10.4.09

"La basílica más grande del mundo está en Costa de Marfil"

Yacouba Ouattara tiene 31 años y es uno de los pocos marfileños que residen en Euskadi. Se marchó de su país en 2004 y, tras vivir un tiempo en Málaga, acabó afincándose en Bilbao, animado por uno de sus mejores amigos. Aunque es realista con los problemas de su tierra, este joven se siente orgulloso del lugar donde nació. Por ello da a conocer su cultura en Vizcaya.

Ni café, ni cerveza, ni vino. Son las cinco menos veinte de la tarde y Yacouba pide un colacao. «¿Sabías que mi país es el principal productor de cacao del planeta?», pregunta con la cucharilla en la mano, aunque no espera a escuchar la respuesta. «La gente desconoce muchas cosas de Costa de Marfil», un estado independiente desde 1960 cuya principal ciudad de negocios, Aviyán, es también el puerto más importante de África Occidental.

Y es que el país de Yacouba «no es pobre». Tiene recursos naturales y un suelo muy rico en petróleo, diamantes y oro. «El problema son los gobiernos corruptos -dice-. La avaricia y la falta de transparencia han hecho estragos en la economía y la sociedad». Esa corrupción fue el motivo que le impulsó a emigrar. «Estaba cansado», admite el actual presidente de la Unión de Marfileños en Vizcaya.

Para él, «el principal problema de los africanos es la democracia», y su país no es la excepción. «En Costa de Marfil hay unas 60 etnias distintas y cada una tiene sus dialectos y particularidades. Cuando sale electo un presidente, éste suele rodearse de los suyos y colocar en el poder a la gente de su pueblo. La política está muy marcada por las razas, al punto de que llamarte de una manera o de otra puede hacer que se te abran o cierren las puertas de todo», explica.

¿Demasiado complicado? Para entender mejor la situación, Yacouba relata su caso. «Mi apellido era el mismo que el del principal líder de la oposición, aunque no éramos familia ni teníamos relación política alguna. Sin embargo, todo el mundo daba por hecho que pertenecía a su etnia y, por tanto, a su partido. Si quería presentarme a un trabajo o a unas oposiciones, al ver mi nombre apartaban el currículo. Es más, antes de irme del país fui a renovar mi DNI. Han pasado varios años y todavía sigo esperando».

A Yacouba le duele el modo en que se manejan las cosas, sobre todo porque adora su país y no duda en definirlo como «el mejor sitio del mundo», aunque el amor no siempre es ciego. «Algo va mal cuando dispones de una gran reserva de petróleo pero la gente no tiene dinero para comprar gasolina», razona. Y lo mismo podría decir a propósito de las religiones. «Mi país es laico; allí conviven cristianos, musulmanes y ateos, y nunca hubo problemas religiosos hasta que se metieron los políticos a enredar».

«Sólo somos 25»
Él, que es musulmán, demuestra esa afirmación con los hechos. «La basílica más grande del mundo está en Costa de Marfil», dice con la emoción y el orgullo que sólo cabría esperar de un cristiano. «Se construyó en 1989 en Yamoussoukro, la capital, y es más grande que la de San Pedro en Roma», añade. El dato resulta sorprendente, sobre todo ahora, en Semana Santa, cuando muchos católicos peregrinan al Vaticano o Santiago de Compostela para consolidar su fe. «Las personas se sorprenden al saber que la iglesia más grande está en África, pero así es».

En cuanto a la integración en Europa, Yacouba opina que «hay más aceptación de la raza negra en Francia que en España», aunque le resulta esperable y natural. «La única colonia de negros que tuvo España fue Guinea», matiza. ¿Y cuál es su experiencia en Bilbao, donde vive desde hace dos años? «El racismo no es muy grande, pero existe -contesta-. A veces notas que la gente te mira con recelo o de forma rara, pero lo entiendo. La integración no se puede hacer de golpe». Eso sí, en su opinión, «lo triste son las generalizaciones. Es cierto que somos africanos y negros, pero hay varios países y diferencias entre nosotros. Si no es lo mismo un italiano que un español o un chileno, tampoco es lo mismo un marroquí que un senegalés o un marfileño. No hay muchos de nosotros por aquí... en Vizcaya sólo somos 25».

1 comentario:

Anónimo dijo...

No me parece muy licito.Que ciudadanos de Costa de Marfil pidan a la salida de los supermercados de Vitoria-Gasteiz,con el pretexto de que el dinero se destinará para ayuda de la población afectada por las minas.Enseñan unos documentos que son de la Asociacion Marfileña de Bizkaia y que no tienen nada que ver con el tema de las minas.Si la asociación busca financiarse que no usen estos métodos tan poco eticos.