24.3.07

Dormir a la carta

ALMOHADAS. La complexión física y la postura en la que dormimos son fundamentales para elegir esta pieza de la cama. Una decisión errónea puede producir lesiones y un descanso incómodo

Hasta no hace mucho tiempo, la cama era tan sólo un mueble: un armazón de madera o metal que soportaba el peso del colchón, las almohadas, las personas y las sábanas. Exceptuando el factor decorativo y, por supuesto, las dimensiones, no existía demasiada variedad a la hora de elegir. Cuando un cliente se dirigía al vendedor, sus preguntas se enfocaban en la estética o el precio, pero rara vez en la salud. No obstante, los últimos años han visto multiplicarse las opciones del mercado. Además de los colores, los materiales y el diseño de los cabeceros, ahora también hay un amplísimo abanico de soportes y colchones y, por extensión, también de almohadas.

Tanto los fabricantes como los médicos especialistas insisten en la importancia de este elemento tan cotidiano que, si no se escoge correctamente, puede convertirse en un instrumento de tortura a pesar de su aspecto inofensivo y su tacto suave. «La elección de una almohada es algo muy personal», opina Óscar López, director comercial de la compañía Descanso 10. Y lo dice por experiencia, ya que ha trabajado durante años como vendedor de elementos de cama. «Muchas veces, la gente se guía por el precio o por las modas, pues todavía existe la falsa creencia de que lo caro es mejor. Pero lo importante, en realidad, es sentirse a gusto y cómodo», agrega.

Según su razonamiento, una almohada de ocho euros podría ser más adecuada que una de setenta, dependiendo de las características de la persona que la vaya a utilizar. El problema es que, con tantas alternativas, la elección se hace difícil. Sobre todo porque no existe un sistema que permita llevarse varias a casa para probarlas y elegir con tranquilidad. De ahí la relevancia del vendedor que, a juicio de Óscar López, debe estar preparado y, más que eso, «ser sincero. Cuando se pusieron de moda los colchones duros, muchas personas mayores quisieron comprarlos. Sin embargo, les explicaba que no descansarían bien porque, a determinada edad, los huesos se calcifican y el cuerpo no se relaja del todo en superficies tan rígidas –pone como ejemplo–. Con las almohadas pasa exactamente lo mismo. Uno debe asesorar y ayudar a los clientes hasta que encuentren la que mejor se ajuste a sus necesidades», expone. O, mejor dicho, a su cuerpo.

Relación con el colchón
La complexión física y la posición que adoptamos al dormir son dos aspectos primordiales que hay que atender antes de comprar una almohada. Así como el peso corporal incide en que un colchón sea más adecuado que otro, la curvatura de la espalda y del cuello determina qué altura y densidad es mejor para apoyar la cabeza. En la actualidad, las almohadas de látex, las de plumas y las viscoelásticas lideran las ventas. Ya sea por publicidad o por recomendación médica, estos tres tipos de relleno son los más demandados. Y los tres, aunque por diferentes vías, persiguen el mismo objetivo: aliviar la presión cervical mediante una correcta alineación del cuerpo.

«A la hora de comprar una almohada es importante probarla en la tienda para ver si la forma conviene, pero hay que tener en cuenta que el tipo de colchón influye sobre la elección de la almohada», señala Samuel Grandjean, director de marketing de Tempur Pedic España. «Si el colchón que tenemos en casa es muy blando, nos hundiremos mucho en él. En ese caso, quizás necesitemos una almohada más fina para que, al tumbarnos, la cabeza no quede demasiado elevada en relación el resto del cuerpo. Por el contrario, si elegimos una almohada blanda y en casa el colchón es duro, entonces la cabeza quedará muy baja con respecto a la línea de la columna y la posibilidad de sufrir tortícolis aumentará», explica.

En un caso o en el otro, «la columna debe quedar recta y en su posición natural, aunque muchas veces la gente no repare en ello», lamenta Grandjean. Las malas posturas –incluso las que se adoptan durmiendo– constituyen un mal silencioso que, a la larga, deriva en «dolores cervicales, cefaleas con irradiación del ojo y dolor de mandíbulas», detalla el fisioterapeuta Garikoitz Aristegi, presidente de la Asociación Española de Reeducación Postural Global. Aunque existen otros factores, «el exceso de tensión en el cuello es una de las causas del bruxismo, es decir, de que apretemos las mandíbulas durante el sueño como si estuviéramos masticando todo el tiempo», indica el especialista.

Con dolores o sin ellos, lo cierto es que la mala calidad del descanso provoca problemas de productividad y aprendizaje. Y, además, favorece la depresión, las cardiopatías, la hipertensión y la bajada de defensas en el sistema inmune. Nuestro país tiene uno de los índices de consumo de somníferos, tranquilizantes y sedantes más elevados del mundo –en Europa sólo nos supera Francia–, y su compra va en aumento, especialmente en el sector femenino. Según la última encuesta sobre Alcohol y Drogas realizada por el Ministerio de Sanidad en diciembre de 2006, el 4% de la población recurre a algún fármaco para conciliar el sueño. En el caso de las mujeres, el consumo se ha duplicado en menos de una década.

Lógicamente, las almohadas no son las únicas responsables de estas cifras y tampoco debe esperarse de ellas que «sean una fuente de tratamiento». No obstante, Aristegi subraya que en ningún caso deberían perturbar el descanso. Lo tremendo, si cabe el término, es que «no existe una almohada ideal». Por una parte, la variedad es infinita y, por otra, «todos tenemos diferentes alteraciones posturales». La pregunta es: ¿hay alguna manera de encontrar la más adecuada? «Sí», responde el fisioterapeuta que, a continuación, hace dos sugerencias. La primera, «acudir a una tienda especializada». Podrá parecer algo obvio, pero por alguna razón, «no todo el mundo lo hace».

Una prueba previa
La segunda recomendación es un poco más extensa, aunque no por ello compleja. «Para elegir la altura de la almohada podemos hacer un simple ejercicio. Póngase de pie, con los talones contra la pared, y apoye suavemente la espalda. Luego mire hacia delante, con la cabeza erguida y sin forzarla hacia atrás. Notará que queda separada de la pared. Mida con los dedos el espacio que hay en medio, tanto el que se forma a la altura de la cabeza como el que existe en la zona de la nuca. La almohada que elija deberá cubrir ese hueco. Si es más alta, le costará respirar con normalidad. Si es más fina, su cabeza se inclinará hacia atrás provocando una tensión cervical».

Claro que existe otro modo de probar almohadas. Y por extraño que resulte, el ‘test’ no se ofrece en los puntos de venta, sino en los hoteles. Cada vez con mayor frecuencia, el sector hostelero apuesta por el confort y el bienestar; tanto que algunos establecimientos brindan a sus huéspedes una ‘carta de almohadas’. «Procuramos que nuestra carta sea lo más completa posible», comenta Isabel Córdoba, directora del hotel Torresport. «Como tenemos un Spa y vendemos salud, hacemos esa oferta extensiva a las habitaciones y detallamos, en el menú, todas las características que conocemos de cada almohada», apostilla.

Lo mismo afirma Anabel Costa, que regenta el hotel El Privilegio. «Aunque este es un cuatro estrellas, desde el principio quisimos darle valores añadidos. Nuestro servicio se llama ‘Una almohada para cada sueño’ e intentamos darle al cliente lo que mejor se ajuste a sus gustos», señala. A propósito de las preferencias, ambas directoras explican que las almohadas con más ‘éxito’ son las de plumas y las cervicales. Y, en ocasiones, tienen tanto que los huéspedes se las llevan. «Nos hemos quedado sin existencias de algunas de ellas», confiesa Isabel Córdoba.

Música para soñar

La variedad en la oferta de almohadas es tal que incluso excede al terreno ‘tradicional’ para colarse en el de las curiosidades. Además de los nuevos materiales y formas,muchas propuestas causan sorpresa por sus prestaciones y diseño. Basta con echar un vistazo en las tiendas locales recorrer el gran escaparate de Internet para darse cuenta de que las apuestas de los fabricantes van mucho más allá de la propia imaginación del cliente.

Ejemplo de ello es la Sound Pillow, una almohada hecha de fibra hipoalergénica y polialgodón que tiene dos pequeños altavoces en su interior y una entrada de audio que permite conectar reproductores de MP3, CDs o sintonizadores de radio FM. En cuanto al volumen, el dispositivo está diseñado para que sólo quien lo utiliza pueda oír el sonido, sin molestar ni interrumpir el sueño del acompañante.

«Es ideal para escuchar libros de audio, discos de meditación, cursos de idiomas o sesiones de autoayuda», afirman los distribuidores. Asimismo –y aunque parezca un sinsentido–, también existen almohadas en el mercado que no han sido pensadas para la cabeza, sino para el cuerpo. Es el caso de la Maternity Pillow, una «mullida forma» de solucionar la incomodidad de las mujeres embarazadas a la hora de dormir. En realidad, se trata de dos almohadas unidas entre sí que, por su tamaño y diseño, sostienen la espalda y el abdomen de la mujer y hasta cuentan con
unos velcros para fijarlas en la posición más cómoda.

Por supuesto, la lista sigue. Actualmente existen almohadas que combinan los tratamientos anti ácaros con el alóe vera para la piel y las esencias aromáticas que, al parecer, favorecen la relajación y el sueño.

Consejos

Aunque la elección de las almohadas es determinante, hay otros factores que pueden incidir en que el sueño sea poco reparador. Los especialistas recomiendan una serie de rutinas que, además
de favorecer la relajación, mejoran sensiblemente la calidad de vida. Beber con moderación y no fumar son dos de ellas. Mientras el alcohol impide alcanzar la fase profunda del sueño, la nicotina disminuye el tiempo de descanso. Asimismo, el consumo excesivo de bebidas con cafeína –como los refrescos, el chocolate, el té y, lógicamente, el café– puede provocar insomnio.

Los dispositivos electrónicos son otra fuente de mal descanso. Al dormir cerca de ellos, sus luces, sonidos y hasta el propio ruido de la corriente eléctrica interfieren en el sueño profundo, que es la fase en la que verdaderamente se descansa. Los expertos afirman, a su vez, que el reloj también es de vital importancia, pero no sólo para despertarse. Lo ideal es establecer un horario fijo para comer y para acostarse, intentando siempre que el ‘tiempo de cama’ no sea inferior a las ocho horas.

No obstante, hacen hincapié en que es preferible dormir menos y bien, que más y de modo entrecortado. La práctica de ejercicio ayuda a conciliar el sueño porque elimina las tensiones. Hay
un consejo más: dejar las preocupaciones y los planes ‘aparcados’ antes de entrar en el dormitorio.

No hay comentarios: