14.6.07

"El Servicio Municipal de Inmigración ha atendido ya a 17.000 extranjeros"

El Servicio Municipal de Inmigración (SEMI) nació con un objetivo: asesorar a los nuevos vascos en materia de Extranjería. Desde que abrió sus puertas, en el año 2002, sus abogados han atendido a 16.918 personas y gestionado más de 28.000 consultas; unas cifras que dibujan estadísticas, pero que, también, representan historias. El equipo de esta oficina –que cuenta con Leila, una administrativa de Marruecos– comparte aquí los desafíos y las vivencias que se gestan detrás de cada expediente.

Los retos y las anécdotas se suman a partes iguales en el interior de este gabinete que inició su labor en San Francisco y que hoy continúa en Sarriko. La diferencia es que los primeros se amontonan en un escritorio mientras los segundos se atrincheran en el cuerpo. «Es imposible trabajar aquí y permanecer indiferente», señala Nuria Martínez, letrada de profesión y ‘psicóloga’ de oficio. En numerosas ocasiones, y al margen de la consulta legal, «quienes vienen a pedir asistencia nos acaban relatando sus vidas», expone.

¿Les sorprende? «En absoluto». La mayoría de las dudas ante la Ley de Extranjería tienen mucho (o todo) que ver con situaciones vivenciales. Trabajo, documentación, asistencia sanitaria, reagrupación familiar, vivienda... cosas muy materiales y prácticas que se entremezclan con «los sentimientos», resume. «Me acuerdo de una señora colombiana que había venido sola y estaba a punto de obtener el permiso de residencia. Llevaba varios años aquí y tenía a su familia en Colombia. Un día, la llamó su hija, diciéndole que la necesitaba, y la mujer decidió regresar. Cuando me lo vino a contar, intenté disuadirla. Le expliqué que ya estaba muy cerca de conseguir aquello que tanto había soñado y le aconsejé que aguantara un poco más. Ella sólo respondió: ‘Mi hija me necesita, no puedo seguir así. Me voy’. Ante una afirmación así, ¿qué contestas?», se pregunta ahora Nuria, recordando el episodio.

La «desesperación de las madres que vienen sin sus hijos» es una «tristeza» constante que se refleja en la oficina del SEMI, pero no la única. Existen muchas preguntas que no tienen respuestas sencillas, incluso en el plano legal. «La Ley de Extranjería es compleja y varía con los países. Es un código vivo que se renueva permanentemente. Además, no sólo el texto representa un desafío. Su interpretación es lo más difícil», confiesa Zigor Gorriti, el otro abogado que atiende en el servicio municipal. Para él y para Nuria, el trabajo en el SEMI implica una «actualización permanente». Una tarea que se traduce en muchas horas de lectura, desde noticias y precedentes legales hasta enmiendas y publicaciones en el BOE. Aunque no todo es teoría, pues a las propias dificultades de la normativa se añade otro factor: «los rumores sobre posibles cambios y la información desactualizada».

«Un hijo no da ‘papeles’»
Cada vez que se introduce un cambio, las dudas aumentan y las consultas en el servicio se multiplican. Como explica Zigor Gorriti, «las modificaciones legislativas marcan picos de actuación». En ese sentido, el proceso de normalización que tuvo lugar en 2005 supuso un ‘boom’ para este servicio, que durante esos pocos meses atendió la cuarta parte de las consultas registradas desde sus inicios; es decir, 7.000.

El asunto es que un código así, con cambios tan vertiginosos, es terreno fértil para ideas falsas o creencias infundadas, que crecen en él como setas. Un ejemplo: «Muchos extranjeros piensan que con tener un niño aquí conseguirán los ‘papeles’, pero eso ha cambiado, ya no es así. Es más, según el país de procedencia de los padres, ese niño puede ser o no español. Sin embargo, nos lo siguen preguntando», dice Zigor. «Y ahora corre un rumor sobre un nuevo proceso de normalización que es totalmente falso», apostilla Nuria.

Con rumores o sin ellos, «lo importante es despejar las dudas» y, más que eso, hacerlo con calma. «La gente cree que somos trabajadores sociales y no abogados, simplemente porque sabemos escuchar», dice Nuria. Claro que escuchar no es asentir con la cabeza sino, más bien, ponerse en el lugar del otro. Y en ese aspecto, Leila Elidrissi es la estrella.

Originaria de Marruecos y de religión musulmana, Leila trabaja en el SEMI como administrativa e intérprete, aunque «su simple presencia ha favorecido mucho al servicio», explica Nuria. ¿De qué modo? «Las mujeres marroquíes se acercan, hablan conmigo, y a sus maridos eso les da confianza. La primera vez las acompañan pero, al verme, dejan que vengan solas –relata Leila–. Se sienten más tranquilos porque saben que nos entenderemos. Siempre me dicen: ‘Gracias a Dios que estás aquí’ y salen contentos aunque no hayan hecho ningún trámite».

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