2.5.11

"No renunciamos a hacer política ni lejos de casa"

El primer peruano que se afincó en Irún coordina la actividad del partido Aprista y difunde los proyectos dirigidos a sus paisanos en el extranjero



Sentado en una terraza de la calle Luis Mariano, en Irún, otro Luis, de apellido Vera Alba, pide un café con leche. Mientras sostiene la taza y mira a su alrededor, cuenta que fue el primer peruano que llegó a la localidad guipuzcoana y se quedó a vivir en ella. «Resido aquí desde hace 36 años -puntualiza- y cuando llegué no había otros paisanos, como ahora. Yo sólo conocía a un colombiano, que era médico de la Seguridad Social, y algunas veces quedaba con él para tomar un café y conversar, pero poco más... Las cosas eran muy diferentes», señala.


Originario de la ciudad de Trujillo, al norte del Perú, Luis se fue de su país cuando «era muy jovencito». El primer destino fue Roma, donde vivió durante cinco años y se graduó como técnico en prótesis dentales. «Luego volví a mi país, pero tardé poco en regresar a Europa porque aquí tenía mejores oportunidades para seguir formándome -explica-. En aquel entonces no había un flujo migratorio como el que hay ahora, y primaban las aspiraciones de crecimiento profesional sobre las necesidades económicas».


Su mirada estaba puesta en Barcelona, la ciudad que eligió inicialmente, hasta que un imprevisto -una mujer- desvió toda su atención. «Mi esposa es irunesa», dice Luis, como resumen. También fue la razón que lo llevó a trasladarse allí. «Pero de aquello hace ya mucho», insiste él, que tras formar una familia y montar su propia empresa, acaba de jubilarse. «Encarrilé mi profesión en la vía comercial: abrí un almacén de prótesis dentales. Pero como nadie en casa ha querido continuar con el negocio, decidí bajar la persiana», explica.


Claro que convertirse en jubilado no ha sido sinónimo, en su caso, de entregarse a la vida contemplativa o al ocio. «¡Qué va! Si estoy más activo ahora que antes», asegura Luis, mientras acaba el café con leche. «Ahora que dispongo de más tiempo para mis cosas, he vuelto a recuperar mi esencia política, un interés que tengo desde la infancia y que, por mi trabajo y mi vida, lejos del Perú, no pude desarrollar plenamente», relata.


Trabajo por el bienestar
Sobre la mesa, una carpeta con papeles y documentos pide permiso para colarse en la charla. «Mira. Aquí tengo un proyecto de ley muy interesante que acaba de presentarse en el Parlamento de mi país. Cuando se apruebe, los peruanos que residimos en el extranjero estaremos en una mejor situación que hasta ahora», adelanta.


Luis es cofundador de la Asociación Indoamericana Estrella Radiante, que agrupa a decenas de latinoamericanos en Guipúzcoa. Pero, además, coordina la actividad del Partido Aprista Peruano (PAP) en Irún. «Es un partido de centro izquierda cuya principal figura pública es Alan García», indica a modo de orientación. «Se fundó hace más de ochenta años y siempre ha trabajado por el bienestar de los compatriotas, incluso por los que estamos fuera del país, que somos bastantes», comenta. Sólo en España residen casi 198.000 de ellos.


Luis enseña entusiasmado los folios del proyecto de ley, «una iniciativa del congresista César Zumaeta que promueve la participación, la protección y el desarrollo de los peruanos que residen fuera», como es su caso. «Algunas cuestiones que se proponen aquí son muy importantes -prosigue-. Por ejemplo, el traslado de los enfermos y la repatriación de los restos mortales, que siempre suponen un gran problema para la familia. También se contemplan servicios de asistencia social y de defensa pública», añade Luis, que está a punto de viajar a Lima. «Suelo ir con frecuencia para atender asuntos de patrimonio, pero seguiría estando ligado al país, aunque no fuera. Vivir en el extranjero no te convierte en un ser apolítico. Yo creo que tenemos que hacer política aunque vivamos lejos de casa», concluye.

1.5.11

Un día histórico: entre el compromiso, la incertidumbre y el desencanto

Los comicios municipales del día 22 se presentan como un punto de inflexión para miles de extranjeros que, por primera vez, podrán ejercer su derecho al voto en España. Sin embargo, la cifra de inscritos en el Censo Electoral supone apenas el 12,3% del total. El bajo porcentaje hace pensar que el interés político es igualmente escaso, aunque las asociaciones, los especialistas y los propios inmigrantes señalan que no es así. Algunos sostienen que la información para poder participar ha sido escasa, otros hablan del desengaño político que traen desde sus países y también hay quienes apuntan que, antes que el derecho al voto, hay otras garantías más importantes que conquistar. ¿Vaticinios? Ninguno. El grado de implicación y de compromiso se verán este mes... en las urnas.

Las elecciones municipales se aproximan y la campaña electoral entra en su recta final. Falta poco para el 22 de mayo y, como es natural, los debates se intensifican; calientan la primavera. En los mítines políticos y los medios de comunicación, los candidatos de los distintos partidos juegan sus últimas bazas: los discursos, las ideas, las palabras oscilan entre dulces promesas y críticas amargas.

Sin embargo, para el electorado inmigrante la suerte ya está echada. Y desde hace meses. Una fecha, el 25 de enero, trazó una línea infranqueable entre los que podrán ejercer su derecho al voto y los que no. Ese fue el último día para incribirse en el Censo Electoral; es decir, para manifestar oficialmente el deseo de participar en los comicios que están a punto de celebrarse ahora. El resultado: 473.748 inmigrantes (sin contar a los 400.000 nacionalizados) podrán elegir a sus representantes municipales el domingo 22. El resto se queda fuera.

La cifra llama la atención porque es baja. Supone apenas el 7,5% de los mayores de edad que residen en España, y el 12,3% de los extranjeros que en principio tienen derecho a votar, ya sea porque son ciudadanos de la Unión Europea o porque proceden de países no comunitarios con los que el Ejecutivo español ha firmado acuerdos de reciprocidad.


Es el caso de Noruega, Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Cabo Verde, Paraguay, Islandia, Nueva Zelanda y Bolivia. Así, entre unos países y otros hay, en total, personas de 36 nacionalidades habilitadas para ir a las urnas. Pero la cifra de electores es pequeña: por cada 100 extranjeros que tienen derecho al voto, sólo 12 (los que se han inscrito en el censo) tienen la posibilidad real de ejercerlo.


Los pronósticos eran distintos. La ampliación de la Unión Europea, la inclusión de los extranjeros comunitarios como electores (y candidatos) en los comicios municipales y la firma de acuerdos bilaterales propiciaron que, en teoría, casi cuatro millones de personas inmigrantes tuvieran acceso a uno de los derechos fundamentales de la ciudadanía.

Por ello, cuando la UE se amplió e incluyó a países como Rumania (cuya población residente en España roza ya las 800.000 personas) y cuando comenzaron a suscribirse esos acuerdos bilaterales (hace ahora un par de años), hubo reacciones de todo tipo; en contra y a favor. Y por ello también se especuló mucho con los alcances de esa reforma y con el impacto que podría tener en los resultados electorales.

En efecto, si todos los ciudadanos extranjeros habilitados para votar se hubieran inscrito en el censo, tendrían el peso suficiente para inclinar más de una balanza en los consistorios. No obstante, ese hipotético escenario no se ha dado. ¿Qué ha pasado?

Escasa información
Existe una casuística diversa para explicar ese bajo porcentaje de electores. Una vía es la poca difusión de los requisitos y los plazos para votar. Para poder hacerlo no basta con haber nacido en un país determinado, sino tener como mínimo cinco años de residencia legal en España y haberse inscrito antes del 25 de enero.

Las asociaciones y federaciones de inmigrantes coinciden en señalar que “aquí está el primer problema”. Aunque el trámite de inscripción, en sí mismo, era sencillo, “muchos extranjeros no se enteraron porque la campaña de difusión fue deficiente”. Organizaciones como SOS Racismo o Tod@s Iguales, Tod@s Ciudadanos denunciaron sistemáticamente esa falta de información durante el año pasado y la primera parte de este.

Para la plataforma Tod@s Iguales, Todos Ciudadan@s, integrada por más de ochenta organizaciones sociales, tanto el interés del Gobierno como la publicidad institucional han sido “totalmente inexistentes”; sobre todo en comparación con las campañas electorales convencionales, para las que “no escatiman medios en televisión, radio y prensa”.

Aunque la Administración envió cartas informativas a aquellos inmigrantes que cumplían los requisitos para votar, el colectivo señala que “no fue suficiente” y califica el número total de misivas (350.287) de “irrisorio”. “Había gente que cumplía estos requisitos y no han recibido ninguna información oficial”, subrayan.

El descrédito de origen
Uno de los principales temores de las asociaciones y las ONG es que el escaso número de electores extranjeros se interprete como un pobre o nulo interés en la vida política del país. Es decir, que la opinión pública construya una imagen en la que los inmigrantes se mantienen voluntariamente al margen de la gestión de recursos, la toma de decisiones y la participación ciudadana. De ahí que hayan insistido tanto en esa carencia informativa.

Ahora bien, ¿la baja inscripción en el censo se debe solamente a la falta de difusión oficial o existen otras razones? En opinión de algunas asociaciones y, también, de algunos políticos extranjeros hay otra causa: el descrédito de origen.

“La gente ya viene quemada de su país”, expone la ecuatoriana Ivonne Cabrera, candidata a concejala municipal en Cerdanyola del Vallès por el Partido Socialista de Catalunya (PSC). “Al menos en Ecuador, la percepción es que es muy difícil acceder a la política y a un cargo público de responsabilidad. Es como que no nos acabamos de creer que exista una representatividad real, y esa desconfianza persiste aquí, aunque sea diferente”.

Para Cabrera -que también fue la primera candidata ecuatoriana al Parlamento de Catalunya-, el acceso a la política en España no es tan duro como en su país. “Yo me afilié al partido hace años, cuando llegué, y lo hice como extranjera, con mi NIE”, relata.

“Eso fue lo que más me gustó, porque al principio veía a la política como un sueño. Sin embargo, aquí se me han abierto las puertas de una manera que me ha sorprendido. Creo que, con el tiempo, la gente se va dar cuenta de que somos importantes, de que nuestra opinión cuenta”. Y mucho, pues, de los países latinoamericanos con convenio de reciprocidad, el ecuatoriano es el más numeroso: aunque sólo se ha inscrito el 5% en el censo, 25.693 personas podrán acudir a las urnas.

El otro grupo numeroso (de hecho, el más ingente de todos) es el rumano. Según los datos oficiales del INE, hay 103.355 ciudadanos procedentes de este país que se han incrito para votar; una cifra que lo convierte en el colectivo de extranjeros con más peso electoral, (aunque podría haber sido casi ocho veces superior).

“La situación que hay en Rumania es bastante culpable de que exista una escasa implicación de las personas en el proceso electoral, ya que allí la política está muy desacreditada. Y eso coincide, además, con que esta oportunidad para votar en las municipales es absolutamente novedosa”, apunta el presidente de la Federación de Asociaciones de Rumanos en España, Miguel Fonda.

“No obstante -matiza-, aunque el porcentaje de inscritos en el censo no es muy alto, sí hemos detectado que hay bastante interés en participar en estas elecciones. Puede que la inscripción no haya sido espectacular, pero es significativa. Está claro que se ha hecho un esfuerzo para que los extranjeros acudan a los comicios, aunque aún falta mucho camino por andar”, opina Fonda.

Para el presidente de la federación de rumanos, “una cosa es la integración y otra que los españoles acepten con naturalidad que sus representantes políticos sean extranjeros. Todavía hay un problema de madurez en los partidos en España, que no incluyen extranjeros en sus listas de manera proporcional a la cantidad de inmigrantes que hay”. A propósiro de cantidades, ¿el voto rumano podría ser protagonista en algún pueblo o ciudad? “Mi respuesta a eso es una incógnita -dice Fonda-: ¡Ojalá pudiéramos cambiar el color de algún ayuntamiento!”.

Los deseos de Fonda se sotienen. Arganda del Rey, en Madrid, es uno de esos municipios susceptibles de cambio gracias al voto inmigrante; y más concretamente, gracias al rumano, ya que los ciudadanos de este país representan el 20% de su población. Allí reside y trabaja Mariana Venec, candidata a concejala por el Partido Socialista de Madrid (PSM). Ocupa el número nueve en una lista de 25 y está convencida de que “la particpación de los inmigrantes es necesaria, está creciendo y va a ir a más”.

“Somos relativamente nuevos en esta materia. Estamos en pleno proceso de adaptación y, como todo, lleva su tiempo. Es cierto que hay otros colectivos que son más participativos, pero aún así, los rumanos somos el más numeroso. Me quedo con eso. Lo hemos hecho bastante bien”, pondera Venec antes de vaticinar que las próximas elecciones “van a ser otra cosa. La gente pide representación y, cuando vea que la tiene, se animará a participar más”.

Las elecciones de 2011 son el punto de partida. Y, aunque la participación aún se antoja incipiente, casi todas las agrupaciones políticas incluyen ciudadanos extranjeros en sus listas; desde Izquierda Unida y el Partido Socialista; hasta el Partido Nacionalista Vasco -que tiene candidatos de Rumania, Francia, Gran Bretaña y Portugal-, Convergencia i Unió, donde el colombiano Marco Sánchez despunta en Barcelona; y el Partido Popular.

Éste, de hecho, organizó un gran mitin con sus principales figuras, entre ellas el presidente Mariano Rajoy y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para dar a conocer en Alcalá de Henares a los “nuevos madrileños populares”. Ana María Roman, de Rumania, es una de ellos. Llegó a España hace casi una década y considera la actividad política como una parte importante de su proceso de integración, y “el Partido Popular era la única opción. Después de 44 años de socialismo en mi país -argumenta- sólo podía elegir un partido que me permitiera pensar libremente”.

Pero, además de la inclusión de extranjeros en partidos de larga trayectoria, estas elecciones ven nacer nuevas agrupaciones que tienen como eje la defensa de una participación política total, sin limitantes derivadas de la procedencia, la nacionalidad o del tiempo de residencia. Es el caso de Denok Hiritar / Ciudadanía Plena, un partido impulsado por personas extranjeras y autóctonas con listas en Donostia y en Hernani.

Su reivindicación es la igualdad de derechos y su objetivo no es crear una candidatura de personas inmigrantes para inmigrantes, sino un partido “donde se reúnan todas aquellas que creen en estos derechos y en la plena igualdad, más allá de orígenes”. Precisamente, la formación pone de relieve y defiende “los derechos de las personas que han elegido vivir aquí, pero que a pesar de estar asentadas y residir en Gipuzkoa, no se les permite ser iguales al resto”.


La incertidumbre del 22
Una de las grandes incógnitas de cara al día de los comicios es saber si el electorado inmigrante acudirá a las urnas. El requisito previo de apuntarse en el censo lleva a pensar que sí, pero no se puede asegurar.

Para la socióloga Ana María López Sala, investigadora del CSIC y experta en migraciones, este es un escenario nuevo que plantea cierta incertidumbre.

“Es importante distinguir entre los extranjeros nacionalizados y los que aún no lo están, ya que los primeros, probablemente, sientan una mayor identificación con España y acudan a las urnas -apunta. Por otro lado, hay que considerar que el bajo número de inscritos puede estar relacionado con el estadio migratorio: para la primera generación de inmigrantes, que llevan aquí pocos años, el nivel de adhesión política aún es muy fuerte en sus países de origen, con lo cual es probable que voten más en el lugar de donde proceden que donde viven. Y, por supuesto, para quienes aún no han conquistado otros derechos básicos, como el económico o el social, el derecho político pasa a un segundo plano”.

25.4.11

"Quería llevar una vida normal tras años de lucha"

«Muchos vascos han participado en la democratización de mi país», señala esta activista de los Derechos Humanos

La vida de Gloria Guzmán ha estado siempre marcada por las transformaciones sociales. Nacida en El Salvador de la dictadura, criada en una familia de izquierdas y estudiante en los tiempos convulsos de la guerra civil, esta licenciada en Educación tuvo claro desde el principio que los derechos fundamentales no se piden, se conquistan. «Vengo de una familia muy comprometida con los cambios políticos de mi país -cuenta-. Respiré revolución desde pequeña; crecí con ello. Por eso no recuerdo exactamente el día en que empecé a militar».


Gloria reside en Euskadi desde hace casi siete años, aunque antes de afincarse aquí de manera definitiva ya había venido de visita otras veces. La decisión de quedarse en estas latitudes se debió «a una mezcla de cosas» que ella intenta resumir al comienzo de la entrevista.


«Vine en busca de estabilidad, aprendizaje y reflexión», enumera. «Después de muchos años agitados, de los movimientos estudiantiles y las manifestaciones políticas, de participar en organizaciones feministas y de luchar por la recuperación de la memoria histórica, necesitaba un poco de calma; un cambio que me permitiera analizar las cosas desde una nueva perspectiva».


La Universidad de Girona, donde cursó un máster en Género, fue el primer paso que dio en esa dirección. Y el instituto Hegoa -donde actualmente trabaja como investigadora- fue el siguiente, ya que Gloria Guzmán llegó al País Vasco para hacer un doctorado en Globalización, Desarrollo y Cooperación Internacional. «Elegí esta tierra porque siempre ha habido vínculos estrechos con El Salvador -dice-. Muchos vascos participaron en el proceso de democratización de mi país y los que he conocido aquí son personas encantadoras que me han hecho sentir como en casa», detalla.


La reconstrucción, el duelo
Gloria relata que la guerra civil y la revolución de El Salvador «interrumpieron» durante doce años la vida normal del país. «Yo formé parte del Frente para la Liberación Nacional (FMLN) que estaba integrado por cinco agrupaciones de izquierda. Y cuando se firmaron los acuerdos de paz en 1992, seguí en 'Las Dignas', una organización feminista. Mi carrera universitaria quedó interrumpida, sentí que tenía que terminarla y que era hora de reinsertarme en la sociedad para construir una nueva etapa tras el punto de inflexión de la paz».


'Las Dignas' fue, recuerda, la piedra angular de ese cambio. «La mayoría de las fundadoras veníamos del proceso revolucionario y necesitábamos reflexionar sobre el impacto que había tenido el conflicto social en nosotras. Trabajamos para consolidar nuestra asociación, para dotarla de autonomía y para pensar hasta qué punto la sociedad patriarcal salvadoreña había construido nuestra identidad como mujeres. Encontré mucha riqueza en el colectivo; el feminismo empezó a complejizarme la vida, por suerte, y en lo personal dediqué tiempo a buscar estabilidad. Después de tantos años de lucha, tenía una necesidad inmensa de sentirme segura y llevar una vida normal», explica.


La normalidad fue, para ella, dedicar casi ocho años a trabajar en Derechos Humanos y la recuperación de la memoria histórica. «En mi país hubo 75.000 muertos, 9.000 desaparecidos, 1.000 niños desaparecidos... Son datos fríos, pero hay una historia detrás de cada número. Como sociedad, necesitábamos hacer un duelo, dignificar a las víctimas y crear un espacio que recordara lo que había pasado. Era importante visualizar lo que había ocurrido, la violación de los derechos, la impunidad», subraya Guzmán, que llegó a ver cómo se materializaba esa idea. El Monumento a la Memoria y la Verdad, que lleva grabados más de 25.000 nombres, se inauguró en un céntrico parque de San Salvador unos meses antes de volar hacia Euskadi.



Hacer la declaración de la renta por internet

Ya es posible hacer cuentas con el Estado sin salir de casa, sin desplazarse a varias oficinas y sin padecer largas colas. Con un poco de paciencia y otro poco de atención, cualquier ciudadano puede presentar su Declaración de la Renta desde la comodidad del hogar. Y es que la Agencia Tributaria es un caso de éxito arrollador en Internet, pues año tras año aumentan los contribuyentes que optan por hacer sus trámites on line. Los programas informáticos son simples, modernos y se perfeccionan a gran velocidad, mientras que los procedimientos son cada vez más sencillos. Si hasta hace poco lo único que había que hacer en el "mundo físico" era solicitar un certificado digital para luego continuar por Internet, ahora ni siquiera hace falta eso. Una nueva herramienta, RENØ, permite adelantar las gestiones de la Renta y hacerlo todo a través de la pantalla.

Declaración en tres 'clics'
Las obligaciones tributarias son cada vez más sencillas de resolver. En la actualidad, tres pasos bastan para presentar la Declaración de la Renta por Internet sin que ello suponga un quebradero de cabeza. Para quienes sientan algunas reticencias sobre el proceso o hagan este año sus primeros pinitos en el mundo telemático, la Agencia Tributaria ha creado varios vídeos explicativos. Sumados a la información básica, estos vídeos son una guía clara, concisa y muy visual para que los números ya no sean un problema para nadie.

1. El número de referencia. Para hacer la declaración telemática, el primer paso es obtener el número de referencia del borrador o de los datos fiscales. El periodo para ello se extiende hasta el 30 de junio. Hay dos maneras de solicitarlo:



  • Por teléfono, en el 901.12.12.24.



  • Por Internet, a través de la página de RENØ.

En ambos casos, el interesado deberá proporcionar 3 datos muy precisos:




  • NIF / NIE.



  • Importe de la casilla 698 de la Renta anterior (la de 2009).



  • Número de móvil.

Una vez hecho esto, la Agencia Tributaria mandará un SMS con el número de referencia.

2. El borrador y los datos fiscales. El número de referencia que se recibe por SMS permite adelantar las gestiones y realizar unas cuantas operaciones con Hacienda, que van desde la simple consulta hasta la Declaración definitiva de la Renta. Con este código se puede:




  • Consultar, modificar y confirmar el borrador.



  • Consultar los datos fiscales e importarlos al programa PADRE.



  • Presentar la declaración por Internet.

Si el borrador de Hacienda es correcto, bastará confirmarlo para que la Declaración quede presentada. Si no, habrá que modificarlo antes de dar el visto bueno.

3. La aplicación PADRE. Para quienes no utilizan el borrador de la Agencia Tributaria, el programa PADRE (Programa de Ayuda para la Declaración de la Renta) es de vital importancia. La aplicación, que funciona con diferentes sistemas operativos (como Windows, Mac y Linux), se puede descargar desde aquí.


Ya en sus primeras versiones, este programa contaba con una versión electrónica de los impresos de la Declaración. Las ventajas eran muchas, porque se podían hacer todas las correcciones necesarias y en cada una de las casillas había ventanas de ayuda disponibles que explicaban cada concepto. Ahora, nada más empezar, un asistente guía al usuario para rellenar paso a paso todas las hojas que le correspondan. El programa también se ocupa de realizar todas las operaciones de cálculo de las desgravaciones, sumas, porcentajes y el resultado final.

Desde que la AEAT incorporó el registro de datos fiscales, el proceso es aún más fácil. Mediante el número de referencia, es posible importar los datos desde la página de la AEAT. Con este paso (salvo algunas excepciones, como los ingresos por actividades económicas, que se deben introducir de manera manual), ya no es necesario rellenar más casillas: el programa incorpora los datos, realiza los cálculos y permite enviar la declaración por Internet.

Antes de dar el OK
El programa de ayuda se encarga de recordar al usuario las casillas que se ha dejado sin rellenar, o las cuentas que no cuadran, para que las corrija. No obstante conviene repasar:




  • Los datos que tiene la Agencia Tributaria puede que no estén completos o no sean correctos. En el borrador o en el listado de datos fiscales es común que no se incluya la desgravación por vivienda habitual, lo cual puede ser la diferencia entre una declaración positiva y una negativa.



  • Los ingresos por actividades económicas (de los autónomos o empresas), aunque estén registrados, habrá que introducirlos de modo manual porque no se pueden importar. También hay que verificar todas las desgravaciones a las que se tenga derecho, incluidas las autonómicas.



  • Si la Declaración sale a devolver, es importante introducir un número de cuenta para recibir la transferencia. Según la AEAT, las declaraciones por Internet reciben antes la devolución, así que es una buena razón para usar la Red.



  • En el caso de que haya que pagar, tampoco hace falta levantarse del asiento. En la web de la AEAT se accede a Oficina Virtual, y desde allí, a Autoliquidaciones.



  • Los pagos se pueden hacer con tarjeta de crédito o mediante el pago en cuenta, con determinados bancos. En este último caso, el banco genera un código llamado NCR, que es un justificante de que el pago está autorizado por el contribuyente. Con este código ya se puede realizar el pago sin necesidad de hacer cola en la ventanilla del banco.

18.4.11

"No eres ignorante por venir de un país tercermundista"

«Algunas veces, los propios inmigrantes son más abusivos que cualquier empleador», lamenta esta mujer que lleva cuatro años afincada en Vizcaya


«Algunas veces he tenido la impresión de haber perdido cinco años de mi vida», confiesa Yovanna Zurita al comienzo de la entrevista. Pero no se refiere a estos últimos años, los que ha vivido en Euskadi, sino al lustro que estuvo estudiando en Bolivia para acabar su carrera. Lo cuenta con pena. Más de una noche, mientras la urgencia de encontrar trabajo le impedía conciliar el sueño, esta enfermera procedente de Cochabamba pensó que su esfuerzo había sido en vano; que el empeño de su padre para que fuera a la universidad no había tenido sentido. Que «la vida es muchas veces injusta. Y golpea duro».


«Vengo de una familia muy humilde en la que somos siete hermanos -dice-. Pero, a pesar de las dificultades que eso ha supuesto para mis padres, ellos nos dieron a todos la oportunidad de estudiar. Es triste sentir que algo tan laborioso, y que ha implicado tantas renuncias, no te aporta ninguna ventaja. Por eso ahora prefiero decir que somos pobres... pobres, pero educados».


La decisión de emigrar de Bolivia no es ajena a esa reflexión. De hecho, nace de ella. «Yo quería tener lo mío, poder comprarme una casa, pero con los precios que hay allí y los sueldos que se pagan habría tardado muchísimo tiempo en lograrlo. Si, en cambio, venía aquí, aunque trabajara en cualquier cosa, podría reunir el dinero en pocos años y volver. Cumplir mis sueños».


Yovanna se marchó de Cochabamba en febrero de 2007, un mes antes de que cambiara la legislación española y se endurecieran los requisitos para permitir la entrada de ciudadanos bolivianos en el país. «Ya sabíamos que en marzo empezarían a pedirnos visados, así que decidimos adelantar el viaje», explica. Lo que no contempló entonces -porque aún no se sabía- es que ese año también marcaría el comienzo de la crisis económica y el cambio de unos cuantos planes.


Cuando llegó a Bilbao junto a su esposo, Marcelo, alquilaron una habitación para los dos por 470 euros más gastos. «Era una barbaridad, pero no conocíamos a nadie y no estábamos en posición de elegir», explica. Su primera referencia en la villa fue el padre Román, un sacerdote de la parroquia de San Felicísimo, en Deusto. «Allí fuimos muchas veces; algunas, incluso, a buscar víveres», dice Yovanna, que se siente muy agradecida con la congregación y con el cura. «Nos ha ayudado mucho. Es como un segundo padre para mí».


14 horas, 300 euros
La búsqueda de empleo comenzó enseguida, y el primero en encontrar trabajo fue el marido de Yovanna. «Otro extranjero, que tenía un locutorio en la zona del Max Center, le ofreció regentar el local. Eran 14 horas diarias, desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche, y le pagaba 300 euros al mes. Algunas veces -lamenta- los propios inmigrantes son más abusivos que cualquier otro empleador. Pero, a pesar de ello, mi esposo aceptó. Teníamos que empezar por algún sitio», señala.


Poco después, ella comenzó a cuidar a una persona mayor en Cruces. «Todo iba bien, hasta que me quedé embarazada y ya no pude seguir». Entonces continuó Marcelo, que dejó el locutorio para cuidar a un anciano. Las cosas parecían mejorar. «En diciembre de 2007 nació nuestro hijo, Iker, y al poco tiempo nos quedamos los dos sin ingresos. Tuvimos que pedir dinero a Bolivia... Mis suegros nos ayudaron hasta que pudimos remontar la situación».


Yovanna consiguió trabajo y también pudo regularizar sus papeles. Su principal objetivo ahora, cuatro años después, es homologar su título universitario y ejercer aquí su profesión. «Quiero crecer, hacer que esta aventura haya valido la pena. Con el tiempo, los objetivos cambian; uno mismo cambia. Yo quiero demostrar lo que valgo. Venir de un país tercermundista no significa que seas ignorante, sólo quiere decir que tu país está en vías de desarrollo».




11.4.11

"Después de lo que pasé, no le tengo miedo a nada"

Rodica Soldanescu llegó hace cinco años al País Vasco y superó un trasplante de riñón en el hospital de Cruces tras un largo tratamiento.
Aprendió a hablar castellano en la sala de hemodiálisis del Hospital de Cruces, donde ingresó poco después de llegar a Euskadi y que hoy le resulta familiar. No es de extrañar. Acudió allí puntualmente «tres veces por semana, cuatro horas cada vez», durante algo más de tres años, mientras esperaba un riñón sano, un donante compatible que le devolviera la oportunidad de llevar una vida normal. «Y tuve suerte, porque el primer donante que hubo para mí era compatible con mi organismo. Hay gente que espera mucho tiempo, que pasa por cinco o seis pruebas sin éxito».


Sentada frente a una taza de té, nueve meses después del trasplante, Rodica Soldanescu imagina su futuro más cercano y recuerda todo aquello que ha pasado para sobreponerse a su insuficiencia renal. «Quiero volver a trabajar, disfrutar con mi familia y volver este verano a Transilvania para ver de nuevo mi casa», dice. Ni la enfermedad ni la convalecencia estaban en sus planes al marcharse. Y ambas cosas trastocaron todos sus proyectos.


Rodica llegó al País Vasco en 2006, siguiendo los pasos de su esposo, que vino unos meses antes que ella. «Mi cuñada vivía aquí y él vino porque había trabajo. Al principio yo creí que sería por poco tiempo -relata-. No imaginé qué un día me llamaría para que viniera yo también». Lo que Rodica suponía era que «sería como la vez anterior», cuando su marido emigró a Alemania para reunir dinero y comprar una casa en Rumanía. «Se fue dos años y, cuando volvió, pudimos mudarnos. Hasta ese momento, vivíamos con mi madre».


Diez operaciones

Tras recibir la llamada desde Euskadi, esperó a que su hija acabara el instituto, preparó las maletas de las dos y se vino. Apenas siete meses después, le diagnosticaron la afección en los riñones. «Estaba trabajando y volvía a casa muy cansada. No era normal, así que fui al médico. Los análisis mostraron que tenía los valores totalmente descompensados, y casi de inmediato comencé con la diálisis peritoneal, que me hacía yo misma, en casa. Luego, algo falló y no tuve otra alternativa que empezar con la hemodiálisis en Cruces», dice Rodica que, a pesar del difícil proceso, se siente muy afortunada y, sobre todo, agradecida.


«Nunca olvidaré a las maravillosas personas que conocí en esas sesiones. Los compañeros de turno son especiales para mí. Había gente joven y otros más mayores. Algunos ya habían pasado por un trasplante y entonces me contaban su experiencia o me daban ánimos cuando me sentía decaída». Tres años así dan para mucho. Y diez intervenciones quirúrgicas (incluyendo la última, la de su propio trasplante), también.


«Por eso quiero agradecer públicamente a todo el personal sanitario, a los médicos y las enfermeras lo que han hecho por mí. Cuando me operaron fueron tan amables... No pensé que fuera así; creí que iban a hacer diferencias conmigo por ser de fuera, pero reconozco que me equivoqué. Después del transplante estuve trece días sola, ingresada en planta. Durante ese tiempo, el jefe de cirugía venía todos los días para ver qué tal estaba, cómo me sentía. Tanto él, como todo el equipo, fueron muy atentos conmigo. Y la doctora que me controla ahora, Sofía, es una gran profesional».


Rodica hace una pausa y bebe un sorbo de su té, que está casi intacto y se ha quedado apenas tibio. «Estos años fueron muy duros para mi familia y para mí, pero nunca -añade- hemos perdido la esperanza ni la fe. Creo en Dios y sé que he tenido mucha suerte, porque si esto me hubiera ocurrido en Rumanía, seguramente estaría aún esperando. Tengo 49 años y me siento más fuerte que nunca. Después de lo que he pasado, no le tengo miedo a nada», concluye.

7.4.11

Preparar un viaje largo por carretera

Poner a punto el coche, informarse del estado de las carreteras y descansar bien en la víspera son pasos clave para minimizar los riesgos de viajar en Semana Santa
Revisar el estado del vehículo, descansar bien la noche anterior y verificar la situación de las carreteras son tareas ineludibles antes de sentarse al volante y emprender un trayecto largo. Pero no son las únicas claves. Tan importante como planificar la ruta y estudiar los mapas con anticipación es atender al pronóstico del tiempo, hacer el equipaje adecuado, cargar la batería del móvil y llevar medicinas, alimento y bebida. También hay que prever una parada cada dos horas, para descansar la vista y estirar las piernas. ¿Demasiados deberes? No. Aunque el viaje sea un plan de ocio, conducir durante muchas horas supone un desgaste físico importante, en especial, cuando hay un solo conductor. Por ello -y porque durante los fines de semana y las vacaciones se registran picos de actividad, siniestros y atascos- es de vital importancia tomarse las precauciones en serio.

La planificación del viaje, fundamental
El coche es el medio de transporte favorito para el turismo en familia, sobre todo, si el destino elegido se localiza en España o en los países vecinos. Cada año hay un millón de nuevos conductores y, según datos de la DGT, el parque automovilístico español supera ya los 31 millones de unidades. En nuestro país hay un marcado gusto por conducir y quienes usan su coche a diario lo saben: algunos momentos del año son especialmente sensibles. Semana Santa, el inicio del verano, las vacaciones de Navidad y los puentes son fechas señaladas, con millones de desplazamientos en pocas horas. Por esa razón, la planificación del viaje y del momento idóneo para emprenderlo es fundamental.



  • Lo primero es elegir el destino, decidir sobre un mapa de carreteras el camino que mejor se adapte a las necesidades y trazar un itinerario principal (sin dejar de contemplar, al menos, una alternativa). Las personas que disponen de un navegador GPS lo tienen más fácil, ya que el propio dispositivo propone diversas opciones. No obstante, siempre es conveniente llevar un mapa tradicional, por si la tecnología falla o la información del navegador está desactualizada.


  • Lo siguiente es comprobar que la vía esté en buenas condiciones. Para ello, la Dirección General de Tráfico ofrece en su página web un mapa de incidencias en tiempo real. Éste alerta a los conductores sobre incidencias climáticas, accidentes, retenciones, desvíos operativos, obras en curso, desprendimientos e inundaciones, entre otros problemas. Conviene consultarlo minutos antes de iniciar la travesía para saber si es necesario trazar un "plan B" o, incluso, cancelar el viaje.


  • Una vez escogida la carretera, si el recorrido es muy largo conviene dividirlo en etapas. Establecer de antemano varias paradas de descanso y prever qué se necesitará en cada una de ellas hará que el viaje sea más ameno y, sobre todo, ayudará a evitar sorpresas. En este aspecto, es fundamental pensar en la comida, en la bebida y calcular la cantidad de combustible que se necesitará entre un punto y el siguiente para saber dónde repostar. Del mismo modo, hay que tener en cuenta la variación del clima para contar con la vestimenta y los complementos adecuados. Un consejo: las gafas de sol nunca sobran, ni siquiera cuando está nublado. En momentos de gran luminosidad y resplandor, mejoran la visión y descansan la vista.


  • En cuanto a las fechas, iniciar el viaje en un día de diario y que no coincida con principios o finales de mes, de puente o temporada es un punto a favor para evitar caravanas y densidad de tráfico. Cuando esto no sea posible, el mejor consejo es armarse de paciencia y no estar pendiente del reloj. Sí hay que prestar atención al acelerador y respetar las indicaciones del tráfico y los nuevos topes de velocidad, aunque sean temporales. Lo importante es llegar a destino, no hacerlo en un tiempo récord.
El descanso, obligatorio
A menudo, se resta importancia al descanso porque parece imposible que alguien pueda dormirse al volante, ni tan siquiera cabecear. Sin embargo, la fatiga y la falta de sueño son responsables de casi la mitad de los accidentes de tráfico en el mundo. En España, tres de cada diez accidentes se registran por cansancio, una cifra que convierte a la somnolencia en la cuarta causa de mortalidad en las carreteras.

El descanso es un aspecto que se debe cuidar tanto antes como durante el viaje. Como señala la DGT, la fatiga aumenta el tiempo de reacción al volante en un 86%, pero los conductores siguen sin ser conscientes del riesgo que supone, por lo que no detectan sus síntomas a tiempo y no toman las medidas preventivas adecuadas. El "Estudio de Fatiga y Conducción 2008", realizado por el Real Automóvil Club de España (RACE) y la Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Refrescantes Analcohólicas (ANFABRA), revela que el 34% de los conductores ha iniciado un viaje tras una jornada laboral, lo que aumenta el riesgo de fatiga.




  • El momento. Quien vaya a afrontar varias horas de conducción al volante deberá dormir lo suficiente la noche anterior e iniciar el trayecto a primera hora del día. Desde la DGT desaconsejan conducir de noche porque la conducción nocturna causa fatiga y sueño, a pesar de que algunas personas lo prefieren por la ausencia de caravanas y la tranquilidad de viajar en silencio, sobre todo, si el viaje se realiza con niños y estos se quedan dormidos.


  • La comida. Si el plan es viajar por la tarde, hay que evitar las comidas copiosas -ya que provocan digestiones pesadas y somnolencia- y no consumir bebidas alcohólicas, aunque sean de baja graduación, puesto que reducen el campo visual, disminuyen los reflejos y estimulan la agresividad, entre otros efectos. Ante un viaje largo, siempre es preferible ingerir una comida frugal, beber agua, gaseosas o zumos y llevar algo de fruta para el camino. Menos es más.


  • La vestimenta. Viajar relajado mejora la conducción, aporta más movilidad y ayuda a contrarrestar el cansancio. Por ello hay que vestirse con ropa y calzado cómodos, tener a mano los objetos personales que se pudieran necesitar durante el trayecto y evitar prendas demasiado ceñidas. Una advertencia: en cuestión de calzado, conviene recordar que no todo lo que es cómodo para caminar es práctico o seguro para conducir. Es el caso de las chanclas, que pueden engancharse a los pedales y provocar accidentes.


  • Las paradas. Además del descanso previo, es indispensable relajarse durante el viaje con paradas intermedias. La DGT recomienda hacerlo cada dos horas o cada 200 kilómetros para airearse, caminar un poco y realizar algunos estiramientos. El estudio realizado por RACE y ANFABRA se transformó en una campaña de divulgación con su propia página web. En ella recomiendan no solo parar cada dos horas, sino ingerir algún tipo de refresco. ¿La razón? Su contenido en azúcares y/o cafeína ayuda a mantener la atención y la concentración durante la conducción. En una prueba piloto al respecto, la Universidad de Zaragoza demostró que el tiempo de respuesta ante un obstáculo es un 26% más rápido en los conductores que paran de manera regular e ingieren este tipo de bebida.
Una visita al taller
Aunque las cifras de siniestralidad se han reducido de manera notable en los últimos años, los accidentes con víctimas mortales y heridos graves aún se cuentan por miles. Solo en 2010 fallecieron 1.730 personas y hubo 7.956 heridos de gravedad. Por esta razón, la seguridad y la prevención deben cuidarse en extremo. Antes de hacer las maletas, desplegar los mapas y prepararse para disfrutar, es indispensable revisar el estado del coche. La primera visita del viaje es, sin duda, al taller. Se debe verificar:



  • Nivel de aceite, líquido de frenos, líquido limpiaparabrisas, agua y líquido de la dirección.


  • Alumbrado y altura de los faros.


  • Estado de los frenos, la dirección, las bujías, la presión y el dibujo de rodadura de los neumáticos, las escobillas del limpiaparabrisas, los manguitos del motor y sus abrazaderas a partes fijas.


  • Posición correcta de los asientos y sus anclajes, así como de los espejos retrovisores, sin ángulos muertos.

En el vehículo tampoco deben faltar los recambios necesarios, como las ruedas de repuesto, el elevador manual del vehículo (gato), la correa del ventilador y un juego de luces en buen estado, además de las herramientas para su instalación. Las luces son una parte crucial del vehículo, puesto que es imprescindible que faciliten una buena visibilidad en la carretera y que el coche sea visto por el resto de conductores. Por ello, los focos deben estar siempre limpios y bien regulados para no deslumbrar a los demás.

Respecto al motor, hay que revisar todas sus piezas antes de iniciar el viaje, así como los amortiguadores, la dirección y los frenos. Tampoco deben faltar en el maletero dos triángulos homologados de señalización de peligro y un chaleco reflectante.


Sobre las lunas, éstas deben estar siempre limpias, sin impactos ni rayadas y perfectamente encajadas para evitar situaciones de riesgo. No hay que dejar que durante el viaje acumulen polvo y mosquitos, y hay que cambiar las escobillas cuando estén cuarteadas.

Niños, seguridad y consejos


Viajar con niños no siempre es fácil. A menudo, los desplazamientos les resultan más aburridos que a un adulto y es habitual que pregunten con regularidad si "queda mucho para llegar". De este modo, cuando en el coche viajan niños es necesario preparar un "equipaje de juegos", una serie de recursos para mantenerles entretenidos durante el tiempo que dure el trayecto. La diversión es su prioridad, aunque para los adultos debe serlo que viajen seguros. Por ello, conviene recordar que:




  • Pese al aburrimiento y el interés por viajar en los asientos delanteros, los menores siempre deben ocupar las plazas traseras y, además, deben utilizar un sistema de retención homologado, que variará en función de su peso y su talla, no de su edad. Para saber qué silla infantil hay que escoger, la DGT dispone de una guía interactiva detallada.


  • Los sistemas de retención infantil (SRI) en los vehículos puede evitar tres de cada cuatro muertes de niños en las carreteras y nueve de cada diez lesiones, lo que representa una efectividad muy superior a la que proporcionan los cinturones de seguridad de los adultos.


  • Estas sillas para pequeños permiten la sujeción adecuada del niño durante el viaje y evitan que, en caso de colisión, pueda salir despedido. En un choque, el comportamiento de un niño es diferente al de un adulto y las lesiones pueden ser más graves.


  • Aunque el cuerpo del pequeño responde bien a las fracturas porque su configuración esquelética es más flexible, tiene más posibilidades de padecer hemorragias internas, puesto que los órganos vitales se pueden desprender con más facilidad.


  • Además, la posibilidad de que un niño padezca lesiones medulares es mayor que en un adulto porque las vértebras que sujetan la cabeza son poco sólidas hasta los 3 o 4 años. De igual modo, su cabeza tiene una desproporción de peso en relación con el cuerpo y lo que para una persona mayor puede suponer un "latigazo cervical", en un pequeño puede representar una tetraplejia.


  • Para estas sillas, Tráfico aconseja elegir el dispositivo según el peso y el tamaño del niño, recordar que es preferible el arnés de cinco puntos de ajuste que el de cuatro y colocar a los menores de cuatro años en un sistema "espaldas hacia delante" (en sentido contrario a la marcha). Como norma general, nunca se debe llevar a los bebés en brazos (ya que en caso de accidente, la energía cinética transforma a un niño de 25 kg en una masa de 1 tonelada) y es imprescindible predicar con el ejemplo, y colocarse el cinturón de seguridad.

La Dirección General de Tráfico aconseja seguir las siguientes recomendaciones




  • Si durante el trayecto se registra una caravana, se debe reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad, sobre todo, cuando llueva o haya hielo en la carretera. Hay que extremar las precauciones si el atasco tiene lugar en núcleos urbanos y sacar el vehículo de la calzada al arcén cuando se precise detenerlo.


  • En autopistas y autovías hay que circular siempre por el carril de la derecha y no cambiar de carril excepto para realizar un adelantamiento, una maniobra que tendrá que comenzarse con más antelación que en las carreteras ordinarias y cumplir la regla de seguridad: retrovisor, señal, maniobra.


  • Si se opta por conducir de noche, hay que programar de manera minuciosa el itinerario nocturno, tener el vehículo en condiciones y preparado, en especial, respecto al funcionamiento de las luces e intermitentes. Conviene llevar limpios los cristales parabrisas, ventanillas y luneta posterior, y haber descansado lo suficiente antes de una cena, que debe ser ligera.


  • Por el contrario, durante la conducción diurna con sol, hay que utilizar el parasol inclinado para proteger los ojos del conductor, o bien usar gafas de sol, con especial cuidado ante las entradas y salidas de túneles o al atravesar zonas de sombra. Cuando además hace calor, el aire acondicionado será el mejor aliado, junto con las bebidas frescas. Habrá que vigilar también la temperatura del motor.


  • En caso de dudas o de necesitar información más específica, lo idóneo es consultar el apartado de consejos de seguridad vial.

4.4.11

Aterciopelados, con los pies (y el corazón) en la tierra


"Cada vez estamos más comprometidos con las causas sociales, ecológicas, de género y de minorías", asegura este dúo colombiano que acaba de ofrecer una intensa gira por Austria y España, y que ahora se prepara para cantar en Costa Rica. En esta entrevista, Andrea Echeverri y Héctor Buitrago nos cuentan dónde ponen la nota con su música

Él, Hector Buitrago, venía de tocar en una banda de hardcore que se llamaba La Pestilencia. Ella, Andrea Echeverri, tenía una marcada influencia folclórica, de boleros y rancheras, que le había legado su madre. Muy distintos -pero no distantes-, comprobaron por sí mismos que las diferencias pueden contener un enorme potencial de creatividad. Desde hace más de 20 años, Andrea y Héctor son Aterciopelados, una de las bandas más innovadoras de Latinoamérica, que se desmarca de los clichés para hablar de lo que les importa “con un lenguaje propio”.


-¿Cuánto habéis cambiado desde vuestros inicios?

-Mucho... Hay una canción clásica que dice: “Yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo; yo también tuve alegrías y profundos desengaños...” Lo nuestro son 20 años de trabajo, aprendizaje y experimentación. Y, como no hemos aprendido música en una academia, lo hemos hecho en la universidad de la vida, en los escenarios y los discos. Allí construimos nuestro lenguaje, con mucha identidad, raíz, folclore y modernidad. Además, conceptualmente cada vez estamos más comprometidos con causas sociales, ecológicas, de género y de minorías.

-Entonces, ¿tenéis “temas fetiche”?

-Sí, nuestros caballitos de batalla son la reivindicación de la mujer y de las minorías en general; como los indígenas, los campesinos o los desplazados. También nos interesa el tema ambiental y, por supuesto, los derechos humanos. Las canciones en contra de la violencia son muy importantes para nosotros, pues vivimos en un país azotado por este flagelo. En cuanto a la mujer, es un tema que abarca desde ir en contra del objeto sexual en que nos han convertido, hasta mostrar una imagen más maternal, más combativa, más real.

-¿Y qué papel ocupan la protesta y las reivindicaciones en vuestro trabajo artístico?

-Uno importante. Alimentan muchos fuegos, esparcen, contagian... Ahí tienes nuestra Canción Protesta, un tema que está incluido en el disco Oye y que se ha convertido por sí solo en todo un símbolo musical de las luchas. Desde que fue escogido por Amnistía Internacional para conmemorar el sexagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, este tema se convirtió en todo un himno multicultural en defensa de los derechos de las personas.

-¿Cómo incidió ese reconocimiento en vuestra carrera?

-A nivel personal, fue toda una estatuilla.

-A propósito de estatuillas... ¿Habéis notado cambios por parte del público, la crítica o las discográficas tras haber ganado los premios Grammy?

-Eso es lo que se pone en las biografías y en las referencias y, la verdad, no sabemos porqué...

-Pero, ¿creéis que en Latinoamérica todavía se busca la aprobación desde fuera, o pensáis que eso está cambiando?

-A nivel musical, el gusto español y el latino son muy distintos. Sin embargo, por estos lares, si viajas te miran con cierto respeto aunque no gusten de tu música.

-La colaboración con otros músicos -como Búnbury, por ejemplo- ¿os ha abierto una puerta a España?

-No estamos muy seguros de eso... Más bien te diríamos que el trabajo en España es casi una labor contracultural. Lento pero seguro, vamos construyendo un lugar digno para el conquistado, el tercermundista, el que no tiene visa, el sudaka que tiene el mejor swing.

-¿Y qué ocurre en otros países, por ejemplo, cuando váis de gira a sitios donde no se habla español?

-Generalmente, llegan muchos colombianos y latinoamericanos a donde tocamos. Pero, si el lugar es de un país inglés, intentamos hacer alguna conexión hablando de las canciones, explicando de qué se tratan o qué cosas nos parecen importantes.

-¿La conexión con el público es distinta?

-Sí. Por ejemplo, cuando fuimos a Australia aprendimos algo muy bonito que hacen allá, y que consiste en saludar a los pueblos originarios de la zona donde estás tocando. Eso, además, queda muy bien para la propuesta aterciopelada, que también busca recuperar lo ritual y respeta profundamente nuestras culturas ancestrales.

-Una “propuesta aterciopelada” que muchas veces se ha intentado definir. ¿Lo vuestro es música ecléctica, de fusión, de raíces...?

-Lo nuestro es música ritual, música sanadora, canción conjuro.

-¿Y qué hay de las influencias?

-Son tan variadas como el arcoiris. Podemos citar, por ejemplo, el bolero, la ranchera, la salsa, el punk, el folclore, la electrónica, el hardcore (en su momento), el rock, el pop, la balada, la música devocional, el gospel...

-Os preguntábamos antes por los “temas fetiche”. También nos gustaría saber si tenéis “temas tabú”. ¿Hay asuntos sobre los que jamás compondríais?

-Hemos escrito canciones sobre el desplazamiento, ya que en Colombia hay cuatro millones de personas obligadas a huir por la violencia. También sobre los falsos positivos; es decir, los asesinatos de Estado... El tema de una canción es siempre lo más difícil. Pero, una vez que lo logras, tienes el resto. Creemos que un tema debe ser importante para ti, esencial. Debe mover tu espíritu y tu sensibilidad; sino, no vale la pena.

-¿Es por ello que a lo largo de estas dos décadas, además de trabajar en conjunto, habéis desarrollado otros proyectos musicales?

-Sí. En estos años también ha habido espacio para otras propuestas más personales en los discos Andrea Echeverri 1 y 2, y en los Conhector, respectivamente.

-¿Seguís trabajando en esa línea?

-Sí. En Colombia, acabamos de lanzar el segundo disco de Andrea Echeverri, y Héctor está terminando Conhector 2. Un cambio importante sucedió hace muy poco, con el Andrea Echeverri 2, donde por primera vez yo me lancé a producir, grabar, diseñar, y hasta a hacer vídeo.

-¿Es necesario tomarse un descanso creativo?

-Es importante hacer lo que sientes.

-Os interesan los temas sociales, humanitarios y de minorías. ¿Qué opináis sobre las barreras políticas y administrativas que se levantan para impedir las migraciones?

-Opinamos nuestra Canción Bandera y lo que se refleja en su hermoso vídeo. ¿Tienes la letra?

-“Quién me limita este, mi planeta, si soy tercermundista y empaco mis maletas...”

-“...Que quién es usted, que dónde nací, entonces no puede venir por aquí... Cómo te vas a aprovechar de que no tengo papeles, de que soy ilegal; mi trabajo humilde y tenaz vale lo mismo que el tuyo, o quizá más”. Eso pensamos.

"Si trabajo en mi profesión, soy más útil a la sociedad"

Wilson Alba-Adrián se dedicó a la recogida de melocotones y uvas para montar un negocio en su país pero la crisis reventó sus ilusiones


Una de las ideas más extendidas sobre la población inmigrante es que carece de formación académica, pero lo cierto es que muchos extranjeros ocupan puestos de trabajo que están por debajo de su cualificación profesional. Esto se explica, en parte, porque para quienes vienen de países con economías empobrecidas es más rentable trabajar aquí «de lo que surja» que quedarse en sus lugares de origen ejerciendo su profesión. Sin embargo, existe otro factor. Para trabajar «en lo de uno» -o, al menos, intentarlo- hace falta convalidar los estudios, homologar la titulación. Y eso no siempre es sencillo.


La entrevista con Wilson Alba-Adrián tiene lugar en la sede de la asociación Kosmópolis, un centro de formación y asesoramiento integrado por vascos y extranjeros que, precisamente, se ha propuesto impulsar el reconocimiento de las competencias profesionales de los inmigrantes y orientarles en el proceso de homologación de sus carreras. Y es que, como bien señala este boliviano, «uno se siente mejor cuando se gana la vida trabajando en aquello para lo que ha estudiado».


«Si trabajo en mi profesión, siento que soy más útil a la sociedad», continúa Wilson, quien, antes de reengancharse con la informática, estuvo un par de años trabajando «en lo que había». Y lo que había para él en Orihuela (la primera ciudad en la que vivió tras emigrar de Cochabamba) no eran pantallas, teclados ni chips, sino campo, manufactura y ladrillo.


«Fui temporero en un matadero, albañil en distintas obras y recolector de cosechas, como melocotones y uvas -detalla-. Al principio, estaba contento. Se ganaba bien y yo había venido a eso, a reunir un capital para invertirlo luego en Bolivia, montando mi propio negocio». Pero la crisis de 2008 y «el reventón de la burbuja inmobiliaria acabó con todo eso -señala-. Me encontré sin empleo ni perspectivas. Desde el punto de vista económico, no había razón para quedarme».


Lo único que le retenía en este lado del mundo era su novia, que vivía en Bilbao y que, al conocer su situación, le ofreció trasladarse de Alicante a Vizcaya. «Decidí intentarlo porque donde estaba no había signos de mejoría y aquí, al menos, estaba ella», expone Wilson que, poco después de llegar, consiguió empleo como camarero.


«En fase de homologación»

«Trabajé, como siempre, en lo que había, pero nunca abandoné la informática. No dejé de montar ordenadores, ni de dar clases como voluntario en Médicos del Mundo, ni de ofrecer servicios de mantenimiento a los locutorios de Getxo. Y tampoco me desentendí de la formación, ya que en el mundo de la tecnología todo cambia a ritmo de vértigo y no puedes darte el lujo de estar desactualizado», razona.


Wilson también da clases gratuitas de informática en las instalaciones de la asociación Kosmópolis, que le está ayudando a convalidar su licenciatura en informática. «Estoy en pleno proceso de homologación -relata- y uno de mis objetivos es hacer un posgrado una vez que llegue mi título. Me gusta pensar que nunca he dejado de estudiar, ni lo haré».


¿Y dónde quedó aquella idea de reunir un capital y volver? «La vida cambia -responde Wilson-. Mi proyecto y mis expectativas ya no son los mismas que los que tenía hace cinco años. Yo mismo cambié... Hay personas que emigran y quieren mantener sus costumbres intactas, aunque vivan aquí. A mí no me pasa eso. Me siento muy integrado y aceptado. Tengo amigos de diversos lugares, también amigos vascos, y jamás me sentí discriminado por cuestiones de racismo o xenofobia. Sólo me falta avanzar en mi profesión y asentarme. Objetivamente, sirvo más como informático que como repartidor de pizzas; y lo digo con todo el respeto del mundo», matiza.

31.3.11

Vuelos: derechos y obligaciones de los pasajeros y la tripulación

La compañía aérea, la tripulación y el pasaje de un vuelo están sometidos a unas normas específicas que comienzan a regir cuando se compra el billete de avión.
Los aviones son un medio de transporte cotidiano: su rapidez y seguridad los han convertido en una de las primeras opciones para viajar. Más de 15 millones de personas vuelan cada mes en España y para muchas de ellas los aeropuertos no son más que una engorrosa rutina. Sin embargo, gran parte de los viajeros desconoce qué derechos les amparan y qué obligaciones contraen cuando deciden desplazarse por aire. Tampoco saben cuáles son las responsabilidades y potestades de la tripulación ante cualquier contingencia o qué normas legales regulan los derechos y deberes de unos y otros. Conviene recordar que pasajeros, tripulantes y empresas están sujetos a unas reglas específicas que comienzan a regir mucho antes del vuelo. Incluso antes de pisar el aeropuerto.


Aceptación de condiciones

Los derechos del pasajero, y sus obligaciones, no se aplican solo al subir al avión ni al presentarse en el aeropuerto, sino mucho antes: cuando se compra el billete. Esto es así porque el pasaje supone el contrato al que quedan sometidas las partes (usuario y compañía) una vez que el viajero lo adquiere. Además, una peculiaridad importante de ese contrato implícito es que el pasajero no lo puede negociar. Es una adhesión a las condiciones generales de contratación que impone el transportista.


Por esta razón, porque las condiciones pueden variar de una empresa a otra y porque al pasajero puede interesarle contratar aparte un seguro, conviene revisar esas cláusulas antes de comprar el billete, ya que la adquisición significa aceptación. No ocurre lo mismo con los derechos de los pasajeros, sus obligaciones y las potestades de la tripulación, regulados por normativas muy claras, comunes a todas las empresas.


Derechos del pasajero

Volar de un lugar a otro es una experiencia gratificante, aunque subirse a un avión puede suponer también una fuente de preocupaciones y problemas. En general, los pasajeros se interesan por sus derechos cuando se vulneran o si se registran inconvenientes, pero nunca está de más conocerlos de antemano para saber cómo actuar en caso de ser necesario. Como primera cuestión, los pasajeros de cualquier tipo de vuelo -ya sea chárter o regular- tienen que recibir un trato justo. La responsabilidad de respetar sus derechos recae siempre en la compañía que han contratado.


Las garantías para los viajeros están reguladas por disposiciones nacionales y europeas que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) y los Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) detallan y ordenan para su mejor comprensión y aplicación. Los derechos del pasajero y las normas que les respaldan pueden consultarse en las páginas web de AESA y las de AENA, así como en los folletos explicativos que se recopilan en los mostradores de información de todos los aeropuertos de España. No obstante, siempre es útil saber cuáles son las principales garantías.


Denegación de embarque. Si el número de pasajeros es mayor que el de plazas disponibles, la compañía deberá, en primer lugar, solicitar voluntarios que renuncien a sus asientos.


Los voluntarios pueden pactar con la compañía ciertos beneficios, pero, una vez acordados, no podrán reclamar compensaciones suplementarias.


Al margen de esto, siempre tendrán derecho a que les informen sobre sus opciones, a reembolsarles el dinero del billete (si deciden no viajar) o a que se les busquen sistemas de transporte alternativos para que puedan llegar a destino. También tendrán derecho a ser atendidos, lo que incluye comida y bebida suficientes durante la espera, alojamiento en hoteles si hiciera falta pernoctar y los traslados, así como la posibilidad de realizar gratuitamente dos llamadas (o enviar telex o correos electrónicos).


En caso de no haber voluntarios, la compañía deberá abonar a los pasajeros unas cantidades de dinero preestablecidas en concepto de indemnización. La cuantía varía según la distancia y el destino del vuelo, de modo que se pagarán:



  • 250 euros para vuelos de hasta 1.500 kilómetros, con independencia del destino.


  • 400 euros para vuelos entre 1.500 y 3.500 kilómetros, con independencia del destino.


  • 400 euros para vuelos de más de 3.500 kilómetros si el destino está en la Unión Europea.


  • 600 euros para vuelos de más de 3.500 kilómetros cuyo destino sea extracomunitario.

Si el retraso es inferior a dos, tres o cuatro horas, respectivamente, la compensación puede reducirse a la mitad.


Anulación del vuelo. En este caso, al igual que ocurre con quienes renuncian a un vuelo de manera voluntaria, la compañía debe dar a elegir al pasajero entre la devolución del billete y un transporte alternativo hacia el destino final, además de ofrecerle de manera gratuita comida y bebida, y alojamiento cuando sea necesario. Las devoluciones se pagarán en metálico y deberán hacerse efectivas en un plazo de siete días.


Grandes retrasos. Los pasajeros cuyos vuelos experimenten un gran retraso tienen derecho a recibir información, atención y el reembolso de su billete (o un transporte alternativo). Desde 2009 tienen derecho a una compensación económica, según lo dicta una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. ¿Qué se entiende por "gran retraso" y a cuánto asciende esa compensación? En principio, es una demora de más de dos horas que origina unos derechos conforme aumenta la espera. La cuantía de las compensaciones también se incrementa por tramos, según las horas de retraso y la distancia del vuelo retrasado. De este modo:




  • De dos a tres horas: el pasajero tiene derecho a recibir información y atención (si la distancia no supera los 1.500 km).


  • De tres a cuatro horas: tiene derecho a recibir información y atención en todos los vuelos (excepto en los extracomunitarios de más de 3.500 km). También tiene derecho a una compensación económica entre 250 y 600 euros (según distancia).


  • De cuatro a cinco horas: tiene derecho a recibir información, atención y compensación económica (sin excepciones).


  • Más de cinco horas: en este caso, además de todos los derechos anteriores, la compañía está obligada a devolver el importe del billete.

Problemas con el equipaje. Cuando hay incidencias con el equipaje (como daños, retrasos o pérdidas), el Convenio de Montreal indica que la compañía aérea es la única responsable del daño causado. Pese a esto, hay que tener presente que no hay normas establecidas sobre cómo proceder en estas situaciones, de modo que la respuesta ante una incidencia variará de una compañía a otra. Mientras algunas aerolíneas ofrecen a los pasajeros unas compensaciones para cubrir sus gastos de primera necesidad (como artículos de aseo o ropa interior), otras pagan una cantidad por día (hasta un máximo de tres días) o cubren los gastos al pasajero una vez que presenta las facturas. A modo de orientación: el principio general es cubrir los gastos de primera necesidad.


Obligaciones del pasajero


Las situaciones de anormalidad en los vuelos (como las derivadas de la erupción del volcán finlandés o de las huelgas de controladores aéreos) han fomentado que los pasajeros estén cada vez más atentos e informados sobre sus derechos al montarse en un avión. Pero, ¿qué hay de las obligaciones? ¿A qué se compromete un viajero cuando decide volar? Aunque los derechos están desmenuzados en páginas web, manuales y folletos, no ocurre lo mismo con las obligaciones, que no están enumeradas en ningún lugar. Sin embargo, eso no significa que no haya.


En cuestión de vuelos, hay un cuerpo legislativo con deberes y sanciones en caso de incumplimiento. La Ley de Seguridad Aérea y la Ley Penal y Procesal Aérea son dos ejemplos. De esta manera, aunque las reglas no estén sistematizadas en folletos, los pasajeros deben:




  • Presentarse a tiempo. La hora de presentación en el aeropuerto varía según la aerolínea y el destino del vuelo (si es doméstico o no). Llegar tarde, salvo causa justificada, puede dar lugar a la pérdida del vuelo sin derecho a compensación alguna por parte de la compañía.


  • Presentarse con su documentación completa y vigente tanto para el vuelo en sí como para el ingreso a los países de destino.


  • Pagar el billete. Viajar como polizón se castiga con multa económica y pena de arresto mayor al llegar a destino.


  • No transportar mercancías u objetos prohibidos.


  • Hacerse cargo del exceso de equipaje. Viajar con más kilos (o maletas) de los permitidos para el equipaje habilita a la compañía a cobrar una penalización. Tanto el límite de peso como el monto de la multa varía de una empresa a otra. Para evitar sorpresas, se deben leer con atención las condiciones generales de contratación antes de viajar.


  • Empaquetar de manera decuada los objetos frágiles y respetar las medidas para el equipaje de mano. Los líquidos están limitados. Las armas, los objetos punzantes, los instrumentos contundentes, las sustancias explosivas, inflamables, químicas o tóxicas están prohibidas. El personal de seguridad puede denegar el acceso a la zona de embarque y al avión a cualquier pasajero que lleve estos artículos u otros que susciten recelo.


  • Respetar los controles de seguridad y utilizar debidamente las instalaciones aeroportuarias.


  • Ocupar el asiento debido, no perturbar la ocupación de la aeronave ni la tranquilidad de los demás pasajeros. Quienes no obedezcan las órdenes de seguridad o cometan desacatos contra el comandante del avión serán castigados con una multa, según lo dispone el artículo 50 del Código Penal.


  • Apagar los móviles y dispositivos electrónicos cuando se indique y permanecer sentado cuando la tripulación lo solicite.


  • Obedecer y respetar a los miembros de la tripulación.


  • Realizar la declaración aduanera.

Deberes y potestades de la tripulación


El cometido de la tripulación no solo es llevar a los pasajeros de un lugar a otro, sino también asistirles durante el trayecto. La Ley española sobre Navegación Aérea establece que el personal de vuelo está "destinado al mando, pilotaje o servicio de a bordo de la aeronave". El comandante de un avión, cuya edad mínima debe ser 25 años, debe tener una licencia o autorización que le faculte para ejercer esas funciones y no podrá, sin causa justificada, abandonar o renunciar a sus responsabilidades de control del espacio aéreo y seguridad del tránsito a no ser que se le releve o sustituya.


Esta ley establece, además, que el comandante será el responsable de la aeronave y de toda su tripulación, viajeros y equipajes desde el momento en que se hace cargo de su mando para emprender el vuelo. Por su parte, el resto de tripulación de cabina tiene la obligación de garantizar la seguridad y comodidad de todos los pasajeros. No obstante, los tripulantes de un avión son más que asistentes del pasaje o personal de servicio: desde el momento en que las puertas se cierran, representan la autoridad.


El comandante de la aeronave es el máximo responsable de todo lo que sucede en el avión durante el despegue, el aterrizaje y el viaje. Para ello, cuenta con los poderes necesarios. Tiene autoridad para resolver los sucesos que ocurran en el avión y, si un pasajero no obedece las órdenes o se comporta de un modo que pueda perjudicar al resto de las personas, el comandante puede imponerle medidas coercitivas e, incluso, la restricción de libertad. Si se registrara esta situación, el comandante deberá informar por escrito del suceso, realizar una denuncia, notificar a las autoridades locales de la detención antes de aterrizar y, una vez en tierra, entregar al pasajero.

28.3.11

"Los diálogos interculturales derriban mitos y prejuicios"

«Cuando hablas con otra gente en un clima de cordialidad hallas semejanzas y te enriqueces con nuevos enfoques», afirma la psicóloga Norma Vázquez. Este jueves, en el Aula de Cultura de Villamonte (Algorta), tendrá lugar una nueva edición de los Diálogos Interculturales entre Mujeres, una iniciativa de intercambio y reflexión conjunta impulsada por el Servicio de Igualdad del Consistorio getxotarra. La reunión, en la que participarán mujeres extranjeras y vascas, abordará en esta ocasión el tema de la autoestima y el empoderamiento, dos cuestiones que evidencian «que aún queda mucho camino para alcanzar una igualdad real».


Y es que «las igualdades no corren parejas en todas las áreas», indica Norma Vázquez, la psicóloga mexicana que dinamizará el próximo encuentro. «Aunque hemos mejorado mucho en cuanto a la participación social, el terreno laboral sigue siendo tan difícil como el ámbito de la familia, donde también hay dificultades». ¿La razón? «Que las expectativas que tenemos sobre la convivencia y el amor no han cambiado tanto. Las mujeres -observa- seguimos depositando gran parte de nuestra valía en las relaciones de pareja».


Los diálogos interculturales, que se celebran todos los meses, han sido concebidos por la Escuela de Empoderamiento para pensar y conversar sobre estos aspectos, que «son comunes a todas las mujeres», más allá de sus diferencias étnicas, culturales o académicas. «Cuando hablas con otras personas en un ambiente contenido y cordial eres capaz de encontrar semejanzas y enriquecerte con los distintos enfoques de un tema. Al compartir ideas y vivencias, y al escuchar con atención las opiniones de las demás, tienes la oportunidad de discutir cosas como el etnocentrismo o la supuesta superioridad cultural».


Norma señala que el simple hecho de escucharse permite descubrir que la realidad es más compleja, rica, diversa e interesante de lo que se cree. «Muchas veces se asocia a la mujer extranjera con la sumisión y la falta de estudios -dice a modo de ejemplo- pero esa idea no se ajusta al escenario actual». Un escenario que «se puede cuestionar porque no migran las mujeres más sumisas, sino las más fuertes. La importancia de los diálogos interculturales es que derriban mitos y prejuicios», apostilla.


Los estereotipos ligados a la procedencia o la cultura no son los únicos que acaban cayendo en estos encuentros. También caen otros, como los que están relacionados con la violencia machista. «No existe la típica mujer maltratada ni hay un único perfil, aunque tendamos a pensar que siempre son personas de bajos recursos, con varios hijos, sin estudios e incapaces de mantenerse por sí mismas», expone esta psicóloga de Monterrey, especialista en violencia contra las mujeres.


En su opinión, los casos de agresión no tienen tanto que ver con la nacionalidad, sino con la manera en que se constituye una pareja. «Muchas personas sostienen situaciones que no son sanas y soportan la crueldad en la pareja por miedo». Está el miedo al qué dirán, a la incertidumbre, a estar sola, a defraudar a la familia... Y en cada mujer eso incide de un modo distinto».


Falta de garantías legales

«La decisión de hacerlo público es difícil. Todavía se oyen frases de disculpa que excusan a los maltratadores diciendo que 'los hombres son así', que 'tienen carácter fuerte' y que 'no te lo tomes en serio'; unas respuestas que se parecen mucho a la visión de nuestras abuelas. Incluso cuando reflexionamos sobre este problema, lo enfocamos mal. La pregunta no es por qué hay mujeres que se dejan maltratar, sino por qué hay hombres que maltratan». ¿Y la respuesta? Tan sencilla como aplastante: «Lo hacen porque pueden y porque no todas las culturas condenan igual las actitudes violentas. En algunas, las mujeres somos más prescindibles; cambia la conciencia de derecho y no hay tantas garantías para denunciar a los agresores».

21.3.11

"Fomentar la integración es una prioridad para nosotros"

Este senegalés, que llegó a Euskadi en 2007, resalta la importancia de los encuentros culturales para conocer a los demás y normalizar relaciones.
El próximo fin de semana, la localidad vizcaína de Markina-Xemein se convertirá en una puerta de entrada a Senegal, su cultura y sus gentes. El sábado 26, a partir de mediodía, se desarrollarán diversas actividades gastronómicas, culturales y musicales típicas de este país africano que cuenta con más de 2.500 ciudadanos viviendo en Euskadi. «Será una gran oportunidad para dar a conocer nuestras costumbres y tradiciones, y para reflexionar sobre nuestra condición de inmigrantes», avanza Souleymane Sarr, el presidente de la Asociación de Senegaleses de Markina-Xemein (ASEMA), organizadora del evento.

En efecto, el programa de actividades es muy diverso y, como explica Souleymane, no sólo está enfocado hacia el ocio. «La música, el folclore, la tradición oral y la gastronomía son claves para nosotros, pero también es fundamental abordar otras cuestiones que están ligadas al hecho de haber cambiado de país. Por ello habrá una charla sobre la situación y la integración de las mujeres senegalesas en el País Vasco», puntualiza. La mesa redonda tendrá lugar en Kultur Aretoa a las 16.00 horas.

Para Souleymane, que vive en el País Vasco desde 2007, «los espacios de encuentro son indispensables», tanto para la sociedad de acogida como para quienes vienen de fuera. «Cuando llegué aquí -relata-, sólo tenía un amigo. Hoy conozco a muchas personas senegalesas, vascas y de otros países que me han hecho sentir como en casa, y con las que he podido aprender. Además -prosigue-, estas actividades permiten que nuestra cultura no resulte ajena para la gente de aquí».

En ese sentido, Souleymane opina que «conocerse ayuda a normalizar las relaciones» y subraya que ese es uno de los objetivos de la asociación que preside. «Fomentar la integración social es una prioridad para nosotros. Queremos mostrarnos como somos y también participar en las actividades socioculturales de Markina para aprender la cultura vasca, que es muy rica», señala para ilustrar que el camino del acercamiento tiene dos direcciones.

Un camino «diferente»
Por esa razón, durante el festival del sábado -llamado Takusaan- habrá actuaciones en directo de música senegalesa y de danzas vascas a partir de las 18.00 horas. «Como asociación y también como personas individuales intentamos estar muy activos y relacionarnos con los demás. Somos jóvenes», dice Souleymane.

Para él, el País Vasco es un lugar entrañable, un sitio que le ha conquistado y que ha elegido para vivir a pesar de «la barrera del idioma» y de que «era más fácil comunicarse en Francia», donde vivió y trabajó durante años. «Es que yo no vine directo de Senegal a Markina -explica-. El camino que me trajo hasta aquí es un poquito diferente al de los demás».

Mecánico de profesión, Souleymane abandonó su país en 1999, cuando una empresa francesa de buques mercantes le contrató para trabajar como técnico de mantenimiento. «Pasaba diez meses en Francia y los otros dos en Senegal. El empleo era bueno, aunque nunca llegué a formar parte de la plantilla; era un 'free lance' -cuenta-. Estuve así hasta que en 2006 se acabó y tuve que empezar desde cero».

Cuando la empresa decidió no renovar su contrato, Souleymane consideró sus opciones. Regresar a Senegal estaba descartado. «Tenía un amigo en Euskadi, concretamente en Markina, y decidí probar suerte aquí. Tuve que aprender el idioma, y lo más difícil fue convalidar mis estudios, pero lo conseguí. Ahora el trabajo es escaso con la crisis, aunque siempre surgen cosas. Desde que llegué, he estado muy activo. Me gusta Euskadi y en cada cosa que hago busco adaptarme aún más».

14.3.11

"Cuando las cosas se tuercen, surgen los desafíos"

«Queremos retratar a los extranjeros pero sin apelar al morbo», afirma el artista que se ha propuesto captar los rostros de la inmigración.

Tomó un avión en Chile que le llevó hasta Barcelona, donde no encontró lo que esperaba y lo pasó «francamente mal». Apenas un mes después, Euskadi se convirtió en una salida de emergencia, un lugar donde poner las cosas en orden y tomar algunas decisiones. Así fue como Leonardo Sáez llegó a Bilbao hace algo más de tres años: vino por amor o, mejor dicho, por desamor. No estaba en sus planes venir ni estaba en sus planes quedarse. Pero aquí sigue, «enganchado».

«Si te digo la verdad, no sé por qué me he quedado. No siempre es fácil encontrar una razón, una explicación lógica para todo. Estamos en tiempos de crisis, la situación se ha vuelto dura para todo el mundo, yo mismo me quedé sin trabajo hace poco y aun así, no siento deseos de marcharme. Sé que si vuelvo a Chile no me va a ir mal, pero hay algo que me retiene. Cuando las cosas se tuercen, se convierten en desafíos. Quieres seguir intentándolo porque, de algún modo, te sientes impelido por la adversidad».

Para Leo, como le llaman sus amigos, Bilbao representa muchas cosas positivas: es el sitio donde logró sobreponerse a un desengaño amoroso y el lugar donde ha podido desarrollar su verdadera vocación: la fotografía. «Cuando vivía en Chile -relata- comencé una relación con una persona de Barcelona. Al volverse aquí, me invitó a que viniera yo también. Y dije que sí. Compré el billete de avión, el seguro de viaje, reuní el dinero, dejé el trabajo y, cuando tenía todo listo para venir, me llamó y me dijo que lo sentía, que había conocido a otra persona».

«También me dijo -recuerda Leo- que viniera igual, que me recibiría 'como a un amigo y me enseñaría la ciudad». Con sus cartas ya jugadas, Leo puso un pie en el avión, llegó a Barcelona y, al cabo de un mes, se marchó. «Vine a Bilbao porque aquí vivía mi hermanastro que, al saber lo que había ocurrido, me invitó. Llegué sin tener muy claro qué hacer. Estaba como en un limbo. Una semana después, me ofrecieron trabajo cuidando a un anciano y acepté». El empleo le duró tres años.

Aunque Leo es licenciado en Administración Hotelera y además había estudiado fotografía, trabajar en algo distinto no le supuso un problema. «Hay muchos profesionales inmigrantes que se dedican a hacer otras cosas», indica. Además, sus tareas como cuidador le permitieron hacer algunas cosas fundamentales: ahorrar dinero, comprar un buen equipo fotográfico -«uno que jamás habría podido adquirir en Chile»- e inscribirse en un curso de fotografía avanzada.

La estética de la ruina
«El curso me interesaba por el contenido, pero también significaba, para mí, una oportunidad de conocer gente y relacionarme con personas que tuvieran intereses similares a los míos», señala Leo. Y llevaba razón, porque allí conoció a Juan Abaitua. «Un día salimos juntos por Zorrozaurre a hacer fotos. Queríamos captar la estética del abandono en los edificios, pero no tardamos en comprobar que ahí vivía mucha gente. Conocimos a Hadid, un chico argelino, y le hicimos fotos. Así comenzó el proyecto en el que estamos trabajando desde hace más de un año».

Leo y Juan se han propuesto retratar la diversidad de la inmigración en Bilbao, pero «sin apelar al morbo; es decir, sin recurrir a lo de siempre: la chacha, la prostituta, el que roba... Nos interesa captar los matices y, sobre todo, mostrar a las personas sin catalogarlas. En nuestros retratos -continúa- no prima la nacionalidad o la procedencia, sino las personas y lo que viven. Por ejemplo, hace poco asistimos a un bautismo de africanos, pero a su vez retratamos a otros extranjeros, a los europeos, que también han dejado todo atrás para hacer aquí una nueva vida. Lo que nos interesa -concluye- es mostrar que la inmigración no es algo ajeno a la sociedad bilbaína».