La crisis ha sembrado el lenguaje de expresiones nuevas. Desde mediados de 2007, en las conversaciones a pie de calle se pronuncian palabras técnicas que en años anteriores no se escuchaban. Recesión, inflación o decrecimiento son términos que se han colado en las charlas cotidianas. Pero no todas las expresiones son tan poco halagüeñas. Hay otras positivas, como "brotes verdes", una metáfora que empezó a germinar hace un año para referirse a los primeros signos de recuperación. La imagen del brote verde ("green shoot", en inglés) es tan clara y sencilla, que ha prendido con fuerza para explicar que la economía reverdece. Se refiere a indicadores que reflejan una lenta e incipiente mejoría, parámetros económicos, financieros y sociales que se consideran relevantes. El comercio, la industria, el consumo o la percepción social son algunos de ellos.
- Tasa de paro. La disminución de la tasa de desempleo es un claro referente de mejoría económica. Pero, incluso si el número de parados aumenta, es posible hablar de brotes verdes. ¿Cómo se explica? Por la ralentización de ese aumento. A finales de 2009 (según los últimos datos del INE), la tasa de paro se situaba en el 18,83%: 4.326.500 personas. Durante todo el año, la cifra de desempleados aumentó en 1.118.600. De ellos, 203.200 se quedaron sin trabajo en el último trimestre. El panorama es poco alentador. No obstante, cuando se compara este número con el saldo del trimestre anterior, sale a la luz un pequeño brote: la destrucción de empleo se ha reducido, al pasar del 7,3% al 6,1%. Esto supone una mejoría del 1,2% en la tasa interanual de variación de la ocupación.
- Venta de viviendas. Uno de los signos más notorios de la crisis en España fue el resquebrajamiento del mercado inmobiliario, muy ligado al laboral, al financiero y a la prevención de los bancos y cajas de ahorro. El aumento en la constitución de hipotecas sobre viviendas se traduce en un signo de normalización y, por tanto, de mejora. En enero de este año, el número de estos créditos ascendió a 53.747, un 2,3% más que en enero de 2009. Por otra parte, el importe medio bajó a 112.839 euros, casi un 8% menos que el año pasado. El abaratamiento de la vivienda en España ha ayudado a aumentar las ventas.
- Tasa de morosidad. Las deudas conforman otro indicador relevante para evaluar la recuperación económica. En esta línea, los datos más recientes del Banco de España (BDE), correspondientes a febrero de 2010, dejan poco terreno para la esperanza. La tasa de créditos impagados se sitúa en el 5,39% (unos 98.000 millones de euros) y es la más alta de los últimos 14 años. Sin embargo, cabe destacar dos aspectos. Por un lado, los establecimientos financieros de crédito (los más golpeados por la crisis) han conseguido congelar su tasa de impagados y la han mantenido en el 10,2% durante tres meses consecutivos. Por otro, los impagos al comercio retrocedieron en un 34,7% con respecto a febrero del año pasado.
- Producto Interior Bruto. El PIB -una de las siglas más citadas en los últimos tiempos- es el valor monetario de todos los bienes y servicios que produce un país durante un año. Su fluctuación, por tanto, es un baremo fundamental para determinar si hay brotes verdes o no. En el último trimestre de 2009, el PIB generado por la economía española se redujo en un 3,1%, comparado con el mismo periodo del año anterior. No obstante, la actividad global moderó su contracción desde julio hasta diciembre, es decir, ha seguido su descenso, aunque en menor medida. El momento más bajo del ciclo fue el segundo trimestre de 2009 y la tendencia, desde entonces, comienza a revertirse.
- Índice de Producción Industrial. El IPI también ha comenzado a ralentizar su decrecimiento (la variación interanual de febrero es del -1,9%) e, incluso, ha arrojado datos positivos en seis comunidades autónomas y en el sector de los bienes intermedios. Entre las comunidades con mayor aumento, destaca Navarra, con un 10,4%. En cuanto a los bienes intermedios (donde el IPI ha crecido en un 1,1%), las actividades más pujantes han sido la fabricación de vehículos de motor, la fabricación de componentes, de piezas y accesorios para esos vehículos y la fabricación de productos básicos de hierro, acero y ferroaleaciones.
- Venta de coches. Es el brote verde más evidente y, sin duda, el más publicitado como signo de reactivación económica. Con las ayudas del Gobierno y la inminente subida del IVA, la renovación del parque móvil se ha disparado. Sólo en el mes de marzo se han matriculado 124.900 coches nuevos (un 63% más). El dato coloca a este sector en niveles similares a los de 2008.
- Índice de Confianza del Consumidor. El ICC no es un dato financiero, sino social. Refleja cambios en la percepción de los consumidores respecto a la coyuntura económica. El mes pasado, este indicador registró un aumento del 1,6% y consiguió situarse, por tanto, en el 72,7%. Según los datos del Instituto de Crédito Oficial (ICO), esta tasa supone un incremento del 19% desde marzo de 2009, debido a que han mejorado las expectativas y la opinión sobre la situación.
- Creación de empresas y empleo. La constitución de nuevas empresas, la apertura de comercios y la contratación de personal también son fundamentales. Durante el mes de febrero, se fundaron 7.752 sociedades mercantiles, de modo que el número de empresas creadas subió por segunda vez desde mediados de 2007. Varias firmas comerciales e industriales comienzan a anunciar la apertura o ampliación de negocios, con el consecuente aumento de plantillas. La actividad comercial de las compañías del sector de servicios alcanzó en marzo el 51,3%. Es el primer crecimiento desde diciembre de 2007.
Lectura crítica
Los brotes verdes son indicios de recuperación económica. Estos parámetros reflejan la proximidad o lejanía del modelo económico anterior. Es en este punto donde se inscribe una lectura crítica por parte de quienes opinan que la restauración de ese modelo no necesariamente es deseable o beneficiosa para la sociedad.
Los miembros de la ONG Economistas Sin Fronteras son rotundos en este aspecto. Para estos profesionales, tras la crisis, habría que reflexionar, revisar el modelo y sus fallos. El desafío consiste en romper con lo anterior para crear una economía participativa donde se valore el impacto social, económico y medioambiental de las decisiones.
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