Ser discapacitado implica hacer frente a más barreras que los demás para desenvolverse en la vida cotidiana. Esta frase, que en principio parece obvia y simple, tiene sin embargo un matiz: que los obstáculos que se han de superar no siempre derivan de la discapacidad. A menudo el problema está fuera, en las infraestructuras deficientes, en los escasos servicios y en la indiferencia de la sociedad. En esta línea, si gran parte de las actividades "normales" suponen un sobreesfuerzo para quienes padecen algún tipo de discapacidad, el sector del automóvil no es la excepción. Algo tan habitual para un adulto cualquiera, como aprender a conducir o alquilar un coche por ocio o trabajo, puede suponer un verdadero quebradero de cabeza para una persona discapacitada. La razón es sencilla: no todas las autoescuelas ni todas empresas de alquiler cuentan con coches especiales, y las que disponen de ellos tienen por costumbre cobrarlos más caros.
De manera habitual, las empresas de alquiler de coches establecen unos requisitos básicos que deben cumplir sus clientes. Ser mayores de edad y poseer un carné vigente son dos cláusulas inexcusables, aunque algunas piden también que se tenga más de 23 años de edad y experiencia al volante; o que el titular tenga un permiso de entre uno y dos años de antigüedad, dependiendo de la compañía. El coste del alquiler es variable, pero el precio final siempre depende de factores fijos, como la categoría del coche, el momento del año y la duración del arrendamiento. A estos condicionantes se añaden requisitos tales como la edad del conductor, los precios de cada firma y las ofertas especiales que puedan encontrarse utilizando intermediarios, touroperadores e Internet. En otras palabras, no es lo mismo alquilar en agosto que en febrero, ni es igual pedir un coche de lujo a conformarse con un pequeño turismo. Tampoco costará lo mismo un alquiler sin reserva previa que una gestión hecha con anticipación y, como ocurre con los seguros, será más barato si el cliente es mayor de 30 años.
Dicho esto, la pregunta es qué particularidades afectan a los clientes discapacitados. Desde la Confederación Coordinadora Estatal de Minusválidos Físicos de España (COCEMFE) señalan que alquilar un coche es casi siempre un problema por varias razones. Primero, porque no hay muchos sitios con vehículos adaptados. Segundo, porque dependiendo de la discapacidad de la persona es posible que la rechacen como cliente y, tercero, porque el servicio es más caro, ya que los únicos coches adaptados son de gama alta. Según esta afirmación, no es que haya una tarifa especial para personas con minusvalías, sino que éstas se ven limitadas en el momento de elegir el vehículo. O alquilan un coche de categoría media alta o, por el contrario, renuncian al plan de alquilar. Pero, ¿de veras se ha vuelto así de rígido el mercado? El mejor modo de responder a esto es acudir a las principales empresas del sector y averiguarlo.
- Aceleradores mecánicos y electrónicos en el volante.
El proceso consiste en colocar un acelerador adicional -generalmente en forma de aro- sobre el volante para las personas con escasa o nula movilidad en los miembros inferiores. Según explican los mecánicos, estos dispositivos pueden adaptarse a casi cualquier marca y modelo de coche sin necesidad de sustituir al volante original. - Frenos a un lado del volante.
El concepto es muy similar al del acelerador, sólo que se coloca a un lado del volante para que pueda ser accionado con una sola mano. El frenado es gradual, según la fuerza con que se acciona la palanca, y ésta puede incluir un pulsador para el claxon. También hay el equivalente al freno de mano en forma de botón, pensado para quienes no tienen fuerza en los brazos. - Controles de servicios.
También situados en la zona del volante, estos dispositivos desempeñan varias funciones. Pueden cambiar la posición habitual de los controles (por ejemplo, del mando de los intermitentes o las luces) o aunar todos los controles en un único mando, de modo que un solo dedo alcanza para manejar todos los servicios del coche. - Inversores de pedales.
Este sistema permite cambiar de posición el acelerador, el freno y el embrague del vehículo; elevarlos, si la persona no puede presionarlos hasta el fondo, y colocarlos de forma que le sea más cómodo su manejo. Un caso muy común es situar el acelerador hacia el lado del embrague para que pueda ser pisado con el pie izquierdo.
Modificar un coche no es barato. Sin embargo, con la normativa vigente desde 2006, hay algunos desahogos fiscales. Hace tres años, la Comisión de Economía y Hacienda del Congreso aprobó reducir el IVA al 4% en la compra de vehículos que condujeran o en los que fueran transportadas personas con minusvalía. Hasta ese momento, la reducción sólo se permitía en determinados vehículos, y no era posible en los considerados de alta capacidad. Tampoco se aplicaba en los casos en los que los padres tenían que comprar un coche adaptado para sus hijos minusválidos. Pero, además de ese cambio, el impuesto también se redujo para las reparaciones y adaptaciones de cualquier vehículo para que pueda ser conducido por un discapacitado.
Aprender a conducir
Los principales clientes de los "talleres transformadores" son los interesados particulares -personas con discapacidad o familiares directos-, junto con las autoescuelas, que requieren de estos servicios para todos los coches que manejan. Paradójicamente, no todas las academias de conducción contemplan cursos especiales para minusválidos. Si COCEMFE apuntaba ya los problemas a la hora de alquilar un vehículo, en este apartado añade que hay pocas autoescuelas en España que incluyan cursos específicos para discapacitados físicos, y menos todavía que se dediquen exclusivamente a ellos.
Algo bastante habitual es que una autoescuela que no posee coches propios adaptados sí acceda a dar clases a alguien con discapacidad, a condición, por supuesto, de que el aprendiz ponga su coche a disposición. A primera vista, esto resuelve el problema de la escasez de centros especiales. Sin embargo, el cliente debe invertir en un vehículo sin tener garantías de que aprenderá a conducirlo. Esta situación ha provocado que algunas organizaciones de apoyo a las personas con discapacidad compren vehículos modificados y se los presten a las autoescuelas para las clases prácticas. Además de los coches, también se "ceden" profesionales; por ejemplo, intérpretes encargados de traducir al lenguaje de signos las clases teóricas que se imparten en los centros.
A modo de orientación, para obtener el carné de conducir se debe solicitar primero un informe médico en un centro reconocido y autorizado por Tráfico. Una vez hecho ese trámite -ineludible para todo el mundo-, hay que presentar el examen ante la DGT. Allí se estudiará el caso antes de derivarlo a un médico autorizado, quien se encargará de emitir un dictamen positivo o negativo sobre la capacidad física del interesado para poder conducir. Otra cuestión importante que se ha de tener en cuenta es que los vehículos, tras ser adaptados, deberán pasar la ITV para poder circular. En el momento de hacer el control, el propietario deberá presentar el permiso de circulación, el certificado médico y la ficha técnica del coche en donde se detallen las modificaciones realizadas.
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