31.7.08

La vuelta al mundo en moto

«Aquellos dos años de travesía me cambiaron por completo la vida» , dice Custo Dalmau

Era una Yamaha XT-500, la flamante innovación japonesa del París-Dakar de 1978. Y también fue la novia de Custo en 1982, cuando se lanzó a ver el mundo con ella. «¿Cómo no me voy a acordar, si fue 'mi chica' durante dos años?», dice ahora en su despacho el conocido diseñador catalán. Imposible olvidar aquel viaje, «tan cargado de sorpresas», que hizo con dos amigos y que le dio un giro al destino.

«Tenía 23 años y estudiaba Arquitectura en Barcelona, pero no estaba muy convencido. Me aburría», admite. En cambio, sí le gustaban las motos, así que, cuando surgió la oportunidad de viajar, cambió una carrera por otra. De los muros al asfalto, Custo partió de Cataluña para disfrutar de un itinerario que hilaba Europa, África y América. «No pudimos cruzar hacia Oriente porque justo estalló la revolución en Irán y el paso quedó cortado -señala-, pero de Occidente lo vimos todo».

«Entre las cosas que más me gustaron, destaco Guatemala y África. Fuimos desde Ciudad del Cabo hasta Egipto y pasamos por Tanzania, Sudán y Mozambique, que todavía conservaban su pasado colonial y tenían un aire de Riviera francesa increíble. Creo que aquello estaba más desarrollado entonces que ahora... Es una pena que no se haya apostado por el mantenimiento de esos países».

Sin embargo, fue en otro sitio donde Custo encontró su destino. Tras recorrer América del Sur y Central, el catalán llegó a California, cuyo particular estilo de vida le ayudó a descubrir un 'nuevo mundo'. «Estaba en San Diego, donde se practica mucho el surf, y vi unas camisetas estampadas geniales. Nunca había visto nada igual, porque esa técnica no existía todavía aquí».

Fue así como Custodio Dalmau decidió abandonar su futuro como arquitecto para estudiar diseño gráfico y crear sus propias camisetas. «De verdad... esos dos años de travesía me cambiaron por completo la vida», asegura. Y no es broma. Veinticinco años después, su nombre abreviado es también el de su empresa, una de las marcas más reputadas de España.

Otra cosa que ha cambiado -«y mucho»- es el mundo. «Cuando hicimos ese viaje, llamar a casa era una odisea. Había un único número, tenías que pedir conferencia y a veces tardabas días en conseguirla. ¡El medio de comunicación más sofisticado era el télex y el e-mail era ciencia ficción!». Como las cámaras digitales. «¿Píxeles? Ja, ja... Llevábamos una 'súper 8' y una cámara de carrete que consumía baterías como loca y se estropeaba por el polvo y la humedad». Por ello, muchos recuerdos sólo están grabados en la retina. «Conocimos a unos españoles, los únicos en todo el viaje, que llevaban una semana varados en el altiplano de Bolivia porque se les había averiado el cigüeñal del camión. ¡Qué tiempos!».

Como estampas favoritas, Custo recomienda Guatemala, la costa oriental africana y la Alaska Highway, una autopista que une EE UU con Canadá y que, hace 25 años, no estaba asfaltada. «La hicieron a toda prisa en la II Guerra Mundial, por el temor a la invasión rusa, y tiene unos paisajes espectaculares», relata.

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