11.5.07

Arte en marcha

Ertibil: la muestra itinerante vizcaína, que cumple su 24 edición, constituye una plataforma excepcional para saber en qué piensan los creadores más jóvenes. Gustará o no, pero ellos son el futuro
Muchas cosas se han dicho –y se dicen– sobre el arte. Pero, como es una disciplina algo difícil de definir, la mayoría de las veces la gente acaba describiéndola. Hace ya muchos años –más de 50 para ser precisos–, el filósofo estadounidense Morris Weitz planteó esta misma cuestión en uno de sus escritos. Básicamente, él decía que no existe una definición absoluta del arte, sino una enumeración de características comunes, compartidas por sus diferentes ramas. Y, para hacerlo más comprensible, citaba las teorías de Wittgenstein, un colega austríaco que señalaba esta misma situación con el significado de la palabra ‘juego’.

«¿Qué es un juego? ¿Qué es el arte?», se preguntaba Weitz, parafraseando al filósofo europeo. En un caso y en el otro, no se pueden definir, al menos no de un modo exacto. Lo que sí se puede, en cambio, es observar los rasgos compartidos. ¿Demasiado lío? Observad. Según la Academía de la Lengua, un juego es un «ejercicio recreativo sometido a reglas, en el cual se gana o se pierde». Ahora pensadlo un poco. ¿Todos los juegos son así? ¿Son todos recreativos? ¿Acaso todos tienen reglas? ¿Y qué hay de los empates? Lo que estos hombres sostenían es que existen muchos tipos de juego (y de arte), pero que algo deben tener en común sus distintas manifestaciones para que las personas no dudemos en catalogarlas como tales. La seducción y el ajedrez son lúdicos, sí, aunque no iguales.

Año 2007. Hoy. Con teorías o sin ellas, sigue existiendo ese ‘problema’. Medio siglo después de Weitz, los expertos, el público y hasta los propios creadores siguen haciéndose la misma pregunta. Y, ya que nadie tiene la varita mágica de las definiciones, todo el mundo da rienda suelta a los adjetivos y a sus interpretaciones. Se dice que el arte es libre, por ejemplo, para referirse a la creatividad del artista o a las múltiples lecturas que puede hacer el espectador de su obra. Pero el término también es útil para describir a una exposición itinerante. Precisamente de eso se trata Ertibil, una muestra de arte contemporáneo que se desarrolla anualmente en Vizcaya y que tiene como objetivo promover a los artistas más jóvenes. La edición de este año –que abrió sus puertas el viernes pasado– es la número 24: una cifra que la convierte en una apuesta novedosa y que la consolida, al mismo tiempo, como un «proyecto veterano». Al menos esa es la expresión que utiliza la Diputación Foral para explicar el avance de su trayectoria.

La iniciativa «se ha mantenido de un modo regular en la escena del arte vasco contemporáneo desde su primera edición, celebrada en 1983 –explican en el Departamento de Cultura–. De hecho, por esta convocatoria han pasado desde sus primeras etapas buena parte de los artistas vizcaínos que hoy continúan sus carreras profesionales con gran proyección en los circuitos artísticos actuales», afirman. Se refieren, entre los más recientes, a Koldo Etxebarria, Carmelo Camacho, Lide Kaltzada y Abigail Laskoz, que con apenas 35 años ya ha deslumbrado en León, Madrid y Nueva York.

La exposición actual –inaugurada por Belén Graves en Sestao– se compone de 19 obras realizadas por 21 jóvenes: apenas unos pocos de los 118 que se presentaron a la convocatoria con un total de 176 propuestas, treinta más que el año pasado. Para los responsables del proyecto, ese aumento «demuestra el importante capital activo que existe en la nueva creación plástica». Vale. ¿Y qué demuestra la ‘criba’ que, al final, se ha quedado con una veintena de obras? Sin duda, la rigurosidad del jurado. Sus miembros –Iñaki Imaz, Pilar Mur, Miren Jaio, Adelina Moya y José Rekalde– han tenido la responsabilidad de elegir las propuestas más sugerentes y, entre ellas, premiar a las tres mejores.

Tres nombres
El primer premio –dotado de 5.000 euros– ha sido para Lorea Alfaro, una creadora navarra que trabaja en Bilbao, estudia Bellas Artes en la Universidad del País Vasco y que, a sus 25 años, ya es toda una experta en recibir galardones. En 2003 y 2006 obtuvo, respectivamente, el tercer y el primer puesto del certamen ‘Pamplona Jóvenes Artistas’. Para Ertibil 2007, Lorea ha presentado un óleo sobre madera de grandes dimensiones (120x200 centímetros) titulado ‘Nik ere nahi dut bat’. La obra (reproducida en estas páginas) surgió de un deseo: «de querer tener unos colores del cielo al atardecer».

El vizcaíno Jon Otamendi, también estudiante de Bellas Artes en la UPV, ha obtenido el segundo premio, que asciende a los 3.500 euros. Su obra –sin título–, es una escultura realizada con madera, PVC y fotografía, que mide 190x70x80 centímetros. El artista, que ya cursa el segundo ciclo de su carrera, la describe de un modo sencillo. Incluso práctico. «La pieza son dos tablas de contra chapado. Una de ellas tiene fresado el hueco de una imagen, tapada con un metacrilato. Cuatro tirafondos aprietan las maderas pero lo que no se puede notar en la foto es que ésta se apoya».

El tercer premio –de 3.000 euros– ha recaído en Alba Burgos, compañera universitaria de los dos galardonados anteriores aunque, actualmente, se encuentra estudiando en la Academia Sztuk Pieknych Warsawa, en Polonia, gracias a una beca Erasmus. En el certamen Ertibil, esta bilbaína ha presentado una obra con óleo y acrílico sobre lienzo titulada ‘Mi fauno, mi caballo y yo’. Al hablar de ella, la artista se centra en el tamaño (200 x 120 centímetros). «Las dimensiones del cuadro sobrepasaron desde el principio lo que sólo podría alcanzar a ver alguna vez, así que estuve pintando unos días, buscando algo que me encantara», dice.

Pero, además de los tres finalistas, los dieciséis artistas restantes también han sido galardonados. «Todos los seleccionados reciben premios en metálico, además de la oportunidad de poder exhibir su obra a lo largo de Vizcaya», recuerdan desde la Diputación. A propósito de esto último,
Ertibil dejará Sestao el próximo domingo para comenzar a recorrer otros doce municipios vascos. El periplo concluirá en diciembre en las instalaciones de Galdakao.

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