30.11.09

"Llegué con sólo seis dólares... pero estaba contentísimo"

Se marchó de Colombia en octubre de 2001 y aterrizó de este lado del mundo con mil pesetas en el bolsillo. Era todo lo que tenía y, con eso, vino directo a Bilbao. “Conocía la ciudad por los libros de diseño que utilicé en la facultad”, recuerda Luis Felipe Murcia, que empezó repartiendo bombonas de butano y, en la actualidad, desempeña su profesión como ingeniero en topografía.



Lo primero que vio de Bilbao fue un boceto de arquitectura. Era 1998 y, por aquel entonces, Luis Felipe vivía en Colombia y estudiaba en la universidad. «Tenía un libro sobre diseño de estructuras donde había varios ejemplos de obras y muchas de ellas eran vascas», explica mientras busca en su mochila. «Yo veía esas cosas y flipaba con los diseños, los autores y las ideas que tenían... Mi fascinación por Bilbao empezó ahí».

Por supuesto, ese gusto era «utópico». Sí se imaginaba visitando la ciudad, y hasta viviendo en ella, «pero no tenía ninguna base real para suponer que lo conseguiría. Aquí no conocía a nadie», subraya. Sin embargo, su madre emigró de Colombia sólo dos años después y, «por esas cosas de la vida», acabó recalando en Euskadi. «Una prima de ella, que había emigrado antes, estaba viviendo aquí. Cuando mi madre decidió venir, eligió el País Vasco por eso», sintetiza Luis.
Aquello era una coincidencia pero, aunque podrían haber viajado juntos, él se quedó. «Recién había terminado la carrera y estaba haciendo las prácticas en el Ayuntamiento de mi ciudad. Tenía una remota posibilidad de continuar allí y quise aprovecharla», señala. Seis meses después, la posibilidad se desvaneció y, con el dinero que había ahorrado, compró el billete de avión. «Llegué aquí con seis dólares, que me cambiaron por mil pesetas... No tenía ni un duro, pero estaba contentísimo».

La alegría le duró muy poco. «No encontraba trabajo -recuerda- y todos los días dudaba. No sabía si quedarme o regresar». Poco después, Luis Felipe conoció a un ingeniero que, después de entrevistarlo, le ofreció trabajo como delineante. El problema era que no tenía 'papeles'. «Averiguamos qué pasos había que dar y presentamos todo lo que pedían, pero la Administración es lenta y, durante más de un año, estuve a la espera», relata. Ese fue el periodo más duro.

«Me busqué la vida como pude. Trabajé haciendo mudanzas, en la construcción, y fui repartidor de butano. Esa ha sido mi experiencia más ingrata: cobraba 27 céntimos por bombona, dependía por completo de las propinas y llegaba a casa con la espalda destrozada». Y remata: «Me ha tocado vivir todas las facetas de la inmigración».

«Convivo con los prejuicios»
Legalizó su situación en 2004 y aquel ingeniero al que había conocido tiempo atrás le contrató. «Empecé como delineante y hoy soy director técnico de uno de los grupos de topografía», dice. Claro que, entre una cosa y la otra, Luis Felipe tuvo que homologar su título. «Ese fue otro gran reto burocrático, académico y personal. Creo que uno de los momentos más felices que viví aquí fue el día en que pude colegiarme».
No obstante, tener 'papeles' o un trabajo cualificado «no te salva de la discriminación», y Luis Felipe hace hincapié en este asunto. «Soy sudamericano, colombiano y negro, así que convivo con todos los prejuicios que te puedas imaginar. Todavía hay gente a la que le cuesta asimilar que una persona de una raza distinta pueda desempeñar una labor profesional. Lo entendí perfectamente un día en Portugalete. Estaba haciendo unas mediciones frente a una carnicería y el dueño me vio allí y se inquietó. Habría bastado con que me preguntara qué estaba haciendo yo ahí, pero no. Llamó a la Policía. Eso es triste. Cuando pasa algo así, siempre pienso que vivo donde quería y hago lo que me gusta. Eso es lo fundamental».


27.11.09

Ayudas para la emancipación de los jóvenes

En España se conceden diversas prestaciones para iniciar una vida independiente, aunque los requisitos excluyen a un porcentaje importante de candidatos

Empezar una vida independiente siempre es un momento decisivo. Dejar atrás el hogar familiar para formar uno propio supone una transición económica y emocional que no siempre es sencilla. Los cambios cuestan, aunque en ocasiones el coste se eleva más de lo previsto. Hoy en día, la coyuntura económica adversa retrasa o frena los proyectos de independización de muchos jóvenes en toda España. Nuestro país registra uno de los índices de emancipación más tardíos de Europa. Este hecho, anterior ya a la crisis, está ligado a la cultura de la propiedad (sólo el 25% de los jóvenes prefiere alquilar en lugar de comprar), al endurecimiento de las condiciones bancarias para obtener préstamos y al encarecimiento progresivo de los pisos. Hasta hace un par de años, eran pocos los jóvenes que se iban de casa si no podían afrontar una hipoteca. Hoy, ni siquiera eso: la situación económica ha reforzado y agravado la estadística, porque incluso dificulta el acceso a la vivienda en régimen de alquiler. Las repercusiones de este panorama son diversas, aunque ninguna es positiva. De ahí que los diferentes organismos públicos hayan decidido instrumentar ayudas económicas. El objetivo es que el "salto al vacío" hacia la independencia tenga, al menos, una red de seguridad.

Ayudas para el alquiler
Las prestaciones para los jóvenes que quieren alquilar una vivienda -también denominadas rentas de emancipación- entraron en vigor el 1 de enero de 2008 y son una iniciativa del Gobierno central, aunque se gestionan a través de los departamentos de Vivienda de las distintas comunidades autónomas. Las ayudas están dirigidas a personas de entre 22 y 30 años, y consisten en 210 euros mensuales que se ingresan en la cuenta del beneficiario para colaborar en el pago del alquiler de su vivienda. Si en el momento de firmar el contrato de arrendamiento el futuro inquilino necesita un aval bancario, el Estado le facilita 120 euros para cubrir los gastos de la tramitación. También pueden solicitarse otros 600 euros para la fianza del piso aunque, en este último caso, el dinero se concede como préstamo y al finalizar el contrato de alquiler o el periodo de la ayuda, esta cantidad debe devolverse.
Las subvenciones tienen una duración máxima de cuatro años, que no han de ser consecutivos. Pueden pedirse en 2010, interrumpirse, y volver a solicitarlas dos años más tarde si la persona todavía cumple los requisitos. Eso sí, son acumulativas, de modo que, una vez que se agota ese periodo, cesan. También se interrumpen cuando el beneficiario cumple 30 años, si su salario aumenta y supera los 22.000 euros brutos anuales, o cuando cambia su situación patrimonial, ya que por ley el receptor no puede tener más de 108.182 euros. El tope de patrimonio e ingresos, así como el límite de edad, obedecen a que estas prestaciones están orientadas a los jóvenes que más las necesitan: se considera que el momento más difícil para emanciparse está en la horquilla de 22 a 30 años y que con un salario superior a los 1.800 euros brutos mensuales (o un respaldo económico importante) es posible afrontar el alquiler de un piso sin recurrir a las ayudas sociales.

Aunque para muchos jóvenes 210 euros mensuales no alcanzan para cubrir ni la tercera parte del alquiler de su vivienda, el ahorro de dinero es cuantioso. Son 2.540 euros anuales o, a largo plazo, 10.080 euros si la prestación es completa y se extiende durante los cuatro años previstos. A su vez, cuando el beneficiario solicita los 120 euros para el aval y los 600 euros para la fianza, el ahorro en el primer mes se eleva a 930 euros. Otro punto muy importante es el beneficio fiscal, ya que las ayudas sólo se aplican para los alquileres que estén declarados en Hacienda. De esta manera, la renta de emancipación es compatible con la deducción fiscal a favor del inquilino. En números, esto significa que, a partir de la declaración de la renta, el joven beneficiario de la prestación de emancipación puede deducir el 10,05% de la cantidad que pague por su vivienda.

Requisitos, condiciones y límites
Para acceder a la renta de emancipación, es necesario cumplir ciertos requisitos. Algunos, como la edad, están claros desde el principio. Pero hay otros -igual de estrictos- relacionados con el trabajo y el dinero. Así como existen topes máximos de salario y patrimonio, también hay unas condiciones básicas que debe cumplir el solicitante. Ha de tener empleo (o haberlo tenido en fechas recientes). Las ayudas al alquiler están dirigidas a los jóvenes que disponen de una fuente regular de ingresos, ya sean trabajadores (por cuenta propia o ajena), becarios de investigación, o perciban una prestación por desempleo o incapacidad. A su vez, deben acreditar una vida laboral de seis meses de antigüedad como mínimo o, en su defecto (y también como mínimo), un contrato de trabajo semestral, que se cuenta a partir del día de la solicitud de la ayuda. Es imprescindible tener ingresos de dinero demostrables y regulados por la Seguridad Social mediante el historial de trabajo o un documento contractual que refrende la previsión de tener un salario.

Los ingresos, la estabilidad económica y la edad del solicitante no son las únicas condiciones. Hay otras que están relacionadas con el inmueble, el arrendatario y el contrato de alquiler.
  • El joven que solicita la ayuda debe figurar en el contrato como inquilino (tanto si alquila el piso él solo como si lo comparta con alguien).
  • Para que se pueda instrumentar la prestación, ese arrendamiento debe estar declarado en Hacienda.
  • El dueño del inmueble no puede ser familiar directo del inquilino, ni en primer ni en segundo grado de consanguinidad o afinidad.

La solicitud de estas ayudas se desestima cuando no hay un contrato de alquiler escrito con el nombre del solicitante, cuando el dueño del inmueble no declara ese ingreso en Hacienda y si el piso en cuestión pertenece a los padres, los abuelos o los hermanos del joven o de su cónyuge, si está casado (sí se puede, sin embargo, alquilar el piso de los tíos).

Ayudas excluyentes
Todas estas condiciones que se imponen a los inquilinos y a los dueños de los pisos tienden a evitar los fraudes, la evasión fiscal y la irregularidad laboral. Pero también actúan de manera excluyente y miles de jóvenes quedan sin opción a esta prestación social, debido a una disociación entre la manera en que debería funcionar la gestión y el modo en el que marcha. Se estima que seis de cada diez alquileres no se declaran a Hacienda y que seis de cada diez trabajadores son mileuristas o, peor aún, "submileuristas", un neologismo que ha nacido en esta época de crisis. Según el Instituto de la Juventud (INJUVE), sólo el 30% de los jóvenes de entre 25 y 29 años es autosuficiente; el resto recibe ayuda económica de familiares o del Estado. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística sitúan ya en el 19% a la población en edad de trabajar que está en paro. Hay un trecho entre los esquemas y la realidad. Por ello, los requisitos se convierten en limitantes y, como tales, reciben duras críticas.
Muchos jóvenes universitarios, menores de 22 años, se trasladan de ciudad para cursar sus estudios y, si bien una parte de ellos fija su residencia en colegios mayores, hay un sector importante que decide alquilar pisos compartidos para abaratar los costes. Son menos quienes se lanzan al mercado laboral o a vivir en pareja antes de los 22, pero también los hay y, en ambos supuestos, quedan excluidos de la renta de emancipación. Las ayudas al alquiler no son acumulables. El Estado facilita 210 euros mensuales por arrendamiento, no por persona. Esto significa que si dos jóvenes que cumplen con los requisitos para acceder a la prestación deciden compartir vivienda, los 210 euros se repartirán entre ambos.

La renta de emancipación no contempla al sector más vulnerable de los jóvenes, que hacen trabajos puntuales, afrontan la precariedad laboral o no están dados de alta en la Seguridad Social. Tampoco cubre la comisión de las inmobiliarias por su gestión en los arrendamientos (equivalente a un mes de alquiler o, incluso, al 10% del alquiler anual). Por otra parte, deja fuera a los arrendamientos no declarados. En estos casos es habitual que cuando el inquilino le plantee la opción al propietario, éste se niegue o le exija pagar más al mes para que sus ingresos no se resientan. Pero la renta de emancipación no es compatible con las demás ayudas para jóvenes incluidas en el Plan Estatal de Vivienda, si bien se puede combinar con otras prestaciones autonómicas o municipales.

Otras ayudas
Desde que se puso en marcha, la renta de emancipación se ha convertido en la ayuda pública más conocida por (y para) los jóvenes. Sin embargo, no es la única, ya que el Plan Estatal de Vivienda contempla otras cuatro opciones:
  • Ayudas a los inquilinos. Están dirigidas a personas jóvenes, menores de 35 años, cuyos ingresos familiares anuales no excedan en 2,5 veces el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM), es decir, que en 2009 no superen los 15.817 euros (el baremo se ajusta todos los años). La duración máxima de esta ayuda es de dos años y el tope se fija en el 40% de la renta anual o, en su defecto, en 2.880 euros.
  • Ayudas para comprar viviendas protegidas nuevas. Se dirigen a los promotores para uso propio, los adquirientes o los adjudicatarios de vivienda protegida. Hay unos requisitos determinados, según se trate de unos u otros. Se podrá acceder a préstamos convenidos -concedidos en condiciones más ventajosas que las habituales, pactadas entre el Ministerio de Vivienda y entidades de crédito- y obtener un subsidio para los citados créditos.
  • Ayudas para adquirir viviendas ya construidas. Sus beneficiarios son los mismos sectores que reciben las ayudas anteriores, y las prestaciones y condiciones son casi las mismas (salvo alguna excepción puntual). La diferencia radica en el tipo de inmueble, ya que se orientan a la adquisición de viviendas (libres o protegidas) en segunda o posterior transmisión, a las viviendas protegidas que antes se destinaban al arrendamiento, a las viviendas libres de nueva construcción y a los inmuebles protegidos de nueva construcción, en primera transmisión, con superficie útil hasta 120 metros cuadrados, destinados a familias numerosas que no los hayan comprado al cabo de un año.
  • Ayudas para la rehabilitación del inmueble. Estas prestaciones están pensadas para los usuarios de viviendas (sean propietarios o inquilinos) cuyos ingresos familiares no superen en 3,5 veces el Salario Mínimo Interprofesional: 2.184 euros mensuales. Si las ayudas las solicita una comunidad de propietarios para rehabilitar un edificio, el 60% de los mismos debe tener ingresos familiares inferiores a 5,5 veces el SMI. Aunque estas prestaciones no sólo se orientan a la gente joven, son una opción que debe tenerse en cuenta, ya que es más barato comprar o alquilar una vivienda que necesite mejoras, que hacer lo propio con un inmueble de nueva construcción.

Además del Plan Estatal de Vivienda, hay otras prestaciones de carácter autonómico o municipal diseñadas para impulsar la emancipación de los jóvenes. La variedad de ese abanico es muy grande; tanto que el Consejo de la Juventud de España (CJE) ha decidido reunirlas, clasificadas por provincias y municipios para simplificar la pesquisa. Esta plataforma ha creado una página web monográfica sobre las prestaciones para la vivienda, donde cualquier usuario puede acceder al buscador de ayudas.

Situación y propuestas de los jóvenes

Una de las iniciativas del Consejo de la Juventud de España es la creación del Observatorio Joven de Vivienda, una entidad que recaba datos sobre este tema y los ofrece, sistematizados, de manera trimestral. El último boletín que ha publicado corresponde a los primeros tres meses de 2009 y las cifras dibujan muy bien las dificultades de los jóvenes para acceder a una vivienda, como propietarios o en régimen de alquiler. A tenor del coste del metro cuadrado y los ingresos que se perciben, el Observatorio señala que 42,9 metros cuadrados es la superficie máxima a la que una persona joven puede aspirar en nuestro país al comprar una vivienda, y 42,1 metros cuadrados si quiere un arrendamiento. Este organismo indica que, hoy en día, los ingresos mínimos necesarios para comprar una vivienda libre rondan los 2.890 euros mensuales, una cifra que está un 133,15% por encima del salario medio de una persona joven.

El vicepresidente del CJE, José Luis Arroyo Sánchez, subraya que el proceso de emancipación en España es muy tardío en comparación con la Unión Europea. Un dato muy significativo es que una de cada cuatro personas de entre 30 y 35 años aún no ha podido desarrollar su proceso emancipatorio. Desde su punto de vista, las ayudas directas que se han desarrollado pueden ser buenas "medidas transitorias", pero no solucionan el problema de fondo, "la falta de un parque de viviendas de titularidad pública destinadas únicamente al alquiler". Ésta es la principal demanda del Consejo, que considera imprescindible reorientar las políticas y los recursos hacia una gestión colectiva que involucre a todas las instituciones, y destinar esfuerzos y dinero para construir esos inmuebles, tal como han hecho otros países de Europa, con muy buenos resultados.

24.11.09

Viajar en tren-cama

Dormir en los trenes con camas y literas ahorra tiempo y dinero en los viajes, aunque el descanso se resiente

El servicio de los trenes los diferencia de otros medios de transporte: para los largos recorridos por Europa, son los únicos que cuentan con camas y literas destinadas al descanso de los viajeros. Estos pueden dormir en mejores condiciones que en un asiento normal de tren, autobús, coche o avión. No todos los convoyes son iguales, ni es lo mismo pasar la noche en un camarote privado que en un compartimento con literas. Hay distintas opciones, que se reflejan en la comodidad y en los precios. Pero todas ellas tienen ventajas e inconvenientes.

Trayectos con encanto
Además del uso cotidiano en los trazados de cercanías, el tren es una opción adecuada para recorrer grandes distancias, ya sea por motivos de trabajo o turismo. Si bien los vuelos baratos se han convertido en la alternativa estrella de los últimos años, tanto turistas como empresarios no han renunciado a las vías férreas por los puentes aéreos. En Europa, quienes lideran el uso de este medio de transporte son los suizos, tanto por la frecuencia anual con que lo utilizan como por la cantidad de kilómetros que recorren. No obstante, España avanza en esa misma dirección y, con la incorporación de las nuevas líneas de alta velocidad, cada vez son más los viajeros que se decantan por esta alternativa.

Entre las diversas razones que explican esta preferencia destacan la puntualidad, la comodidad y la facilidad de acceso a las estaciones, situadas en zonas céntricas y bien comunicadas con los medios públicos de transporte. A estos factores prácticos se suman otros más subjetivos -como el valor del paisaje o el encanto cinematográfico del tren- que, a pesar de ser intangibles, son a menudo decisivos. Para un gran número de viajeros, el disfrute del trayecto es tan importante como llegar al destino, aunque se tarde más tiempo o, incluso, resulte más caro.
Las opciones
El tren es el único medio de transporte terrestre que permite a sus pasajeros dormir en camas o en literas. Las opciones son variadas y, aunque cada compañía ferroviaria tiene sus particularidades, a grandes rasgos hay tres alternativas:
  • Asiento reclinable: como su nombre indica, es una butaca que, al extenderse, permite viajar en una posición menos erguida, ya que se asemeja a una cama. En general, estas plazas se agrupan en camarotes con capacidad para seis personas. Las dimensiones del habitáculo y de los asientos son reducidas y esto puede resultar incómodo, sobre todo, cuando no se viaja en grupo y hay que compartir el espacio con personas desconocidas. Es la opción más económica y los asientos son confortables.
  • Literas: también denominadas "couchettes", se distribuyen en camarotes de cuatro o seis plazas. En ocasiones, estos compartimentos cuentan con un pequeño aseo para uso exclusivo de sus ocupantes. Están colocadas en dos niveles y son estrechas -en promedio, tienen unos 70 centímetros de ancho-, pero son cómodas ya que permiten descansar en posición horizontal.
  • Coche cama: es la alternativa que brinda mayor comodidad e intimidad al viajero, pero también la más cara. Es un compartimento privado, con llave, en el que se habilitan una o dos camas y aseo propio. Sin entrar en las posibilidades de los trenes de lujo, que pertenecen a una categoría distinta, también hay coches cama (o "sleepers") con baño completo, televisión y minibar. Las prestaciones son similares a las de cualquier hotel estándar. En algunos casos, la cena y el desayuno están incluidos en el precio.

Aunque los costes varían en función del trayecto, pueden utilizarse como referencia las tarifas del tren que cubre el trayecto Madrid-Lisboa. Un viaje de ida y vuelta, en asiento reclinable, costaría 94,40 euros; 134,15 euros en litera (cabinas de cuatro literas, separadas por hombres y mujeres). Si se desea dormir en una cama preferente (habitacion individual), hay que desembolsar 242,60 euros, que ascienden a 325,40 euros si la habitación individual está en primera clase.

Elementos a favor y en contra
La principal ventaja de dormir mientras se viaja es el ahorro de tiempo y dinero. Las tarifas y suplementos que se cobran por un coche cama o una litera son más baratos que la mayoría de los hoteles, en especial, cuando el billete se compra con antelación, puesto que es posible conseguir un descuento. El ahorro de tiempo, sobre todo para los turistas, es posible gracias a los trayectos nocturnos. El pasajero puede disfrutar al máximo de las ciudades de origen y destino, y utilizar las horas de sueño para avanzar en el itinerario. Éste es un factor de peso cuando se recorren varias ciudades en pocos días, ya que se aprovechan las horas de luz y no se pierde tiempo en desplazamientos ni en esperas.

Entre las desventajas, destaca la incomodidad y su repercusión en el descanso del pasajero. Un coche cama o una litera son más confortables que un asiento, pero dormir en uno de estos lechos no es igual que hacerlo en casa o en la habitación de un hotel, sin ruidos ni movimiento. Compartir el camarote con personas desconocidas obliga a algunos a permanecer en cierto estado de vigilia, para cuidar los efectos personales.

Otro inconveniente de querer viajar en coche cama o en litera es que no todos los trenes cuentan con este servicio. Si bien cubren los trayectos más importantes y conectan a todos los países de Europa, este tipo de convoyes sólo llega a las ciudades principales, lo cual deja fuera del itinerario a numerosos destinos u obliga a combinar distintas modalidades de viaje. En la actualidad, en España -a excepción del Transcantábrico, una propuesta de turismo integral de alta gama-, la mayor parte de estos trenes parte desde Barcelona. Entre los destinos nacionales figuran Cádiz, Málaga, Granada, Gijón y A Coruña. Entre los internacionales destacan París, Zurich y Milán. Madrid es otra ciudad de partida para el Trenhotel de Renfe, con destino a Pontevedra, A Coruña, Ferrol, San Sebastián, Lisboa y París. El resto de las conexiones nacionales tiene servicios sencillos. En Europa, los centros neurálgicos están en París, Viena, Niza y Munich.

Recomendaciones
Los turistas que prevén dormir en un tren deben seguir varias recomendaciones. La primera está relacionada con los trayectos, ya que al no haber servicio de coche cama o litera en todas las conexiones, hay que prever el itinerario antes de lanzarse a la aventura. Aunque el plan sea viajar sólo a ciudades donde llegan estos trenes, siempre es aconsejable alternar las pernoctaciones sobre raíles con el alojamiento en hoteles u hostales para evitar la acumulación de cansancio. Pasar una mala noche afectará de manera negativa a los planes del día siguiente.

En el momento de elegir -si el plan de viaje lo permite-, conviene pasar la noche en un tren de largo recorrido y con pocas paradas intermedias, pues esto asegura cierta duración y continuidad en el descanso. De todos modos, los tapones para los oídos y los antifaces son prácticos, sobre todo, para las personas que tienen dificultad para conciliar el sueño o se despiertan con facilidad. También conviene viajar con una almohada hinchable para el cuello y, si se va a compartir el camarote, utilizar ropa de calle cómoda que permita libertad de movimientos al dormir.

A propósito de los recintos compartidos, un detalle fundamental es vigilar el equipaje y los objetos de valor: un pequeño candado para la maleta o un cinturón interior para el dinero ayudarán a relajarse. En varias compañías, los camarotes compartidos se clasifican como los aseos: por género. Esto significa que, a menos que se reserven todas las plazas de un habitáculo, tocará respetar este criterio y, en el caso de una pareja, dormir en compartimentos separados.

Los perfiles del viajero y del viaje
Así como hay distintas categorías o modalidades para viajar, también hay diversos tipos de trenes y diferentes perfiles de pasajeros. El abanico es bastante amplio. Sin embargo, esta diversidad puede clasificarse con relativa sencillez si se utilizan como baremo la edad y el dinero. Un perfil muy significativo es el de los jóvenes universitarios que eligen esta fórmula para recorrer España y Europa, viajan en pareja o en grupo y adquieren un abono Interrail con importantes descuentos para los menores de 26 años. Dormir en los trenes abarata los costes del viaje y permite exprimir al máximo las posibilidades turísticas durante el día. En la mayoría de estos casos priman los servicios baratos, de manera que es habitual que escojan compartimentos con literas o con asientos reclinables.

Las personas con mayor poder adquisitivo modifican sus prioridades. En el siguiente segmento de edad tiene más importancia el disfrute de la experiencia y la posibilidad real de descansar. Es habitual, por lo tanto, que los ocupantes de los coches cama o los camarotes de primera clase sean personas de entre 35 y 55 años, o incluso más, ya que los jubilados también pueden acceder a descuentos muy interesantes.

No obstante, incluso cuando se opta por el coche cama más caro y el servicio más completo, estos dos grandes grupos se enmarcan dentro de los convoyes considerados normales y en las rutas estándares. Los trenes de alta gama representan un concepto diferente de turismo: los viajes de lujo. Quizá el más conocido, gracias a la literatura y el cine, es el Orient Express. Pero no es el único. Además de este legendario convoy, destacan el Viceroy of India, el Transiberiano, el Canadian Pacific Railway, el Shangri-la Express y, en España, el Transcantábrico. Sus trazados están repartidos por lo largo y ancho del globo, pero es posible contratar el viaje en nuestro país. Al igual que en los cruceros, estas compañías del lujo ofrecen paquetes completos, de varios días de duración, con todos los servicios incluidos y con itinerarios establecidos de antemano. Los precios nunca bajan de los 1.800 euros por persona, casi siempre rondan los 5.000 y hasta pueden superar los 10.000 euros. En este caso no prima el ahorro, sino la experiencia y el confort.

23.11.09

"La falta de esperanzas te convierte en una sombra"

Llegó a España en 2007, en los bajos de un camión. Tenía 17 años. Y miedo. Dice que prefiere olvidar la experiencia. Tras vivir en Almería, Toledo y Madrid, Elhossine Bourhym viajó a Bilbao, donde empezó a estudiar pintura en el taller AmiArte. Tiene talento: le han nombrado responsable de una instalación artística que se presentó la semana pasada. En la calle, donde duerme, sueña con una vida normal.



Elhossine bebe el café con leche despacio. Explica que nació en Zagora y que tiene siete hermanos. En Marruecos, donde vivió hasta hace dos años, trabajaba en un locutorio. Al principio le pagaban poco, pero después «ni siquiera eso». La situación de precariedad y la escasez de perspectivas lo empujaron a emigrar. Tenía 17 años, no hablaba castellano y cruzó solo la frontera, «escondido en un camión». Al preguntarle por ese viaje, el silencio se instala en la mesa. Elhossine sigue el trazo del boli, observa serio el cuaderno de notas y, consciente de que allí van a parar sus palabras, contesta que fue «duro» y que prefiere olvidar.

Cambia de tema, sin más, diciendo que le gusta Bilbao. «Yo viví en Almería, en Toledo y en Madrid. Llegué a Euskadi hace pocos meses y me falta tiempo para conocer más y poder comparar, pero aquí hay muy buena gente. El trato es distinto y hay personas muy solidarias», dice el joven marroquí, que ahora mira hacia la ventana. Nadie creería, al oírle, que vivió bajo el puente de Sabino Arana, que sólo pasó tres noches en el albergue en Elejabarri y que ahora duerme en en las calles del barrio de San Francisco.

«La gente cree que si eres inmigrante te dan todo, que tienes alojamiento y dinero hasta para beber o fumar. No es verdad. No te mantienen ni te dan dónde dormir. Si tienes problemas de drogas o estás enfermo de alcohol, a veces te dan albergue, pero yo no consumo nada... Sé que ellos están peor, y me parece bien que los ayuden, pero todos necesitamos un lugar donde cobijarnos. En la calle se pasa miedo, te expones a todo. No sabes qué va a ocurrir cuando duermes entre cartones, y te sientes una mierda si no puedes asearte. Hay muchos hombres en mi situación. Parece que sobramos en el mundo», suelta de pronto. Y agrega: «La falta de esperanza te convierte en una sombra. Te va comiendo. Dejas de ser persona».

Pero Elhossine no ha perdido la fe, ni en sí mismo ni en las demás personas, y en eso ha tenido que ver su ingreso en el taller AmiArte, un proyecto que dirige Begoña Intxaustegi y que promueve la inserción social a través de la actividad artística; especialmente, la pintura. «Estoy contento -dice-. Un amigo me llevó al taller y mi vida está cambiando».

Cena caliente
Aunque la propuesta de este centro comenzó como un pequeño proyecto y fue una iniciativa en solitario, con el paso de los meses ha ido adquiriendo entidad y ampliando sus actividades. En la actualidad, recibe a decenas de personas en situación de exclusión social -muchas de ellas, son inmigrantes, pero también atiende a ex convictos, personas con problemas psiquiátricos y mujeres víctimas de la violencia sexista-. En esta línea, lo que empezó como un taller de pintura ha ido acoplando clases de castellano, de relajación y prácticamente funciona como un centro de día.

«Siempre me gustó pintar, pero nunca tuve la oportunidad. Para mí fue un regalo de la vida encontrar este taller porque puedo expresarme sin palabras, sacar lo que tengo dentro, sentirme alguien», dice Elhossine y, a continuación, retrata la faceta más realista. «En el taller también podemos cenar caliente algo que preparamos entre todos. Es otra cosa. Allí estamos unos cuantos que no tenemos techo. A la noche nos unimos y es más llevadero buscar dónde dormir en grupo».

También en grupo han realizado una muestra de pintura que se exhibe en Arrupe Etxea y que, además de los cuadros, incluye un montaje con una enorme patera. «Quiero estudiar, trabajar en cualquier cosa, en la limpieza, en la construcción, de jardinero o ser mecánico, da igual. Quiero salir de la calle y hacer una vida normal, cosas sencillas, como casarme y tener hijos, pero eso es imposible si no trabajas para mantenerlo».

16.11.09

"Formamos una gran familia para ayudar a los extranjeros"

2001 fue crítico para Ecuador. Tras la ruptura de su sistema financiero, miles de ciudadanos abandonaron el país. Entre ellos, Luis Torres, que llegó a San Sebastián sin conocer a nadie en busca de un porvenir. «Al principio, fue muy duro», dice el actual presidente de 'Esperanza Latina', una de las asociaciones culturales más emprendedoras y activas de Euskadi.

La asociación 'Esperanza Latina' ha concitado la atención de los medios porque, en su sede de San Sebastián, alrededor de cincuenta inmigrantes asisten a clases de euskera. Van los domingos por la mañana -el único día libre para la mayoría de los que trabajan- y, durante tres horas seguidas, se empeñan en aprender las nociones básicas de la lengua. El curso es de iniciación está promovido por el Patronato Municipal de Euskera y su objetivo principal es facilitar la integración social y cultural de las personas que vienen de fuera.

«Todos los domingos vienen los profesores del euskaltegi Urrats y nos dan clases aquí mismo, en la sede de la asociación. Para nosotros, es una gran oportunidad, ya que, a raíz de estos cursos, podemos comprender mejor las expresiones que escuchamos habitualmente, y nos sentimos partícipes de la vida cotidiana de Euskadi», explica Luis Torres, presidente de la asociación. Para él, que llegó hace unos cuantos años, la situación de los extranjeros y las políticas de integración «han mejorado de un modo notable».
«Vine a Guipúzcoa porque una tía mía conocía a un cura de Lasarte, pero yo no tenía a nadie y, al principio, fue muy duro. Lo pasé mal», reconoce Luis, pero introduce un matiz importante: «Me ayudaron a estudiar. Hice un curso de soldador y conseguí trabajo en una empresa donde sigo hasta el día de hoy. Para las personas que venimos de otros países, es fundamental tener acceso a la formación, ya que te abre puertas laborales, te integra en la sociedad y te impulsa a superarte a ti mismo».

En esta reflexión está la génesis de 'Esperanza Latina', una iniciativa que tiene dos pilares muy fuertes: el afectivo y el social. Como bien dice Luis, «formamos una gran familia para atender a los extranjeros». Una familia que, a lo largo de estos años, ha crecido y se ha abierto al mundo, pues aquello que empezó en 2001 como una actividad de ocio para los ecuatorianos es en la actualidad una asociación con dos sedes y 170 socios procedentes de varios países, incluidos ciudadanos de Euskadi.

«En 2001 emigramos muchos ecuatorianos. Casi todos estábamos en la misma situación: lejos y solos. Empezamos a contactar unos con otros, a reunirnos, y a ayudar a los que iban llegando. Con el tiempo se fueron acercando personas de otras nacionalidades; gente de Suramérica, sobre todo, pero también del País Vasco. Gracias a Cáritas y Misiones Diocesanas conseguimos este lugar para reunirnos y, desde entonces, incorporamos cursos de formación a nuestras actividades», explica.

Fechas especiales
Los cursos gratuitos de euskera son los más llamativos, pero no los únicos. También hay clases de informática y, con la ayuda de una psicóloga, cursillos sobre cómo actuar con las personas de la tercera edad, fundamentales para quienes se dedican al cuidado de los mayores. «Lo importante, además de conseguir un trabajo, es prepararse y mejorar», opina Luis Torres.
Claro que a estas iniciativas se suman las vertientes culturales y sociales. «Tenemos un grupo de danza folclórica formado por jóvenes de varios países andinos. Este grupo ha hecho unas cuantas exhibiciones aquí y en Baiona para dar a conocer una parte de nuestra cultura», señala. Por otra parte, contar con un lugar de encuentro es clave; especialmente en esas fechas especiales que reavivan la sensibilidad, como el Día de la Madre, Navidad o Fin de Año.

«La asociación es un espacio de reunión, de ocio y afectivo. Aquí cada uno cuenta su historia, conoce a otras personas y ayuda a los demás. También hay gente de aquí que colabora explicándonos cómo funciona la sociedad local y cómo comportarnos para no meter la pata. Creo que lo más importante es la sensación de grupo, de estar arropado... dejar de sentirte distinto y solo», concluye.


15.11.09

Videoconferencias:ahorrar dinero en las reuniones

Cada vez más empresas utilizan este sistema para ganar tiempo y evitar gastar miles de euros en viajes, alojamiento y dietas

Madrid, Hong Kong, Nueva York... Las herramientas de comunicación estrechan los lazos comerciales más que nunca, incluso entre países separados por miles de kilómetros. Al igual que los transportes, las tecnologías acortan las distancias y abren nuevas líneas de negocio. Las iniciativas que hasta hace poco se antojaban imposibles, o se descartaban por su baja rentabilidad, hoy son una realidad gracias a los nuevos sistemas de comunicación, que han experimentado un auge notable desde que nació Internet. El mundo -y la manera de trabajar en él- ha cambiado mucho desde 1980, cuando las máquinas de fax eran una novedad y los teléfonos móviles sonaban más a ficción que a politono.
Treinta años han bastado para revolucionar el tejido económico, social y comercial. Aviones, hoteles, correos electrónicos y llamadas de teléfono conforman la realidad de miles de empresarios que mantienen contacto fluido entre sí con independencia de dónde se encuentren. Han convertido el mundo en una enorme sala de reuniones. Es la dinámica del siglo XXI y, sin embargo, el mecanismo plantea dos grandes problemas: los desplazamientos son caros y las conversaciones telefónicas y los e-mails resultan impersonales. Un correo no siempre es suficiente para intercambiar y discutir ideas o para firmar contratos. La solución pasa, en muchos casos, por recurrir a los sistemas de videoconferencia.

Dos alternativas de uso
Aunque el trato personal es insustituible, los sistemas de videoconferencia profesionales permiten una comunicación cercana, de alta calidad, en tiempo real y sin cortes en la imagen o en el sonido. Al mismo tiempo, suponen un ahorro notable de tiempo y dinero para las empresas y los ejecutivos. La suma de ambas cualidades -proximidad y economía- explica que, en los últimos años, las firmas se hayan volcado en utilizar esta tecnología en su provecho.

Sin embargo, no todas las compañías tienen las mismas necesidades. Para algunas, las reuniones internacionales son eventos puntuales que se organizan en momentos muy concretos del año. Para otras, son el pan de cada día. Por esta razón, hay dos maneras de acceder a estos sistemas de telecomunicaciones: el alquiler y la compra.

Alquiler de despachos virtuales. Es idóneo para las empresas que convocan reuniones internacionales de manera esporádica y, por tanto, prefieren no invertir en sistemas de videoconferencia propios. Varias firmas ofrecen este servicio en las ciudades más importantes del mundo: un paquete que va más allá del simple alquiler de los equipos. Aunque con sutiles diferencias en prestaciones y precios, estas compañías ponen a disposición de sus clientes una oficina completa, dotada con la tecnología necesaria para mantener una reunión virtual. Les proveen también de servicio técnico y administrativo.

Estas salas de conferencias se encuentran en edificios de oficinas y en centros de negocios, para facilitar la ubicación y el acceso. Su principal ventaja es el precio, ya que es posible reunirse con accionistas, clientes, socios o proveedores que estén lejos por menos de 200 euros por hora. La desventaja es que estas oficinas no se localizan en todos los países e, incluso en España, sólo se han habilitado en determinadas ciudades (Madrid, Barcelona y Valencia). Para utilizarlas, hay que viajar primero hasta estos puntos.

Compra de equipos. Esta opción supone una mayor inversión y, en ocasiones, un desembolso considerable, aunque el coste varía según la complejidad, la calidad y la marca de los equipos. El coste de un sistema básico ronda los 3.000 euros, aunque esta cifra puede reducirse si se adquieren componentes de segunda mano, o multiplicarse conforme aumentan las exigencias del cliente y la cantidad de dispositivos que se necesitan para satisfacerlas. Pese a todo, es rentable para las empresas que mantienen reuniones ejecutivas periódicas, con sedes repartidas en diversas partes del globo o que requieren un flujo de información constante para poder desempeñar su actividad. En España, varias empresas de telecomunicaciones venden e instalan estos sistemas, también en el extranjero. La diversidad de ofertas y precios es enorme, pero todas coinciden en que el ahorro a largo plazo es sustancial. Con el auge del "gigante asiático", cada vez más empresas europeas cuentan con delegaciones en China. Reunirse con los responsables de estas oficinas no siempre es barato, por lo que el desembolso en la compra de estos equipos se amortiza, en su mayoría, en el primer año de uso o menos.
Plataformas profesionales y domésticas
Cuando las compañías de telecomunicaciones enumeran los equipos y sus precios, es inevitable pensar en los programas gratuitos, como el MSN Messenger o el Skype, que sostienen videoconferencias e intercambian archivos. Sin embargo, no es aconsejable utilizar sistemas "caseros" en el ámbito empresarial. Recurrir al software doméstico puede interpretarse como una falta de seriedad, además de otras razones técnicas importantes para descartar la idea.

Las plataformas domésticas son más inestables que las profesionales, ya que la comunicación se interrumpe a menudo de manera abrupta, los gráficos son de baja resolución y hay cierto desfase entre la imagen y el sonido. Estos sistemas sólo permiten conectar dos terminales, de modo que excluyen la posibilidad de celebrar una reunión virtual con tres o más participantes. Las plataformas profesionales, en cambio, basan su efectividad en un CODEC externo, es decir, en un dispositivo cuya única función es gestionar los datos mediante la codificación de la información que envía y la descodificación de los datos que recibe. Este aparato, que tiene una apariencia similar a la de una consola, procesa tanto imágenes como audio y documentos (textos de Word o planillas Excel). Una de las particularidades de los sistemas profesionales es que visualizan los archivos en tiempo real y de manera simultánea para todos los participantes de la videoconferencia, ya que la pantalla se transforma en una mesa de trabajo. Esto permite exponer una idea y, al mismo tiempo, desplegar un gráfico de apoyo sin necesidad de enviar el documento como un archivo adjunto. La comunicación es más ágil y, además, interactiva.

Otro punto que se debe tener en cuenta es la calidad: tan importante como utilizar un canal estable, sin cortes ni interrupciones, es tener la certeza de que la imagen y el sonido serán óptimos. Con un ancho de banda de 500K, los sistemas de videoconferencia transmiten imágenes con la calidad de un DVD. Si el ancho de banda aumenta, la resolución mejorará y se equiparará a los televisores de alta definición o Full HD. ¿Pero qué más elementos se necesitan para que funcione el sistema? Además del CODEC y de la conexión a Internet, son imprescindibles una cámara de vídeo, un micrófono y una pantalla, que puede ser de televisión o de ordenador. La calidad de cada dispositivo incidirá de modo directo en el coste, pero también en el resultado de la videoconferencia.

Hay diversos tipos de CODECS, según la cantidad de usuarios que se conecten: en general, desde dos hasta seis ubicaciones. Es posible realizar una videoconferencia con media docena de interlocutores situados en diferentes ciudades del mundo. La pantalla se divide para que todos puedan verse entre sí y de manera simultánea.

Cálculos de ahorro
El concepto de videoconferencia no es reciente. Nació hace más de medio siglo, cuando la firma AT&T puso en marcha el primer videoteléfono. Las líneas entonces no tenían la capacidad de gestionar tal cantidad de datos y el sistema fracasó por inviable y caro. Hoy en día, con la digitalización de las redes telefónicas, las transmisiones vía satélite y las posibilidades de Internet, los sistemas de videoconferencia funcionan de manera generalizada -ya no tropiezan con las barreras del soporte- y, por esa misma razón, el acceso a esta tecnología se ha extendido y alcanza incluso a medianas empresas.

Sin olvidar que adquirir un sistema de videoconferencia profesional supone desembolsar varios miles de euros, los factores determinantes para tomar esta decisión se resumen en cuatro: la cantidad de ubicaciones (ciudades) donde se encuentran los ejecutivos, la distancia que hay entre ellas, la frecuencia de las reuniones que mantienen y el tiempo que necesitan para cubrir los desplazamientos. En función de estos cuatro parámetros, se calcula el ahorro que supone un sistema de videoconferencia. No es lo mismo una compañía con dos sedes, que otra con seis; conectar Barcelona con Madrid, o Estambul con Caracas; celebrar una reunión por semestre o citarse una vez al mes. Aunque incluso en el mejor de los casos, siempre hay costes de hoteles, comidas y billetes de avión, trenes o taxis, que se pueden obviar con una videoconferencia.

9.11.09

"En Euskadi, si te esfuerzas, logras salir adelante; hay tranquilidad y seguridad"

Javier Candia es abogado, pero no ejerce su profesión. «Es difícil revalidar la carrera siendo de fuera, ya que el sistema legal es distinto», señala este letrado boliviano que llegó a Euskadi hace un lustro. Su objetivo era cursar un posgrado. Y, al terminarlo, se quedó. «Tomé la decisión porque aquí hay cosas que allí no existen, como la seguridad -dice-. Y, la verdad, he acertado».


Javier Candia llegó a Bilbao hace cinco años para cursar un master en Cooperación Internacional. En Bolivia, su país de origen, había estudiado abogacía y trabajaba en la Administración Pública. Sin embargo encontró más barreras que puertas abiertas. «Lamentablemente, allí es muy difícil progresar siendo honesto», dice. Y añade: «Si no tienes a alguien 'de arriba' que te estire y te mantenga en el cargo, es complicado avanzar... Todo se maneja a cambio de favores y yo no tengo madera de corrupto. Pensé que era mejor cambiar de sociedad».

Canalizó ese cambio a través del curso académico, pues quería seguir estudiando y hacerlo en Europa. Preferentemente, en el norte, «que tiene prestigio por su rectitud y eficiencia». Su destino inicial fue Suecia -a donde viajó en julio de 2004- pero el país no consiguió cautivarlo. «El clima fue un factor importante, no lo voy a negar. Cuando llegué era pleno verano y, aun así, hacía mucho frío. Después estaba el asunto del idioma, que no es menor, y el trato de la gente, que es un poco como el clima», enumera.

Todavía tenía ansia de norte, pero «no tan lejos del Ecuador», dice con una sonrisa. Y, buscando universidades, encontró que el punto exacto era Euskadi. «Combinaba esos valores europeos con la calidez de la gente, más parecida a Latinoamérica», sintetiza Javier, y prosigue: «Mientras estaba en Suecia, supe que existía en Bilbao este master en Cooperación. Los contenidos tenían afinidad con mi carrera, así que me lancé. Ante todo, yo quería mejorar. Cuando sientes que el mercado laboral está completo y que te has topado con un techo, o haces algo para superarte o te quedas en el montón», reflexiona.

Javier se instaló en Vizcaya y, poco después, llegaron su mujer y su hijo. Al terminar el curso, le ofrecieron una beca para hacer un doctorado en Uruguay, pero él prefirió quedarse. «Académicamente, era una oportunidad muy buena, pero yo ya tenía a mi familia aquí. Ya había despojado a mi esposa de sus afectos al traerla a Bilbao, y sentía que si me iba, la dejaba lejos y sola. Elegí quedarme por ella y por el proyecto común de vivir en un lugar donde hay más oportunidades, donde el papel del Estado es más social y donde da gusto pagar tus impuestos porque ves que tu dinero trabaja para el bienestar general», explica.

Sin olvidar la vocación
Si en un comienzo, venir a Bilbao supuso avanzar en su carrera, apenas un año después, quedarse significó detenerla. «Las prioridades cambian», dice Javier, consciente de que su profesión no vale en cualquier parte del mundo. «Los sistemas legales varían de un país a otro, de modo que, si quieres ejercer de abogado, tienes que empezar desde cero unas cuantas materias», explica.

Como proyecto a medio plazo, la idea no era mala. No obstante, en ese momento, lo fundamental era trabajar. «Hice un curso técnico de formación para aprender un oficio que tuviera salida laboral, y empecé a trabajar en el sector de las telecomunicaciones», resume. «Evidentemente, no es lo mío, pero, como te decía antes, me permite vivir aquí y eso compensa. En Euskadi hay una tranquilidad y una seguridad que no existen en Latinoamérica. Si te esfuerzas, sales adelante, y existe la clase media. Allí no».
Por supuesto, él no pierde la esperanza de estudiar más adelante, ya que, como asegura, nunca ha olvidado su vocación. De ahí que, en este momento, Javier dedique parte de su tiempo a orientar legalmente a sus compatriotas. «Hay muchas personas que no saben qué trámites deben hacer para solucionar los problemas que surgen con la emigración» ¿Por ejemplo? «Los divorcios a distancia. Muchas mujeres vienen aquí, ven que hay igualdad, que trabajan y el dinero es para ellas, y entonces se plantean dejar atrás lo que tenían. Allí hay mucho machismo y la mujer está demasiado presionada. Esa es otra gran diferencia», concluye.


5.11.09

Viviendas alternativas

Establecer la residencia permanente en un barco, un hotel o una caravana es más caro que vivir en un piso

En los últimos meses, con el agravamiento de la crisis, se ha dado más importancia al tema de la vivienda y su paradoja más cruel: cada día aumenta el número de personas sin techo, a pesar de que en España millones de viviendas están vacías. Son frecuentes los testimonios de familias que han tenido que renunciar a su hogar y cada vez se piensa más en las "viviendas alternativas". Algunas personas utilizan lugares de recreo o turismo, como campings, autocaravanas, hoteles y embarcaciones, para residir de manera permanente. Se considera que es más barato que afrontar los gastos de un piso. ¿Pero es así? ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de leyenda urbana en esta tendencia?

La vivienda como problema
En el último año y medio, la crisis económica ha quebrado los esquemas de muchas familias españolas. Los proyectos postergados, los ahorros que disminuyen y los ingresos insuficientes -o nulos- constituyen hoy la realidad de gran parte de los ciudadanos. La creatividad y el sacrificio son fundamentales para mantener unas condiciones mínimas de calidad de vida y, al mismo tiempo, evitar que la situación empeore todavía más. Pero no es fácil. Con una tasa de paro que roza el 19% y miles de hogares en los que ninguno de sus miembros cobra un salario o una prestación por desempleo, el escenario, más que complejo, es de total desesperación. En mayor o menor medida, la mayoría sufre el impacto de la falta de recursos y las consecuencias de la recesión.

En este contexto de agrietamiento económico, que afectó primero a los sectores más vulnerables de la sociedad y ahora alcanza a la clase media, hay algo que no ha cambiado: la vivienda es un problema. La dificultad actual para acceder a un crédito hipotecario y el endeudamiento progresivo de las familias que ya contaban con uno, han puesto en aprietos tanto a quienes quieren comprar un inmueble ahora como a quienes lo hicieron antes y todavía tienen cuotas pendientes. El pago de la hipoteca es el gasto fijo mensual más elevado y representa -de media- el 60% de los ingresos del hogar. En el caso de los jóvenes, las familias monoparentales o los "mileuristas", el porcentaje se dispara. Sin embargo, nada es tan grave como quedarse sin dinero y darse cuenta de que el estilo de vida actual es insostenible. Cuando los gastos superan a los ingresos, es momento de tomar decisiones. Algunas de ellas pasan por vivir en un barco, en un hotel o en un camping.

Vivir en un barco
Aunque con menor incidencia que en otros países, en España algunas personas utilizan edificios, vehículos o enclaves turísticos como domicilio habitual. Es difícil que esta elección sea consecuencia de unos escasos ingresos económicos, de la necesidad de ahorrar o de la precariedad. Vivir en un hotel, un camping, un barco o una autocaravana requiere una inversión de dinero y es caro. Es más costoso que compartir vivienda (en el caso de alguien que esté solo) o que alquilar un piso (para un núcleo familiar).
Vivir de manera permanente en un barco -una decisión corriente en los países del norte de Europa-, es todavía un fenómeno incipiente en España, donde los gastos se disparan y la relación coste-beneficio no es demasiado clara. Comprar un yate puede costar lo mismo que un piso (el precio se reduce bastante si la embarcación es de segunda mano, pero aumentan los gastos de mantenimiento) y los alquileres de barcos tampoco son baratos. Incluso en el idílico supuesto de que no hubiera un gasto de compra o de alquiler, sí hay otros costes que se deben afrontar, desde la contratación de un seguro de responsabilidad civil, daños y accidentes, hasta las tasas anuales que cobran los puertos a los navegantes por disfrutar del derecho de amarre.
El desembolso -tanto del seguro como de la cesión de un espacio en el muelle- varía en función del barco y del puerto. Lo mismo ocurre con las revisiones periódicas de la embarcación que, además de obligatorias, son indispensables para que el proyecto de vivir en el mar no haga aguas. Las inspecciones técnicas, el mantenimiento del motor y la maquinaria interna, los trabajos de pintura, la revisión del casco y los gastos de señalización, entre otros, son rutinas que conviene tener en cuenta antes de embarcarse en esta opción de vivienda. No en vano los gastos anuales de mantenimiento de un barco se sitúan en torno al 10% del valor de compra, sin contar el consumo de combustible y los arreglos interiores.
Otras alternativas
De regreso en tierra firme, otra de las opciones que ha ganado protagonismo es la de vivir en un hotel; una fórmula antes reservada para ejecutivos o personas sin problemas económicos. El modelo comenzó a llamar la atención a comienzos de este año, cuando se dio a conocer un estudio realizado por el experto británico en banca personal Lorne Spicer y una conocida cadena hotelera. En síntesis, la investigación arrojaba como resultado que vivir largas temporadas en un hotel puede ser más barato que alquilar un piso ya que, entre otras cosas, el precio de la habitación incluye los servicios básicos (agua, luz, conexión a Internet o teléfono).

El estudio de Spicer estaba acotado al Reino Unido y, en concreto, a la cadena de hoteles con la que realizó su investigación. No obstante, en España, un establecimiento alicantino puso este año en práctica la misma idea: ofreció las habitaciones individuales a 375 euros y las dobles, a 500 euros por mes. Esta iniciativa cosechó todo tipo de argumentos, a favor y en contra: la escasez de estas ofertas, la distancia física entre los hoteles (periféricos) y el lugar de trabajo y los gastos fijos imprescindibles que no se incluyen en el precio, como la alimentación o el servicio de lavandería. Aunque tengan minibar, las habitaciones en general carecen de cocina y el huésped debe comprar comida preparada o comer fuera, dos opciones que, a largo plazo, son tan caras como el gasto de alojamiento mensual. Alquilar una habitación es más rentable, incluso aunque se paguen aparte los gastos, si bien el hotel es una alternativa para una emergencia.

De las distintas soluciones al problema de la vivienda en esta época de crisis, residir en una caravana de manera permanente es otro modelo que ha cobrado fuerza en los últimos meses. Sin embargo, comprar una caravana nueva cuesta, de base, unos 15.000 euros, y se necesita un coche para trasladarla. La cifra se dispara al adquirir una autocaravana, cuyo precio medio oscila entre los 30.000 y los 50.000 euros. El desembolso es elevado y el alquiler, en este caso, no es una alternativa viable. Según la empresa, la provincia y la época del año, alquilar un vehículo con capacidad para cuatro personas cuesta entre 70 y 200 euros al día. A este coste inicial (de alquiler o de compra), se suman los gastos de la parcela que se ocupe. Éste es el inconveniente más serio, ya que las normativas vigentes impiden utilizar un camping como domicilio permanente.

Vivir en un camping es ilegal
Este novedoso fenómeno ha surgido a partir de la crisis, impulsado por la búsqueda de un techo y el interés por ahorrar. Sin embargo, aunque se ha sugerido que vivir en un camping es económico, lo cierto es que esta opción no resulta tan barata.
Aunque se alcance un acuerdo económico beneficioso para el cliente, no debe haber confusión: es más caro que vivir en una habitación o en un piso compartido. El coste de la tarifa diaria durante dos meses no es barato, sobre todo, en los campings de playa. Éste no es un dato menor: el 70% de los campings de España se concentra en la costa mediterránea.
Pero además, vivir en un camping no es legal, según enfatiza el secretario de la Federación Española de Empresarios de Campings y Parques de Vacaciones (FEEC), Óscar Monedero. El tope máximo de residencia es de 180 días al año. Algunos clientes fijos dejan su caravana en la parcela de manera permanente, pero sólo la utilizan los fines de semana o en vacaciones. Aunque el vehículo quede en el camping, su uso nunca supera el tiempo máximo permitido. El modelo es equivalente al de una segunda residencia. Así como es legal vivir en un hotel, no lo es en un camping. La diferencia pasa porque el cliente, además de la ropa, traslada sus enseres a la parcela. Si la residencia permanente estuviera permitida, se crearían asentamientos que podrían derivar en chabolismo. De ahí que la Federación rechace de manera radical esta práctica.

2.11.09

Basauri convierte a las fiestas de San Fausto en un ejemplo de integración cultural

El mes pasado, durante las fiestas de San Fausto, el municipio de Basauri dio un paso de gigante hacia la integración cultural, pues, en un marco de alegría, encuentro y festejo, ofreció un notable ejemplo de civismo y apertura.


Como siempre, las fiestas populares constituyeron un espacio de encuentro. Pero, esta vez, casi todas las actividades contaron con la participación de los nuevos vecinos; la mayoría de ellos, extranjeros. "Las fiestas de San Fausto son muy importantes en el municipio. Tienen un carácter identitario muy fuerte y, además, son muy democráticas, porque más del 80% del pueblo participa en ellas de manera activa", explica a modo de antecedente el técnico de inmigración Xabier Andrés Uriarte. "En esas fechas, el pueblo entero se convierte en color y las celebraciones son muy participativas, ya que todo el mundo se vuelca a vivirlas", agrega.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, los responsables de inmigración en el ayuntamiento comenzaron a observar que las personas extranjeras no participaban de los festejos. "Al no tener relaciones sociales, veían la fiesta desde la barrera", dicen. Ese fue, precisamente, el punto de partida de un proyecto social novedoso. El objetivo: integrar a los nuevos residentes. El método: organizar charlas informativas para explicarles las costumbres de las fiestas. En resumen, para que se sintieran parte de ellas.

La actividad, que se realizó en dos jornadas, contó con la colaboración de la comisión de fiestas Herriko Taldeak. En esos días, los protagonistas de las fiestas (las cuadrillas y las txoznas) explicaron a los nuevos residentes cómo se preparan las distintas actividades y cuáles son los principales elementos, como la escarabillera, la bajada, el zurrakapote o el diseño de las lonjas. A estas jornadas asistieron unos 50 extranjeros, que fueron invitados a participar activamente en la fiesta. El resultado se ve en la foto de arriba: Mbaye Thiam, de Senegal, se lo pasó en grande con la sokatira.

"Aprendí rápido que la Europa real no era como me habían dicho"

Llegó a la capital vizcaína en 2001, cuando todavía era un chaval. En Senegal, donde vivía, las perspectivas de futuro eran escasas, aunque él tenía trabajo y no se planteaba emigrar. Fue su madre, que residía aquí, quien le animó a venir a Bilbao. Casi 9 años después, Assane N'Diaye regenta un locutorio y es secretario de la asociación Biluts, donde trabaja por la interculturalidad.

Assane llegó de noche a Bilbao. Le gusta recordar la experiencia porque ilustra perfectamente lo que supone un salto de país, de continente y de cultura. «Llegué de noche y fui directo a San Francisco», relata. Como todo estaba oscuro, sólo vi lo que mostraban las farolas. Con esa luz, el barrio me pareció bonito, ordenado y limpio...», agrega con una sonrisa que anticipa el desenlace.

Aunque estaba cansado por el viaje, aquella noche casi no durmió. «Tenía muchas ganas de ver qué era Europa. Estaba ansioso y quería que llegara el día para contemplar bien la ciudad. Me pasé toda la noche en la habitación esperando a que amaneciera». Cuando por fin salió el sol, Assane abrió la ventana y se asomó al balcón, que daba a la calle Dos de Mayo. «No podía creer lo que veía. Las condiciones de vida, el ambiente... Todo estaba en peores condiciones que en mi país. Me pregunté '¿Dónde estoy?', porque aquello no se parecía en nada a lo que yo esperaba encontrar. Salí a caminar y me quedé alucinado. ¡Había más negros que en Senegal!», remata al borde de la carcajada.

Sin embargo, recupera la seriedad enseguida. «Comprendí en un tiempo récord que no es igual la Europa real que la que te enseñan cuando estás en África», dice contundente. «Una de las causas de que aumente la tasa migratoria pasa justamente por ahí. Cuando en la escuela nos dan clases sobre Europa, o cuando encendemos el televisor, el mensaje es sólo uno: aquí todo es perfecto. Aquí hay dinero, comida, coches de lujo, la gente es feliz y, si llegas a Europa, tienes la vida resuelta. Si en tu país no estás bien y crees que hay un paraíso en la Tierra, ¿cómo no intentarlo?», reflexiona.
Desde su punto de vista, el desarrollo de Internet, los chats y las redes sociales contribuyen positivamente a ponerle freno a esa situación. «Ahora los chavales graban cosas con el móvil y las cuelgan en la web. Hay más canales de información y hay versiones más realistas de lo que es la vida aquí. Hasta hace cinco años, sólo había un periódico en el país, pero ya han empezado a aparecer otros y eso es muy bueno. Aunque haya periodistas perseguidos o refugiados en Canadá, Senegal está empezando a cambiar», dice Assane.

Cortometraje en proyecto
Lo interesante es que él también ha cambiado. «Cuando volví a mi país hace un año, me sentí un poco decepcionado. Miraba a la gente, observaba las condiciones en las que está la población, e intentaba adaptarme al ritmo de vida, que es otro muy distinto. Pero no podía. Cuando vives en un lugar, no te das cuenta de todos sus problemas. Es al salir cuando ves lo mucho que hay por mejorar», señala Assane. «Sinceramente, estoy harto de los africanos que se quejan y piden ayuda a Europa y Estados Unidos. Tenemos riqueza, recursos y gente. Deberíamos unirnos como pueblo y enfrentar a los gobiernos corruptos, pero no lo hacemos. No lo entiendo», lamenta.

Su visión sobre el mundo es lo que le ha llevado a formar parte de Biluts, una asociación multicultural de la que fue presidente, y en la que ahora desempeña el cargo de secretario. ¿La idea? «Generar espacios de encuentro de manera natural entre personas de diferentes procedencias», resume.

Las actividades que han previsto para noviembre y diciembre apuntan a esa dirección. Encuentros deportivos, talleres interculturales, seminarios, conciertos y hasta un proyecto cinematográfico. «A final de mes, el día 28, rodaremos un 'corto' en Bilbao. Se llamará 'Le passage' y contará la historia de dos senegaleses que emigran», adelanta Assane.

1.11.09

Con buenas vibraciones

Sexo Arte / Espacio Erótico



Dos palabras, sexo y arte, resumen de maravilla la propuesta de Fernando y Zainabu, los dueños de este local. Abandonaron sus respectivos puestos de trabajo para emplearse a fondo en la tienda y eligieron para ella un nombre simple y directo: tan claro como el escaparate y tan explícito como lo que ofrecen dentro. La variedad de productos y objetos se desliza entre lo sugerente y lo provocativo pero, en un caso o en otro, apelan a lo lúdico y ponen a prueba la imaginación.

Más que un sex shop o una tienda de juguetes para adultos —que lo es—, fue concebido como un espacio erótico, con todo lo que eso significa. Además de lociones, lencería, ungüentos o preservativos; además de látigos, joyería sexy, vibradores y libros, este local da un paso más y apuesta por la vena creativa. Es el único de la ciudad que alberga una galería de arte; una sala que perdió la virginidad con los lienzos de Diego Tabuyo y que está abierta a todas las disciplinas, desde la performance a la escultura, siempre que el tema pase por la sensualidad, el erotismo o el sexo.

Inaugurada este verano, la tienda-galería ya tiene clientela fija y un buen puñado de anécdotas. Por ejemplo, aquella vez que recibió a un trío generacional: abuela, madre y nieta haciendo juntas sus compras e intercambiando experiencias. El episodio deja claro que no hay edad para atreverse a innovar, que las mujeres son las más interesadas y que es posible vivir el erotismo con absoluta normalidad. Ése era el objetivo principal de los chicos: normalizar la juguetería erótica, darle un espacio de naturalidad. De hecho, aunque el abanico de opciones es amplio, lo que más pide la gente es información, asesoramiento y consejo. De eso también va esta tienda, que cuida cada detalle. Como dice Fernando: «Para tener buen sexo hay que ser un buen artista».

Bilbao. Belosticalle, 26. Tel. 946 412 383. www.sexoarteonline.es