El sábado pasado, el barrio bilbaíno de Irala se convirtió en el escenario de presentación de ACEDI, la Asociación Centroamericana de Desarrollo Integral. El acto contó con la participación de los socios fundadores y, también, con la presencia de Joaquín Arriola, quien ofreció una charla sobre la crisis mundial y su impacto en las economías centroamericanas. A propósito del tema, Cina señala que «hay distintos tipos de crisis. La de aquí se refleja en los números; la de allí, en el déficit alimentario».
La creación de ACEDI responde, en parte, a esa cuestión. «Nos gustaría poder ayudar a nuestros países porque la situación, en general, no es buena», explica. Y cuando dice 'nuestros países' se refiere a todos los que conforman el bloque centroamericano. «Si bien los gestores de este proyecto somos de El Salvador, compartimos lazos sociales y culturales con los países del entorno. Así como Europa cuenta con instituciones continentales, los Estados de América Central están ligados políticamente. Lo que pretendemos, de alguna manera, es tomar ese modelo como referencia para promover la integración social», detalla.
Pero, además de la cooperación internacional, la presidenta de ACEDI subraya la necesidad de trabajar por quienes han venido. «Hay mucha gente que lo pasa mal y no tiene a quién recurrir. Me parece admirable el altruismo del Gobierno vasco, pues ayuda activamente a combatir la exclusión social. Las instituciones de Euskadi se preocupan por plasmar el principio de igualdad y, en ese sentido, dan un ejemplo a seguir por todos», indica.
A Cina le sorprende que los poderes públicos vayan un paso por delante de la propia ciudadanía, que «todavía registra muchos casos de discriminación directa o indirecta». Por ello, considera que el papel de las asociaciones es muy importante, ya que son los inmigrantes quienes deben dar a conocer otras cosas sobre sus países de origen. «De lo nuestro, por desgracia, sólo se enseña lo innoble. La idea es crear un centro de documentación para poder mostrar otras cosas», adelanta.
Mejorar la percepción social sobre los extranjeros es una meta difícil pero, también, «necesaria». «Ya sea por los estereotipos de la sociedad local, por el aislamiento de los inmigrantes o por la falta de espacios de encuentro, se están consolidando los guetos y eso no es bueno para nadie. La relación con los vascos suele limitarse al empleo, pero la vida no es sólo trabajo. Es necesario fomentar otros tipos de intercambio».
Reto con distintas etapas
Cina, que en su país estudiaba Derecho y ha convalidado parte de la carrera en Bilbao, trabaja en un locutorio que brinda el servicio de envío de dinero. Aunque su tarea es puramente administrativa, relata que cada día se enfrenta al rostro más duro de la inmigración. «La gente te cuenta su vida, los problemas que tiene, y puedo asegurar que hay auténticos dramas».
Cina, que en su país estudiaba Derecho y ha convalidado parte de la carrera en Bilbao, trabaja en un locutorio que brinda el servicio de envío de dinero. Aunque su tarea es puramente administrativa, relata que cada día se enfrenta al rostro más duro de la inmigración. «La gente te cuenta su vida, los problemas que tiene, y puedo asegurar que hay auténticos dramas».
Sin embargo y, como explica, «el desafío de los inmigrantes tiene distintas etapas. Al principio estás perdido, no sabes cómo funcionan las cosas, qué institución se encarga de qué. Los primeros tiempos son duros para la mayoría de la gente, pues hay que resolver cosas muy básicas y urgentes, como el sustento económico, la vivienda y la regularización», expone. Aunque eso es sólo el comienzo. Hay algo más que casi nadie menciona: «Resolver todo eso y estabilizarte es difícil; puede llevarte unos años, pero una vez que te asientas, comienza el duelo migratorio. Dejas de tener la cabeza llena de problemas inmediatos y entonces paras, piensas... Te das cuenta de que estás lejos y solo».
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