20.7.09

Abrir la tierra

Aunque las dictaduras de España y Uruguay fueron consecutivas más que simultáneas, en algunos aspectos sus consecuencias se superponen hoy. En la actualidad, en un país y en el otro, la apertura de las fosas comunes y la exhumación e identificación de los restos sigue suponiendo un problema. Más que uno, varios, porque revolver la tierra, el pasado y las vergüenzas, enardece las discusiones, caldea los debates y alimenta a la bestia de la burocracia; tanto la administrativa como la judicial. Todo es lento, todo demora, todo se aplaza más y más; y eso que la espera se cuenta en décadas, no en años. En este largo, larguísimo tiempo, por cada nuevo recurso científico que ayuda a conocer y avanzar, hay veinte recursos legales que sólo sirven para frenar el avance. Así estamos uruguayos y españoles, a marchas forzadas entre ADN y ABS, evitando tropezar con los recuerdos.

Ayer leía los periódicos de allá y de acá, y me encontré con esa superposición de consecuencias que les mencionaba. Mientras en Uruguay la Comisión de Seguimiento intentará reanudar las excavaciones en el Batallón de Paracaidistas número 14, por estos lados acaban de exhumar 45 cuerpos de una fosa común en Burgos. Los restos eran de militantes de izquierdas, de sindicalistas y de cargos municipales; también de dos adolescentes. Nada nuevo bajo el sol, o bajo tierra. No es novedad lo que han encontrado ni, mucho menos, lo mucho que les costó el hallazgo. La sociedad de aquí tampoco quiere mirarse en el espejo del tiempo y se resiste. Tanto es así que las excavaciones para recuperar cadáveres casi no tendrían lugar si no fuera por el trabajo sostenido de las asociaciones que luchan por esa causa. ¿Les suena?

Desde el año 2000, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha promovido la localización y apertura de unas setenta fosas; una gestión que permitió encontrar más de 700 cadáveres de personas asesinadas durante la Guerra Civil y el Franquismo. La cifra impacta, especialmente si se tiene en cuenta que es un mínimo porcentaje de otro mínimo porcentaje: falta mucho por desenterrar y apenas están documentados tres de cada diez paraderos. Es decir, sólo se conoce la ubicación exacta del 30% de las fosas comunes y, para más INRI, lo único que habilita a exhumar cadáveres es la petición expresa de algún descendiente ante la Justicia. Las asociaciones, por sí solas, no pueden hacer nada.

Entre las víctimas enterradas en fosas comunes y cunetas, están los restos del poeta Federico García Lorca. Tras una exhaustiva investigación, su paradero fue ubicado en Alfacar (Granada) en 1980 y, seis años después, se colocó allí un monolito y se inauguró un parque. Los restos no han sido exhumados y, todavía hoy, se sigue discutiendo sobre ello, pues la familia de Lorca se opone a que lo desentierren. El asunto es que el cadáver del escritor yace junto a otros tres: el del maestro Dióscoro Galindo y los de los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Y, claro, las familias de estos últimos si quieren que se haga la exhumación y la identificación genética; así que ahora mismo, la Junta de Andalucía está buscando la manera de complacer a unos sin agraviar a otros.

Y estamos en 2009, y siguen pasando los años, y tanto aquí como allá hay quienes se resisten a encarar lo que fuimos, lo que hicimos como sociedad. Argumentos hay de todos los colores pero, por muy lindos que suenen, por muy rimbombante que sea la apelación a la conciliación social de los vivos y a la paz del descanso de los muertos, lo cierto es que no hay tesis que valga para justificar o explicar la ignorancia. No. Eso de 'acá no pasó nada' y 'vamos, muchachos, miremos para delante' son dos paquetitos de porquería con moño de palabras. Dos invitaciones a no reflexionar y a no hacer autocrítica. Dirán que no hay necesidad de escarbar en el pasado y seguir sufriendo inútilmente, pero sí la hay. Sí es necesario saldar las cuentas para cerrar definitivamente un capítulo de la Historia, para empezar en serio de nuevo, para mirar para adelante sin culpas. En cuanto a que se sufre... bueno, ¿qué decir? Si sembramos los campos con muerte y heridas, es normal que cosechemos dolor y tristeza.

1 comentario:

San dijo...

"...¿Y si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena."
Federico G.Lorca