18.7.08

El verano de Eduardo Aldán: "Me fascina el Castillo de Butrón"

El actor portugalujo, que en agosto estará en el Euskalduna, nos lleva por sus fantasías de niñez

Al portugalujo Eduardo Aldán lo han definido de muchas maneras. Cuando no le llaman mago, lo señalan como actor, aunque también le dicen cómico, guionista y presentador. En realidad, es todo eso; de ahí que algunos lo rotulen con la palabra ‘polifacético’. Pero el señor de las muchas caras -todas muy guapas, jurarían sus fans- resalta una más que las otras. «Yo soy un niño -confiesa- y tengo el síndrome de Peter Pan. Me gusta la emoción, la sorpresa... Y jugar. Tengo la casa llena de muñecos antiguos, esos de lata, que me parecen preciosos», dice. En su voz hay un punto de humor y otro tanto de nostalgia, dos ingredientes que ha combinado para su más reciente espectáculo, que cosechó miles de aplausos en Madrid y que en agosto presentará en Vizcaya.

‘Espinete no existe’ -que estará en el Euskalduna del 20 al 31 de agosto- es un monólogo nostálgico y canalla sobre nuestra infancia y las cosas que han marcado a varias generaciones. Y lo mismo podría decirse de la excursión que sugiere Eduardo, ya que su elección tiene mucho de niñez, travesuras y magia. «Me crié en Portugalete y todos sus rincones tienen un significado para mí, pero hay dos lugares concretos que me resultan fascinantes: el Castillo de Butrón y el Palacio de Oriol», detalla. Estos dos edificios (uno de origen medieval y otro construido a principios del siglo XX) han sido restaurados y abiertos al público, pero antes, cuando el actor vivía en Vizcaya e iba por la vida en pantaloncillos cortos, estaban abandonados.

«El Castillo de Butrón era genial y todavía hoy es mágico. Al mirarlo, me daba la sensación de que había gente durmiendo allí. Cada vez que iba a ese lugar, la imaginación se ponía en marcha», recuerda. El recinto lo tiene todo para dejar boquiabierto a un niño, incluyendo un denso bosque de robles donde perseguir misteriosas criaturas; aunque también tiene el poder de cautivar a los adultos.

Fortalezas
Sus 45 metros de altura nunca pasan desapercibidos. Desde lejos, orientan al viajero, pues domina un amplio valle en Gatika. Y ya en el lugar, sus sólidos muros de casi cuatro metros de grosor, los colores de la piedra y las torres que parecen cinceladas contra el cielo recuerdan al castillo bávaro de Neuschwanstein mientras refrendan por qué el edificio es una de las fortalezas más destacadas de Vizcaya.

El Palacio de Oriol, en Santurtzi, «era igualito a la mansión de los Monster», compara Eduardo. «Yo lo veía desde casa, con ese aspecto misterioso y fantasmal, y planeaba colarme en él alguna noche con mis amigos. Imagínate lo que era para mí vivir cerca de una casa abandonada con ese toque de película… Además, hasta tenía una hiedra gigante creciendo contra los muros y había perros protegiendo el lugar. Perros sin dueño…», enfatiza con tono de intriga.

Desde 2003, tras una gran restauración, el palacio funciona como hotel. Las reformas acometidas en el edificio le han quitado aquel punto de misterio, pero han potenciado su belleza y la bahía de Abra está a sus pies. Los enclaves que propone Eduardo resaltan el encanto de Vizcaya y son ideales para recorrer con niños. O sin ellos.

Del Puente Colgante al faro

Cuenta Eduardo que en Portugalete, donde hoy funciona el polideportivo, había un depósito de agua enorme, vacío y abandonado. Visto desde lo alto, con su amplia plataforma de cemento, le causaba curiosidad y desconcierto. «Estaba convencido de que era una base extraterrestre; ya sabes… un lugar para el aterrizaje de naves marcianas, ja ja. Fíjate lo que era mi imaginación», relata divertido. Aunque no hace falta llegar a tal punto para sorprenderse con esta localidad vizcaína. Tanto para quienes viven en ella como para los que quieran conocerla, el actor recomienda dar un paseo por el muelle, uno de los puntos que más echa de menos ahora que vive en Madrid.

«Desde la zona del Puente Colgante hasta el faro, el trayecto tiene un encanto especial. Allí está la antigua estación de trenes, la Iglesia de Santa María, el kiosco de música y el Ayuntamiento». En apenas un par de frases, Eduardo Aldán menciona varios sitios de interés turístico y valor histórico, que van desde una estructura declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO hasta un templo gótico renacentista que data del siglo XV y conserva exquisitos retablos y valiosas obras de arte. «Tanto la ría como las zonas verdes son recorridos que nadie debería perderse, incluso cuando llueve. Mira que han pasado años y todavía recuerdo con nitidez el olor de la hierba mojada».

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