Ni a eucaliptos ni a castaños. Más bien, «a tiempo detenido y nostalgia». Así huele el Valle de Ayala para la talentosa compositora Inma Shara, una de las pocas directoras de orquesta del mundo. «Me identifico mucho con ese lugar porque ha estado ligado a mi infancia y al desarrollo de mi persona -explica-. Tiene el encanto de la serenidad y es un bálsamo para el alma. Además, en algunas épocas del año es una sinfonía de colores». Por ejemplo, en primavera y verano, cuando abren todas las flores y «las laderas se cubren de verde. Es fantástico», dice.
«Sobrecoge e inspira»
El monasterio, opina Inma, es un recinto maravilloso para encontrar paz interior. Un solaz cuya armonía «sobrecoge, transporta e inspira»; especialmente en el claustro, que conserva las puertas de antaño y donde las paredes «parecen hablar». «La iglesia tiene un retablo gótico precioso y, además, guarda un relicario de la Virgen del Cabello. En realidad, todo este conjunto escapa a la cacofonía y el estrés de la sociedad actual. Y la composición que crea la Naturaleza a su alrededor es imponente… Yo vivo en el mundo de la música y puedo asegurar que hasta el sonido de allí es armónico».
En el marco de este valle, la ubicación de Ayala es inmejorable. No sólo como lugar privilegiado de defensa militar –un papel que desempeñó en la Edad Media y del que aún se conservan edificios-, sino como destino para una escapada fugaz. «Está a medio camino entre Vitoria y Bilbao, y queda muy cerca de Burgos. Puedes disfrutar del entorno, que conjuga naturaleza, cultura y arquitectura, pero también desplazarte hacia estas ciudades si quieres algo más de movimiento», sugiere. No obstante, es de esperar que quienes vayan hasta el Valle de Ayala busquen, justamente, lo contrario. Al menos así ocurre con Inma, que suele ir a desconectar de una agenda apretada.
«Hace tres meses que no voy por allí y lo echo en falta», confiesa. Cuando puede, se acerca hasta el hotel Los Arcos de Quejana, un antiguo palacio del siglo XVII recientemente restaurado que combina unas habitaciones de estilo rústico con un restaurante donde es posible disfrutar de la gastronomía de la zona y la estructura original del edificio. «Además, allí mismo te ofrecen rutas de senderismo programado y muchas actividades para conocer lo mejor del entorno. Junto con el monasterio, es un lugar de referencia en el Valle de Ayala que merece la pena descubrir», concluye.
A quince kilómetros
A quince kilómetros de Quejana, Orduña también goza del privilegio sensorial que ofrece el Valle de Ayala. Cuna de hombres célebres, como el licenciado Manuel Poza y el fundador de Buenos Aires, Juan de Garay, Orduña ve nacer también las aguas del río Nervión y conserva el mayor casco histórico medieval de toda Vizcaya. Junto a ese patrimonio de la Edad Media, en sus calles se pueden apreciar otros legados arquitectónicos posteriores, como el Palacio Ortes de Velasco y el de Memenza –renacentistas-, el Palacio Díaz de Pimienta y la Iglesia de la Sagrada Familia –barroco- y La Aduana, que se construyó bajo los reinados de Carlos III y Carlos IV siguiendo el estilo neoclásico.
No obstante, Orduña también posee un rico acervo gastronómico: «Allí podrás encontrar productos de la tierra de excelente calidad y elaboraciones artesanas, como los mantecados, que son exquisitos». La directora aconseja recorrer los pueblos del Valle de Ayala para recrear la vista, por supuesto, y de paso darle un gusto al paladar. «Tortas, morcillas, vinos y queso Idiazabal» conforman esa ‘ruta gastronómica’ aderezada por la belleza paisajística del lugar. «Dime la verdad, ¿acaso puedes pedir algo más?».
Cómo llegar
El municipio de Ayala se encuentra a 35 kilómetros de Bilbao y a 50 de Vitoria. Desde Bilbao, hay que coger la AP-68 en dirección Vitoria, tomar la salida 3 (Llodio) y continuar por la A-3622. Desde Vitoria, por la N-622, enlazar con la AP-68 en la salida 5 (Amurrio) y continuar por la A-624.
Dónde comer
Una visita al Valle de Ayala no estaría completa sin degustar las especialidades del lugar, ligadas a la tierra y con denominación de origen. El queso Idiazabal, el vino tinto y las morcillas –sin olvidar los mantecados de Orduña- son algunas de las sugerencias de Imna Shara. Para conocer: «La sidrería Bideko, en Lezama, donde se come muy bien».
Dónde dormir
«En Los Arcos de Quejana», recomienda Inma. El hotel se encuentra a 500 metros del monasterio y el conjunto monumental, ofrece actividades guiadas al aire libre, cuenta con un restaurante propio y «la atención es excelente». Más cerca de Orduña, la casa rural Arteondo es ideal si se va en un grupo de hasta 8 personas: puede alquilarse completa.
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