas y hubo 7.956 heridos de gravedad. Por esta razón, la seguridad y la prevención deben cuidarse en extremo. Antes de hacer las maletas, desplegar los mapas y prepararse para disfrutar, es indispensable revisar el estado del coche. La primera visita del viaje es, sin duda, al taller. Se debe verificar:



  • Nivel de aceite, líquido de frenos, líquido limpiaparabrisas, agua y líquido de la dirección.


  • Alumbrado y altura de los faros.


  • Estado de los frenos, la dirección, las bujías, la presión y el dibujo de rodadura de los neumáticos, las escobillas del limpiaparabrisas, los manguitos del motor y sus abrazaderas a partes fijas.


  • Posición correcta de los asientos y sus anclajes, así como de los espejos retrovisores, sin ángulos muertos.

En el vehículo tampoco deben faltar los recambios necesarios, como las ruedas de repuesto, el elevador manual del vehículo (gato), la correa del ventilador y un juego de luces en buen estado, además de las herramientas para su instalación. Las luces son una parte crucial del vehículo, puesto que es imprescindible que faciliten una buena visibilidad en la carretera y que el coche sea visto por el resto de conductores. Por ello, los focos deben estar siempre limpios y bien regulados para no deslumbrar a los demás.

Respecto al motor, hay que revisar todas sus piezas antes de iniciar el viaje, así como los amortiguadores, la dirección y los frenos. Tampoco deben faltar en el maletero dos triángulos homologados de señalización de peligro y un chaleco reflectante.


Sobre las lunas, éstas deben estar siempre limpias, sin impactos ni rayadas y perfectamente encajadas para evitar situaciones de riesgo. No hay que dejar que durante el viaje acumulen polvo y mosquitos, y hay que cambiar las escobillas cuando estén cuarteadas.

Niños, seguridad y consejos


Viajar con niños no siempre es fácil. A menudo, los desplazamientos les resultan más aburridos que a un adulto y es habitual que pregunten con regularidad si "queda mucho para llegar". De este modo, cuando en el coche viajan niños es necesario preparar un "equipaje de juegos", una serie de recursos para mantenerles entretenidos durante el tiempo que dure el trayecto. La diversión es su prioridad, aunque para los adultos debe serlo que viajen seguros. Por ello, conviene recordar que:




  • Pese al aburrimiento y el interés por viajar en los asientos delanteros, los menores siempre deben ocupar las plazas traseras y, además, deben utilizar un sistema de retención homologado, que variará en función de su peso y su talla, no de su edad. Para saber qué silla infantil hay que escoger, la DGT dispone de una guía interactiva detallada.


  • Los sistemas de retención infantil (SRI) en los vehículos puede evitar tres de cada cuatro muertes de niños en las carreteras y nueve de cada diez lesiones, lo que representa una efectividad muy superior a la que proporcionan los cinturones de seguridad de los adultos.


  • Estas sillas para pequeños permiten la sujeción adecuada del niño durante el viaje y evitan que, en caso de colisión, pueda salir despedido. En un choque, el comportamiento de un niño es diferente al de un adulto y las lesiones pueden ser más graves.


  • Aunque el cuerpo del pequeño responde bien a las fracturas porque su configuración esquelética es más flexible, tiene más posibilidades de padecer hemorragias internas, puesto que los órganos vitales se pueden desprender con más facilidad.


  • Además, la posibilidad de que un niño padezca lesiones medulares es mayor que en un adulto porque las vértebras que sujetan la cabeza son poco sólidas hasta los 3 o 4 años. De igual modo, su cabeza tiene una desproporción de peso en relación con el cuerpo y lo que para una persona mayor puede suponer un "latigazo cervical", en un pequeño puede representar una tetraplejia.


  • Para estas sillas, Tráfico aconseja elegir el dispositivo según el peso y el tamaño del niño, recordar que es preferible el arnés de cinco puntos de ajuste que el de cuatro y colocar a los menores de cuatro años en un sistema "espaldas hacia delante" (en sentido contrario a la marcha). Como norma general, nunca se debe llevar a los bebés en brazos (ya que en caso de accidente, la energía cinética transforma a un niño de 25 kg en una masa de 1 tonelada) y es imprescindible predicar con el ejemplo, y colocarse el cinturón de seguridad.

La Dirección General de Tráfico aconseja seguir las siguientes recomendaciones




  • Si durante el trayecto se registra una caravana, se debe reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad, sobre todo, cuando llueva o haya hielo en la carretera. Hay que extremar las precauciones si el atasco tiene lugar en núcleos urbanos y sacar el vehículo de la calzada al arcén cuando se precise detenerlo.


  • En autopistas y autovías hay que circular siempre por el carril de la derecha y no cambiar de carril excepto para realizar un adelantamiento, una maniobra que tendrá que comenzarse con más antelación que en las carreteras ordinarias y cumplir la regla de seguridad: retrovisor, señal, maniobra.


  • Si se opta por conducir de noche, hay que programar de manera minuciosa el itinerario nocturno, tener el vehículo en condiciones y preparado, en especial, respecto al funcionamiento de las luces e intermitentes. Conviene llevar limpios los cristales parabrisas, ventanillas y luneta posterior, y haber descansado lo suficiente antes de una cena, que debe ser ligera.


  • Por el contrario, durante la conducción diurna con sol, hay que utilizar el parasol inclinado para proteger los ojos del conductor, o bien usar gafas de sol, con especial cuidado ante las entradas y salidas de túneles o al atravesar zonas de sombra. Cuando además hace calor, el aire acondicionado será el mejor aliado, junto con las bebidas frescas. Habrá que vigilar también la temperatura del motor.


  • En caso de dudas o de necesitar información más específica, lo idóneo es consultar el apartado de consejos de seguridad vial.

4.4.11

Aterciopelados, con los pies (y el corazón) en la tierra


"Cada vez estamos más comprometidos con las causas sociales, ecológicas, de género y de minorías", asegura este dúo colombiano que acaba de ofrecer una intensa gira por Austria y España, y que ahora se prepara para cantar en Costa Rica. En esta entrevista, Andrea Echeverri y Héctor Buitrago nos cuentan dónde ponen la nota con su música

Él, Hector Buitrago, venía de tocar en una banda de hardcore que se llamaba La Pestilencia. Ella, Andrea Echeverri, tenía una marcada influencia folclórica, de boleros y rancheras, que le había legado su madre. Muy distintos -pero no distantes-, comprobaron por sí mismos que las diferencias pueden contener un enorme potencial de creatividad. Desde hace más de 20 años, Andrea y Héctor son Aterciopelados, una de las bandas más innovadoras de Latinoamérica, que se desmarca de los clichés para hablar de lo que les importa “con un lenguaje propio”.


-¿Cuánto habéis cambiado desde vuestros inicios?

-Mucho... Hay una canción clásica que dice: “Yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo; yo también tuve alegrías y profundos desengaños...” Lo nuestro son 20 años de trabajo, aprendizaje y experimentación. Y, como no hemos aprendido música en una academia, lo hemos hecho en la universidad de la vida, en los escenarios y los discos. Allí construimos nuestro lenguaje, con mucha identidad, raíz, folclore y modernidad. Además, conceptualmente cada vez estamos más comprometidos con causas sociales, ecológicas, de género y de minorías.

-Entonces, ¿tenéis “temas fetiche”?

-Sí, nuestros caballitos de batalla son la reivindicación de la mujer y de las minorías en general; como los indígenas, los campesinos o los desplazados. También nos interesa el tema ambiental y, por supuesto, los derechos humanos. Las canciones en contra de la violencia son muy importantes para nosotros, pues vivimos en un país azotado por este flagelo. En cuanto a la mujer, es un tema que abarca desde ir en contra del objeto sexual en que nos han convertido, hasta mostrar una imagen más maternal, más combativa, más real.

-¿Y qué papel ocupan la protesta y las reivindicaciones en vuestro trabajo artístico?

-Uno importante. Alimentan muchos fuegos, esparcen, contagian... Ahí tienes nuestra Canción Protesta, un tema que está incluido en el disco Oye y que se ha convertido por sí solo en todo un símbolo musical de las luchas. Desde que fue escogido por Amnistía Internacional para conmemorar el sexagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, este tema se convirtió en todo un himno multicultural en defensa de los derechos de las personas.

-¿Cómo incidió ese reconocimiento en vuestra carrera?

-A nivel personal, fue toda una estatuilla.

-A propósito de estatuillas... ¿Habéis notado cambios por parte del público, la crítica o las discográficas tras haber ganado los premios Grammy?

-Eso es lo que se pone en las biografías y en las referencias y, la verdad, no sabemos porqué...

-Pero, ¿creéis que en Latinoamérica todavía se busca la aprobación desde fuera, o pensáis que eso está cambiando?

-A nivel musical, el gusto español y el latino son muy distintos. Sin embargo, por estos lares, si viajas te miran con cierto respeto aunque no gusten de tu música.

-La colaboración con otros músicos -como Búnbury, por ejemplo- ¿os ha abierto una puerta a España?

-No estamos muy seguros de eso... Más bien te diríamos que el trabajo en España es casi una labor contracultural. Lento pero seguro, vamos construyendo un lugar digno para el conquistado, el tercermundista, el que no tiene visa, el sudaka que tiene el mejor swing.

-¿Y qué ocurre en otros países, por ejemplo, cuando váis de gira a sitios donde no se habla español?

-Generalmente, llegan muchos colombianos y latinoamericanos a donde tocamos. Pero, si el lugar es de un país inglés, intentamos hacer alguna conexión hablando de las canciones, explicando de qué se tratan o qué cosas nos parecen importantes.

-¿La conexión con el público es distinta?

-Sí. Por ejemplo, cuando fuimos a Australia aprendimos algo muy bonito que hacen allá, y que consiste en saludar a los pueblos originarios de la zona donde estás tocando. Eso, además, queda muy bien para la propuesta aterciopelada, que también busca recuperar lo ritual y respeta profundamente nuestras culturas ancestrales.

-Una “propuesta aterciopelada” que muchas veces se ha intentado definir. ¿Lo vuestro es música ecléctica, de fusión, de raíces...?

-Lo nuestro es música ritual, música sanadora, canción conjuro.

-¿Y qué hay de las influencias?

-Son tan variadas como el arcoiris. Podemos citar, por ejemplo, el bolero, la ranchera, la salsa, el punk, el folclore, la electrónica, el hardcore (en su momento), el rock, el pop, la balada, la música devocional, el gospel...

-Os preguntábamos antes por los “temas fetiche”. También nos gustaría saber si tenéis “temas tabú”. ¿Hay asuntos sobre los que jamás compondríais?

-Hemos escrito canciones sobre el desplazamiento, ya que en Colombia hay cuatro millones de personas obligadas a huir por la violencia. También sobre los falsos positivos; es decir, los asesinatos de Estado... El tema de una canción es siempre lo más difícil. Pero, una vez que lo logras, tienes el resto. Creemos que un tema debe ser importante para ti, esencial. Debe mover tu espíritu y tu sensibilidad; sino, no vale la pena.

-¿Es por ello que a lo largo de estas dos décadas, además de trabajar en conjunto, habéis desarrollado otros proyectos musicales?

-Sí. En estos años también ha habido espacio para otras propuestas más personales en los discos Andrea Echeverri 1 y 2, y en los Conhector, respectivamente.

-¿Seguís trabajando en esa línea?

-Sí. En Colombia, acabamos de lanzar el segundo disco de Andrea Echeverri, y Héctor está terminando Conhector 2. Un cambio importante sucedió hace muy poco, con el Andrea Echeverri 2, donde por primera vez yo me lancé a producir, grabar, diseñar, y hasta a hacer vídeo.

-¿Es necesario tomarse un descanso creativo?

-Es importante hacer lo que sientes.

-Os interesan los temas sociales, humanitarios y de minorías. ¿Qué opináis sobre las barreras políticas y administrativas que se levantan para impedir las migraciones?

-Opinamos nuestra Canción Bandera y lo que se refleja en su hermoso vídeo. ¿Tienes la letra?

-“Quién me limita este, mi planeta, si soy tercermundista y empaco mis maletas...”

-“...Que quién es usted, que dónde nací, entonces no puede venir por aquí... Cómo te vas a aprovechar de que no tengo papeles, de que soy ilegal; mi trabajo humilde y tenaz vale lo mismo que el tuyo, o quizá más”. Eso pensamos.

"Si trabajo en mi profesión, soy más útil a la sociedad"

Wilson Alba-Adrián se dedicó a la recogida de melocotones y uvas para montar un negocio en su país pero la crisis reventó sus ilusiones


Una de las ideas más extendidas sobre la población inmigrante es que carece de formación académica, pero lo cierto es que muchos extranjeros ocupan puestos de trabajo que están por debajo de su cualificación profesional. Esto se explica, en parte, porque para quienes vienen de países con economías empobrecidas es más rentable trabajar aquí «de lo que surja» que quedarse en sus lugares de origen ejerciendo su profesión. Sin embargo, existe otro factor. Para trabajar «en lo de uno» -o, al menos, intentarlo- hace falta convalidar los estudios, homologar la titulación. Y eso no siempre es sencillo.


La entrevista con Wilson Alba-Adrián tiene lugar en la sede de la asociación Kosmópolis, un centro de formación y asesoramiento integrado por vascos y extranjeros que, precisamente, se ha propuesto impulsar el reconocimiento de las competencias profesionales de los inmigrantes y orientarles en el proceso de homologación de sus carreras. Y es que, como bien señala este boliviano, «uno se siente mejor cuando se gana la vida trabajando en aquello para lo que ha estudiado».


«Si trabajo en mi profesión, siento que soy más útil a la sociedad», continúa Wilson, quien, antes de reengancharse con la informática, estuvo un par de años trabajando «en lo que había». Y lo que había para él en Orihuela (la primera ciudad en la que vivió tras emigrar de Cochabamba) no eran pantallas, teclados ni chips, sino campo, manufactura y ladrillo.


«Fui temporero en un matadero, albañil en distintas obras y recolector de cosechas, como melocotones y uvas -detalla-. Al principio, estaba contento. Se ganaba bien y yo había venido a eso, a reunir un capital para invertirlo luego en Bolivia, montando mi propio negocio». Pero la crisis de 2008 y «el reventón de la burbuja inmobiliaria acabó con todo eso -señala-. Me encontré sin empleo ni perspectivas. Desde el punto de vista económico, no había razón para quedarme».


Lo único que le retenía en este lado del mundo era su novia, que vivía en Bilbao y que, al conocer su situación, le ofreció trasladarse de Alicante a Vizcaya. «Decidí intentarlo porque donde estaba no había signos de mejoría y aquí, al menos, estaba ella», expone Wilson que, poco después de llegar, consiguió empleo como camarero.


«En fase de homologación»

«Trabajé, como siempre, en lo que había, pero nunca abandoné la informática. No dejé de montar ordenadores, ni de dar clases como voluntario en Médicos del Mundo, ni de ofrecer servicios de mantenimiento a los locutorios de Getxo. Y tampoco me desentendí de la formación, ya que en el mundo de la tecnología todo cambia a ritmo de vértigo y no puedes darte el lujo de estar desactualizado», razona.


Wilson también da clases gratuitas de informática en las instalaciones de la asociación Kosmópolis, que le está ayudando a convalidar su licenciatura en informática. «Estoy en pleno proceso de homologación -relata- y uno de mis objetivos es hacer un posgrado una vez que llegue mi título. Me gusta pensar que nunca he dejado de estudiar, ni lo haré».


¿Y dónde quedó aquella idea de reunir un capital y volver? «La vida cambia -responde Wilson-. Mi proyecto y mis expectativas ya no son los mismas que los que tenía hace cinco años. Yo mismo cambié... Hay personas que emigran y quieren mantener sus costumbres intactas, aunque vivan aquí. A mí no me pasa eso. Me siento muy integrado y aceptado. Tengo amigos de diversos lugares, también amigos vascos, y jamás me sentí discriminado por cuestiones de racismo o xenofobia. Sólo me falta avanzar en mi profesión y asentarme. Objetivamente, sirvo más como informático que como repartidor de pizzas; y lo digo con todo el respeto del mundo», matiza.