6.3.09

La comunidad de las cien lenguas

La inmigración ha esculpido una Torre de Babel en Euskadi donde se habla más un centenar de idiomas y dialectos; la mayoría de África y Europa.

Los turistas que visitan Euskadi se maravillan con sus bondades naturales: el verde intenso de los montes, el azul penetrante del mar y la riqueza gastronómica de los pueblos. En sus reseñas mencionan el carácter hospitalario de la gente, mientras las ciudades les llenan de estímulos para fotografiar calles y edificios, esos gigantes de acero, ladrillo y cemento que se recortan contra el cielo. No obstante, hay otro tipo de arquitectura construyéndose en el País Vasco. Además de la renovación urbanística, está la renovación social y cultural; esa trama viva que se teje paso a paso entre la gente y que renueva la identidad colectiva. Esa que en lugar de ladrillos usa palabras, expresiones, gestos y, cómo no, lenguas nuevas.

El fenómeno migratorio ha esculpido una Torre de Babel en Euskadi, donde ya se hablan más de cien idiomas. Así lo desvela un informe elaborado por el Observatorio Vasco de Inmigración (Ikuspegi) y el equipo técnico de Amarauna-Unesco Etxea, que han estudiado de cerca el cambio lingüístico de la comunidad en los últimos años. Con casi cien mil extranjeros empadronados en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, y con más de 75 procedencias distintas, las principales ciudades vascas son testigos (y escenarios) de la riqueza idiomática y la interculturalidad al hablar.

Según reseña el estudio, casi la mitad de los extranjeros son latinoamericanos, un colectivo que habla mayoritariamente en castellano, aunque en algunos casos también domina otras lenguas indígenas, como el quechua o el guaraní. A ellos les siguen, en número, los inmigrantes europeos, que representan menos de un tercio del total pero multiplican los idiomas a más de uno por país de origen. Los extranjeros asiáticos suponen apenas un 4% del colectivo inmigrante y, aun así, han traído a estas tierras varias clases de chino, como el ganyú, hakanés, min, vuyú, xiang y el mandarín; que es el idioma más hablado del mundo.

Pero son los africanos, sin duda, quienes han hecho más aportaciones lingüísticas a Euskadi. Por citar el dato preciso: se trata de 16.822 personas procedentes de 22 países que hablan, entre todas, más de 50 dialectos y lenguas.

El desafío de la variedad
La 'radiografía verbal' que han hecho Ikuspegi y Unesco Etxea pone en evidencia todo un fenómeno de diversidad expresiva y cultural. Es riqueza, lógicamente, pero entraña sus desafíos en ámbitos tan diversos -e importantes- como el trabajo, la gestión de trámites cotidianos, la salud y la educación. El primer reto, claro está, es para el propio inmigrante, que debe aprender cuanto antes la lengua local para saltar la barrera del idioma. Pero, al margen de los esfuerzos personales, existe también el institucional, que de un tiempo a esta parte se ha hecho más fuerte y evidente.

De los tres modelos lingüísticos que existen en el sistema educativo vasco, A, B y D, los alumnos inmigrantes eligen en mayor medida el modelo A, el que dicta clases en castellano. Sin embargo, pese a esa preferencia, las escuelas son una excelente muestra del desafío de la variedad, pues dentro de un mismo modelo, e incluso en una sola aula, conviven diversos idiomas. Todo un reto para los niños y, también, para los profesores.
De ahí que la figura del mediador intercultural haya cobrado tanta fuerza en el último lustro, pues son estos profesionales quienes se encargan de acentuar las igualdades a pesar de las diferencias. Los servicios de mediación y traducción son cada vez más palpables en las oficinas municipales, los manuales de consulta, las páginas web de información a la ciudadanía... y en los libros. Hace menos de un mes, sin ir más lejos, el Gobierno Vasco editó un volumen sobre Euskadi dirigido a la población inmigrante, a los visitantes y a los vascos de la diáspora, que se publicó en siete idiomas: euskera, español, inglés, francés, árabe, chino y rumano... Los nuevos pilares de la integración.

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