31.7.08

La vuelta al mundo en moto

«Aquellos dos años de travesía me cambiaron por completo la vida» , dice Custo Dalmau

Era una Yamaha XT-500, la flamante innovación japonesa del París-Dakar de 1978. Y también fue la novia de Custo en 1982, cuando se lanzó a ver el mundo con ella. «¿Cómo no me voy a acordar, si fue 'mi chica' durante dos años?», dice ahora en su despacho el conocido diseñador catalán. Imposible olvidar aquel viaje, «tan cargado de sorpresas», que hizo con dos amigos y que le dio un giro al destino.

«Tenía 23 años y estudiaba Arquitectura en Barcelona, pero no estaba muy convencido. Me aburría», admite. En cambio, sí le gustaban las motos, así que, cuando surgió la oportunidad de viajar, cambió una carrera por otra. De los muros al asfalto, Custo partió de Cataluña para disfrutar de un itinerario que hilaba Europa, África y América. «No pudimos cruzar hacia Oriente porque justo estalló la revolución en Irán y el paso quedó cortado -señala-, pero de Occidente lo vimos todo».

«Entre las cosas que más me gustaron, destaco Guatemala y África. Fuimos desde Ciudad del Cabo hasta Egipto y pasamos por Tanzania, Sudán y Mozambique, que todavía conservaban su pasado colonial y tenían un aire de Riviera francesa increíble. Creo que aquello estaba más desarrollado entonces que ahora... Es una pena que no se haya apostado por el mantenimiento de esos países».

Sin embargo, fue en otro sitio donde Custo encontró su destino. Tras recorrer América del Sur y Central, el catalán llegó a California, cuyo particular estilo de vida le ayudó a descubrir un 'nuevo mundo'. «Estaba en San Diego, donde se practica mucho el surf, y vi unas camisetas estampadas geniales. Nunca había visto nada igual, porque esa técnica no existía todavía aquí».

Fue así como Custodio Dalmau decidió abandonar su futuro como arquitecto para estudiar diseño gráfico y crear sus propias camisetas. «De verdad... esos dos años de travesía me cambiaron por completo la vida», asegura. Y no es broma. Veinticinco años después, su nombre abreviado es también el de su empresa, una de las marcas más reputadas de España.

Otra cosa que ha cambiado -«y mucho»- es el mundo. «Cuando hicimos ese viaje, llamar a casa era una odisea. Había un único número, tenías que pedir conferencia y a veces tardabas días en conseguirla. ¡El medio de comunicación más sofisticado era el télex y el e-mail era ciencia ficción!». Como las cámaras digitales. «¿Píxeles? Ja, ja... Llevábamos una 'súper 8' y una cámara de carrete que consumía baterías como loca y se estropeaba por el polvo y la humedad». Por ello, muchos recuerdos sólo están grabados en la retina. «Conocimos a unos españoles, los únicos en todo el viaje, que llevaban una semana varados en el altiplano de Bolivia porque se les había averiado el cigüeñal del camión. ¡Qué tiempos!».

Como estampas favoritas, Custo recomienda Guatemala, la costa oriental africana y la Alaska Highway, una autopista que une EE UU con Canadá y que, hace 25 años, no estaba asfaltada. «La hicieron a toda prisa en la II Guerra Mundial, por el temor a la invasión rusa, y tiene unos paisajes espectaculares», relata.

29.7.08

Vivir en menos de 35 metros cuadrados

La superficie mínima de un inmueble para ser catalogado como vivienda debe ser de 20 metros cuadrados, pero en España los hay más pequeños

Minipisos, ¿mito o realidad?
El récord lo ostenta un "piso" de diez metros cuadrados situado en Madrid. Aunque parezca increíble que alguien pueda vivir allí, son muchos los que están dispuestos a hacerlo, o en apartamentos de similares superficies. Comprar vivienda en España es cada vez más difícil. Aunque los precios se han reducido, el aumento del Euribor y la tasa de desempleo dificultan el ahorro y el acceso a un préstamo hipotecario, el primer paso para conseguir la tan ansiada vivienda propia. Por ello, en este contexto, la adquisición de un "minipiso" como el mencionado se perfila como una alternativa tentadora, sobre todo para las parejas jóvenes y las personas que viven solas.

En efecto, los apartamentos de 35 metros cuadrados -o menos- son una realidad. El mito, en todo caso, tiene que ver con los costes, pues la idea de que un inmueble pequeño es barato es tan potente como falsa. Ya sea en números absolutos o en valores relativos, el precio de estos estudios se asemeja al de los pisos "normales" e, incluso, lo supera. Según datos del Ministerio de Vivienda, el coste medio del metro cuadrado en nuevas construcciones ronda los 2.780 euros; una cifra que, multiplicada por 35, situaría el valor promedio de un "minipiso" en los 97.300 euros. Pero, ¿se ajustan estas cifras a la realidad?

La realidad supera a la ficción y, también, a la estadística. Si bien es posible encontrar ofertas que se ajusten a este baremo, lo cierto es que los precios habituales están muy por encima de la media, y no sólo en los pisos de estreno. Para constatarlo, los anuncios inmobiliarios son el mejor referente, ya que recogen los valores del mercado. Los "minipisos" de segunda mano -algunos de los cuales necesitan reformas-, cuestan entre 160.000 y 190.000 euros en ciudades como Madrid y Barcelona, aunque los hay más caros todavía. En San Sebastián, por ejemplo, que registra los precios de vivienda más elevados de toda España, se venden apartamentos de 35 metros cuadrados por 392.000 euros. Es decir, a 11.200 euros por metro. Su coste es "barato" si se lo compara con otra vivienda -de 26 metros- ubicada en el barrio de Chueca, en Madrid, cuyo valor de venta está fijado en 360.000 euros; algo más de 13.800 por cada metro de espacio.

La carestía de estas viviendas tiene que ver con su antigüedad y calidad de construcción, con las ciudades en las que se encuentran y con su situación dentro de esas urbes. En general, se trata de pisos céntricos y bien comunicados, ubicados en barrios de moda y bonitos, o son áticos con vistas de ensueño. Así, un "minipiso" en el paseo marítimo de Cádiz cuesta 235.000 euros, o un apartamento de lujo en el barrio de Gracia sobrepasa los 360.000. Lo que se paga, más que el espacio, es el confort de una decoración exquisita y el panorama que se despliega al otro lado del cristal. Evidentemente, la percepción social ha cambiado desde abril de 2005, cuando la entonces ministra de Vivienda propuso construir apartamentos de entre 30 y 35 metros cuadrados para solucionar la demanda de inmuebles. En aquel momento, su proyecto recibió duras críticas y se tildó de descabellado. Hoy, en cambio, la compraventa de "minipisos" es un fenómeno más habitual de lo que aparenta.

Más pequeños que antes
Los últimos datos de este Ministerio señalan que el tamaño medio de los pisos es de 111 metros cuadrados aunque, en el momento de buscar vivienda, el más demandado ronda los 83 metros cuadrados. A su vez, si bien las nuevas promociones han aumentado en 2007, la superficie de cada apartamento de estreno se ha reducido en un 2,3% con respecto al año anterior. Esto significa que los pisos son cada vez más pequeños y que, en la actualidad, se construyen y venden inmuebles cuyo espacio habitable se reduce a la tercera parte de una vivienda como a la que aspira la mayor parte de los compradores. De hecho, según datos del Ministerio de Fomento, casi la mitad de los pisos de obra nueva que se ofertan en España tiene menos de 60 metros cuadrados. Pero los precios -salvo excepciones- no acompañan esa reducción. De ahí que prolifere la venta de estudios con una superficie tan escasa que no pueden catalogarse como viviendas. Algunos de ellos no llegan ni a los 15 metros cuadrados, un dato que causa curiosidad y que, además, pone en duda que allí pueda vivir alguien sin dotes de contorsionista.

Entre los pisos más pequeños del país, encabeza la lista un inmueble que se encuentra en Madrid y tiene tan sólo diez metros cuadrados. Su precio: 48.000 euros. Le sigue otro, también en Madrid, de 13 metros cuadrados; y uno de 15 en Barcelona, cuya terraza es más grande que el piso. Y el verano pasado, un incendio en Madrid puso al descubierto las entrañas de un inmueble que aunque estaba registrado como única vivienda, se encontraba dividido en varios "minipisos" de diez metros cuadrados, alquilados a razón de 350 euros por unidad. Sin llegar a los extremos de la tragedia, ni a las infraviviendas y su ilegalidad, cabe preguntarse quiénes compran inmuebles pequeños.

El perfil del comprador
Las personas que se deciden a comprar un piso de hasta 35 metros cuadrados responden a más de un perfil, aunque están claramente definidos. Las parejas jóvenes sin hijos son un buen público para este tipo de viviendas. Con edades que rondan los treinta años y deseos de independizarse, encuentran una alternativa viable en los inmuebles pequeños, sin lujos excesivos, que les permitan comenzar una nueva vida en común. Aunque el metro cuadrado cueste más en relación que el de un piso "normal", el valor neto se ajusta mejor a sus posibilidades, sobre todo si ambos trabajan y pueden acceder a una hipoteca. Si, al cabo de unos años, deciden tener niños y el apartamento les queda pequeño, siempre tienen la opción de venderlo y buscar un sitio más amplio.

Como ellos, las personas que viven solas -sean jóvenes o no- también perciben que estos pisos cumplen todas sus expectativas. Desde 1998, las viviendas en las que reside sólo una persona han aumentado en más de un 80%. Ya sea por viudedad, por divorcio o por el simple hecho de no querer convivir con nadie, lo cierto es que dos de cada diez hogares de España son unipersonales. En estos casos, residir en un piso pequeño resulta más razonable y, en cierta medida, hasta práctico. Por supuesto, las necesidades varían con las personas, su estilo de vida y sus gustos, pero mantener un "minipiso" en orden es más fácil que hacer lo propio con un chalé. Incluso las reformas, cuyo valor conjuga la mano de obra con la cantidad de materiales, resultan menos costosas cuando se acometen en estas viviendas.

Además de las parejas jóvenes y las personas que viven solas, los apartamentos captan la atención de las parejas que, aun con hijos, desean adquirir una segunda propiedad. Es el caso de las familias que pasan sus vacaciones siempre en el mismo lugar y quieren comprar una vivienda "económica" para pasar allí períodos concretos. Quizá no sea tan cómodo como un piso tradicional, pero sin duda es más práctico y confortable que una tienda de campaña. No es casual que los "minipisos", además de concentrarse en los centros urbanos, lo hagan en zonas de playa. Por último, también hay quienes compran estos inmuebles como inversión, para alquilarlos por temporadas cortas e incluso por días -si se encuentran en lugares turísticos-, o para reformarlos y venderlos después a un precio más elevado.

Del hacinamiento al 'cocoonismo'
Las viviendas de 35 metros cuadrados cobraron protagonismo en 2005, cuando la idea del Ministerio estuvo en boca de todos. En ese momento -y todavía ahora-, el concepto se antojaba novedoso o "importado" de otros países de Europa. Sin embargo, "los pisos de 35 metros no son ninguna novedad en España", según precisa el decano del Colegio Oficial de Decoradores y Diseñadores de Interiores de Madrid. Como explica Javier Cobián, en nuestro país ha habido mucha gente que ha vivido en viviendas de ese tamaño; incluso familias con dos y tres hijos. Dividían los inmuebles en tres dormitorios y un salón para conseguir cierta privacidad, y aunque no era lo ideal, lo conseguían -dice-. Y puede dar fe de ello pues, por su profesión, ha conocido algunos.

Lo novedoso, más que el tamaño, es el tipo de personas que residen en estos pisos, la distribución de los espacios y la utilidad que se les da. Si en 1950 lo usual era emular las divisiones de una vivienda "tipo" y llegar, en cierto punto, a la sensación de hacinamiento, ahora mismo la tendencia es justamente la contraria. Desde el punto de vista demográfico, la sociedad y los núcleos familiares han cambiado desde entonces, y así como hay más personas que viven solas por elección, también hay más individuos que trabajan desde su casa. Montar un espacio de trabajo en el hogar (o un hogar en el espacio de trabajo) es una corriente que cobró fuerza en Estados Unidos con los altos ejecutivos de Manhattan. El 40% de ellos trabajaba desde su casa y elegía pisos pequeños pero bien situados en la "gran manzana" para vivir y realizar sus negocios, como resume Javier Cobián. Tanto es así que a ese estilo de vida que consistía en meterse en la vivienda como si fuera un caparazón y hacer todo desde allí se le llamó "cocoonismo", en alusión a la famosa película de Ron Howard.

En cuanto a la distribución interior de estas viviendas, derribar tabiques, colocar muebles funcionales o montar una entreplanta para generar sensación de amplitud marcan la línea a seguir. "Los pisos de 35 metros cuadrados me parecen muy interesantes -señala Cobián-; sobre todo si están en un bajo o en un ático, pues cuentan con patios o terrazas que tienen encanto y dan juego". Como diseñador de interiores, el decano no tarda en mencionar algunas de esas posibilidades. Por ejemplo, emplear estructuras ligeras y crear una entreplanta cuando la altura del apartamento lo permite. Eso sirve para colocar allí el dormitorio y dejar libre toda la superficie de la vivienda para hacer un gran espacio abierto. De lo contrario, se pueden separar las áreas con los propios muebles, de modo que el armario del salón sea el cabecero del dormitorio. O comprar un sofá cama... o montar una cocina americana con barra para eliminar el comedor... Y elegir muy bien los muebles, procurando que sean plegables, como las mesas abatibles y las sillas "tijera".

Decorar un minipiso

A la hora de distribuir los espacios, comprar los muebles básicos y decorar la vivienda, existen algunos trucos para aprovechar mejor cada metro. La ayuda de un diseñador es siempre bienvenida, pero no todo el mundo puede permitírsela, así que las principales herramientas han de ser el ingenio y la organización. La eliminación de tabiques y paredes innecesarias es un paso importante porque da continuidad visual y mayor sensación de amplitud. Además, permite utilizar espacios "muertos", como los pasillos, para agrandar una habitación. Los espejos -especialmente cuando el piso tiene buena iluminación natural- también sirven para potenciar esa sensación de amplitud; algo parecido a lo que se consigue pintando las paredes con colores claros y escogiendo muebles poco recargados, de líneas simples y tonos suaves.

Unir la cocina al salón y elegir muebles multifunción brinda muchas posibilidades. El sofá cama es ya un clásico, pero se puede complementar con mesas de centro versátiles que ofrezcan varias posiciones y permitan comer o trabajar en ellas, sustituyendo a un escritorio o una mesa de comedor. Lo importante, en cualquier caso, es buscar un equilibrio y la máxima organización posible, especialmente en el salón, que es el lugar de la casa donde hay más cantidad de muebles y donde más horas se está. El dormitorio es otro lugar clave, aunque se le dedique menos tiempo al día. Los armarios empotrados con puertas correderas contribuyen a ahorrar mucho espacio, al igual que las camas con cajones o los canapés abatibles, que sustituyen de un modo muy práctico a los muebles contenedores auxiliares. En cualquier caso, es esencial barajar las posibilidades y visitar varias tiendas de muebles para comparar precios y recoger ideas hasta dar con el punto ideal.

25.7.08

El verano de Igor Yebra: "Mundaka lo tiene todo"

Los vikingos la erigieron y los surfers le han dado fama internacional. La Naturaleza reina en este municipio vizcaíno

Tiene menos de dos mil habitantes y apenas supera los cuatro kilómetros cuadrados, pero también es la anteiglesia más antigua de Vizcaya y está ubicada en uno de los puntos más bonitos del litoral. Su nombre –de origen danés-, lo dice casi todo, porque Mundaka significa ‘desembocadura de la ría’ y es allí donde se encuentra: justo en el sitio donde confluyen el río y el mar. Claro que, para ser completo, debería aludir al verde de las montañas, que forman parte de la reserva natural de Urdaibai. Y es que «Mundaka lo tiene todo», dice Igor Yebra, el bailarín de fama internacional. «El pueblo aúna la montaña y el mar, ofrece rincones preciosos para pasear entre árboles y, además, mira a la playa… Y si te gusta el surf, es ideal, porque su ola izquierda es la mejor del mundo».


Aunque sea bilbaíno, no exagera. Si el enclave cautivó a los vikingos hace más de 1.100 años, hoy deslumbra a los surfistas profesionales que, al final del verano, se disputan allí una de las doce competiciones que conforman el Mundial. Quizás no todos sepan que Mundaka fue uno los lugares más importantes del Señorío de Vizcaya porque allí nació Jaun Zuria, el primer ‘Señor’, o que esta villa ocupaba el primer asiento en las Juntas Generales, pero sin duda los deportistas le han devuelto el protagonismo y le han dado proyección internacional.
Cuando el bailarín cierra los ojos y piensa en este lugar, lo primero que se le viene a la memoria «es el sonido del mar». Después, el paisaje. «Depende de los gustos que tengas, pero no hay nada como un paseo tranquilo por la playa cuando baja la marea. Es enorme y puedes andar un buen rato», sugiere. Aun así, no se olvida del monte, que «tiene unas rutas magníficas para hacer senderismo y disfrutar de la naturaleza».

Una naturaleza muy variada y protegida con mimo desde 1984, cuando fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Si los surfistas han dado a conocer Mundaka por sus olas, los ecologistas y los biólogos han convertido a sus montes en una especie de ‘meca natural’. Sus marismas y bosques son un hábitat ideal para la reproducción de aves. Como dice Igor Yebra, «vale la pena recorrer este lugar». Sobre todo, partiendo de Mundaka, que se encuentra en una posición privilegiada dentro de esta reserva y con el aliciente de sumarle la belleza de sus playas, los deportes de agua dulce y el perfume salino del mar.

Las mejores vistas
El mirador de Portuondo, por ejemplo, tiene unas vistas inmejorables de la isla de Izaro y la desembocadura; algo similar a lo que ofrece la Atalaya, porque a sus pies se despliega la inmensidad del Cantábrico, con ese azul y esa potencia que tanto le caracterizan. Pero no todo ha sido dado por Dios, ya que los hombres han hecho lo suyo, aunque fuera para consolidar su fe. Prueba de ello es la iglesia de Santa María, que se encuentra en la atalaya y de espaldas al mar.

El entorno la embellece, pero es una joya en sí misma. Su construcción se inició en el siglo X, época de la que conserva un marcado estilo románico, aunque con el tiempo se le añadió una nueva planta gótica (s. XVI) y una torre neogótica, más reciente, erigida en el siglo XIX. Claro que una visita a Mundaka no puede prescindir del puerto, donde se engarza la tradición marinera con las construcciones más típicas y se concentra buena parte de sus restaurantes.

Mar, playa, río y bosque

«Es un sitio que me gusta mucho y al que he ido varias veces, pero menos de las que quisiera», confiesa Igor. Casi siempre estoy fuera. Sin embargo, es un lugar especial. Además de combinar paisajes, allí se mezcla gente diversa, personas mayores y jóvenes que siempre encuentran lo que buscan». La Naturaleza en Mundaka ocupa un lugar primordial, pues las cualidades de su entorno son su principal baza. Mar, río, playa y bosque convergen en este espacio, dotándolo de una ‘carta’ variada que se ajusta bien a todos los gustos y edades.

"Cuando llega el verano, me enamoro aún más de Bilbao"

En Venezuela, su país, era productor de televisión, hasta que una beca de estudios le cambió la vida por completo. Aterrizó en la capital vizcaína en 2003 para hacer un posgrado en Periodismo sin imaginar que se quedaría a vivir aquí y, mucho menos, que el propio aeropuerto se convertiría en su lugar de trabajo. Hoy no es capaz de imaginarse en otra ciudad.
La Semana Grande se acerca a golpe de martillo a la Plaza Nueva, donde varios trabajadores montan el escenario de fiestas. Hace calor en la villa y se nota, pues las terrazas están casi vacías. Al amparo de una sombrilla, Guillermo pide un café con hielo. «Me encanta la ciudad en esta época del año -dice-. A partir de mayo cambia por completo, se transforma. Cuando llega el verano, me enamoro aún más de Bilbao».

No es el clima, sin embargo, lo que más le atrae de la ciudad, sino el estilo de vida y su gente, que lo ha acogido como uno más. «Muchas veces me preguntan si no echo de menos la comida de Venezuela, y la verdad es que, si bien extraño algunas cosas, me encanta la gastronomía vasca. Disfruto mucho con el concurso de pintxos, probando esas pequeñas especialidades, y también del ambiente del Casco Viejo, que lo tiene todo», asegura.

¿Más que Maracaibo, incluso? «Ese es un error muy frecuente -contesta-. Mucha gente piensa que la ciudad es un paraíso, con palmeras y mar, pero Maracaibo es una ciudad muy gris e industrial, como era Bilbao hace veinte años. Tiene palmeras, sí, pero los lagos y el mar están contaminados, porque de ahí sale todo el petróleo de Venezuela. Además, no es un lugar muy seguro; por eso nunca recomiendo hacer turismo en mi país».

Lo que dice «suena fatal» y lo sabe, pues más de una vez le han acusado de ser un catastrofista, así que matiza la frase: «Venezuela es preciosa, tiene todos los climas y lugares muy bellos, pero a mí me gustaría que la gente conociera lo bonito sin arriesgarse a pasar por una mala experiencia. Desde que 'el innombrable' -Hugo Chávez- está en el poder, la situación es muy mala», explica.

Mecanismos de defensa
Nunca olvidará el 11 de abril de 2002, cuando se produjo el golpe de Estado. «Yo trabajaba para la cadena Televen y estaba en la calle, en una furgoneta del canal, junto con el cámara y un reportero. De pronto se nos echó encima una turba de gente que empezó a apalear el coche. Ahí me di cuenta de la violencia y la división que había en el país; no sólo entre ricos y pobres, sino también entre antichavistas y partidarios del régimen». Fue entonces cuando pensó que había llegado el momento de marcharse.

Llegó a Bilbao con una beca de estudios y un objetivo: cursar un máster para luego regresar. Pero la ciudad lo cautivó. «Al principio fue difícil -confiesa-, pero una vez que haces amigos y logras cierta estabilidad emocional, todo mejora. Sigo extrañando a mi familia, claro, aunque menos. Con el tiempo, te acabas acostumbrando. Activas una especie de mecanismo de defensa para no estar todo el día lamentándote».

Poco a poco, Guillermo empezó a combinar su trabajo en la televisión local con el de una compañía aérea, hasta que decidió dejar los medios de comunicación. «Empecé como auxiliar de tráfico y ahora soy supervisor de facturación», detalla. El paso no resultó sencillo, pues «suponía echar por tierra seis años de carrera», aunque en la actualidad se siente «muy feliz» con el cambio. «Me llevo muy bien con mis compañeros de trabajo, estoy muy a gusto con ellos y el trabajo me encanta», dice.

A propósito de vuelos, la visita de Chávez a España le merece una reflexión: «Quiere limar asperezas y mejorar su imagen internacional, que está muy deteriorada -opina-. Pero no importa lo que haga; todo el mundo sabe ya qué clase de persona es. El día que el Rey lo mandó callar quedó en evidencia lo que hay que aguantar en Venezuela. Fue un momentazo».

24.7.08

El Curueño a contracorriente

«Es el único viaje que me gustaría repetir, aunque sé que no podría», dice Julio Llamazares

Le apasiona recorrer el mundo para poder contarlo después; tanto que, a sus 53 años, Julio Llamazares ha convertido la literatura de viajes en un modo de vida y un destino. Pero, aunque podría elegir cualquier sitio exótico y lejano como eje de la conversación, el escritor leonés propone un recorrido por su tierra que a la vez es una visita al pasado. Se trata de una excursión por el río Curueño -al norte de la provincia- que hizo con dos amigos cuando tenía 26 años y plasmó en un libro casi una década después.

Fue en el verano de 1981 y el viaje duró una semana. «Lo recuerdo con nostalgia. Es la única travesía que me gustaría repetir y sé que no podría porque, desde entonces hasta ahora, han cambiado mucho las cosas». La primera, él mismo, que ya no duerme en pajares, ni en el apeadero de un tren o bajo las estrellas, como hizo aquella vez. «Recuerdo esa sensación de paz y juventud, de libertad absoluta y de sentirme en armonía con el paisaje... Como decía Camilo José Cela, 'los caminos no se andan con las piernas, sino con el corazón'».

En su caso, fue con todo, porque se pasó una semana caminando por la orilla de ese río que «baja rompiendo la montaña en un paisaje espectacular, con desfiladeros y valles». Y con altos contenidos de memoria, pues el Curueño pasa por el pueblo de los abuelos paternos de Llamazares, un lugar al que iba todos los veranos, donde se bañaba de niño y donde también solía pescar. «Por eso hice el viaje a contracorriente, desde la desembocadura hasta donde nace. Remontar el río era una forma de llegar a los orígenes de la memoria, a los recuerdos de mi infancia, y fue maravilloso», confiesa.
Y es que viajar, para él, «no consiste en desplazarse muy lejos en el espacio ni hacer grandes travesías, sino en sentirse en armonía y tocar la felicidad con los dedos». Para ello, entre otras cosas, debe haber un margen de azar. «Hoy en día existe una concepción olímpica del viaje. No hay voluntad de descubrimiento, sino de confirmación de lo que ya conocemos. Nada sorprende porque todo lo hemos visto ya en Internet, porque conocemos de antemano qué vamos a hacer y hasta el pronóstico del tiempo».

De ahí que el azar y la aventura sean, para Llamazares, dos buenos compañeros. «Las cosas se ven distintas cuando vas caminando y llegas a un sitio como forastero. La gente te recibe de otra manera, te cuenta historias. Algo que me gusta mucho de ese viaje por el Curueño es que me permitió escribir un libro testimonial», señala. 'El río del olvido' refleja, de algún modo, «los estertores de un mundo que agonizaba y estaba desapareciendo».

Por eso «quería hacer mi primer viaje literario allí, recogiendo anécdotas y mirándolo todo», explica. Y aunque iba con naturalidad, sin grandes expectativas, Llamazares acabó haciendo un gran descubrimiento: que «los caminos más desconocidos son los que tenemos más cerca del corazón».
«Repetir el viaje de otra persona es una experiencia muy agradable», dice Julio Llamazares, que, además de ser escritor, disfruta mucho con la lectura. Quizá dormir a la intemperie no sea 'plan' para cualquiera, pero sí tomarse el tiempo para disfrutar del paisaje y dejar la elección del hotel a la improvisación o al azar.

18.7.08

El verano de Eduardo Aldán: "Me fascina el Castillo de Butrón"

El actor portugalujo, que en agosto estará en el Euskalduna, nos lleva por sus fantasías de niñez

Al portugalujo Eduardo Aldán lo han definido de muchas maneras. Cuando no le llaman mago, lo señalan como actor, aunque también le dicen cómico, guionista y presentador. En realidad, es todo eso; de ahí que algunos lo rotulen con la palabra ‘polifacético’. Pero el señor de las muchas caras -todas muy guapas, jurarían sus fans- resalta una más que las otras. «Yo soy un niño -confiesa- y tengo el síndrome de Peter Pan. Me gusta la emoción, la sorpresa... Y jugar. Tengo la casa llena de muñecos antiguos, esos de lata, que me parecen preciosos», dice. En su voz hay un punto de humor y otro tanto de nostalgia, dos ingredientes que ha combinado para su más reciente espectáculo, que cosechó miles de aplausos en Madrid y que en agosto presentará en Vizcaya.

‘Espinete no existe’ -que estará en el Euskalduna del 20 al 31 de agosto- es un monólogo nostálgico y canalla sobre nuestra infancia y las cosas que han marcado a varias generaciones. Y lo mismo podría decirse de la excursión que sugiere Eduardo, ya que su elección tiene mucho de niñez, travesuras y magia. «Me crié en Portugalete y todos sus rincones tienen un significado para mí, pero hay dos lugares concretos que me resultan fascinantes: el Castillo de Butrón y el Palacio de Oriol», detalla. Estos dos edificios (uno de origen medieval y otro construido a principios del siglo XX) han sido restaurados y abiertos al público, pero antes, cuando el actor vivía en Vizcaya e iba por la vida en pantaloncillos cortos, estaban abandonados.

«El Castillo de Butrón era genial y todavía hoy es mágico. Al mirarlo, me daba la sensación de que había gente durmiendo allí. Cada vez que iba a ese lugar, la imaginación se ponía en marcha», recuerda. El recinto lo tiene todo para dejar boquiabierto a un niño, incluyendo un denso bosque de robles donde perseguir misteriosas criaturas; aunque también tiene el poder de cautivar a los adultos.

Fortalezas
Sus 45 metros de altura nunca pasan desapercibidos. Desde lejos, orientan al viajero, pues domina un amplio valle en Gatika. Y ya en el lugar, sus sólidos muros de casi cuatro metros de grosor, los colores de la piedra y las torres que parecen cinceladas contra el cielo recuerdan al castillo bávaro de Neuschwanstein mientras refrendan por qué el edificio es una de las fortalezas más destacadas de Vizcaya.

El Palacio de Oriol, en Santurtzi, «era igualito a la mansión de los Monster», compara Eduardo. «Yo lo veía desde casa, con ese aspecto misterioso y fantasmal, y planeaba colarme en él alguna noche con mis amigos. Imagínate lo que era para mí vivir cerca de una casa abandonada con ese toque de película… Además, hasta tenía una hiedra gigante creciendo contra los muros y había perros protegiendo el lugar. Perros sin dueño…», enfatiza con tono de intriga.

Desde 2003, tras una gran restauración, el palacio funciona como hotel. Las reformas acometidas en el edificio le han quitado aquel punto de misterio, pero han potenciado su belleza y la bahía de Abra está a sus pies. Los enclaves que propone Eduardo resaltan el encanto de Vizcaya y son ideales para recorrer con niños. O sin ellos.

Del Puente Colgante al faro

Cuenta Eduardo que en Portugalete, donde hoy funciona el polideportivo, había un depósito de agua enorme, vacío y abandonado. Visto desde lo alto, con su amplia plataforma de cemento, le causaba curiosidad y desconcierto. «Estaba convencido de que era una base extraterrestre; ya sabes… un lugar para el aterrizaje de naves marcianas, ja ja. Fíjate lo que era mi imaginación», relata divertido. Aunque no hace falta llegar a tal punto para sorprenderse con esta localidad vizcaína. Tanto para quienes viven en ella como para los que quieran conocerla, el actor recomienda dar un paseo por el muelle, uno de los puntos que más echa de menos ahora que vive en Madrid.

«Desde la zona del Puente Colgante hasta el faro, el trayecto tiene un encanto especial. Allí está la antigua estación de trenes, la Iglesia de Santa María, el kiosco de música y el Ayuntamiento». En apenas un par de frases, Eduardo Aldán menciona varios sitios de interés turístico y valor histórico, que van desde una estructura declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO hasta un templo gótico renacentista que data del siglo XV y conserva exquisitos retablos y valiosas obras de arte. «Tanto la ría como las zonas verdes son recorridos que nadie debería perderse, incluso cuando llueve. Mira que han pasado años y todavía recuerdo con nitidez el olor de la hierba mojada».

17.7.08

"A casi nadie le importa que estafen a los inmigrantes"

Ousmane Diouf llegó a Bilbao en 2004 con la intención de progresar. Y lo logró. A sus 43 años, este senegalés es dependiente en una de las tiendas más antiguas de la villa. Pero antes de lograr su sueño, vivió una pesadilla amarga: ser víctima de una estafa durante el proceso de regulación.

La detención esta semana de Fulgencio E., acusado de timar a ciudadanos extranjeros ofreciéndoles puestos de trabajo y 'papeles' a cambio de dinero, ha reabierto el debate sobre este tipo de delitos. Y también, algunas heridas. Más allá de la inocencia o culpabilidad del 'dentista de los pobres', como muchos le conocían, lo cierto es que la estafa a inmigrantes que desean regularizar su situación laboral es más frecuente y más próxima de lo que, a priori, se pensaría.

Lo sabe bien Ousmane Diouf, un contable senegalés que, al igual que otros sesenta extranjeros, fue víctima de un fraude durante el proceso de regularización que se llevó a cabo en 2005. «Cuando se abrió ese proceso, contacté con una abogada de aquí. Ella me dijo que un amigo suyo necesitaba empleados para su empresa y que podía darme trabajo. Sólo tenía que pagarle 800 euros para los documentos del contrato, los trámites y las fotocopias... ¡Qué caras las fotocopias!», dice Ousmane con una sonrisa que ha perdido la ingenuidad.

En aquel momento, sin embargo, creyó que la oferta era buena. Había llegado en 2004 con la idea de que todo sería fácil y que encontraría «al día siguiente» un puesto de trabajo normal. En cambio, le tocó buscarse la vida como vendedor ambulante y, frente a ello, la posibilidad de obtener sus 'papeles' bien valía esos euros. «Pagué -dice-. Pero cuando me presenté en las oficinas, me denegaron el permiso de residencia y trabajo. Quise presentar un recurso y así fue que me enteré de que la empresa no existía».

En lugar de resignarse a la burla, Ousmane denunció en Harresiak lo que había sucedido. Y resultó que, como él, más de medio centenar de personas habían sido timadas. La ONG se puso en marcha y, después de tres años de gestiones, logró que la abogada compareciera ante de Audiencia de Vizcaya. En mayo de 2008, Mari Carmen F. G. fue condenada a a dos años de prisión, dos de inhabilitación profesional y a devolver los 800 euros a todos los estafados.

«Ese día lo celebramos porque sentimos que se había hecho justicia -recuerda Ousmane-. Lo triste es que ni los inspectores ni la Policía se esforzaron en investigar. El apoyo de Heldu y Harresiak fue muy imporante, pero la verdad es que a casi nadie le importa que estafen a los inmigrantes», lamenta.

«Bilbao es mi casa»
A pesar de aquel mal trago, Ousmane se reconoce afortunado. «Tuve suerte de conocer a una persona que sabe lo que significa ser extranjero, que me dio trabajo y, también, su amistad. Quiero agradecerle públicamente a Don Francisco de Larracoechea todo lo que ha hecho por mí», manifiesta emocionado.

Han pasado varios años desde que llevaba la contabilidad en una empresa petrolífera y en la compañía de trenes de Senegal. Y, aunque echa de menos a su familia y la gastronomía de Dakar, Ousmane asegura que se siente feliz. «Estoy como en mi país, tengo buenos amigos y Bilbao es mi casa», dice. «Sigo luchando por el éxito y no quiero parar. Mi familia en Senegal es muy grande y debo ayudar a los míos, pero también a los que están aquí, en peor situación que yo. Por eso es importante dar a conocer estas cosas; para que no le ocurran a nadie más». A su juicio, los gobiernos de Europa deberían «implicarse más y ayudar» al continente africano. «Sólo se ven imágenes de pobreza y pateras, pero no hay políticas de desarrollo. No se puede coger oro, diamantes y petróleo y dar la espalda después. Al final, la globalización sólo vale para algunas cosas y acaba siendo lo que es: la esclavitud del siglo XXI».

Las murallas de Palestina

«Sentí que el aire estaba cargado y que podía pasar cualquier cosa»Sentado en su despacho de Sabin Etxea, en Bilbao, Iñigo Urkullu despliega una serie de fotos sobre la mesa. Son imágenes de Palestina, la Franja de Gaza, Ramala y Belén, que ilustran su viaje a Oriente Próximo en 2006, cuando presidía la comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco. «Fui allí con Izaskun Bilbao y otros representantes políticos para analizar in situ el conflicto». Quería comprender el problema de cerca, sin más intermediarios que los muros de cemento, así que la travesía no fue de placer, pero sí de aprendizaje.

Con paciencia de maestro y sin prisa, durante una hora enseña y explica las fotos. Una a una, las instantáneas ceden sitio a los relatos y muestran los contrastes del lugar. Son distintas entre sí, aunque en todas se adivina la tragedia. «Ésta es de cuando fuimos a un hospital en Gaza. Tuvimos suerte de llegar a la ciudad, porque hay controles militares que impiden el paso. En especial, a la población palestina, que vive a diario la arbitrariedad de los puestos fronterizos».

La pregunta, quizá infantil, se antoja inevitable. ¿La vida allí se parece en algo a lo que vemos por televisión? Según él, «es peor», y su respuesta no ofrece dudas. «Desde que aterrizamos en Tel Aviv, los controles eran impresionantes. Llegamos a Ramala a las dos de la mañana y sentí que el aire estaba cargado; que en cualquier momento podía pasar cualquier cosa. Al día siguiente era sábado y, por lo tanto, festivo. Las calles estaban vacías. Cuando salí, sentí que todo el mundo me miraba desde las ventanas, que me observaban ocultos tras las cortinas».

Aquélla era una sensación difícil de constatar. Los controles militares, no. «Fue espeluznante ver cómo un zepelín vigilaba desde lo alto la actividad de los ciudadanos. Y en Gaza... La vida es muy dura en esa ciudad. Por un lado, tiene la mayor densidad de población del planeta y, por otro, la gente se vuelca a las calles, ya que no tiene adónde ir. La salida al mar está vedada y existen varios grupos paramilitares de distintas facciones. La percepción es que estás en una ciudad sin ley en la que cualquiera puede actuar de repente sin que sepas quién es o por qué».

Las murallas que atraviesan la zona también le causaron desconcierto, y no sólo por lo que implican, sino también por la velocidad con la que avanzan. «Imagínate que vives frente a la casa de tus padres y que despiertas un día con el muro en mitad de la calle. Si antes tardabas un minuto en cruzar, ahora tienes que ir hasta el final de la muralla e intentar que los militares te permitan pasar para ver a tu familia. De un día para otro, el muro te parte la vida». La imagen contrasta, sin duda, con la realidad que se vive en Belén. «Es una ciudad pequeñita y la iglesia está gestionada por los franciscanos, aunque allí conviven tres religiones».

El viaje es duro, pero Iñigo Urkullu recomienda conocer Palestina. «Merece la pena recorrer los bazares de Nablus, en el zoco, y la tumba de Yasser Arafat, con su mausoleo, en Ramala», dice. Y, por supuesto, ver los baños turcos, las muestras folclóricas de danza y el particular estilo de vida de los beduinos.

12.7.08

"Fui declarada objetivo militar y tuve que huir de Colombia"

Nunca imaginó que su vida estaría amenazada por las FARC ni que su nombre figuraría en una lista como objetivo militar. Pero así fue. A sus 46 años -y con un hijo de 13-, Olinder Aguilar abandonó su cargo de concejala y se marchó también de Colombia. El asesinato de autoridades municipales y la búsqueda de los guerrilleros para tener un 'ajuste de cuentas' la impulsaron a emigrar.

Olinder recorre las calles para entregar la correspondencia. Desde hace un año es cartera, aunque todavía realiza algunas limpiezas domésticas, como hacía al principio, cuando llegó en 2006. A simple vista, lo único que la diferencia de sus demás compañeras es el color de la piel. Eso y su acento, que desconcierta a más de un vecino. «Dan por hecho que soy africana y les sorprende que hable el idioma tan bien», dice.

Lo que nadie supone, en cambio, es que esta mujer colombiana era concejala municipal en Padilla, igual que lo son Antonio Basagoiti, José María Oleaga e Ibone Bengoetxea en Bilbao. De hecho, ella misma era incapaz de imaginar que reharía su vida en Lamiako con un trabajo totalmente distinto al que tenía en Colombia apenas un par de años atrás. «La ignorancia sobre los conocimientos de los inmigrantes es muy notoria -reflexiona-. Mucha gente cree que por venir de países empobrecidos somos analfabetos, y no es así. Las migraciones tienen diversas causas».

En su caso, fue el miedo. La amenaza era real, y el paso a los hechos, una cuestión de tiempo. «Cuando era concejala de Padilla, mi pueblo, las cosas empezaron a ponerse difíciles. Las FARC comenzaron a asesinar a las autoridades de los municipios vecinos y en el año 2000 emitieron un comunicado en el que exigían nuestra renuncia. Varios alcaldes fueron trasladados a la capital por su seguridad y a mí me tocó sacar a mi hijo del pueblo cuando sólo tenía siete años. Yo confiaba en que todo se calmaría y, aunque hubo un periodo de cierta tranquilidad política, la violencia regresó».

Olinder recuerda que su nombre «empezó a aparecer en unos pasquines donde figuraban las personas a las que querían asesinar», aunque intentaba no hacerles caso. «De lo contrario, te vuelves loco». No obstante, la gerrilla continuó en activo «asesinando a la gente, cobrando rescates y devolviendo cadáveres mutilados». La situación se volvió insostenible cuando un día recibió un aviso de las FARC en el que la citaban para un 'ajuste de cuentas'. «Querían saber cuál era mi posición política y yo sabía que, si asistía a ese lugar, nunca regresaría». Para entonces, su hermana y su cuñado se habían ido del país, también bajo amenazas de muerte, y residían en Euskadi.
Una voz al teléfono
Llegó a Barajas en 2006 solicitando asilo político, igual que hicieron otros 2.238 colombianos ese mismo año. Tras pasar un par de noches en Madrid, viajó a Bilbao, donde se reencontró con su hermana. «Me fui con un hondo dolor en el alma, porque allí quedó mi madre y mi hermano, y porque no tengo posibilidad de regresar. Por momentos, la distancia se hace dura y es difícil asumir la ausencia familiar. Nunca olvidaré algo que dijo mi madre un día, cuando la llamé desde aquí por teléfono. 'Prefiero escuchar la voz de mi hija de lejos a no volver a oírla jamás'». La idea es sobrecogedora.

Como contrapartida, el rescate de Ingrid Betancourt llenó a Olinder de esperanza. «Mi hijo estaba en su habitación, vino de pronto y me dijo: '¡Mamá, liberaron a Ingrid!'. Sentí una emoción tan enorme, tan impresionante, que cuando vi las imágenes me puse a llorar», relata. «Ahora sólo pienso en los que aún están secuestrados y creo que los medios de allí deberían ser más prudentes. Enfatizar que se ha burlado a la guerrilla puede causar represalias en los rehenes», explica la ex concejala, y añade que, del País Vasco, lo primero que le cautivó fue la tranquilidad. «La certidumbre, andar por la calle sin miedo, es primordial y me tiene encantada. El apoyo institucional, social y de las ONG, también. Es fantástico».

11.7.08

El verano de Loquillo: "El santuario de Arantzazu es mágico"

Este roquero, idolatrado por una generación, elige este místico rincón de Oñati para su escapada vasca

De pie frente al santuario de Arantzazu, con la mirada puesta en su fachada y los catorce apóstoles esculpidos por Oteiza, Loquillo se queda en silencio, esboza una sonrisa y suelta: «Es evidente que este lugar es mágico. Está cargado de fuerza». Cuesta pensar que el músico catalán, idolatrado por más de una generación y referente del rock hispano, haya elegido este místico enclave de Oñati como uno de sus favoritos, pero ahí está. ¿Qué hace un chico como tú en un sitio como este?, dan ganas de preguntarle, aunque antes de poder hacerlo, Loquillo confiesa que siempre ha tenido «un punto muy cristiano» y que la gente como él debe utilizar su imagen para dar a conocer otras cosas.

El recorrido por el santuario comienza justo en las puertas; unas hojas imponentes de hierro, obra del escultor Eduardo Chillida. Además de ser un sitio de culto, recogimiento y oración, el edificio en sí mismo es una joya del arte contemporáneo vasco y de la arquitectura eclesiástica más vanguardista. La genialidad de Oteiza, Chillida, Néstor Basterretxea y Lucio Muñoz se aferra decidida en distintos puntos de esta construcción, que fue diseñada por los arquitectos Sáenz de Oiza y Luis Laorga tras presentarse a un concurso de ideas propuesto por los curas en 1950. Querían renovar la imagen del templo, así que, de los catorce proyectos que hubo, ganó el menos ortodoxo de todos.

La Sixtina del siglo XX
«Me impresionan los franciscanos y su visión de futuro. Es increíble que ya entonces sintieran la necesidad de crecer y avanzar», reflexiona el cantante en el interior de la basílica, donde la luz es tenue, natural, y se cuela fragmentada por unas cristaleras de corte abstracto. Frente a él, en la nave central del templo, se yergue el ábside; una superficie de madera tallada y pintada que ocupa 600 metros cuadrados y que ha sido calificada como la Capilla Sixtina del siglo XX. Incluso para un hombre cuya estatura es tan sobresaliente como su voz, resulta difícil no sentirse un «hombre pequeño» en ese lugar. «No se puede transmitir con palabras todas las cosas que me dice este sitio. Para sentirlo hay que experimentarlo», aconseja.

Pero el santuario también impacta cuando se le mira desde fuera, tras recorrer un sendero arbolado donde el aire huele a campo y sólo se escuchan los cencerros de las ovejas. «Mira eso -dice de pronto-. El edificio está hundido en la roca y, a la vez, surge de ella. El que pensó en construir esto aquí, justo al borde de un abismo, es un maestro». Acompañado por su mujer -la cineasta Susana Koska- y por su viejo amigo Jonan Fernández -director del Centro por la Paz Baketik-, Loquillo continúa caminando por la zona hasta llegar, justamente, a la sede de esa fundación. «Me gusta este lugar y lo que hacen en él. Es un trabajo muy valioso», señala.

La silueta del artista se recorta contra un inmenso ventanal. Al otro lado del cristal, el abismo y la montaña. «Me parece alucinante el cruce de caminos que se produce aquí. Este es un sitio donde ocurren cosas y se dan pasos para resolver conflictos, y eso se siente, se nota. Es importante que la gente joven lo conozca y entienda lo que significa», dice Loquillo, quien también se permite imaginar cómo sería dar un concierto en las inmediaciones del templo. «¿Te imaginas?», pregunta divertido. Aunque el plan es bastante improbable, seguro no habría vecinos molestos, pues el único marco de la basílica son las sierras de Elguea, Aitzkorri y Aloña.

El mejor ángulo para verlas está a unos pasos del edificio de Baketik, en el mismo complejo. Se trata de El Misterio, un pequeño refugio para la meditación donde no hay símbolos religiosos, sino un ambiente de tranquilidad con unas vistas increíbles. «Es una suerte poder ver todo esto», concluye el músico.

Recomendaciones
  • Cómo llegar
    Oñati está a una hora de Bilbao, San Sebastián y Vitoria. La carretera que conduce al pueblo desde la autopista es la GI-627. Una vez allí, hay que coger la ruta GI-3591 y tomarse el ascenso con calma, ya que la carretera es estrecha y sube, en apenas 10 kilómetros, más de 700 metros de desnivel.

  • Dónde dormir
    El santuario posee su propia hospedería (
    acceder a su web), aunque hay muchas alternativas en la zona sin necesidad de bajar hasta Oñati. T 943781313

  • Dónde comer
    Hay varios restaurantes y mesones en el complejo monástico, donde la comida es muy sabrosa y casera. El Sindika queda justo detrás de la basílica, al final de un camino con varios paradores. Si comes allí, pregunta por Pili.

  • Qué comprar
    Entre los distintos edificios del conjunto, hay una pequeña tienda de recuerdos y productos típicos de caserío. Desde queso Idiazabal hasta objetos religiosos, la oferta es variada y sabrosa.

Los buzones de las viviendas

Una taquilla en mal estado, colocada en un sitio inadecuado o no identificada debidamente puede impedir que las cartas lleguen

Los buzones para el correo son elementos tan cotidianos que, muchas veces, pasan desapercibidos. A grandes rasgos, cada vivienda posee uno y hasta los niños más pequeños saben que se trata de esas cajas donde se recibe la correspondencia. Cuando el servicio postal funciona correctamente, nadie repara en ellos, pero si las cartas no llegan a casa, entonces cobran protagonismo. Basta con preguntarse por qué el buzón está siempre vacío para descubrir que, a pesar de su reducido tamaño, las taquillas de correos son capaces de albergar una enorme y compleja normativa legal que regula su eficiencia. En efecto, los servicios de Correos están pautados por extensos decretos que contemplan detalles tan sorprendentes como la ubicación de las viviendas, la tipología de los edificios, la densidad de población o el volumen de correspondencia que recibe una comunidad. Asimismo, el mal estado de un buzón, su incorrecta identificación o un descuido del promotor -en el caso de las nuevas urbanizaciones- son motivo suficiente para que el cartero no entregue los sobres.

Hasta hace diez años, el marco que regulaba la actividad postal en España era una ordenanza aprobada en 1960. No obstante, como es obvio y asume la legislación actual, la realidad española ha cambiado "extraordinariamente" desde esa fecha hasta hoy. Por ello, en julio de 1998 se aprobó la Ley del Servicio Postal Universal y de Liberalización de los Servicios Postales, un documento que destaca la importancia de Correos para el desarrollo económico, social y comercial del país, y que también reconoce el derecho de que todos puedan acceder a las comunicaciones postales a un precio asequible. A su vez, en diciembre del año siguiente se publicó un segundo documento -el Real Decreto 1829/1999- que recoge directrices más concretas para llevar a la práctica lo que establece la ley en vigor y, también, las recomendaciones del Parlamento Europeo. Aunque estos textos son públicos y están a disposición de quien lo desee en el Ministerio de Fomento, lo cierto es que pocas personas se aventuran a leerlos. Su extensión y su lenguaje técnico disuaden al lector más entusiasta a pesar de que contengan las respuestas a muchas dudas habituales. La consulta a diversas empresas que comercializan buzones y al personal de Correos ayuda a despejarlas.

¿A quién pertenece el buzón?
Los buzones amarillos que se encuentran en las aceras son de uso público, pertenecen al Estado y su mantenimiento depende de Correos. Los que se ubican en las viviendas, sin embargo, pertenecen a quienes residen en el domicilio. La compra de estos buzones y su posterior mantenimiento es responsabilidad de sus propietarios, quienes deben encargarse de que no tengan desperfectos. La normativa postal especifica que los buzones domiciliarios "deberán reunir las características necesarias que garanticen la propiedad, el secreto y la inviolabilidad de los envíos postales". Es decir, que las cartas que allí se depositan no estén al alcance de cualquiera. Por lo tanto, el mal estado de los buzones sí es motivo suficiente para que no se deje en ellos la correspondencia. En ese caso, los envíos se entregarán en la oficina de Correos más próxima.

La protección de las cartas es fundamental para el servicio postal, pero también lo es para los ciudadanos cuando tienen que comprar una taquilla. De hecho, "la seguridad es lo que más preocupa", según señalan varias empresas fabricantes de buzones. Una de ellas, radicada en Barcelona, ha constatado que esta inquietud azota con más frecuencia a los vecinos de urbanizaciones alejadas o chalés, quienes se sienten más desprotegidos ante los ataques vandálicos. Por esa razón, los comerciales siempre aconsejan ubicar los buzones en la entrada de la vivienda o en zonas bien iluminadas y con el máximo tránsito posible. Desde Correos añaden que deben empotrarse o fijarse en una pared para que no puedan ser trasladados de lugar, aunque también señalan que deben estar en un lugar de fácil acceso (por ejemplo, que no haya que subir escaleras para llegar a ellos) y a una altura que permita su cómoda utilización.

¿Es necesario registrar el buzón en Correos?
La pregunta puede parecer absurda para quienes llevan años viviendo en un mismo lugar o quienes deciden mudarse a un piso de segunda mano, donde el reparto de la correspondencia es casi una cuestión de hecho. No obstante, la perspectiva cambia bastante cuando una persona se muda a una nueva urbanización o desea, por ejemplo, comprar un terreno propio y construir en él su vivienda. Según la Ley de Edificación, toda vivienda, para conseguir la licencia de ocupación, "debe disponer de las instalaciones necesarias para recibir el servicio postal". Es decir, un buzón. Asimismo, para que la vivienda sea considerada "domicilio" debe estar en una vía pública debidamente identificada y con el número de finca asignado por el Ayuntamiento de la localidad.

De este modo, en el caso de viviendas unifamiliares, el buzón debe estar situado de tal forma que permita el depósito de los envíos desde la vía pública. En él tienen que figurar el nombre de la calle y el número, junto a otros datos importantes, como el nombre de la urbanización o el polígono y el número de la parcela. También es conveniente -aunque no obligatorio- que se detallen los nombres y apellidos de los residentes en la vivienda o la denominación social, si se trata de una empresa. Una vez que se cumplan estos requisitos, el propietario debe ponerse en contacto con la unidad de reparto que le corresponde y solicitar el servicio postal. En caso de no saber qué unidad es la que le pertenece, puede preguntarlo en la oficina de Correos más próxima. Finalmente, tras cursar la solicitud, un responsable de Correos visitará la vivienda para comprobar que el buzón está correctamente situado e identificado. Como señala Alicia Sastre, coordinadora de comunicación externa de Correos, lo habitual es que, si está todo en orden, se comience a depositar la correspondencia en el buzón de la vivienda.

El apartado de Correos

Ya sea para preservar la intimidad o para agilizar la recepción de los sobres, hay personas y empresas que deciden contratar un apartado postal que les permita gestionar su correspondencia. A diferencia de los buzones domiciliarios, lo apartados están ubicados en el interior de las oficinas de Correos y sólo se puede acceder a ellos en horario de oficina. La ventaja es que se pueden recoger las cartas antes del horario de reparto a domicilio y que se puede recibir la correspondencia en la localidad que la persona elija, aunque no tenga domicilio en ella ni resida en dicho municipio.

No obstante, el apartado postal es de pago. Se puede contratar trimestral o anualmente, y su precio varía en función de la cantidad de titulares, la duración del contrato y la zona del país. Por ejemplo, la suscripción anual en la Península y Baleares cuesta 59,50 euros, mientras que en Ceuta, Melilla y Canarias ronda los 53 euros. A su vez, hay que tener en cuenta que sólo se admite un máximo de cinco titulares y que habrá que pagar un plus por cada uno de ellos.

Las nuevas urbanizaciones

El trámite para registrar un domicilio y su buzón es responsabilidad del propietario, pero, ¿qué pasa con las urbanizaciones nuevas donde conviven varias familias? ¿Debe ir a registrarse cada vecino por su cuenta o tiene que hacerlo el presidente de la comunidad? En realidad, ni una cosa ni la otra. Los responsables de la colocación de los buzones en una urbanización de nueva construcción son los promotores, según explica Sastre. Ellos deben indicar a los constructores dónde colocarlos y son también responsables de que la urbanización cumpla lo que exige la Ley de Edificación en cuanto a disponer de las instalaciones necesarias para recibir los servicios postales.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que la ubicación de las taquillas está sujeta a la modalidad de reparto que corresponda a ese conjunto de vecinos. Para los bloques de viviendas -o propiedad horizontal- deben colocarse tantos buzones como viviendas y locales haya, más otro receptáculo señalizado con el número 1, que habitualmente se conoce como "el buzón del cartero" y se reserva para las devoluciones de envíos. El reglamento también señala que los buzones deberán estar numerados, a partir del 2, de manera correlativa, contando de izquierda a derecha y de arriba abajo, ordenados por pisos y puertas. Si se puede añadir el nombre completo de los propietarios, mejor.

En los "entornos especiales" -por ejemplo, una urbanización de viviendas unifamiliares con un único número de Policía y sin identificación individualizada-, el reparto se hace a través de los llamados "buzones concentrados" o "casilleros pluridomiciliarios". En otras palabras, una batería de buzones que no está junto a la puerta de una única vivienda, sino en la entrada de la urbanización o en un punto cercano a su vía de acceso. Este detalle es de suma importancia, pues a veces las viviendas se encuentran dispersas entre sí o situadas en lugares remotos y de difícil acceso. Así, aunque cada casa tenga su buzón, la correspondencia no llegará. Por eso es fundamental que los vecinos se pongan de acuerdo en comprar un "buzón concentrado" y colocarlo con el asesoramiento del personal de Correos, que les indicará cuál es la zona más adecuada para situarlo.

¿Qué son los entornos especiales?
Toda regla tiene su excepción y la Ley de Correos, también. No todo el mundo reside en zonas urbanas o en municipios con igual cantidad de población. El tipo de vivienda, su ubicación y su registro, así como las condiciones del clima y geográficas, pueden ocasionar que la recepción de la correspondencia sea diferente en un sitio u otro. Para regular estas excepciones se redactó el artículo 37 del Real Decreto, que establece con detalle lo que se entiende por "entornos especiales" y cómo ha de funcionar el servicio postal en esos casos.

En las viviendas aisladas o situadas en entornos diseminados que se encuentren a más de 250 metros de la vía pública, el reparto se realiza mediante buzones ubicados al paso, o en un punto de aproximación entre esas viviendas y la vía de circulación. En los lugares de gran desarrollo de construcción y mínima densidad de población, las cartas se dejan en buzones "pluridomiciliarios", pero para ello deben producirse al menos dos de estos supuestos:
  • Que el número de habitantes censados sea igual o inferior a 25 por hectárea.

  • Que el número de viviendas o locales sea igual o inferior a 10 por hectárea.

  • Que el volumen de envíos ordinarios en el entorno no exceda, en promedio, los cinco a la semana por cada domicilio.
Si no se produce ninguna de estas condiciones, Correos reparte la correspondencia (de manera provisional y por un plazo máximo de dos años) igual que lo hace en entornos similares de la zona. Paralelamente, y a fin de establecer las zonas en que reparte cada cartero, se estudian las características de los municipios en función de dos variables: la tipología de los edificios y el número de envíos. A modo de ejemplo, Alicia Sastre señala que en una población con edificaciones muy dispersas, donde corresponda hacer reparto a domicilio, tal vez se determine asignar más personal porque una sola persona no podrá cubrir toda el área aunque el número de envíos no sea muy alto. En cualquier caso -según agrega-, estos criterios se aplican teniendo en cuenta las circunstancias concretas de cada localidad.

Otros entornos especiales son, por ejemplo, los mercados, centros comerciales y de servicios, los conjuntos residenciales de viviendas unifamiliares con un único número de Policía y las áreas industriales cuyas naves tengan, asimismo, un único número de Policía y no posean identificación oficial individualizada de cada una de ellas.

En todos estos casos y, al menos en principio, Correos garantiza el reparto de la correspondencia en las condiciones normales; es decir, todos los días laborables y cinco días a la semana. No obstante, a veces pueden producirse condiciones geográficas excepcionales que afecten esta regularidad, como situaciones climatológicas extremas, cortes en las vías de comunicación o circunstancias que pongan en peligro la seguridad de los carteros. Si ocurriera alguna de estas contingencias, el operador encargado de la zona deberá ponerlo en conocimiento de las autoridades para que éstas establezcan una manera de facilitar la entrega de cartas.

10.7.08

La inocencia de Birmania

«El paisaje humano es tan sorprendente y distinto que el exótico era yo», dice el chef Andoni Aduriz

Su trabajo le ha llevado a conocer muchos rincones del planeta pero, a la hora de quedarse con uno, Andoni Aduriz elige Birmania. «Conocí el país con mi chica en diciembre de 2006 y estuvimos allí veinte días», dice, aunque su viaje empezó mucho antes con un libro de Daniel Manson. «Cuando te tomas en serio los viajes, debes formarte antes de hacerlos. Leer te brinda un contexto y te permite interpretar mejor lo que ves», opina el chef donostiarra.

Tras recorrer las páginas de 'El afinador de pianos' y los capítulos de 'Cartas desde Birmania' de Aung San Suu Kyi, Andoni hizo lo propio con los casi diez mil kilómetros que separan San Sebastián de Rangún, la ciudad que hasta 2005 fue la capital birmana. No obstante, ningún libro le advirtió sobre el «particular y obsesivo» manejo del dinero que hay allí. «Tienes que llevarlo en metálico porque no hay cajeros y sólamente aceptan dólares que estén nuevos e impecables», señala.

Lo descubrió nada más llegar, en la oficina de migraciones del aeropuerto, donde casi le niegan el visado por no tener billetes así. «Estuve un buen rato en un tira y afloja con la Policía hasta que, al final, nos dejaron pasar», relata. El episodio, que podría haber sido tan sólo una anécdota, era en cambio una muestra clara de las barreras invisibles que protegen al país. Una vez dentro, todo cambia; «el tiempo se ralentiza».

«El paisaje humano es de una candidez sorprendente y las personas tienen una inocencia que impresiona. Birmania, en general, es un sitio espiritual donde la fe budista se palpa y se practica. Uno está acostumbrado a los lugares preparados para el turismo, a la vorágine de las excursiones y a ver el subdesarrollo desde el coche con aire acondicionado, pero allí nada de eso existe. La gente es tan pobre como feliz y su cultura es tan distinta a la nuestra que somos nosotros los raros».

«En Birmania, el exótico era yo», enfatiza el cocinero, y lo ilustra con una escena. «Uno de los días presenciamos una boda. Me acerqué para ver mejor pero, entonces, ellos también me vieron y sintieron curiosidad por mí. ¡Los novios pararon la ceremonia porque se querían hacer fotos conmigo!», desvela Andoni entre risas. «Otro día fui a un templo donde hacían ofrendas, quise comprar incienso y no pude; me lo regalaban. La gente es muy generosa y eso te hace pensar. Creo que viajar es el mejor modo de contrastarte».

También es la manera de ver paisajes curiosos, como unas huertas flotantes hechas con algas, o de vivir instantes «irrepetibles y únicos», como una procesión budista. «Terminaba al atardecer, en una especie de canto rodado gigante que hacía equilibrio sobre una roca. Llegué allí y de pronto me vi rodeado por cinco mil tíos que igual habían atravesado el país para ir, pasar la noche a la intemperie y rezar arrodillados. Esa es una de las cosas más bonitas que he visto en la vida. Te sientes partícipe de algo especial y la experiencia te sobrecoge».

«En Rangún existe una cadena de restaurantes ('El Elefante Verde') donde sirven comida típica sencilla pero sabrosa y a un precio muy asequible», dice el chef. «Recomiendo los pueblos que están junto a los ríos, donde se cocina con salsa de soja, pescado y escorpiones macerados». ¿Algún consejo más? «Sí, llevar dinero en metálico».

5.7.08

"La final hoy del 'mundialito' en San Mamés es más que deporte"

De joven fue corredor y atleta profesional, miembro de la Selección Nacional de Chile. Aquí, en Euskadi, donde reside desde hace treinta años, no ha perdido su pasión por el deporte. Profesor de Educación Física y getxotarra de adopción, Lucho es responsable del 'mundialito' de fútbol de extranjeros, cuya final se jugará hoy.

'La Catedral' rojiblanca se convertirá hoy en un punto de encuentro cultural y será más internacional que nunca. Allí, en el campo de San Mamés, se celebrará la final del III Mundialito BBK, un torneo futbolístico en el que han participado 24 equipos de inmigrantes procedentes de Latinoamérica y África, más una selección de Euskadi formada por jugadores de equipos de Leioa, el municipio donde se han disputado las fases eliminatorias.

La cita (Brasil-Bolivia) es el colofón de un campeonato que comenzó en el mes de mayo y que ha concitado la atención de los ciudadanos extranjeros pero, también, de las instituciones locales. Entre ellas, la BBK, el Athletic Club de Bilbao y la Asociación Multicultural de Lamiako (ASMUL). «Nada de esto hubiera sido posible sin ellos», dice Lucho agradecido, sin ocultar su ilusión. La alegría es comprensible y, en su caso, tiene tres causas: ser extranjero, ser deportista y haber dedicado su tiempo a este proyecto desde el inicio, en 2005, cuando las citas todavía eran encuentros domésticos.

«La final en San Mamés es el resultado de mucho trabajo y esfuerzo. Empezamos a preparar el torneo en noviembre y entre todos hemos conseguido un cierre por todo lo alto, con trofeo, medallas y varias muestras culturales de los países que han participado», señala. «Además, le haremos un homenaje a las mujeres que también juegan al fútbol y que han formado un equipo que se llama 'Eurolatinas'», desvela.

Su afición por el deporte no es nueva. En Chile, su país natal, Lucho era corredor de fondo y competía en la Selección Nacional; una actividad que compaginaba con sus estudios universitarios de Educación Física y Medicina Deportiva. A su vez, «tenía una beca del Club de los Franceses y corría para ellos a cambio de trabajo. Todo eso me gustaba -relata-, pero me quedaba un poco justo. Yo quería mejorar mi vida, realizarme y formar una familia». La dictadura de Pinochet y una charla con un amigo suyo de Madrid le dieron el impulso final. «Mi amigo me dijo: 'Vete a España, que todo va a cambiar y volverá la democracia. Aquello está mal, pero mejorará. Y si no lo hace, no será peor que esto'. Mi amigo tenía razón y, aunque sólo he ido tres veces a Chile desde entonces, siempre lo visito para agradecerle el consejo».

En la piel de los otros
El recibimiento en Euskadi fue bueno. «Todo el mundo me decía que tenía suerte de haberme escapado. La verdad, me resultó muy fácil integrarme aquí y tender lazos de amistad. Además, también corrí para el Getxo y eso me abrió las puertas, porque en el club me ayudaron a conseguir los papeles», recuerda. Treinta años después, Lucho se siente completamente adaptado. «Soy chileno y no reniego de serlo pero, a medida que pasa el tiempo, te vas metiendo en la piel de los otros y acabas pensando como uno más. Es un proceso y a veces cuesta, pero a la larga te termina pasando sin que te des cuenta», señala.

Su contacto con el fútbol, sin embargo, empezó en España y de la mano del entrenador Vicente Cantatore, que había venido a trabajar con el Real Valladolid y le ofreció acompañarle durante una pre temporada. «Para mí fue una experiencia de oro -asegura-. Allí aprendí todo lo que sé sobre este deporte y es justamente eso lo que aplico ahora, a nivel amateur, con los equipos del mundialito».

La entrada al evento de hoy, o, que combinará deporte, cultura y ocio, es totalmente gratuita. Para asistir a la final en San Mamés, basta con recoger las invitaciones (hasta ocho por persona) en los cajeros multiservicio de la BBK.

4.7.08

Alargar la edad de jubilación

La jubilación temprana dificulta un sistema sostenible de Seguridad Social e implica desaprovechar conocimientos y recursos humanos

Desde enero de 2008, es posible retrasar la edad de jubilación, pero la nueva normativa contrasta con las jubilaciones forzosas, demasiado tempranas, que afectan a la sostenibilidad de la Seguridad Social además de suponer un desaprovechamiento de conocimientos y recursos humanos. Los expertos señalan las contradicciones del sistema, y los pensionistas reclaman su derecho mantenerse activos y a participar en las mesas de debate.

La vejez rejuvenece con el paso de los años, y no es un juego de palabras, sino una realidad demográfica. En las últimas décadas, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente en Europa, donde ya supera el umbral de los 82 años para las mujeres y 76 para los hombres en países como Bélgica, Suiza y España. Y no sólo se vive más tiempo; también se vive mejor. Los avances médicos, la oferta cultural y el mayor poder adquisitivo inciden directamente en que las personas mayores estén más activas, más sanas y más vitales que nunca.

Esto supone un desafío para el conjunto de la sociedad. La razón es simple: cuando la población de un país amplía sus perspectivas de vida, los tiempos se descomprimen y cambia el concepto de la edad. No hace falta observar lo que sucede en países subdesarrollados para darse cuenta de ello; basta con pensar cómo, de un tiempo a esta parte, la adolescencia, la juventud y la ancianidad se han "movido" de su edad tradicional.

En 1950, por ejemplo, una persona de 30 años era un adulto consumado, mientras que a otra de 60 se la consideraba ya anciana. La realidad actual es distinta, pues hay muchos "jóvenes" de 30 que todavía viven con sus padres y el rótulo de "tercera edad" no se imprime hasta pasados los 65. Si las perspectivas vitales aumentan, es lógico que el momento para hacer determinadas cosas -como casarse, tener hijos, comprar una casa o jubilarse- tienda a retrasarse en el tiempo.

El cambio, visible y palpable, ha obligado a revisar algunas cuestiones relacionadas con las etapas de la vida y, puntualmente, con la Seguridad Social. Desde el año 2004, Europa se ha centrado en desarrollar políticas de envejecimiento activo, ya que existe un volumen creciente de personas mayores totalmente saludables y capaces de seguir contribuyendo con sus conocimientos y su actividad laboral al sistema de pensiones del país en el que residen.

España -que según el INE se coloca en el tercer puesto de Europa en esperanza de vida- no es ajena a esa tendencia. De ahí que el pasado mes de noviembre el Congreso de los Diputados aprobara una Ley de reforma de la Seguridad Social. Esta nueva normativa, que entró en vigor en enero de 2008, incorpora varias enmiendas a la que regía anteriormente; entre ellas, que los trabajadores pueden jubilarse con más de 65 años si así lo desean. Y, para fomentar esta vía, introduce beneficios económicos importantes, como que por cada año adicional de trabajo, la pensión se incremente en un 2%, o un 3% si se acreditan más de 40 años cotizados hasta los 70 años.

Sostenibilidad de la Seguridad Social

Además de una innegable razón económica, bajo esta Ley subyacen aspectos sociales de gran envergadura. En efecto, la mayor esperanza de vida asociada a una jubilación temprana dificulta un sistema sostenible de Seguridad Social, pero también, significa un desaprovechamiento de conocimientos y recursos humanos. La jubilación es uno de los momentos de crisis más importantes del ser humano, como explica Luis Martín Pindado, presidente nacional de la Unión de Pensionistas (UDP), quien señala que desde las asociaciones se intenta ofrecer un abanico de posibilidades para que este período vital sea enriquecedor para la persona y productivo para la sociedad. Aprovechar el potencial que tienen los jubilados, cada vez más saludables y mejor formados, es el mayor reto al que se enfrentan las sociedades avanzadas. "Sacar el máximo rendimiento a ese potencial es responsabilidad de todos", apostilla.

Sus palabras sintetizan el eje de la cuestión. Las condiciones físicas y mentales de las personas de 65 años han variado mucho desde que se creó el sistema de Seguridad Social. Sin embargo, y más allá de la reciente reforma, algunos mecanismos de este sistema no se han acompasado a ese cambio. La edad estándar de jubilación se estableció en 1919, y hoy en día, casi un siglo después, continúa siendo la misma. Para el presidente de la UDP parece lógico que se amplíe, al menos de forma voluntaria y en los sectores de actividad que así lo permitan.

En su opinión, es evidente que los sectores con un importante desgaste físico deben ser tenidos en cuenta, pero no hay motivo que impida a un profesor, un médico o un científico continuar trabajando hasta los 70 años o más si sus condiciones se lo permiten y ellos lo desean. Incluso, según añade, sería deseable que siguieran trabajando, ajustando los horarios con las generaciones más jóvenes que les sustituirán, de modo que puedan transmitirles su experiencia profesional. Pero, ¿sucede de este modo?

Reposición desigual

Las estadísticas demuestran que los puestos que quedan vacantes tras la jubilación de una persona mayor no se vuelven a cubrir con jóvenes en relación de uno a uno. Es decir, que tras el cese de actividad de cinco empleados, por ejemplo, no se suele contratar a otros cinco para cubrir sus puestos, según explica Yolanda Sánchez-Urán, catedrática de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en la Universidad Complutense de Madrid. No hay un reemplazo equivalente de esa mano de obra y, si lo hay, no es en las mismas condiciones salariales. La mayoría de las empresas aprovechan las jubilaciones para reestructurar sus plantillas y reducir sus costes, indica la catedrática.

El asunto no es menor, sobre todo cuando entra en juego otra variable importante: las jubilaciones forzosas. Sánchez-Urán, especializada en el estudio de la ampliación de la vida laboral y que se encuentra preparando un informe sobre el tema para el Consejo Económico y Social (CES), señala que los distintos estudios realizados en el marco de la Unión Europea evidencian que se producen dos fenómenos contrapuestos. Por un lado, la población está envejeciendo y su vejez es cada vez más activa. Por otro, abandona sus puestos de trabajo con 52 ó 53 años. Al principio, dice la experta, estos ceses son temporales, pero lo cierto es que los trabajadores no se reinsertan en la vida laboral; ni en el mismo puesto, ni en otro.

Dos corrientes superpuestas

Las jubilaciones forzosas, sumadas a la precariedad laboral de los jóvenes, conllevan inconvenientes muy serios. A largo plazo, hacen peligrar todo el sistema de Seguridad Social, pues se crea un amplio colectivo de personas que, además de no aportar beneficios al Estado, cobra mes a mes una pensión durante décadas. Si alguien cesa en su actividad a los 55 años, pero vive hasta los 85, el resultado son treinta años de gastos públicos que no se compensan con las aportaciones de los jóvenes trabajadores. En resumidas cuentas, se genera un déficit. Lógicamente, la jubilación es un derecho, pero cuando se produce de manera forzosa recorta la pensión del empleado. Éste es el problema a corto plazo.

En España este problema es bien conocido. En los últimos años, como indica el presidente de la UDP, se han desarrollado importantes Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) en nuestro país que han puesto fuera del mercado a cientos de miles de trabajadores cualificados, experimentados y en perfectas condiciones físicas y mentales para el desempeño de su trabajo. Se ha expulsado del mercado laboral a estos trabajadores, menores de 55 años, y se les ha penalizado hasta con el 40% de su pensión. Por ello, según Luis Martín Pindado, antes de prolongar la vida laboral se debería penalizar gravemente a las empresas que realizan estas prejubilaciones en su mayor parte forzosas.

Hubo un intento de hacerlo en 2001, cuando se adoptaron dos medidas desde el punto de vista jurídico, matiza Sánchez-Urán. Ese año, siguiendo la política de envejecimiento activo, se derogó la disposición adicional décima del Estatuto de los Trabajadores, que era la que permitía realizar jubilaciones forzosas. Simultáneamente, se intentó favorecer la jubilación postergada con unos beneficios económicos para el empresario y el trabajador.

Durante cuatro años, no fue posible en España pactar estas prejubilaciones, hasta que en 2005 se dio un paso atrás y se reestableció la medida, a petición de las empresas y de los propios sindicatos. La situación actual es una cortapisa, según enfatiza la catedrática, ya que ahora mismo se quiere favorecer una jubilación postergada pero se mantiene la posibilidad de pactar jubilaciones forzosas. Es más, si la empresa tiene establecida esta vía en su convenio, puede aplicarla y el trabajador no tiene nada que decir.

Renovar la política de empleo

Así las cosas, y con la nueva normativa de Seguridad Social en vigor, retrasar la edad de jubilación es una posibilidad legal, pero no necesariamente realista. En ese sentido, se avanzó mucho hasta 2005, pero la vuelta atrás deja en evidencia que hay una política de rejuvenecimiento de plantilla muy fuerte y que, por encima del aprovechamiento del potencial de los mayores, prevalece un tema de costes. A su juicio, es necesario ampliar la edad de jubilación progresivamente, teniendo en cuenta las especificidades de cada sector de actividad y cada profesión.

La política de empleo actual es la misma que en la década de los 80, cuando el colectivo prioritario era el de los jóvenes, ya que la población activa no estaba envejecida aún, indica. En aquel contexto, los contratos temporales de fomento del empleo tenía sentido. Ahora, sin embargo, la política de empleo tiene otras connotaciones, pues no son sólo los jóvenes quienes deben trabajar. El desafío pasa por conjugar esos dos elementos fundamentales, según opina.

Para Luis Martín Pindado, además de recuperar a los mayores que están inactivos, se les debería permitir participar en el diseño de las nuevas políticas. Como añade, desde hace varios años diversos organismos nacionales e internacionales alertan sobre la necesidad de modificar nuestro sistema de Seguridad Social. Para eso se crearon en 1995 unas mesas de negociación, conocidas como los Pactos de Toledo.

Los miembros de UDP reclaman desde entonces que los representantes de los mayores estén presentes en las negociaciones, junto a la Administración, la patronal y los sindicatos, pero aún no se ha conseguido. En esa misma línea, señala que la nueva normativa le parece "justa pero insuficiente", y sugiere que debe hacerse un esfuerzo para implementar nuevas fórmulas que permitan a los jubilados participar en el mercado laboral sin menoscabo de seguir recibiendo su pensión. De ese modo, podrían seguir contribuyendo al sistema y generando riqueza a la vez que complementarían unas pensiones que están muy por debajo de la media europea.

Reducción del poder adquisitivo

Porque jubilarse, además de significar un cambio de rol ante la sociedad, implica otras transformaciones más intimas. La dinámica familiar, el manejo del tiempo libre y la sensación de estar activo o ser útil se ven completamente trastocadas y no todo el mundo asume ese nuevo estado con facilidad. Una primera lectura permitiría pensar que el cese de la actividad laboral es una oportunidad de oro para disfrutar de la vida y, por supuesto, sí hay personas que lo viven de esa manera. No obstante, lo usual es atravesar una "crisis" o, al menos, un período de reflexión acerca de las cosas que se han hecho hasta el momento y, más que eso, de las que se harán tras el último día de trabajo.

La economía no es ajena a este proceso, pues la jubilación casi siempre supone una merma del poder adquisitivo y, con él, una disminución de posibilidades. Existe un método bastante sencillo de calcular el monto de la pensión. A grandes rasgos, se deben sumar los sueldos de los últimos quince años trabajados y dividirlos por 200. El resultado, conocido como base reguladora, se conjuga con la cantidad de años que se ha aportado a la Seguridad Social. Por ejemplo, si una persona ha cobrado 1.000 euros durante los últimos quince años, el resultado, dividido entre 200, da una base reguladora de 900 euros. Si ha aportado durante 35 años, los cobrará íntegros, pero si sus aportaciones no han sido tan dilatadas en el tiempo, cobrará menos.

Para tener derecho a una pensión, la cantidad mínima de años trabajados son quince. En este supuesto, la persona cobrará una jubilación del 50% de su base reguladora. Continuando con el ejemplo, cobraría 450 euros al mes. A partir de los 15 años de aportaciones, y hasta los 25, cada año adicional aumenta la pensión en un 3% más. De allí en adelante, el aumento es del 2% anual.
Este cálculo evidencia, por un lado, la importancia de las jubilaciones postergadas, ya que sirven para mejorar las pensiones, sobre todo las de aquellas personas que han aportado pocos años a la Seguridad Social o que han comenzado una vida laboral tardía. Por otra parte, deja muy claro que, aun teniendo la máxima antigüedad, siempre se cobra un poco menos de lo que se ganaba con la nómina. De ahí el éxito de los planes de pensiones, tanto los que se contratan de forma particular como los que se pactan en los convenios laborales.