29.8.08

"Todo sacrificio vale la pena si quieres lo mejor para tus hijos"

Su vocación le ha hecho viajar por medio mundo y residir en países distintos al suyo. «Mi vida era el fútbol», dice este deportista. También era su trabajo, pues Jaime Giordano fue entrenador de porteros en el Cienciano de Cuzco, el equipo que se alzó con la Copa Sudamericana de Fútbol en 2003 y la Recopa de 2004. Desde junio vive en Bermeo, donde intenta abrir camino para sus hijos.
Llegó a Euskadi hace un par de meses y todavía está en la fase del descubrimiento y la adaptación. De momento, «todo es nuevo», aunque él sea casi un experto en asimilar otras culturas. Su trabajo como entrenador profesional de fútbol le ha permitido conocer una extensa lista de países e, incluso, residir en alguno de ellos, como Estados Unidos, donde vivió durante un año. «Cumplí 47 años allí, lejos de mi familia, y fíjate cómo son las cosas, este domingo cumpliré los 49 aquí, otra vez lejos de mi mujer y mis hijos».

Pero su venida al País Vasco no es igual a sus viajes anteriores, ya que no está ligada al fútbol ni a un objetivo inmediato. La decisión de emigrar a Euskadi es, más bien, un proyecto a largo plazo. «Mi cuñado y su mujer viven aquí desde hace tiempo y fueron ellos quienes me convencieron. Cuando me plantearon la posibilidad, yo estaba trabajando en Perú, donde administraba un complejo deportivo, y hacía poco que había vuelto de Norteamérica», relata.

Al principio, la idea no le resultó atractiva. Venir significaba una nueva separación, así que no fue una elección sencilla. Ni rápida. «Tomamos la decisión en familia y fue duro -recuerda-. Es verdad que yo podría haberme quedado en Lima, pero también es cierto que uno siempre intenta progresar. En realidad, con la edad que tengo y las experiencias profesionales que he vivido, yo me siento una persona realizada. El tema es el futuro, son los hijos. Como cualquier padre, deseo que ellos se puedan desarrollar plenamente y tengan más posibilidades que las que he tenido yo. Todo sacrificio vale la pena si quieres lo mejor para tus hijos», reflexiona.

Y lo mejor «no está en Perú ahora mismo, sino aquí, en Europa, donde hay más campo de acción», señala. El entrenador piensa, por ejemplo, en su hija mayor, que está a punto de acabar el instituto, o en su hijo del medio, que tiene doce años y talento para el fútbol. «Aquí hay excelentes universidades y clubes deportivos donde podrían estudiar o intentar dedicarse a lo que les gusta, donde el éxito dependerá en gran medida de sus esfuerzos».

En el caso del fútbol, que Jaime conoce al dedillo, la diferencia es abismal. «En mi país es muy difícil jugar en un equipo importante y también hacen falta medios. En Estados Unidos, que sí tiene recursos, este deporte no despierta gran afición. Es mentira eso que dicen sobre el auge del fútbol en Norteamérica. Allí no hay pasión de masas como en América del Sur o España», compara.

Lo que haga falta
La intensidad con la que se vive el fútbol y la similitud cultural fueron, de hecho, los factores de peso que le trajeron hasta aquí. Ante la idea de abrir camino para sus hijos, Jaime podría haber regresado a Estados Unidos y mejorar su economía, pues ya conoce el país y tiene un visado válido hasta 2015. No obstante, aquí tiene una parte de su familia y, como dice, se siente muy a gusto y muy bien.

La idea es que los suyos vengan a Euskadi el año que viene y, mientras tanto, «trabajar en lo que haga falta» para que eso sea una realidad. Aunque hace poco que llegó, el entrenador se puso en marcha enseguida y, a los diez días de estar aquí, empezó a trabajar en el sector de la hostelería. Ahora combina esa actividad con otra, en una conservera bermeotarra, y sigue buscando oportunidades para poder «echar el ancla».

Lógicamente, echa de menos su profesión, pero insiste en que los hijos son la prioridad y, además, no descarta volver a estudiar. «Me encantaría hacer un máster o un curso avanzado -confiesa-. Nunca es tarde para plantearte un cambio o para volver a empezar».

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