una guerra fría con su pareja? ¿Y una campaña de acoso y derribo? ¿Quién no ha instaurado un estado de sitio, una dictadura, una revuelta o un pequeño toque de queda? Estrategia, negociación, tratado de paz, invasión, emboscada... todos los términos que aparecen en el telediario los ponemos en práctica en casa. Quizá no sean actos conscientes, pero son reales. Y, si os ponéis a pensar en ello, seguro encontraréis mil situaciones de las que sois rehenes, decenas de armisticios y otras tantas revoluciones.
Vale. Repasar esas escenas puede ser muy divertido (más si incluyen a un vecino o a un cartero madrugador). Pero en el caso de un artista puede ser más todavía y llegar a convertirse en una fuente de inspiración. Eso es lo que le ha ocurrido al madrileño Mateo Maté, quien se ha puesto a trazar paralelismos entre la guerra y el hogar. El resultado de ese vínculo es una obra con distintas piezas que se titula ‘Nacionalismo doméstico’ y que hasta el próximo 9 de junio permanecerá abierta al público en la galería Llucià Homs de Barcelona.
La muestra incluye todo tipo de símbolos bélicos, aunque adaptados a un contexto casero. Desde
mapas y banderas hasta mobiliario ‘customizado’ y planos con estrategias. Sin embargo, y más allá de los objetos, llama mucho la atención un montaje de vídeo que, por gráfico y elocuente, deja bien claro el concepto. En esta videoinstalación, que dura siete minutos, el artista va alternando secuencias de filmes de guerra con imágenes de contenido gastronómico hasta establecer una similitud entre los festines culinarios y los actos de contienda.
El vídeo repasa las tres etapas de un proceso bélico. A saber: la preparación de las tropas, el combate en sí mismo y los restos del enfrentamiento. El tema es que, mientras los soldados se preparan, el vídeo comienza a mostrar la ciudada elaboración de auténticos manjares. El ritmo de la imagen se acelera –también el movimiento en la cocina– y a las bombas se le suman los flambeos. Se corta, se trincha, los protagonistas son destripados y se lanzan ofensivas por igual sobre hombres y alimentos. El paralelismo, que ya es frenético, alcanza un clímax de velocidad narrativa y, después, se detiene para enseñar el desenlace: los restos de ambas batallas.
Gráfico a más no poder, Maté traslada los conflictos mundiales al universo del hogar. Y lo hace en
varios niveles, pues las conexiones son formales y simbólicas pero también semánticas e iconográficas. «Su obra incluye un aspecto metalingüístico –apuntan en la galería–. El lenguaje, que puede ser visto como una representación realista, es reconvertido en lenguaje crítico: mesas con formas geográficas que representan territorios a conquistar, un salón ‘camuflado’ o un vídeo realizado con extractos de películas, son ejemplos de lo anterior». El propósito, ante todo, es «desvelar el código bélico que articula nuestra vida cotidiana».
No es la primera vez que lo hace. De hecho, esta muestra es la continuación de una trayectoria profesional en la que, cada vez con más frecuencia, los objetos cotidianos aparecen para aludir a la realidad sociopolítica del mundo. Su trabajo, «cargado de fina ironía», recurre a materiales muy variados y a técnicas diversas, desde la escultura al videoarte, todo. No en vano ha obtenido varios premios y becas que apoyan su iniciativa creadora. Con un discurso muy cuidado y «coherente», Maté consigue llegar a las entrañas del espectador, pero no por mostrar unas tripas desparramándose en cintas de vídeo, sino por hacer tangible y cercano el instinto animal que nos caracteriza. En esta exposición, los actos bélicos más sanguinarios se convierten en escenas de batalla. En una guerra de andar por casa.
De prestigio
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, Mateo Maté cuenta con una trayectoria artística impecable y un amplio reconocimiento por parte de la crítica. Entre sus obras más recientes destacan ‘Nacionalismo doméstico’ (2005), ‘Máxima seguridad’ (2006) o ‘Paisajes uniformados’ (2007) que se presenta actualmente en el Centro de Arte Caja de Burgos. Ha expuesto en importantes galerías e instituciones españolas e internacionales. Su trabajo forma parte de los fondos de colecciones de la Fundación Altadis (París), el Museo Reina Sofía y el MUSAC.
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