27.7.09

"Soy feliz aquí, trabajo todos los días y tengo mi propia vida"

Aurora Santiago reside en Las Arenas, donde posee un pequeño ultramarinos que regenta junto a sus hijas; pero no siempre fue así. Antes de dedicarse al comercio y radicarse en Euskadi, trabajó en su país, Filipinas, como cocinera de distintas embajadas. Y aunque ha vivido en varios lugares del mundo, afirma que Getxo es el suyo y que quiere seguir aquí, donde «todo es perfecto».

Junto a la puerta de su comercio, en la acera, Aurora coloca dos sillas de espaldas al escaparate. Se sienta en una, ofrece amablemente la otra y le pide a una de sus hijas que traiga algo fresco para beber. Hace calor en Las Arenas, aunque son las ocho y media de la tarde y las nubes dan un poco de tregua. «En mi país es peor -compara a modo de consuelo-. Ir allí en esta época es terrible; sobre todo, cuando te acostumbras a este clima tan bueno. Manila también es cálida en diciembre».

Aurora interrumpe su reflexión para agradecerle a su hija el par de latas que trae. «Salamat», le dice antes de abrirlas y continuar con la conversación. El resto de la entrevista será así, en la acera, con frases construidas en tagalo, inglés y castellano, degustando un refresco de agua de coco natural, muy típico de Filipinas. «Allí hay muchos zumos de frutas distintos, pero el de coco es el más rico, y es muy bueno para la salud».

Aurora es una mujer sencilla, habla con amabilidad y parece que dibuja las palabras con la sonrisa; incluso para contar que no pudo hacer una carrera y que empezó a trabajar cuando tenía 16 años. «Sólo pude estudiar hasta sexto de primaria, pero soy fuerte y siempre puse toda mi energía en progresar. Aunque tenía a mis padres, nunca acepté su dinero. Quería tener lo mío, valerme por mí misma y salir del país, ver más allá», explica hoy, a sus 53 años, cuando ya es madre de cuatro hijos y abuela de seis nietos.

Eso sí, de tercera edad o pasividad, ni hablar. «Lo que tengo lo he hecho trabajando y no puedo ni quiero parar», dice. Es verdad que, cada año, viaja a Filipinas para disfrutar de su chalé y visitar a sus hermanos, pero no es menos cierto que, en los once meses restantes, no descansa ni un solo día. «Así pude ahorrar dinero para poner esta tienda», señala. Y ahora que ya la tiene, sigue trabajando en casas de familia para «compensar, porque todo ayuda a cubrir gastos. Además, me gustaría poner otra tienda para mis hijas».

Claro que, llegado el momento, debería plantearse montar un restaurante, ya que Aurora es una experta cocinera y ese don en los fogones le abrió las puertas del mundo. «Empecé trabajando en el Consulado de Italia. Después trabajé en el de Taiwán y, finalmente, en el de España. Estuve mucho tiempo al servicio del cónsul Gustavo de Arístegui, y, de hecho, viví varios años en Jordania cuando trabajó en la embajada de aquel país. Cuando regresó aquí, me ofreció continuar», relata.

Fuerza de voluntad
Aunque podría haberse quedado en Filipinas, aceptó el ofrecimiento y viajó. «Llegué en 1996 y el primer lugar donde viví fue Logroño. Allí estuve cuidando a un señor mayor, familiar del cónsul, hasta que falleció. En ese momento, tuve que decidir qué hacer y me pareció buena idea venir aquí, a Las Arenas, donde residía una amiga mía».

Aurora pasó de preparar menús de lujo para cuarenta comensales a trabajar en casas de particulares y cocinar para los suyos. Vivió durante un año en Londres, pero volvió. «Todos mis hijos están aquí... Claro que echo de menos a mis hermanos y mis sobrinos, por eso voy todos los años a verles. En un terreno que heredé de mis padres hice construir el chalé, así tengo dónde hospedarme, y uno de mis sobrinos se encarga del cuidado del terreno y el ganado».

Pero volver allí definitivamente no es una opción. «Soy feliz aquí, en el País Vasco. Trabajo todos los días y tengo mi propia vida. Todo es perfecto, no estoy sola y me gustaría vivir aquí para siempre», manifiesta con una sonrisa aún más amplia. «Tengo mucha fuerza de voluntad y creo que cualquiera puede alcanzar sus metas si se esfuerza de verdad. Yo quería elegir mi propio camino y lo he hecho. Eso me reconforta».

20.7.09

Abrir la tierra

Aunque las dictaduras de España y Uruguay fueron consecutivas más que simultáneas, en algunos aspectos sus consecuencias se superponen hoy. En la actualidad, en un país y en el otro, la apertura de las fosas comunes y la exhumación e identificación de los restos sigue suponiendo un problema. Más que uno, varios, porque revolver la tierra, el pasado y las vergüenzas, enardece las discusiones, caldea los debates y alimenta a la bestia de la burocracia; tanto la administrativa como la judicial. Todo es lento, todo demora, todo se aplaza más y más; y eso que la espera se cuenta en décadas, no en años. En este largo, larguísimo tiempo, por cada nuevo recurso científico que ayuda a conocer y avanzar, hay veinte recursos legales que sólo sirven para frenar el avance. Así estamos uruguayos y españoles, a marchas forzadas entre ADN y ABS, evitando tropezar con los recuerdos.

Ayer leía los periódicos de allá y de acá, y me encontré con esa superposición de consecuencias que les mencionaba. Mientras en Uruguay la Comisión de Seguimiento intentará reanudar las excavaciones en el Batallón de Paracaidistas número 14, por estos lados acaban de exhumar 45 cuerpos de una fosa común en Burgos. Los restos eran de militantes de izquierdas, de sindicalistas y de cargos municipales; también de dos adolescentes. Nada nuevo bajo el sol, o bajo tierra. No es novedad lo que han encontrado ni, mucho menos, lo mucho que les costó el hallazgo. La sociedad de aquí tampoco quiere mirarse en el espejo del tiempo y se resiste. Tanto es así que las excavaciones para recuperar cadáveres casi no tendrían lugar si no fuera por el trabajo sostenido de las asociaciones que luchan por esa causa. ¿Les suena?

Desde el año 2000, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha promovido la localización y apertura de unas setenta fosas; una gestión que permitió encontrar más de 700 cadáveres de personas asesinadas durante la Guerra Civil y el Franquismo. La cifra impacta, especialmente si se tiene en cuenta que es un mínimo porcentaje de otro mínimo porcentaje: falta mucho por desenterrar y apenas están documentados tres de cada diez paraderos. Es decir, sólo se conoce la ubicación exacta del 30% de las fosas comunes y, para más INRI, lo único que habilita a exhumar cadáveres es la petición expresa de algún descendiente ante la Justicia. Las asociaciones, por sí solas, no pueden hacer nada.

Entre las víctimas enterradas en fosas comunes y cunetas, están los restos del poeta Federico García Lorca. Tras una exhaustiva investigación, su paradero fue ubicado en Alfacar (Granada) en 1980 y, seis años después, se colocó allí un monolito y se inauguró un parque. Los restos no han sido exhumados y, todavía hoy, se sigue discutiendo sobre ello, pues la familia de Lorca se opone a que lo desentierren. El asunto es que el cadáver del escritor yace junto a otros tres: el del maestro Dióscoro Galindo y los de los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Y, claro, las familias de estos últimos si quieren que se haga la exhumación y la identificación genética; así que ahora mismo, la Junta de Andalucía está buscando la manera de complacer a unos sin agraviar a otros.

Y estamos en 2009, y siguen pasando los años, y tanto aquí como allá hay quienes se resisten a encarar lo que fuimos, lo que hicimos como sociedad. Argumentos hay de todos los colores pero, por muy lindos que suenen, por muy rimbombante que sea la apelación a la conciliación social de los vivos y a la paz del descanso de los muertos, lo cierto es que no hay tesis que valga para justificar o explicar la ignorancia. No. Eso de 'acá no pasó nada' y 'vamos, muchachos, miremos para delante' son dos paquetitos de porquería con moño de palabras. Dos invitaciones a no reflexionar y a no hacer autocrítica. Dirán que no hay necesidad de escarbar en el pasado y seguir sufriendo inútilmente, pero sí la hay. Sí es necesario saldar las cuentas para cerrar definitivamente un capítulo de la Historia, para empezar en serio de nuevo, para mirar para adelante sin culpas. En cuanto a que se sufre... bueno, ¿qué decir? Si sembramos los campos con muerte y heridas, es normal que cosechemos dolor y tristeza.

18.7.09

"Conquistamos igualdad, ya no estamos en un segundo plano"

Tras la gran fiesta deportiva del Mundialito BBK, este fin de semana arranca un torneo de fútbol de verano organizado por la Asociación Multicultural de Lamiako. En el evento participarán 20 equipos masculinos y 12 femeninos, que se disputarán en estos meses el campeonato. «Las mujeres hemos encontrado mucho apoyo y un lugar para nosotras», dice la coordinadora, Carmen Iza.

Hoy comienza un torneo de fútbol de verano organizado por ASMUL con la colaboración del Ayuntamiento de Leioa. El campeonato, cuyos partidos se jugarán todos los fines de semana, se extenderá hasta septiembre y contará con la participación de veinte equipos masculinos, doce femeninos y seis infantiles. En total, más de quinientas personas de distintas procedencias que se han puesto camisetas de deporte para entrenar, competir y, sobre todo, divertirse.

La participación de este certamen es numerosa y diversa. Sin embargo, desde ASMUL subrayan que el objetivo principal es lograr una mayor implicación femenina. «Los chicos ya tienen gran parte del camino hecho. Las chicas, no. Hasta el momento, nadie se había ocupado de ellas, no tenían dónde jugar, ni siquiera entrenador. Nos interesa que las mujeres dispongan de un espacio propio y queremos reivindicar Lamiako como punto de encuentro», manifiestan desde la asociación.

La reflexión no es menor y está muy lejos del discurso hueco o la demagogia. La mayor parte de las mujeres extranjeras convive con la presión del trabajo, la añoranza familiar y las obligaciones económicas, pero no tiene una actividad recreativa que le permita rebajar la sensación de agobio, distraerse y equilibrar los sentimientos. Esta realidad es, justamente, la que valida las metas de ASMUL, pues, más allá del deporte, los encuentros periódicos y el trabajo en equipo tejen una red social con lazos afectivos muy fuertes.

Lo saben bien Jessica Zabala y Carmen Iza, dos jugadoras de Bolivia y Ecuador que interrumpen su sesión de calentamiento para compartir impresiones sobre el torneo. «El fútbol es un deporte para todos, no tiene sexo ni edad, y lo único que importa es que te guste», dice Jessica sin agitarse, como si no hubiera hecho estiramientos y abdominales antes de empezar a charlar.

Normal. Esta joven boliviana es una de las mejores deportistas de la asociación. En su país jugaba al fútbol desde pequeña y sólo dejó de entrenar durante unos meses cuando estuvo embarazada. «Mi hija tiene un año ahora y suelo traerla al campo», dice Jessica, y agrega: «El ambiente es muy bueno, muchas de nosotras somos amigas y, además de jugar, hablamos, compartimos vivencias y confraternizamos organizando comidas».

El factor social
Como ella, que en septiembre comenzará a estudiar Administración y Finanzas, hay otras 150 mujeres de edades y países variados que participan de este proyecto deportivo. Y Carmen Iza, de Ecuador, es quien coordina a todos los equipos. «Me encanta el fútbol -afirma muy seria- y ya le he dicho a mi familia que, cuando muera, quiero que pongan un balón en la caja», añade ahora con una amplísima sonrisa. El sentido del humor es fundamental para sobrellevar algunas cosas en la vida.

«Llegué aquí con mi marido hace ocho años y todavía no hemos vuelto a Ecuador. Allí están nuestros cuatro hijos, que quedaron al cuidado de mis padres», relata Carmen antes de hacer una pausa. «Cuando vinimos, nuestro hijo mayor tenía once años y el menor, tres. El pequeño no tiene recuerdos con nosotros y el grande ya es un hombre. Vivir separados es difícil, pero lo hemos hecho por ellos, para darles la educación y el futuro que nosotros no tuvimos».

Muchas mujeres sufren las consecuencias de tomar decisiones tan duras y, en ese sentido, «tener este lugar en Lamiako, este campo para entrenar, y el apoyo de un ayuntamiento y una asociación es muy importante. A diferencia de los chicos, antes no teníamos donde entrenar, donde reunirnos. Pero poco a poco conquistamos la igualdad y ya no estamos en un segundo plano», indica.

17.7.09

El nuevo Plan Moto-E

Con una partida de 9 millones de euros, el Plan Moto-E concederá ayudas de entre 225 y 750 euros para la compra de ciclomotores y motocicletas nuevas

Las ayudas para renovar el parque de ciclomotores y motocicletas son ya una realidad de la que pueden beneficiarse miles de motoristas de España. Tras haberse aprobado el Real Decreto 1081/2009 , el nuevo Plan Moto-E entró en vigor el 9 de julio, un día después de que sus disposiciones se publicaran en el Boletín Oficial del Estado. Desde entonces, enviar al desguace una moto antigua para adquirir una nueva da derecho a beneficiarse de subvenciones de entre 225 y 750 euros que se convierten en ayudas directas en el momento de la compra. La medida se complementa al Plan 2000-E para automóviles y estará vigente hasta el 30 de junio de 2010 o hasta agotar la partida presupuestaria, que se ha fijado en 9 millones de euros.

La medida más esperada
Su aprobación se ha hecho esperar y el sistema se ha criticado por insuficiente o por excesivo, pero aun así ya está operativo y ha sido muy bien recibido en el sector de las dos ruedas, afectado gravemente por la crisis. Según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo cada vez se venden menos motos en España, y los números no dejan hueco a interpretaciones ambiguas ni a dudas. Entre enero y abril de este año las ventas de motocicletas se redujeron a la mitad respecto al mismo periodo de 2008 y, en el caso de los ciclomotores, el descenso fue mayor aún, pues la disminución alcanzó un 57%. La caída se suma a una tendencia que ya venía a la baja desde el año pasado, cuando se registró un 10% menos de ventas que en 2007.

El nuevo decreto es la respuesta del Gobierno a los fabricantes y comerciantes de ciclomotores y motocicletas que llevaban mucho tiempo reclamando soluciones. Y es, al mismo tiempo, una oportunidad para los conductores, que podrán renovar sus viejas motos por algo menos de dinero que hace un mes. Ese es el espíritu de la iniciativa. El Real Decreto establece las cuantías que inyectarán el Gobierno Central y los fabricantes en cada caso, y da potestad a las comunidades autónomas para sumarse al Plan Moto-E con las medidas que estimen convenientes. Esto significa que el rango de subvenciones original, de 225 a 750 euros, puede mantenerse o ampliarse (nunca reducirse) según la provincia en que se viva. El Principado de Asturias, por ejemplo, ha decidido sumarse al Plan destinando 200.000 euros a repartir con las mismas cuantías que el Gobierno. En La Rioja, en cambio, no hay previsión de adherirse al proyecto. No obstante, aún es pronto para buscar las excepciones y resulta de mayor utilidad conocer cómo funciona la regla.

Tres categorías de motos, tres tipos de ayudas
El nuevo Plan Moto-E cuenta con una dotación total de 9 millones de euros que se repartirán en ayudas individuales de entre 225 y 750 euros para cada compra, de acuerdo a las características del vehículo. De esta manera:
  • Los ciclomotores con cilindrada de hasta 50 c.c. recibirán ayudas de 225 euros, de los cuales el Gobierno aportará 75 euros y el resto lo pondrá el fabricante.
  • Las motocicletas con cilindrada de hasta 250 c.c. recibirán subvenciones de 525 euros. El Gobierno facilitará 175 euros, y el fabricante cargará con la diferencia.
  • Las motocicletas con cilindrada superior a 250 c.c. percibirán ayudas de 750 euros. El ejecutivo inyectará 250 euros, mientras que los otros 500 irán por cuenta del fabricante.
El perfil de los beneficiarios y las motos
El criterio para determinar quiénes pueden beneficiarse del Plan es muy concreto, aunque bastante amplio. Según lo que establece el Real Decreto, tanto las personas físicas como los profesionales autónomos dados de alta en el Impuesto de Actividades Económicas pueden acogerse a estas subvenciones. A su vez, la norma también contempla a las pequeñas y medianas empresas, siempre y cuando tengan menos de 250 empleados y su volumen de negocios no exceda los 50 millones de euros al año.

Sin embargo, no basta con encontrarse en uno de estos supuestos para obtener la ayuda. Para solicitar las subvenciones es necesario que el vehículo cumpla también algunos requisitos, como el de no superar los 100 CV de potencia. Además, es fundamental tener en cuenta que:
  • La moto adquirida no puede ser de segunda mano. Debe ser nueva y, en el momento de la compra, ha de estar sin matricular.
  • Antes de aplicar ninguna ayuda, el precio de venta de la moto tiene que ser inferior a los 9.500 euros, incluyendo el IVA pero excluyendo de este cálculo el impuesto de matriculación.

Ahora bien, más allá del dinero que se pueda ahorrar el cliente y de la reactivación económica del sector, hay que recordar que el Plan Moto-E tiene como finalidad renovar el parque de vehículos para alcanzar así una circulación más segura y menos contaminante. En esta línea, otra condición excluyente para acceder a estas ayudas es que el comprador entregue una moto para desguace a cambio de su moto nueva. Esto significa que ya debe ser propietario de un vehículo de dos ruedas y que, para ser beneficiario de las subvenciones deba dar de baja definitiva, "mediante certificado de tratamiento medioambiental por parte del centro autorizado", un ciclomotor o motocicleta matriculado en España.

Pero, ¿cuándo un vehículo es lo suficientemente viejo como para ser desguazado? Aunque el Real Decreto no especifica un número mínimo de kilómetros recorridos, centrándose en el desgaste de la circulación, sí establece el criterio de antigüedad en años. Los ciclomotores y las motocicletas de menos de 250 c.c. pueden darse de baja cuando tienen más de cinco años, a partir de la fecha de matriculación. Y las motocicletas con una cilindrada superior podrán enviarse a desguace a partir del séptimo año.

Cómo se gestionan las subvenciones
La gestión de los fondos públicos y las ayudas para comprar motos estará a cargo de una entidad colaboradora que aún no ha sido seleccionada, aunque esto no impide que la solicitud de subvenciones pueda ponerse en marcha ya mismo. En este sentido, el proceso es igual que con el Plan 2000-E de los coches, que entró en vigor un mes antes de que la Fundación Instituto Tecnológico para la Seguridad del Automóvil (Fitsa) asumiera el papel de gestora. Esto quiere decir que, mientras no se designe a la entidad, serán los concesionarios o los fabricantes (no el cliente) quienes adelanten el dinero de la ayuda.

El Real Decreto establece con todo detalle cómo es el proceso y qué pasos hay que dar, tanto para los comerciantes como para los clientes. Y lo primero que hay que tener en cuenta es que la solicitud de estas ayudas se realiza a través de los agentes de ventas. En el momento de adquirir un vehículo nuevo (y después de haber dado de baja el antiguo), el agente de ventas del ciclomotor o motocicleta deberá hacerse cargo de la documentación requerida al comprador para justificar el derecho a la subvención y deberá comunicarlo a la entidad colaboradora. El expediente de cada operación deberá incluir como mínimo la siguiente documentación:
  • Copia de la factura.
  • Ficha técnica del ciclomotor o motocicleta a adquirir.
  • Certificado de tratamiento medioambiental emitido por el centro autorizado de tratamiento correspondiente, es decir, el certificado de baja de la moto anterior.
  • Declaración responsable del beneficiario de encontrarse al corriente de sus obligaciones ante la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
  • Declaración de otras ayudas recibidas y de las ayudas obtenidas o solicitadas durante los dos ejercicios fiscales anteriores y el ejercicio fiscal en curso.

Una vez cumplimentados estos requisitos, el agente de ventas descontará del precio del vehículo el importe de la ayuda a la que tiene derecho el beneficiario. Las deducciones de las ayudas públicas serán adelantadas a los compradores por parte del agente de ventas y serán liquidadas cada 15 días por la entidad colaboradora. Eso sí, para ello el comerciante deberá presentar toda la documentación que le ha pedido al cliente y esperar a que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio emita una resolución favorable tras analizar y validar los datos de las solicitudes.

13.7.09

"Me gusta vivir aquí, pero soy una ciudadana del mundo"

Carolina vino a Euskadi por amor; tan sencillo y tan complejo como eso. En Colombia tenía su vida y, aunque se había planteado estudiar fuera, no imaginó que iba a emigrar. «He viajado mucho y hasta viví un año en Londres, pero esto fue diferente. Aquí llegué por casualidad, destino y amor», dice como anticipo de una «historia de novela».

Tiene razón cuando lo afirma: su historia es para novelar. Pero en lugar de mantener el suspense, añadirle intriga o generar tensión, aquí vamos a darle la vuelta y a empezar por el final. Carolina se casó con su amor platónico de la infancia; un chico al que miraba de lejos mientras practicaba deporte en la escuela. Luego la vida los separó en distintos momentos, pero también supo hacer que se reencontraran. Tanto es así que, cuando decidieron casarse, no celebraron una boda, «sino cuatro». Perdón... ¿cuántas? «Cuatro», repite entre risas esta joven colombiana que llegó a Euskadi hace un lustro con la ilusión de ver mundo.

Sentada en la terraza de un céntrico café, Carolina Aristizábal Uribe se dispone a compartir su historia. Sus apellidos llaman la atención. ¿De verdad ha nacido en Colombia? Esa es la pregunta que, según cuenta, más le hacen los bilbaínos. «Mis cuatro apellidos son vascos -desvela-, aunque yo no lo tenía tan claro hasta que llegué aquí. Lo que sucede es que en Antioquia, el municipio donde yo vivía, la inmigración vasca es muy fuerte. La mayor parte de la población tiene ascendencia en Euskadi», precisa. Y es que Colombia, como bien apunta, es un crisol de culturas y etnias; un «país heterogéneo y variado» que no se corresponde con el estereotipo que suele proyectar.

En esa misma línea, el proyecto migratorio de esta joven tiene muy poco que ver con el común denominador de la necesidad. «Yo vine al País Vasco porque aquí estaba viviendo mi marido. Él también es colombiano y había llegado mucho antes a Bilbao. Le trajeron desde allá para que formase parte de un proyecto que, en principio, iba a durar seis meses -detalla la joven-, pero el tiempo fue pasando y se quedó».

Lo singular es que, cuando él vino, no sólo no estaban casados sino que, además, ni siquiera eran novios. «Habíamos ido al mismo colegio cuando éramos niños y yo siempre lo miraba, pero como él era más grande, no me hacía ni caso -recuerda divertida-. Poco después me cambié de escuela y, durante muchos años, le perdí la pista».

Sin embargo, tenían amigos en común y volvieron a encontrarse cuando eran universitarios. Eso sí, tuvo que pasar más tiempo para que la relación se consolidara. «Nos vimos una vez más, de casualidad, en Colombia. Él estaba allí de vacaciones, porque ya vivía en Vizcaya, y fue un flechazo. Empezamos a salir y, cuando él volvió para aquí, la relación siguió a distancia», explica Carolina.

Las bodas, los amigos
En 2003 vino por primera vez a verlo. «Pasamos unas semanas estupendas y aprovechamos también para recorrer otros países de Europa», dice ella que, ya entonces, tenía idea de venir a estudiar. «Siempre me había planteado hacer el posgrado en Barcelona, pero como él estaba aquí, decidí hacer el master en Deusto». Y, de paso, casarse. «La primera boda fue por poderes. La segunda fue aquí, y de sorpresa, organizada por los amigos de mi marido. La tercera fue en Colombia, con las familias de ambos y los amigos de allí. Y la cuarta fue más íntima, en la iglesia, con nuestros padres y el sacerdote», enumera Carolina con una capacidad de síntesis sorprendente.

«Los amigos vascos han sido muy importantes -reflexiona-. Tanto los compañeros de trabajo de mi marido como los míos son personas excepcionales que nos han acogido muy bien. Me considero muy afortunada ya que, cuando vine, estaba todo hecho: la casa puesta, la vida armada... Muchos vienen sin nadie ni nada, sin un proyecto fijo ni herramientas para desenvolverse. Eso sí que es duro. Yo estoy aquí porque quiero y me gusta, no por obligación, así que me siento una ciudadana del mundo. Por eso es importante trabajar para la integración real», dice Carolina, que ahora mismo forma parte del equipo que coordina el Festival Gentes del Mundo, que se inaugura el próximo 14 de septiembre.

Recuperar las calles

Una de las cosas que más me gustan de este país es que, cuando llega el verano, todos los pueblos celebran su propia fiesta. Casi siempre están ligadas al santo (o la santa) del pueblo, pero la mayoría se concentra en los meses de calor. Para hacer una comparación simplista, es como si en Uruguay, entre noviembre y marzo, todas las ciudades, balnearios y pueblos, por chiquitos o modestos que fueran, dedicaran unos cuantos días a festejar su existencia y revivir sus tradiciones. En San Fermín, por ejemplo, Pamplona celebra sus "encierros", soltando varios toros en las calles del Casco Viejo para que los hombres los conduzcan hasta la plaza taurina, corriendo delante de ellos. Menciono esta fiesta en particular porque es una de las más tradicionales y conocidas fuera de España, y porque está discurriendo ahora mismo. Ayer de mañana, cuatro personas resultaron heridas por las astas de los toros. El viernes murió un muchacho. Hace años, Ernest Hemingway disfrutaba del evento. En fin...

Más allá de que se esté de acuerdo o no con el uso de animales para el divertimento popular, la cuestión es que cada pueblo tiene lo suyo y usa parte de sus recursos para que sus vecinos se sientan bien en la calle, el parque o la plaza, conquistando el espacio público. Los ayuntamientos invierten en esas fiestas, ceden espacios para que se armen ferias y circos, dan licencias para los puestos callejeros de comida típica, contratan músicos, magos y artistas y ponen uno o varios escenarios al aire libre, donde cualquiera puede acercarse a ver un espectáculo sin tener que pagar ni un centavo. Así vi, hace tres o cuatro años, a los chicos de Bajofondo y a Jorge Drexler (antes del Oscar), actuando en Bilbao. Y en ambas oportunidades, el lugar estaba lleno de gente.

El ambiente de estas fiestas se parece al de los tablados, en Carnaval. No sólo hay olor a comida recién hecha, medio barrio en la calle y ferias que funcionan de noche, a la luz de las bombitas amarillas, como diría Jaime Roos; también hay una especie de magia, de cosa inexplicable, que pone a la gente contenta. Uno mira a las personas y ve sonrisas, niños con globos y bolsas de pop que le piden a sus padres para subirse al tren fantasma o a la "noria", que es la vieja y querida rueda gigante. Claro, me olvidaba de mencionar que los parques de atracciones ambulantes son otro punto fuerte en esta época.

El primero que vi fue el de Santurtzi, un pueblo costero de la provincia de Vizcaya que esta misma semana está celebrando su fiesta. En esa oportunidad, hace ya cinco años, había ido con algunos amigos de aquí para conocer algo nuevo pero, ni bien llegué al lugar, me sentí en el Uruguay de mi infancia. Además del recinto de atracciones (en el que sólo faltaba "el pulpo" para llamarse Parque Rodó), en un costado, paralelo a las vías del tren, descubrí unos cuantos puestos de sorteos y juegos de puntería, como los que hay en una kermesse. Enseguida me acordé de las que había vivido allí, en Montevideo y en La Floresta, donde iba a veranear con mi familia. Me acordé del bingo y de una flor hecha con papelitos que uno elegía al azar y que casi siempre tenían premio.

Mientras caminaba por la kermesse de Santurtzi, les contaba a mis amigos cómo eran los juegos de allá y los premios que se solían dar. Quienes hayan nacido antes de 1985, seguramente sabrán cómo eran estas verbenas, en las que nunca faltaban los pollitos. ¿Se acuerdan? Eran los 'trofeos' más codiciados por los niños, los que siempre ganábamos y los que siempre terminaban desapareciendo de casa en circunstancias poco claras.

Y ustedes se preguntarán ahora, ¿qué importancia tiene esto de las verbenas, el pop y los pollos? Sencillamente, el espíritu popular, el sentimiento de pertenencia y la noción de comunidad, porque nada de lo narrado es posible cuando la sociedad se disgrega y despersonaliza. En estas semanas de julio, de pleno verano y días interminables, la gente sale a la calle y celebra que existe, que es. En Uruguay, con excepción del Carnaval, la celebración popular se ha perdido. Y es una pena. Además de desperdiciar una preciosa oportunidad de hacer catarsis social sin recurrir a la violencia, nos privamos de algo tan simple como recuperar el espacio público para disfrutarlo. Nos hemos malacostumbrado a usar las calles como arterias de protesta y nada más. Nos hemos puesto tan serios, pero tan serios, que olvidamos cambiar de vez en cuando las pancartas de reivindicación por los globos de colores; los jingles por música. Música, digo, sin contenido político alguno. Además, para qué engañarse: a cualquier ciudadano le gusta ver trabajar a sus impuestos y que una parte de ellos se destine a algo visible, tangible y sano, como la alegría de la comunidad.

8.7.09

Mascotas: examen veterinario antes de salir de vacaciones

Viajar con animales requiere la aplicación de tratamientos preventivos específicos según el destino

Comienza el periodo de vacaciones y, con él, los preparativos para disfrutar sin contratiempos. Elegir qué meter en las maletas, repasar el itinerario del viaje, confirmar el alojamiento o verificar la salida de los vuelos forma parte de esa rutina habitual, aunque para el 60% de las familias de España se añade una tarea más: decidir qué hacer con la mascota. En muchos casos, recurrir a los servicios de hoteles y guarderías para animales de compañía, o dejarlos al cuidado de un amigo o familiar, suponen una solución para esos días de ausencia. En otros, no. Y cuando la mascota se convierte en un miembro más de la excursión, exige prever varias cosas. Más allá de los cuidados específicos que necesitan los animales durante una travesía, del equipaje que requieren y de la documentación que hay que llevar- cuestiones todas ellas que se abordan con todo detalle en la Guía de Mascotas de CONSUMER EROSKI- hay un paso previo, ineludible y fundamental: acudir al veterinario para que le haga una revisión y para comentarle cuál será el destino del viaje, ya que en función del sitio elegido puede que haya que seguir un tratamiento preventivo específico, tanto antes de partir como tras el regreso.
Lo primero, planificación
Por supuesto, y con independencia de las vacaciones, las visitas al veterinario deben realizarse de manera rutinaria para estar seguros de que el estado de salud de la mascota es bueno. Como apuntan desde la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC), siempre es mejor realizar visitas preventivas y descubrir los problemas antes de que aparezcan, o en una fase inicial de los mismos, que esperar. Dicho esto, ¿es diferente el proceso cuando se acude a la consulta antes de realizar un viaje? ¿En qué consiste este tipo de revisiones veterinarias? ¿Cuestan más?

Ante la perspectiva de unas vacaciones, hacer las cosas con tiempo es fundamental, y esto rige especialmente cuando se viaja con animales. Ahora bien, ¿con qué tiempo de antelación es conveniente consultar al veterinario? En general, es suficiente con realizar esa visita una semana antes de salir, tanto si es necesaria la revisión clínica para expedir un certificado de salud que habilite viajar a los países que lo piden, como si la visita es sólo para comprobar que el animal está sano o para aplicar un tratamiento preventivo. Sin embargo, hay excepciones, como cuando los animales deben ser vacunados de rabia por primera vez para viajar. En estos casos es necesario acudir al veterinario, como mínimo, tres semanas antes del viaje para aplicar la vacuna correspondiente. Asimismo, es muy importante tener en cuenta que los requisitos de entrada a un país varían según cada Estado y que algunas legislaciones son más exigentes que otras, incluso dentro de Europa. De este modo, los trámites para viajar a Reino Unido, Suecia e Irlanda son especiales y hay que prepararlos con más tiempo. A modo de ejemplo, para entrar en Reino Unido se exige haber realizado un test de anticuerpos de la rabia, un procedimiento que obliga a preparar el viaje con unos siete meses de antelación como mínimo. Suecia requiere que la mascota haya pasado el test de anticuerpos ('Pets') y que haya sido examinada para prevenir la infección de Echinococcus, garrapatas y parásitos, como la llamada 'lombriz solitaria'.

Normas internacionales de sanidad
La salud de las mascotas, las revisiones veterinarias y los tratamientos de prevención están, de un modo u otro, regulados por la ley. Esto hace que si el destino de las vacaciones se encuentra fuera de España, sea recomendable consultar siempre con el consulado del país al que se va a viajar. Conocer exactamente cuáles son los requisitos de ingreso para los animales de compañía, los tratamientos a los que deben someterse y la documentación que hay que presentar ayudará a evitar contratiempos, dolores de cabeza y problemas de última hora.

Cuando el destino sea un Estado miembro de la Unión Europea, es necesario presentar el pasaporte de la mascota, un documento que certifica que su estado de salud es bueno, que no representa ningún riesgo sanitario y que, por tanto, le habilita a viajar. El sistema entró en vigor en 2004 para unificar los criterios de admisión de perros, gatos y hurones, que son, junto a los pájaros y los peces, las especies más populares de animales de compañía. Tanto es así que, sólo en España, hay más de cinco millones y medio de perros, y cuatro millones de gatos registrados como tales. En cualquier caso, las mascotas de estas tres especies en concreto deberán tener un pasaporte con información detallada para poder ingresar a otro país. Los veterinarios son los únicos autorizados para expedir este documento, que debe estar homologado por la autoridad competente para certificar dos cosas: que la vacunación antirrábica tiene validez acorde a las recomendaciones del laboratorio de fabricación y que ha sido aplicada según las normas que establece la Organización Mundial de la Salud. A su vez, los animales deben estar identificados con un tatuaje legible o con un microchip cuyos datos han de coincidir con los del pasaporte y los de su dueño. Conviene recordar que el pasaporte no puede expedirse a mascotas menores de tres meses y que, como se mencionaba antes, algunos estados de Europa exigen documentación adicional.

¿Y qué pasa con el resto del mundo? En este caso, las posibilidades se multiplican pues, para entrar en un estado ajeno a la Unión Europea, será necesaria la documentación que exija cada país. La diversidad de requisitos es tan amplia que incluso existen portales en Internet únicamente dedicados a informar sobre los mismos y a vender los formularios que deberá completar el veterinario una vez hechas las pruebas. Por esta razón, los expertos de AMVAC insisten en que, ante la duda, la mejor opción es realizar una llamada al consulado correspondiente y verificar los documentos y exámenes clínicos que piden. Es decir, para entrar en un país extracomunitario serán necesarios los trámites que marque cada consulado, ya que el pasaporte no les afecta; no tiene validez.

Los veterinarios también subrayan otras cuestiones a tener en cuenta. Por ejemplo, que los perros, gatos y hurones que vienen a España -o que regresan después de un viaje- están obligados a tener este pasaporte. La razón es simple: el documento está concebido (y es necesario) para entrar en cualquier país de la Unión Europea, no para salir de él. Además, los animales que viajen desde determinados países como Brasil, Ecuador o Marruecos, aunque sean de origen español, deberán estar vacunados contra la rabia, y llevar microchip y una valoración de anticuerpos neutralizantes frente al virus rábico realizado al menos tres meses antes de la llegada a España y en un laboratorio autorizado. De ahí que, tan importante como la revisión antes de salir sea la consulta veterinaria al regreso para descartar cualquier enfermedad, infección o contagio.
Los tratamientos y los costes
Aunque hay quienes aprovechan estos meses para conocer otros lugares del planeta, lo cierto es que este año se estima que el grueso de la población disfrutará de sus vacaciones estivales dentro de España. Recorrer el país en compañía de la mascota es, en principio, más sencillo que llevarla fuera, ya que desde el punto de vista legal no implica realizar trámite alguno. Sin embargo, una actitud previsora y responsable de los dueños va más allá de asegurar la viabilidad del viaje al comprobar que el hotel y los medios de transporte elegidos admitan animales.

En efecto, antes de salir de vacaciones (aun sin salir de país) es muy importante visitar al veterinario para que revise el estado de salud de la mascota, para comentarle cuál es el lugar de descanso elegido y, si el destino lo requiere, para que le aplique un tratamiento preventivo. Hay algunas enfermedades de nuestros animales que son endémicas de unas zonas o de otras. Por ello, cuando vayamos a viajar, será importante hablar con el veterinario para que establezca si hay que tomar alguna medida preventiva especial. Por ejemplo, tratamientos para la Filariosis, Dirofilariosis o, más coloquialmente, la enfermedad del gusano del corazón, que está producida por un nematodo (gusano redondo) llamado Dirofilaria inmitis. Esta patología se distribuye, sobre todo, por Canarias, Andalucía, Valle del Ebro y Levante, de modo que los perros que vivan o viajen a estas zonas deberán tomar medidas preventivas.

En general, las revisiones veterinarias previas a las vacaciones no difieren de los chequeos rutinarios; de modo que se tomarán las constantes vitales, se hará un análisis de heces para descartar la presencia de parásitos y se auscultará al animal. Asimismo, se le revisarán los ojos, la boca, el aparato cardiorrespiratorio y los demás órganos vitales. Como bien saben los dueños con experiencia, la búsqueda de patologías estomacales, quistes y tumoraciones forma parte del examen habitual. Esto significa que, en principio, el coste de la visita no varía con respecto a las que se realizan durante el resto del año. Claro que, si se observa alguna anomalía que requiera pruebas complementarias o si es necesario aplicar un tratamiento preventivo específico, el coste aumentará.

En cualquier caso, el precio dependerá del tipo de tratamiento o estudio y de las tarifas que establezca cada profesional. Como dato orientativo, y según las cifras manejadas en la última edición de la Feria para el Profesional del Animal de Compañía (Propet), las familias españolas gastan de media unos 1.500 euros anuales en los cuidados de sus mascotas.

6.7.09

"El arte ayuda mucho a crecer y a integrarse con los demás"

Abueliz Mamut nació en Sudán y llegó a Bilbao hace algo más de tres años para cursar un doctorado en Arquitectura; actividad que compagina con su trabajo como voluntario. Fue así que conoció el taller AmiArte, un novedoso proyecto social que coordina la pintora bilbaína Bego Intxaustegi y que lucha contra la exclusión a través de la creación artística.

Muchas veces se habla sobre las propiedades terapéuticas del arte, aunque no suele hacerse hincapié en su dimensión integradora y social. Y eso que, en este aspecto, ofrece muchas posibilidades para normalizar las relaciones humanas, enriquecerse con las diferencias y luchar contra la marginalidad. Así se lo planteó hace años la pintora y poetisa Bego Intxaustegi, quien dirige y coordina el proyecto AmiArte, donde reluce todo este potencial.

Ubicado en el barrio de San Adrián, el taller articula ocio, cultura y creatividad para que sus asistentes, además de aprender técnicas de pintura, encuentren otras herramientas que les rescaten de la exclusión. Como bien indica su coordinadora, «cuando no tienes nada, cobra mucho interés lo que eres»; y cuando por distintos motivos alguien llega a una situación de pobreza total, «hay muchas cosas que contar y el arte es un lenguaje maravilloso».

Siguiendo esta línea, el único criterio de selectividad que rige la admisión al taller es, precisamente, ese: haber quedado al margen de la sociedad o correr un riesgo de exclusión inminente. De este modo, tienen preferencia las personas sin techo, los ex convictos, las víctimas de violencia machista, los disminuidos psíquicos, los adictos a las drogas y los inmigrantes. Y todos trabajan juntos, sin etiquetas, separaciones o subgrupos. «La diferencia de situaciones y de niveles entre los participantes nos enriquece -dice Bego-, y saber compartirlas nos hace más humanos, porque evitamos establecer categorías».

En AmiArte hay personas de todos los sitios, desde de Marruecos a Brasil y desde Italia a Bolivia o Mongolia. Entre ellas, se encuentra Abueliz, que describe el taller como «un gran mundo hecho a escala» y al que, desde el día en que lo conoció, no ha dejado de asistir. «Soy voluntario de otra asociación, y el verano pasado fui a acompañar a dos personas -explica-. Nunca había ido antes, pero me parecieron tan buenos el ambiente y la propuesta, que le pregunté a Bego si me podía quedar». Ella dijo que sí, y desde entonces forma parte del proyecto.

Cambiar el destino
«El dibujo, en mi profesión, es técnico y funcional. No tiene nada que ver con el arte. Yo nunca había pintado y desconocía el potencial que tiene la expresión artística para sacar lo mejor de uno mismo -dice Abueliz-. Además, el ambiente lo es todo. Hay todo tipo de gente; personas con angustia, con enfermedades mentales, personas solas... El arte ayuda mucho a crecer y a integrarte con los demás. He aprendido que, al estar en grupo, puedes ayudar al otro».

Para él, este último año no sólo ha supuesto incursionar en el lenguaje abstracto o, incluso, exponer y vender sus cuadros, «algo importante para la autoestima». También ha significado completar su aprendizaje del castellano, un idioma que prácticamente no dominaba cuando llegó aquí y que retrasó durante un curso el comienzo de su doctorado. Ahora que ha completado la formación, su prioridad es terminar la tesis y «ayudar a los demás en todo lo que pueda».

He ahí la mejor síntesis del proyecto, en el que participan reconocidos artistas plásticos y profesionales del campo audiovisual para abordar los problemas sociales que existen en torno a las personas marginadas y, por supuesto, intentar reinsertarlas. «Recientemente hemos visto a Mario Capecchi recibir el premio Nobel de Medicina... Un hombre que creció en la calle, que aprendió a leer a los 14 años porque su madre estaba presa en un campo de concentración y que, sin embargo, nos ha demostrado cómo una persona puede dar la vuelta a su destino», reflexiona Bego.

Ídolos de masas

Desayuno de domingo: café con leche, tostadas y diario. Afuera llueve. No hay nadie en la calle; ni siquiera en la panadería, que es el único negocio abierto de la manzana y, además, huele genial. El día no promete demasiado aunque estemos en verano, pero, en fin... Con lo que hay, se hace lo que se puede, así que desayuno en la cocina, con el pelo alborotado y las neuronas algo pastosas tratando de encarar la mañana. No es fácil despegar los caramelitos del tarro, y eso que el café está cargado. Sin embargo, al pasar las páginas del periódico compruebo la siguiente teoría: una buena dosis de actualidad es capaz de conseguir lo que no logra la cafeína. Además de despertarte, te deja enhebrado y zurcido a la vida; y da igual si no te gusta.

Lo siento mucho por ustedes, pero escribo esta columna después de leer que una empresa norteamericana ha sorteado ocho mil y pico de entradas para ver a Michael Jackson este martes. Sí, sí... ya sé que está muerto. Y sí, también sé que los muertos no pueden cantar. De hecho, las entradas no son para ningún concierto, sino para ir a su funeral. Eso. Un sepelio con aforo. Una ceremonia que tiene sitio para 17.500 personas y que, además, se va a retransmitir en directo por la tele para complacer a todos los que no van a poder asistir. Aunque ya no baile ni cante, parece que cuando el muerto tiene un buen representante logra movilizar a las masas a su antojo y permite que unos cuantos vivan de eso. Y vivan bien.

Leo, entonces, en el diario lo siguiente: "Más de medio millón de personas se han inscrito a través de una página de Internet para asistir al funeral de Michael Jackson. Los organizadores del memorial [la empresa AEG], que tendrá lugar este martes en dos recintos de Los Ángeles], han dicho que la página web facilitada para inscribirse y asistir al evento recibió más de 500 millones de visitas en noventa minutos, unas 120.000 por segundo". El dato resuena: 120.000 visitas por segundo; algo así como dos estadios de fútbol repletos hasta las cejas haciendo clic en simultáneo. Caramba. Quizá ustedes estén pensando ahora que esto de Jackson es una mera frivolidad, pero la verdad es que, más allá de él y su música, está el comportamiento social. Y ese, de trivial, no tiene nada.

Decía Marx que la religión es el opio del pueblo. Yo agregaría que la idolatría es el gran mal de la humanidad. Da igual si el fanatismo es para algún dios debidamente institucionalizado y bendito, o si la adoración tiene como objeto a divinidades de corte pagano. Incluso es irrelevante si tienen poder de convocatoria internacional o son estrellas de medio pelo, tan regionales como fugaces. El mecanismo, el comportamiento y el resultado son exactamente los mismos. No es que muera un artista y nazca una leyenda, no. Eso está muy bien para la poesía, pero hay más donde escarbar. La justa es que muere un tipo y la gente se aliena.

Los que tenían entradas para sus conciertos de verano, o las guardan o las venden. Son reliquias, claro, como los huesos de los santos, las lágrimas de las vírgenes y demás muestras orgánicas de la fe. Hay quienes juntan firmas para hacerle un libro a Michael; saben que está muerto y que no lo va a leer, pero las juntan. Hay quienes opinan sobre la veracidad o falsedad de la autopsia. Hay quienes instalan la capilla ardiente en Neverland, su casa de Nunca Jamás, convirtiéndola en una especie de Disneylandia, pero con onda. Y están también, aunque se vean menos, los que se frotan las manos. La muerte del rey del pop le va a dar de comer a unos cuantos.

Antes de leer esta noticia (es decir, antes de despertarme del todo), tenía idea de escribir sobre otras cosas. Concretamente, sobre las elecciones de la otra semana en Uruguay y esa mezcla de queja, preocupación e indignación de algunos por la baja participación de la ciudadanía; porque fue poca gente a votar. El caso es que me topé con esto del funeral multitudinario, me saltó la vena iconoclasta y quise dejar constancia en algún sitio de lo mal que vamos como especie remixando cultos e idolatrías; sepan ustedes disculpar. En cuanto a lo del voto en las internas... qué quieren que les diga. Quizás lo que pasó ese domingo sea un indicio de que hay que cambiar, porque la ausencia de opinión en las urnas es también un mensaje muy claro. A mucha gente le da igual la política (por aburrimiento, descreimiento o pereza) y no iría a votar si no fuese obligatorio.

Yo pregunto, ¿y si eliminamos lo del voto obligatorio y aprobamos lo del voto epistolar? A muchos de los que están adentro el trámite les resulta un incordio, y a muchos de los que estamos lejos nos molesta no poder hacerlo. Prohibiciones por un lado, imposiciones por otro... hum, ¿a qué les suena? Tal y como están las cosas, no estaría mal cambiar. Aunque sea para no parecernos a lo que éramos hace treinta años. Miren a Michael...

"Los prejuicios se desactivan creando espacios de convivencia"

Participación colectiva, sensibilidad social y oídos atentos a las necesidades reales son tres pilares fundamentales para Miguel González Martín, el nuevo director de Inmigración. “Los prejuicios se desactivan creando espacios de convivencia”, sostiene este licenciado en Derecho experto en acción humanitaria, desarrollo y cooperación, que cuenta con un gran prestigio y aprecio en el sector de las ONG.





¿Cuáles son sus principales objetivos para este periodo al frente de la Dirección de Inmigración?
Existen retos muy inportantes en varios ámbitos. Por un lado, fortalecer la Red de Acogida Municipal, ya que es el primer ‘rostro’ que conoce el inmigrante. La integración, más que en las macropolíticas, se produce en lo local, de modo que es fundamental potenciar las capacidades y el papel de los técnicos de inmigración. Otro reto es promover la participación social de las personas extranjeras y darle un impulso a las asociaciones, que son su referente cultural. Y, por último, el tercer gran objetivo es trabajar estrechamente con otras áreas de la Administración, como Sanidad, Educación o Trabajo, entre otros, para que incorporen aun más el enfoque de la diversidad cultural.
La escuela es el lugar primario de socialización. ¿Debería apoyarse más a los docentes en temas de interculturalidad?
Muchas veces cargamos a la escuela con toda la responsabilidad de educar a la sociedad, pero no es el único ámbito donde se aprende a convivir. Hay una tarea colectiva que nos involucra a todos. Aún así, es importante evitar que se formen guetos en determinados colegios y tender más al equilibrio para que los profesores no se vean desbordados. Asimismo, instituciones como Biltzen colaboran activamente en la formación de los educadores ante el fenómeno migratorio.
Usted cuenta con gran experiencia en el mundo de la inmigración y la cooperación, aunque siempre desde el lado de las ONG. ¿En qué medida cambian las posibilidades de acción al trabajar desde el Gobierno?
Tengo un sentimiento ambivalente sobre esto, ya que en algunos aspectos hay más posibilidad de acción y, en otros, menos. La Administración tiene a veces unas dinámicas y unas lógicas poco comprensibles para el que la mira desde fuera. No obstante, las propuestas avanzan. Lo que reclamábamos hace años desde las asociaciones, como la existencia de un servicio de oficio legal para los extranjeros, hoy es una realidad con Heldu. En general, me parece muy positivo que las personas de las ONG trabajen un tiempo desde dentro del Gobierno, y viceversa. La existencia de esa ‘puerta giratoria’ facilita el diálogo, permite ponerse en el lugar del otro y es la clave para fortalecer la relación.
En esa línea, ¿qué elementos del sector asociativo le gustaría incorporar a su gestión?
Me gustaría que esta gestión fuera abierta y participativa. Estos rasgos no son exclusivos del mundo asociativo, pero sí están muy presentes en él. Involucrar a todas las personas, aunque pueda enlentecer un poco el proceso, consigue resultados más ricos. También me parece importante estar muy atentos a lo que pasa a pie de calle, escuchar a quienes trabajan día a día con los inmigrantes, tener puesta la antena allí, para detectar las necesidades. Creo que la clave está en la metodología de la construcción compartida, la cercanía y la atención. La misión de la Dirección de Inmigración es acompañar a las demás instituciones y apoyar sus esfuerzos.
¿Le preocupa que la inmigración sea vista como un problema por la sociedad vasca?
Es preocupante, desde luego, y plantea un dilema a la hora de actuar porque, ¿qué haces frente a eso? ¿Decir que no es así? Si niegas enfáticamente un prejuicio, lo reconoces como un discurso válido, así que lo mejor es construir un discurso positivo que muestre otras cosas. Los prejuicios existen contra todos los colectivos y tienen un mecanismo particular, porque no se desmontan con datos.
¿Ah, no?
No, y ahí tienes como ejemplo la percepción que hay sobre la población extranjera en Euskadi. Los vascos están convencidos de que un 18% de los ciudadanos son inmigrantes y, aunque les muestres los datos y les digas que sólo representan el 6%, no se lo creen. Los prejuicios se desactivan creando espacios de convivencia, lugares de encuentro que ayuden a disminuir el miedo a lo distinto y el rechazo a la pobreza, que es lo que a nadie le gusta ver. La existencia de colectivos marginados y excluidos muestra los fallos de nuestro modelo social.
A propósito de datos, ¿qué opinión le merece la última encuesta de Ikuspegi?
Que los vascos somos asimilacionistas; es decir, que pedimos al que viene que abandone su cultura y se acople a la nuestra. Esto plantea un debate de filosofía política muy interesante entre los modelos de multiculturalidad e interculturalidad, que son distintos. Personalmente, prefiero lo intercultural, la mezcla, el mestizaje, que es lo que está pasando ya. Tomarse en serio la diversidad es difícil y nosotros, como sociedad, no estamos del todo preparados para ello. Sin embargo, pese a las políticas y los planes, la realidad siempre va dos pasos por delante. El reto es terminar con eso de ‘nosotros’ y ‘ellos’ para construir un ‘nosotros’ común; y eso es responsabilidad de todos: instituciones, medios, vascos, extranjeros.

2.7.09

No puedo pagar la hipoteca, ¿qué opciones tengo?

Renegociar la deuda, declararse en quiebra o ceder la vivienda son algunas de las vías para afrontar esta situación

La hipoteca se ha convertido en la peor pesadilla de miles de personas que, afectadas por la crisis, las deudas y el paro, ya no pueden hacer frente a las cuotas. Según datos del Banco de España, en enero de este año ya eran 100.000 las familias que habían dejado de pagarlas. Y, tal como prevé la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae), esta cifra podría duplicarse con facilidad de aquí a finales de 2009. Por supuesto, el riesgo de encontrarse en esa situación no es nuevo. La posibilidad siempre ha existido y para todos, sin excepción; más que nada porque los plazos de amortización son muy largos, los intereses fluctúan y en 30 ó 40 años, muchas cosas pueden cambiar. Precisamente, eso es lo que ha sucedido, aunque de manera generalizada y radical. Un brusco giro en la economía ha adelgazado los bolsillos, ha engrosado el índice de desempleo y ha dibujado, con mayor o menor nitidez, gestos severos de preocupación. Las subidas del Euribor y el aumento de las cuotas que tanto agobiaban al grueso de la población hace dos años parecen un juego de niños al compararlos con la coyuntura actual: la imposibilidad real de pagar. Para unos, el problema es tangible. Para otros, inminente. Y en ambos casos, la pregunta es la misma: ¿qué opciones hay?

Acudir al banco
Sí, es obvio y redundante, pero es lo que hay que hacer: antes de tomar decisiones precipitadas o dejar de pagar sin más, hay que acudir al banco y plantear el problema. La razón es simple: acumular una deuda no es de recibo para nadie, ni para el cliente, ni para la entidad. De este modo, el primer paso es hablar. Como el principal objetivo del banco es cobrar el monto que se le adeuda, ayudará a buscar soluciones que sean razonables para ambas partes. Por ejemplo, refinanciar la hipoteca: renegociar las condiciones iniciales del préstamo para que se ajusten a la realidad actual. En algunos casos, alargar el plazo de pago puede constituir una buena alternativa, pues, aunque a la larga la hipoteca se encarezca, las cuotas se reducirán y el monto mensual será asumible para el cliente.

En esta misma línea, otra opción posible es aplicar un periodo de carencia; es decir, abonar durante un tiempo únicamente los intereses. El periodo de carencia (también llamado "de gracia") existe como figura legal para varios tipos de acuerdos y contratos, no sólo para los hipotecarios, aunque es en estos últimos donde más se conoce y aplica. En sí, se trata de una opción de duración determinada -y pactada con la entidad-, en la que el banco concede un periodo de desahogo económico al cliente para que pueda resolver el problema que le impide pagar con normalidad. En general, durante el tiempo acordado, el pago de la cuota queda reducido únicamente a los intereses del préstamo. Así, el monto mensual se reduce significativamente, la persona tiene cierto margen para recuperar su solvencia económica y, más importante todavía, evita convertirse en morosa.
Entregar el piso
La renegociación de las condiciones y la solicitud de un periodo de carencia son de gran utilidad para resolver muchos problemas. Sin embargo, y por desgracia, en ocasiones no bastan. Para los núcleos familiares donde deja de haber ingresos y las prestaciones por desempleo se agotan, ninguna de estas vías sirve porque, simplemente, no hay dinero. Y sin nóminas ni capital, por muy buena voluntad que se tenga, no hay nada que ofrecer al banco. Es en este punto, cuando las personas pierden la esperanza de conservar el inmueble y los clientes se resignan a acometer otro tipo de alternativas. Entre ellas, entregar el piso a la entidad. Más que entregarlo, someterlo a embargo, pues la dación en pago (devolver el piso a condición de que el banco firme un documento público en el que salda la deuda) ni es fácil de lograr, ni es barata. En caso de pactarse, implica gastos registrales y de cancelación hipotecaria.
Transcurrido cierto tiempo de impago -generalmente, seis meses-, el banco inicia un proceso judicial para intentar cobrar lo adeudado. El resultado del mismo es el embargo de los bienes, tanto de aquellos que en su momento se presentaron como garantía como de la propia vivienda en cuestión, que será objeto de remate judicial. Excepcionalmente, este sistema resuelve de raíz el problema. El inmueble se subasta y, del dinero obtenido, el banco cobra lo que le corresponde, más las costas judiciales. Lo que sobra, si es que algo sobra, le corresponde al particular. No obstante, de la teoría a la práctica hay un trecho; y más todavía en la coyuntura económica actual, porque lo cierto es que el valor de los pisos ha bajado y no es fácil encontrar a alguien dispuesto a pagar de más. Entonces, ¿qué ocurre?

Mientras en países como Estados Unidos la devolución del piso al banco supone la rescisión del contrato, aquí, en España, no. La legislación vigente establece que el impago de la deuda hipotecaria no queda saldado por el solo hecho de entregar el inmueble, máxime cuando el valor de la vivienda es menor que el monto de la deuda. De esta manera, el prestatario y sus avalistas son responsables de saldar hasta el último céntimo de importe, ya sea con su capital o con el resto de su patrimonio. Por tanto es bastante habitual que, para asegurarse el cobro de la diferencia, la entidad proceda al embargo de otros bienes e, incluso, de una parte de la nómina (dejando siempre a la persona el equivalente a la renta mensual básica para garantizar su subsistencia).

Declararse en quiebra
Habitualmente se circunscribe la posibilidad de declararse en quiebra al sector empresarial. Y, de hecho, hasta hace un lustro, así era: sólo las empresas podían acogerse a esta figura legal. No obstante, desde que se aprobó la Ley Concursal en 2004, las familias también pueden declararse en quiebra. A grandes rasgos, una vez iniciado este proceso se paralizan de inmediato las demandas por impagos y, con ellas, los embargos. En paralelo, también cesa la acumulación de intereses por morosidad, que es, en sí, lo que más dificulta solucionar el problema. Por supuesto, aunque no hay truco, no hay magia. La deuda no desaparece; lo que ocurre es que se ponen en marcha una serie de mecanismos legales para facilitar su cancelación, ya sea mediante reducciones del monto total (de hasta un 50%, en el mejor de los casos) o aplazamientos para retomar con los pagos.

En sí, cuando una persona física o una familia se declaran en quiebra e inician este procedimiento, lo que se hace es reunir a todos los acreedores, evaluar la situación financiera del deudor y decidir, de manera conjunta y con supervisión judicial, cuál es la mejor solución para todos. Así, teniendo en cuenta las posibilidades y las carencias de la familia, se presentará una propuesta de convenio, las pautas que se habrán de seguir para poder saldar esa deuda. La reducción total o el aplazamiento de pago acordados permitirán que el núcleo familiar pueda hacer frente a los compromisos que ha contraído sin perder, en este caso, la vivienda. El aspecto negativo son las costas del proceso, ya que requiere la implicación de varios profesionales, desde abogados y procuradores, hasta administradores concursales y economistas. Por esta razón, más que por el desconocimiento de la vía, es por lo que muchas familias se abstienen de intentarlo; aunque, tal como registra el INE, en los últimos años aumentado el número de casos.
Vender el piso, ceder la hipoteca
Ante la incertidumbre económica y la resignación de perder el inmueble, la alternativa más evidente y, en apariencia, sencilla, es poner el piso a la venta. Deshacerse de la vivienda mediante un contrato de compraventa es deshacerse de la deuda, de los agobios y del problema. O lo era... La crisis ha trastocado por completo los mecanismos que, hasta hace poco, funcionaban. Por un lado, los pisos se han devaluado, por otro, no hay tantos compradores y, como si esto no bastara, cuando aparece un interesado, el endurecimiento de las condiciones de los bancos le dificulta acceder a un préstamo. En esta línea, la relación oferta-demanda muestra su arista más cruel.

En la actualidad, hay más inmuebles a la venta que personas con posibilidad real de adquirirlos. Y si a ello se suma la desesperación del propietario por cerrar el trato lo antes posible, el resultado es, cuando menos, nefasto. Los pisos se malvenden, no alcanzan para cubrir la deuda y, además, se pierde la vivienda. Por ello, de un tiempo a esta parte, cada vez hay más propietarios dispuestos a ceder su hipoteca; esto es, transferir todos los derechos y obligaciones a otra persona que, a partir de ese momento, será dueña del inmueble y se hará cargo de la deuda. En cualquier caso, este tipo de acuerdo debe de hacerse con conocimiento del banco que, además, deberá dar su aprobación. Tras estudiar el caso y evaluar la situación, las entidades suelen dar el visto bueno cuando la solvencia del nuevo propietario es igual o superior al del cliente anterior.

Evitar la acumulación de impagos

Si en algo coinciden los profesionales inmobiliarios y los expertos en leyes, economía y finanzas es en que, ante la imposibilidad de pagar una hipoteca, lo fundamental es evitar la acumulación de impagos. Desde el primer momento en que se deja de abonar al banco, comienzan a correr los intereses de demora; intereses muchas veces elevados que, al acumularse, convierten un simple retraso en un problema de difícil solución. Por ello, unos y otros recomiendan siempre acercarse a la entidad y plantear la situación. Ahora bien, ¿cómo reaccionan los bancos cuando el cliente deja de pagar sin más? ¿Qué sucede? Aunque en teoría no hay un protocolo estandarizado para todas las firmas, en la práctica el procedimiento suele ser similar.

Tras el impago del primer recibo, el banco se pone en contacto con el cliente para comunicarle que no ha abonado la cuota y descartar así que haya habido un error o un olvido. Cuando se acumulan entre dos y cinco meses de cuotas impagadas, la entidad intenta renegociar con el cliente las condiciones de su hipoteca. Hasta este momento, si el usuario paga la deuda (y los intereses), el problema queda resuelto. Si no, entra en mora y el banco, además de hacer provisión de la deuda, inicia las gestiones para ejecutar la hipoteca. A partir del sexto mes, y hasta que se cumple aproximadamente un año de impagos, discurre todo el proceso legal para poder subastar el inmueble. Mientras esto ocurre - incluso mientras se fija la fecha de la subasta (algo que se suele ocurrir al año y medio de haber dejado de pagar las cuotas)- la deuda continúa creciendo y los intereses se siguen acumulando. El procedimiento de subasta puede detenerse mediante el pago de lo que se debe. Sin embargo, pasado tanto tiempo, lo habitual es que el usuario no disponga de tanto dinero como para hacer frente a la mora. Así, el inmueble se subasta y, si hay suerte, el dinero que se recupera alcanzará para saldar la deuda y pagar las costas judiciales. Si no, el ex propietario de la vivienda seguirá obligado a pagar la diferencia con el banco. Incluso si el piso no se vende en la subasta, la entidad puede quedárselo en propiedad y el usuario, si el juez lo estima oportuno, tendrá que seguir pagando.