7.8.08

De incógnito en Ibiza

«Me encantó la gente de allí, que es muy universal y poco futbolera», dice Joaquín Caparrós

Los viajes pueden ser especiales por muy diversas razones. A veces lo son por el lugar. Otras, por el momento. En el caso de Joaquín Caparrós, lo fue por la experiencia y las personas que le acompañaron. «Hace cinco años fui a Ibiza con un grupo de amiguetes y nuestras mujeres. Éramos seis en total y la idea surgió entre todos. Mis amigos también son del mundo del fútbol, nos conocemos desde hace años e incluso hemos convivido antes por motivos de trabajo», explica el entrenador del Athletic. «Además, tenemos la suerte de que nuestras parejas se llevan bien»; un detalle importantísimo a la hora de viajar en equipo.

Hacía tiempo que Joaquín y sus amigos tenían ganas de tomarse un respiro y, aunque podrían haber ido a cualquier sitio del mundo, eligieron Ibiza porque era verano, por la cercanía geográfica y porque querían pasar inadvertidos. «Ibiza está a un paso y el clima en esta época es muy bueno. Me encantó la gente de allí, que es muy universal y poco futbolera, así que o no nos conocían o nos dejaban a nuestro aire», señala el 'míster' rojiblanco.

El ambiente distendido les permitió disfrutar de la isla y apreciar lo mucho que cambia entre la noche y el día. «Es increíble. Según avanzan las horas, el lugar se transforma por completo. Me chocó mucho ese cambio, que se percibe tanto en el ritmo de vida como en la gente. Era como estar en dos ciudades distintas».

Del día, Joaquín destaca las playas, que «son una maravilla», un oasis de «tranquilidad» y de buena gastronomía. «Íbamos a las doce y pasábamos mucho tiempo allí, descansando y tomando el sol. Además, en la playa hay restaurantes donde puedes comer lo que más te guste sin tener que desplazarte muy lejos. La comida en Ibiza es muy buena y había mucho para elegir».

Claro que en las 'dos Ibizas' de Joaquín Caparrós también hubo lugar para la noche, que, de hecho, fue lo que más le gustó. «El nivel de las discotecas es inmejorable», opina el entrenador, que en esas vacaciones se permitió mover el esqueleto con ganas. «¡Por supuesto que salíamos a bailar! Es más, bailamos de todo -desvela-. Como no íbamos buscando estilos concretos, nos adaptamos a lo que había y lo pasamos genial». Le cautivó «el ambiente» nocturno de la isla en general. «Si tengo que elegir un momento y un lugar, me quedo con las terrazas del puerto al anochecer. Sentarte allí a tomar unas cervezas es un espectáculo, sobre todo por los personajes variopintos que ves pasar frente a ti». Personajes que, de fútbol, sabían «lo justo o nada».

¿De verdad se puede ir de viaje con otros deportistas y no hacerle caso a un balón? «De verdad. Lo que más recuerdo de esas vacaciones fue que todos nos reímos mucho y lo pasamos realmente bien. Por eso fue tan especial, porque logramos desconectar del fútbol y pasar desapercibidos. Nos debíamos un viaje así para escapar de la rutina. Sinceramente, fueron diez días maravillosos».

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