15.5.07

"Los amores vienen y van"

Sara Montiel recibió ayer encantada el Homenaje a Toda una Vida. «La mía ha sido maravillosa», proclama

María Antonia Abad, más conocida como Sara Montiel, es una de esas personas que no requieren presentaciones. Su trayectoria cinematográfica y personal han cautivado a medio mundo por el aire de glamour que respiran. Es una estrella y, como tal, ha compartido firmamento con celebridades de la talla de Ernest Hemingway, leyendas como James Dean y actores como Burt Lancaster o Gary Cooper. Hoy, a sus 79 años, la protagonista de ‘La Violetera’ celebra el 50 aniversario de ‘El último cuplé’, la película que consolidó su fama, y mantiene intacta su aura de diva. A su paso por Bilbao, donde ayer recibió el premio Homenaje a Toda una Vida de Punto Radio, afirma sentirse «estupendamente» con su propia historia, con el galardón que le otorgaron en el museo Guggenheim y, también, con el clima local. «Me encanta la lluvia», dice mirando al cielo.

–Es difícil imaginarla sin un cigarrillo. ¿Continúa fumando?
–Lo he dejado. Llevo tres meses sin fumar. Sufrí una neumonía y estuve muy mal de los pulmones, así que decidí dejarlo.
–¿Y cómo lo lleva?
–Muy bien. Yo fumaba dos o tres puros diarios, pero no tragaba el humo, así que fue sencillo deshacerme del hábito.
–Un hábito que le enseñó Ernest Hemingway...
–Y que yo le enseñé a él (risas). Fue en el año 52, cuando aún no era muy famosa. En ese entonces, vivía en México. Viajé a Cuba y allí lo conocí. Puedo presumir de que aprendí a fumar con él y con los mejores puros del mundo.
–Su vida es un guión de película. ¿Cón qué escenas se quedaría?
–Uff... he tenido muchas escenas con hombres maravillosos. Con Hemingway, con Gary Cooper...
cuando conocí a mi marido…
–¿A cuál de ellos?
–Es verdad, me he casado cuatro veces (risas).
–¿Qué le ha impulsado a ser reincidente?
–No lo sé. Los amores vienen y van y el ser humano tropieza con la misma piedra muchas veces.
Se termina una historia y comienza la siguiente, aparecen otros hombres... El fin de una relación no es el fin del mundo.
–¿Qué se requiere para ser una diva?
–Es simple. Hay que llegar al estrellato y mantenerse cincuenta o sesenta años con un nombre en la cinematografía mundial.
–Lo dice como si fuera fácil.
–Se consigue trabajando. Mi vida ha sido maravillosa. Ahora se cumplen 50 años de ‘El último
cuplé’. Eso es fantástico.

Mala memoria
–Hablando de fantasías, ¿cuál fue la mentira más creativa que se ha dicho sobre usted?
–Que tenía una hija en México. Y luego mi supuesta hija resultó ser una mujer mayor que yo. Lo tengo asumido.
–En la última entrega de los Oscars se habló mucho sobre el auge de las mujeres hispanas en Hollywood, pero usted fue una pionera.
–Sí, los españoles tenemos mala memoria. En los años cincuenta hice allí tres películas de primera categoría. Después vine a España, me ofrecieron un contrato multimillonario y decidí
quedarme. Cuando rodé ‘El último cuplé’ tenía 28 años. Mi cuenta bancaria pasó de tener treinta mil dólares a sumar muchos millones de pesetas. A la edad de Penélope Cruz yo ya había hecho todas mis películas famosas.
–¿Se ha perdido el glamour de aquella época de oro?
–Sí. Se empezó a hacer un cine muy malo con el destape, la criminalidad y los vaqueros. Mis
películas, en cambio, tenían una distinción.
–¿Rescata algo del cine actual?
–Sí, algunas cosas son muy bonitas. Me encantaron ‘El laberinto del Fauno’ y ‘Volver’, de Pedro
Almodóvar.
–Después de una trayectoria como la suya, ¿le queda algo pendiente?
–A mí ya nada me entusiasma. Dejé el cine en el 77 y, aunque me han ofrecido muchos rodajes, no he querido volver.
–¿Por qué?
–Porque mis películas eran muy caras, muy estudiadas, y todo eso se perdió, no existe.
–¿Y no ha pensado en hacer algo en el teatro?
–Sí, eso me gusta. Quizá en septiembre me presente en Teatros Nacionales de España con una
producción musical, pero no lo sé. Todavía me lo estoy pensando. La verdad, soy perezosa.

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