16.3.07

Pegado a la piel

Por sus diseños y contenidos, las camisetas se consolidan como una forma de arte. varios creadores demuestran que es posible utilizar una prenda tan básica como soporte de ingenio y discursos complejos

Hace más de 200 años, Antoine Lavoisier sorprendió a la comunidad científica con una afirmación novedosa: «Nada se destruye, todo se transforma», decía este químico francés, que vivió el furor del Humanismo en París y murió guillotinado con el filo revolucionario. Evidentemente, se refería a la energía, pues Lavoisier era hombre de ciencias. Lo interesante de esta historia es que su frase, tan conocida y citada, se puede aplicar a más cosas. Entre ellas, al arte.

Los creadores son expertos en promover cambios y, además, son especialistas en hallar nuevos soportes para sus obras, transformando lo que ya existe en objetos bien diferentes. Algunas veces, lo que modifican es la materia –como en el Box Doodle Project, que reunía objetos artísticos hechos a partir de envases comunes de cartón– y otras, el valor o el significado.

Las camisetas constituyen un ejemplo de este ‘cambio inmaterial’. A priori, son prendas de vestir
y tienen una finalidad netamente utilitaria. Sin embargo, se redefinen por completo cuando las cogen determinados artistas y estampan sus creaciones en ellas. No dejan de ser lo que son –o sea, ropa–, pero adquieren una dimensión distinta. De pronto, el objeto cotidiano se convierte en un lienzo con mangas, en un muro flexible para poner graffitis sin cabrear a los ayuntamientos, en un canal que transmite mensajes o en un soporte publicitario. Seguro que de estas últimas tendréis alguna en el armario. La cuestión es que, con el toque creativo, algo común y desechable puede transformarse en una pieza original –y, a veces, única– que va del arte al diseño y de la comunicación a la moda.

«El arte tiene que estar en todas partes», opina el guipuzcoano Judas Arrieta, que acaba de lanzar una colección de 24 camisetas con sus dibujos de manga. Y no es raro que piense de esta manera, si se tiene en cuenta que sus creaciones, para él, casi tienen vida propia. «Mis diseños crecen por todos los rincones de mi estudio», afirma. «Papeles, telas… Siempre he dibujado en cualquier soporte. Hace unos años usaba rotuladores y pinturas acrílicas. Les pedía a mis amigos que me dieran una camiseta, una cazadora o un pantalón y los pintaba sin más. Algunas cosas funcionaban y otras no».

A mano
Vale, pero, ¿qué pasó entre la pintura indiscriminada y el lanzamiento de una colección? «Uxoa Zumeta me propuso realizar unas ediciones sobre papel en serigrafía. Nos pusimos manos a la obra y, al final, serigrafiamos todo lo que pillamos». En realidad, el proyecto de Judas responde a un gusto personal o, como dice, a un «deseo íntimo. Me gusta pasear con mi chupa con el dibujo de la Niña Celosa. Para mí, la camiseta es una segunda piel y los diseños, tatuajes». De ahí que ofrezca sus creaciones a quienes comparten el sentimiento. «Me dirijo a la gente capaz de enamorarse de un trozo de tela serigrafiado, hasta el punto de comprarlo y querer ponérselo todos los días sabiendo que el sudor y los lavados continuos harán que desaparezca».

Arte fugaz. Como las performances y algunos murales, la creación aplicada a la ropa está condenada al desgaste… especialmente cuando el creador construye «a partir de los errores» y sostiene que con algunas de sus piezas ha sido «un auténtico francotirador». Disparos aparte, lo efímero es un factor importante, aunque no llega a ser un impedimento para insistir con este soporte. La prueba está en Barcelona, con la agrupación Divinas Palabras, que ya lleva varios años diseñando camisetas y ha lanzado, desde 2001, catorce colecciones temáticas. Si Judas Arrieta tiene al manga como «hilo conductor», Ricard Giró y Enrique Baeza se centran en «la universalidad y el interés» de los contenidos.

Grandes temas
«Nos gustan los grandes temas, aquellos que se han versioneado miles de veces a lo largo de la Historia. Nos gusta dar nuestra visión sobre ellos», explican. Amor, religión, hambre, sexo, locura, dinero… nada escapa a esta dupla creativa que entiende las camisetas como un medio de comunicación y, por lógica, también a quienes las llevan puestas.

El ser humano como medio: «Hemos elegido ese soporte para que las personas emitan mensajes. ¡Ya está bien de sólo recibirlos!», se quejan. En la filosofía de este colectivo, la palabra es materia prima ya que tiene unas posibilidades enormes. «Existen tantas interpretaciones como personas, y eso está muy bien. Lo interesante es la capacidad de sugerencia del mensaje», sostienen. Y sugerir, precisamente, es el fuerte de estos catalanes, aunque en años anteriores sus mensajes fueran más obvios. Entre sus primeras colecciones y las últimas ha habido cambios notorios. Por un lado, en la «complejidad gráfica», que se ha incrementado, y, por otro, en los propios contenidos, «que son menos directos y más abstractos».

Mientras las sutilezas y los rebusques son el terror de los publicistas, para los chicos de Divinas Palabras constituyen «un valor añadido. La interpretación de una camiseta cambia por el lugar geográfico, pero, también, varía con la gente. Cada persona es distinta», subrayan. De ahí que su público no se defina por lo generacional, sino por lo cultural. Las propuestas del colectivo «van dirigidas a personas abiertas y con capacidad de comprender mensajes que, algunas veces, no son tan evidentes». O que, por el contrario, admiten múltiples lecturas.

Las piezas que crea esta pareja son distintas. En primer lugar, por el tema. Por mucho que se confundan en ocasiones, no es lo mismo hablar de amor que de dinero, ni es igual referirse al hambre que al sexo o encarar la religión y la locura. Cada área potencia ideas diferentes que pueden ir desde el planteamiento más naïf hasta el sarcasmo más absoluto. Entre la despreocupación y la denuncia, Ricard y Enrique eligen las dos. «Buscamos mover algo en el receptor del mensaje y, dependiendo del contexto, es más interesante una cosa u otra», sostienen. La retrospectiva de sus creaciones lo pone de manifiesto. Y, de paso, desvela otra cosa: para cada colección han contado con distintos artistas. Muchos de ellos, famosos.

«Siempre colaboramos con personas que, de una forma u otra, utilizan las palabras en su trabajo.
Desde un escritor hasta un artista plástico, un cantante o un director de cine. Han participado personajes tan distintos como Lucía Etxebarría, Bigas Luna, Nacho Vidal, Alaska, Fele Martínez, Isabel Coixet, Rafael Amargo o Josep Font. Su papel consiste en darnos una lectura del tema de la colección desde otra perspectiva», detallan.

Muchas mangas
A propósito de las perspectivas, ¿en qué lugar sitúan Ricard y Enrique su trabajo? ¿Cómo lo enfocan? «Es comunicación, sin lugar a dudas. Pero también está su parte de diseño, de arte y de moda… en la medida que cada uno considere», responden. El dúo lo tiene claro, no así Beatriz Lozano, que el viernes pasado recibió el Premio Nacional de Diseños no Aburridos en Pasarela Abierta de Murcia por crear una camiseta bastante particular.

La prenda en cuestión tiene tres pares de mangas, pequeñas impresiones de relojes, y cuenta, además, con un añadido que puede usarse de cuello, de capucha o de bolsillos. «Creo que el diseño es una forma de arte en tanto sirve como expresión, aunque no a todos los niveles, claro. Hay quienes sólo diseñan con fines comerciales. De todas maneras, no sabría en qué terreno situar esta pieza», admite.

Sin embargo, sí sabe explicarla. «Me basé en una foto de Jean Cocteau, en la que aparece con seis brazos y haciendo varias cosas a la vez. Comencé a reflexionar sobre el tiempo y sobre esa necesidad que tenemos de hacer muchas cosas, aunque después no logremos hacer ninguna. Por ello incluí los relojes, cada uno con una hora diferente, y titulé el trabajo como ‘Plantearse los menos problemas posibles’», relata.

Así como Judas Arrieta enriquece el soporte ‘transplantando’ su arte en él, o Divinas Palabras le da un significado distinto al estamparle diversos mensajes, Beatriz propone un discurso que casi no tiene imágenes y, ciertamente, no enseña palabras. Su arte está implícito en el corte. Y, como veis, tiene tela.

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