30.3.10

Conseguir un seguro gratis

Las tarjetas de crédito o la compra de un vehículo llevan asociada una póliza gratuita, pero en ocasiones su vigencia es limitada o no cubre todos los supuestos

Prosperan los seguros baratos, asequibles e, incluso, gratuitos. Las tarjetas de crédito, la compra de vehículos, la adquisición de una vivienda o la asistencia a eventos sociales y deportivos llevan asociados distintos seguros que protegen al consumidor frente a situaciones concretas. Miles de compañías y millones de personas contratan pólizas para hacer frente a las más diversas contingencias patrimoniales, económicas, legales y personales. Pero desconocen que, en ocasiones, otras pólizas les cubren al sacar dinero de un cajero o al sufrir una agresión en un partido de Primera o Segunda División. La conocida frase "más vale prevenir que curar" no sólo es un refrán popular, sino también una convicción poderosa. Durante 2009, los ingresos por primas de seguros aumentaron un 1,2% respecto al año anterior y se situaron en 59.884 millones de euros. La crisis no ha interferido en la contratación de pólizas, pero los consumidores están más atentos a los precios, las ofertas y las posibilidades de ahorrar.

Prima obligatoria
En un contrato de seguro, el cobro de una prima obliga al asegurador a indemnizar al tomador con un capital, una renta u otras prestaciones convenidas cuando se produce el evento cuyo riesgo se cubre. Así lo establece la ley. Para constituirse como tales, las pólizas necesitan el pago de un dinero. Sin embargo, algunas se promocionan como "pólizas gratis" porque el coste de la prima es reducido y se abona junto con el precio del objeto o servicio que se adquiere. En su mayoría, el cliente sabe que su compra se asocia a un seguro, pero también puede ocurrir que algunas personas disfruten de una o más coberturas sin saber que las tienen y que han pagado por ellas.
  • Las tarjetas de crédito son el mejor exponente de estos casos. Los seguros más habituales con los que se asocian protegen contra robos al sacar dinero de un cajero automático y cubren al titular durante los viajes que realiza, si los ha abonado con tarjeta. En este último supuesto -más allá de las diferencias entre las entidades que las expiden-, los seguros cubren las cancelaciones y los retrasos de los vuelos, los gastos de hospitalización y enfermedad o las averías en los coches de alquiler. Estas pólizas no son gratuitas, ya que la prima se abona con el coste anual del mantenimiento de la tarjeta. No obstante, el usuario no debe pagar un dinero extra por ellas, ni contratarlas aparte.
  • La compra de vehículos -en general, motocicletas y turismos- es otro ramo donde los seguros gratuitos son la estrella. Su auge es tan llamativo como reciente. Diversas marcas y concesionarios diseñan promociones de compra en las que, por el mismo precio de mercado, se contratan pólizas a todo riesgo o de responsabilidad civil con la adquisición del vehículo. No hay truco en la oferta. Sin embargo, hay condiciones. La principal es que la duración de la póliza gratuita es limitada. Al cabo de un año, cuando toque renovarla, el titular del coche o la moto deberá correr con los gastos. Además, estas promociones no son válidas para todo el mundo. En general, se exige que el beneficiario sea mayor de 25 años y tenga, como mínimo, una antigüedad de dos años en el carné.
  • La adquisición de una vivienda, cuando se realiza mediante hipoteca, se complementa en ocasiones con un seguro de desempleo gratuito. Al igual que ocurre con los automóviles, la gratuidad y la cobertura tienen un plazo finito, ya que si bien estas pólizas asumen las cuotas de amortización del préstamo hipotecario en caso de que el titular se quede sin trabajo o sufra una incapacidad temporal, no lo hacen de manera indefinida: el tope se fija a menudo en 18 meses que, además, sólo pueden ser consecutivos hasta un máximo de seis. Por otro lado, al cabo de uno o dos años, según los casos, si el cliente quiere conservar el seguro, deberá pagar la prima que corresponda.
  • La asistencia a eventos sociales y deportivos, así como la presencia física en determinados recintos, lleva aparejada con frecuencia una cobertura gratuita de accidentes. En esta línea, la póliza más novedosa y conocida es la vinculada al fútbol. El denominado Seguro Afición cubre a todas las personas que acuden a un partido de Primera o Segunda División en caso de accidente, agresión de un grupo violento o infarto. Este seguro se obtiene al pagar la entrada, por lo que es fundamental conservarla para reclamar la indemnización. También determinados locales de ocio, salas de fiesta y centros comerciales cuentan con seguros multirriesgos que protegen al edificio y a sus ocupantes en caso de siniestro.
Iniciativas ante la crisis
A las pólizas gratuitas habituales se suman otras que han surgido con la crisis. Las cifras de la Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA) y de la Dirección General del Seguro (DGS) demuestran que la debacle económica y la destrucción masiva del empleo aún no han mermado la contratación de seguros, si bien la recesión empuja a cancelar (o no renovar) las pólizas ya contratadas. Por esta razón, algunas compañías han lanzado al mercado seguros gratuitos para los clientes que están en paro.

Aunque hay ciertas diferencias entre las aseguradoras, se proporciona como base un "plus" de tranquilidad a las personas que tienen un contrato con las firmas. Les brindan la posibilidad de cubrirles el coste de la póliza si pierden su trabajo. Es decir, mantener vigentes los seguros que tenían contratados, sin que abonen su coste.

Estos programas puntuales -que en algunos casos se extienden durante un año y en otros, durante dos-, se concentran en los seguros de automóviles, motocicletas y trabajadores autónomos que sufran una incapacidad temporal. También hay compañías que no sólo asumen estas pólizas en particular, sino todas. ¿Las condiciones? En el momento de contratar el seguro, el cliente debe tener trabajo. Para beneficiarse del resto de ventajas, debe llevar en paro, al menos, los tres meses anteriores al vencimiento de la póliza y ha de comprometerse a continuar con la aseguradora.

Consejos para ahorrar sin sorpresas
En la práctica, los seguros se consideran gratuitos porque no se paga de forma adicional por ellos, pero se necesita una prima para formalizarlos, que abona una empresa, una entidad, la propia aseguradora en sus planes anticrisis o el cliente cuando adquiere un bien o un servicio.
  • En el momento de comprar o contratar un servicio, hay que preguntar por los seguros asociados al mismo. Esto es, saber si implican pólizas, cuáles son, qué cubren y en qué condiciones.
  • Conocer las coberturas evitará contratar pólizas similares o iguales por otra vía. Ayudará a economizar el coste anual de los seguros duplicados.
  • Conviene revisar las cláusulas, cerciorarse de los riesgos que cubre y averiguar qué compromisos reviste un seguro que se oferta de manera gratuita. En ocasiones, a cambio de esa gratuidad inicial, el cliente puede ligarse a la compañía mediante un contrato de permanencia que, quizá, no le interese.
  • Es útil conocer qué requisitos se deben cumplir para cobrar la indemnización pactada en caso de siniestro. Si se acude a un partido de fútbol de Primera o Segunda división, hay que conservar la entrada. En los viajes, se requiere el billete y la factura. Controlar estos detalles burocráticos evitará llevarse un disgusto.
  • Es imprescindible saber con exactitud qué cubre el seguro, ya que no siempre se corresponde con la idea que tiene el cliente. La mayoría de las quejas y reclamaciones que se cursan ante la DGS se refieren a divergencias en la interpretación del clausulado de los contratos. Más allá de que la póliza se regale, debe ser práctica.

29.3.10

"La mujer carga con un gran peso social y emocional"

La dinamizadora salvadoreña Ana Murcia reside en Euskadi desde hace 5 años. Aquí trabaja por la integración cultural y social de las mujeres extranjeras

El jueves pasado, en Algorta, se celebró la segunda jornada de los 'Diálogos Interculturales entre Mujeres'. El evento, que contó con una treintena de participantes, forma parte de una iniciativa del Servicio de Igualdad del Ayuntamiento de Getxo que pretende desarrollar un espacio de encuentro entre las mujeres inmigrantes y vascas para reflexionar juntas sobre diversos temas. Entre ellos, la labor de las asociaciones, la situación de las mujeres extranjeras en el servicio doméstico o la violencia machista, que será el eje de la próxima reunión, el 29 de abril.

Ana Murcia, oriunda de El Salvador, es la dinamizadora de estos encuentros donde lo fundamental, además de hablar, «es escuchar a las demás personas». Como dice Ana, se trata de «una puesta en común; una oportunidad de compartir y comparar distintos puntos de vista para poder entender mejor cómo se sienten y qué piensan los otros». Y esto, que en apariencia es tan obvio y sencillo, no siempre resulta fácil a pie de calle.

De ahí la creación de este ciclo, «Existen varias redes de apoyo para las mujeres extranjeras, pero la propuesta de estos encuentros va más allá, pues lo que se intenta es abrir un espacio de diálogo intercultural. Siempre es interesante escuchar otras opiniones y acercarse a las vivencias personales sin intermediarios», indica la dinamizadora, que compagina esta tarea puntual en Vizcaya con la labor social en Renteria, donde vive desde hace un lustro.
«El viaje de Irún a Getxo es largo, pero merece la pena», asegura. «En estas reuniones, además del tema propuesto, siempre afloran los prejuicios que tenemos sin saberlo. Unos colectivos tienen juicios preconcebidos sobre otros, básicamente, porque no se conocen ni dialogan. Creo que es muy enriquecedor observar cómo se van rompiendo esas imágenes a medida que avanza la charla», explica Ana.

Pero, claro, el viaje que emprende cada mes para coordinar estos encuentros resulta corto si se compara con el que emprendió cuando vino a Euskadi. «Vine por amor», contesta cada vez que le preguntan qué hace una salvadoreña en Renteria. Y, a continuación, cuenta la historia, que comenzó hace más de diez años al otro lado del Atlántico.

Refundarse, cambiar
«Cuando vivía en mi país, participaba en un colectivo feminista muy importante que recibía siempre cooperantes y voluntarios extranjeros. Así conocí a la persona que, hoy en día, es mi pareja», relata Ana. Tras vivir siete años allí, en El Salvador, decidieron mudarse a Euskadi. Al cabo de ese tiempo, sentimos que ya tocaba venir a este lado del mundo. También queríamos compartir nuestra vida cotidiana con su familia, que estaba aquí».

Para ella, el cambio de continente fue algo más que un proyecto migratorio. «Quería cerrar mi etapa de activista, que había sido muy intensa, y refundarme a mí misma; volver a empezar. De más está decir que no es fácil», reflexiona Ana, que en ese proceso de búsqueda trabajó como empleada doméstica y cuidadora de niños y ancianos.
Sin embargo, ella nunca dejó a un lado su vertiente social. Tal vez no sea militante de una plataforma feminista, pero integra la asociación de mujeres inmigrantes Garaipen, cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las extranjeras en el País Vasco, favorecer la igualdad de género y resolver las dificultades sociales, físicas y psicológicas que derivan del proceso migratorio.

«Hay factores comunes, preocupaciones que todas compartimos, más allá de la nacionalidad, el idioma o la religión que profesemos. Generalmente, el tema del trabajo y los ingresos es el más urgente, el más acuciante, pero también están las obligaciones y los sentimientos hacia el país y la familia que dejaron atrás. Las mujeres, en general, cargamos un gran peso social y emocional. Y esa carga se nota especialmente en las que somos inmigrantes».

22.3.10

Reclamar como peatón en caso de accidente

Los viandantes sufren más de 10.000 accidentes de tráfico al año y su derecho a una indemnización está regulado por ley

Los accidentes de tráfico son la segunda causa de muerte no natural en España, donde cada año fallecen más de 3.000 personas por errores e imprudencias al volante. Las campañas de prevención, el endurecimiento de las normas y la puesta en marcha del carné por puntos han conseguido un importante descenso en el número de siniestros. El año pasado, la tasa de mortalidad bajó en un 20%, pero las cifras de accidentes y heridos todavía son elevadas. Los viandantes no se libran y, además, constituyen el grupo de población más indefenso y vulnerable. Según recoge el último anuario estadístico de la Dirección General de Tráfico (DGT), cada año se registran más de 10.000 accidentes que tienen como víctima a uno o más peatones. La mayoría de estos sucesos ocurren en zonas urbanas y se saldan con heridos leves. No obstante, todos los años se contabilizan más de 2.000 personas heridas de gravedad y medio millar de muertos a raíz de los atropellos. Las víctimas de uno de estos siniestros tienen derecho a reclamar, ya que las indemnizaciones por accidentes de tráfico están reguladas por ley.
Regulación legal
Las indemnizaciones por accidentes de tráfico están reguladas por ley. La normativa de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor entró en vigor en 2004 y, desde entonces, todas las reclamaciones económicas derivadas de un siniestro con víctimas se basan en este documento. El texto, muy detallado, contempla infinidad de supuestos y asigna una cuantía determinada para cada caso. El baremo se actualiza cada año en función del IPC y, a continuación, se publica en el Boletín Oficial del Estado. Las cifras establecidas para 2010 toman como referencia un crecimiento del 0,8% en el Índice de Precios al Consumo y pueden consultarse en el BOE del 5 de febrero.

Es evidente que un accidente de tráfico puede derivar en múltiples situaciones según la gravedad del siniestro, la duración de las secuelas y el perfil de las víctimas. No obstante, a pesar de esta diversidad hay tres grandes grupos de daños por los que se puede reclamar:
  • Fallecimiento de la persona.
  • Lesiones permanentes (con invalidez o no).
  • Incapacidades temporales.
Sufrir un atropello, más allá de las secuelas físicas, deja una huella emocional. Y no sólo en la propia víctima, también en sus familiares y amigos. Por supuesto, hay niveles: un deceso no es equiparable a un politraumatismo, ni este último a un simple rasguño. Sin embargo, pasar por esta experiencia modifica ciertos aspectos. Basta imaginar un fallecimiento o unas lesiones de invalidez permanente para darse cuenta de ello. Incluso sin llegar a estos extremos, los siniestros son episodios traumáticos que propician el desarrollo de miedo, resentimiento, impotencia y frustración en quienes lo padecen y en sus allegados.

Estos accidentes tienen, además, consecuencias económicas muy serias. La muerte repentina de una persona, su invalidez o sus lesiones pueden alterar de manera irremediable la normalidad del núcleo familiar. La desaparición física del cabeza de familia o su incapacidad para trabajar cercenarán la principal fuente de ingresos del hogar. Del mismo modo, si la víctima sobrevive y luego requiere cuidados especiales, o si necesita un tiempo largo para recuperarse de sus lesiones, no sólo no podrá trabajar, sino que también ocasionará gastos médicos, de tratamientos y servicios. La mayoría de las víctimas no sabe cómo proceder ni dónde acudir.

Las circunstancias personales, determinantes
El perfil de la víctima es determinante en cualquier accidente, es un factor decisivo que puede aumentar o reducir de modo drástico la cuantía económica que recibirán él o sus deudos. No es lo mismo que fallezca una persona de 35 años con pareja e hijos menores a su cargo, o que muera un anciano jubilado y viudo. Tampoco es igual una incapacidad permanente en alguien que gana menos de 26.000 euros al año o esa misma secuela en alguien que aporta más de 88.000 euros anuales a su hogar. Por esta razón, el baremo que publica el BOE no es generalista ni homogéneo, sino que tiene en cuenta las circunstancias personales de la víctima.

Cuando una persona fallece, el primer paso es definir cómo está compuesta su familia: si tenía cónyuge, hijos, padres o hermanos, ya que todos tienen derecho a una indemnización por el dolor de su pérdida y por las consecuencias económicas derivadas del deceso. Lo siguiente es determinar la edad de la víctima y las edades de sus descendientes (si los tuviera), así como el grado de dependencia de sus familiares directos, el hecho de que los hijos sean menores o que la persona fallecida tuviera a sus padres o hermanos a su cargo. Si fuera éste el caso "y la víctima tuviera menos de 65 años", al cónyuge le corresponderían 105.000 euros, 44.000 euros a cada hijo menor de edad y 8.800 euros a cada padre. Eso sí: las cuantías cambian de modo ostensible cuando el fallecido tiene más de 65 años. Al cónyuge le corresponderían 79.000 euros si la víctima es mayor de 65 años y 52.000 euros si tiene más de 80 en el momento del accidente.

Las cifras y el método de cálculo se modifican cuando la reclamación no se justifica por la muerte, sino por lesiones permanentes e incapacidades temporales. Aunque la edad de la víctima es un factor fundamental y sus circunstancias personales se tienen en cuenta. Sobre todo, incide la gravedad de las lesiones. De ahí que haya una amplia graduación, de 1 a 100 puntos, que contempla desde un pequeño corte hasta un traumatismo con secuelas físicas o mentales. Lo bueno de esta amplitud es que permite valorar infinidad de escenarios posibles y deja cierto margen de maniobra. Lo malo, que la valoración es subjetiva, depende de la opinión de varios expertos y está sujeta a negociaciones que no siempre son fáciles. Para llegar a la puntuación definitiva es necesario que haya un acuerdo entre el médico del afectado, el médico forense y el médico de la aseguradora: entre dos representantes de intereses privados contrapuestos y uno del interés estatal. Cuando no se logra llegar a un consenso, quien toma la decisión definitiva es un juez.
Los factores de corrección
Al margen de cuál sea el caso, siempre hay que contemplar la factores de corrección: las circunstancias puntuales que recoge la ley y que pueden aumentar o disminuir la cuantía económica final. El principal factor son los ingresos netos anuales de la víctima, ya que la indemnización variará según la capacidad de "hacer dinero" que tuviera antes de sufrir el siniestro. A este aspecto le siguen otros, como tener una discapacidad previa al accidente, perder el bebé durante el embarazo a raíz del atropello, ser una persona separada con derecho a pensión o, incluso, el tipo de profesión de la víctima. Este último factor puede utilizarse como argumento para aumentar una indemnización. Así ocurre en el caso de alguien que trabaja como modelo y depende de su aspecto, o de un deportista profesional: si las lesiones son visibles y permanentes, afectarán de modo directo a su fuente de ingresos.

Conocer estos aspectos es fundamental para desenvolverse ante una situación de este estilo. No obstante, siempre conviene contar con un representante legal que lleve el caso. Son numerosos los despachos de abogados especializados en litigios por accidentes de tráfico. Conocen los entresijos del sistema judicial y los pasos que se deben seguir, tanto en los tribunales como en las compañías de seguros, que asumirán los costes finales.

La presencia de un letrado ayudará a lograr que se abonen los gastos de la asistencia médica u hospitalaria, los gastos del funeral, si fuera el caso, o el cambio de la indemnización por una renta vitalicia para el afectado o para su familia.

Accidentes evitables
De cada diez accidentes que se registran en la ciudad, cuatro se cobran como víctima a uno o varios peatones. El porcentaje es elevado y el número de afectados también, ya que los viandantes atropellados se cuentan por miles cada año. No obstante, la mayor parte de estos siniestros se podría evitar.

Un estudio realizado por la Universidad de Salamanca y la Dirección General de Tráfico arroja luz al respecto. El documento señala que, en los pasos de peatones que no tienen semáforos, el agente principal del accidente es un vehículo, ya sea porque está aparcado en el propio paso (y promueve así la exposición del peatón a zonas de riesgo) o porque el conductor comete una infracción y no se detiene mientras el viandante cruza la calzada. Por el contrario, en los pasos de peatones regulados con estos dispositivos, el origen del conflicto está en la conducta de los transeúntes, dado que los atraviesan cuando el semáforo está en rojo o sin seguir las marcas de esos pasos.

La mayor parte de los siniestros tiene lugar durante el día y con unas condiciones atmosféricas y del terreno adecuadas, sin causas externas que favorezcan al accidente. Los datos recogidos confirman que los implicados (vehículos y peatones) tienden a decidir su conducta tras suponer que los elementos de la situación van a adaptarse a la suya propia: el peatón presupone que el vehículo se detendrá cuando se aproxime al paso y el conductor entiende que el peatón no cruzará la vía al verle llegar. Esto significa que respetar las normas y las señales de tráfico evitaría gran parte de los siniestros.

"Acabar en la calle le puede pasar a cualquiera"

El albañil cubano Irasil Toledo llegó hace poco a Bilbao. Desde la calle, donde vive, critica los programas de televisión que "se mofan de la pobreza"

La entrevista comienza temprano en una plaza del Casco Viejo. Es un típico día de invierno; una mañana húmeda y fría donde todo lo que se ve son guantes, bufandas y pasos apurados. Irasil llega puntual, acompañado de su amigo Juan Carlos. Se conocieron en las calles de Bilbao, donde viven desde hace meses, y lo primero que aclaran es que no siempre fue así; que antes supieron tener otra vida.

Juan Carlos, madrileño de Vallecas, es -o era- cocinero. Tenía casa y trabajo. Y le iba bien, pero una intervención quirúrgica en una pierna alteró su vida cotidiana. Ya no puede estar de pie mucho rato ni mantener el ritmo que le exigen los fogones. Se quedó sin trabajo y sin casa. Pensó que en Bilbao le iría mejor, pero se equivocó. La crisis le ha tocado de lleno.

Irasil es albañil de profesión. En La Habana, su ciudad, se dedicaba a la restauración de catedrales; una actividad interesante, pero mal remunerada. Perteneciente a una familia humilde, emigró a Canarias hace años en busca de un porvenir mejor y, al principio, lo encontró. Consiguió trabajo y 'papeles'; sintió que progresaba. Hasta que la crisis truncó sus proyectos. «Me quedé sin empleo y decidí venir a Bilbao porque me dijeron que aquí sería más fácil encontrar algo en la construcción», explica. Al igual que Juan Carlos, no acertó.

Hace meses que Irasil vive en la calle, donde ha visto «lo mejor y lo peor del ser humano». De lo primero, destaca la solidaridad, «que hay mucha», y cuenta que, algunas veces, ha comido caliente gracias a personas anónimas, empleados de restaurantes o bares que le dan lo que pueden en lugar de tirarlo a la basura. «No te haces una idea de cuánto te puede cambiar el día un gesto de esos», subraya.

De lo demás, señala que «las personas pueden llegar a ser muy crueles». Habla de quienes les roban lo poco que tienen, o quienes les miran con desconfianza y recelo. Juan Carlos interviene y apunta que, un día, unos chavales les arrojaron monedas burlándose de ellos. «Las lanzaban y decían entre risas: 'A ver quién es el primero en cogerlas; a quién le toca la monedita'. Nos sentimos fatal, impotentes, desprotegidos... Parece que es difícil ponerse en el lugar de los otros».

Al calor de las bibliotecas
La búsqueda de protección es un tema prioritario. «En la calle estás expuesto todo el tiempo, por eso siempre estamos juntos, en grupo. Nos cuidamos entre nosotros. Además, agudizas el ingenio. Cuando hace mucho frío vamos a la biblioteca, o a alguna sala de espera. Al menos así tienes dos horas de calor». Claro que por la noche es distinto. «Usamos cartones para mantenernos calientes y buscamos lugares donde haya cámaras de vigilancia. Si nos pasa algo mientras dormimos, quedará registrado en algún lado. Alguien lo verá», añade.

Para Irasil, lo peor es el frío. No conocía el invierno hasta que vino a Bilbao, y le cuesta. También destaca que, «cuando estás en la calle, pierdes humanidad. La gente te mira de otro modo, te rechaza o, por el contrario, te hace sentir invisible. Y nosotros también estamos a la defensiva, con miedo, porque nunca sabemos con qué intenciones se nos acerca una persona».

Tanto él como Juan Carlos se han acercado a Amiarte, una asociación que trabaja para la inclusión social y que ya atiende a más de setenta personas. Al abrigo de esta iniciativa, han empezado a desarrollar proyectos artísticos, de trabajo colectivo, y actualmente se preparan para una exposición itinerante de pintura en la que plasman estas vivencias.
«Nos molestan estos programas de la tele donde los periodistas se hacen pasar por personas sin techo. Es una mofa, una caricatura de la pobreza -lanza el joven albañil-. Nadie sabe lo que es esto hasta que lo vive de verdad; y esos chicos, al final, saben que volverán a sus casas. Nosotros no. Debería haber políticas de formación para que podamos salir adelante. Al final, todos somos iguales y buscamos las mismas cosas. Y aunque parezca imposible, acabar en la calle es algo que le puede pasar a cualquiera».

15.3.10

"Los chilenos sólo pensamos en ayudar a nuestra gente

Radicado en Vizcaya desde hace 20 años, el analista informático Hans Hoffman trabaja con la colonia de chilenos en Euskadi para apoyar a su país tras el seísmo

La entrevista es telefónica. Hans Hoffman está en su casa y es la hora de comer, pero él aún no ha probado bocado. «Desde el día del terremoto, funciono con el horario de Chile -explica- y allí todavía es temprano». En realidad, Hans hace dobles jornadas, pues suma las gestiones para ayudar en su país a sus obligaciones habituales aquí. «Ahora todo está encaminado», dice, aunque lo peor, claro está, fue al principio, «esas 48 horas iniciales sin información, sin comunicación directa...». Sin dormir. «Pasé dos días terribles, intentando organizar las acciones con los chilenos de Euskadi sin saber si mi madre estaba viva o muerta», dice para ilustrar lo ocurrido.
Su madre está bien. No ha podido hablar con ella, pero sí con unos conocidos que le han devuelto la tranquilidad. Desde entonces, Hans dirige sus esfuerzos a ayudar a los demás: miles de compatriotas radicados en el extranjero que no han tenido tanta fortuna y siguen buscando a los suyos.

Con ese fin -y gracias a la iniciativa de un chico de Barcelona- se ha abierto una página en Facebook, 'Comunicación con Chile', que ya supera los 9.000 miembros y está orientada exclusivamente a la búsqueda de personas desaparecidas tras el terremoto del 27 de febrero. «Una de las primeras consecuencias de un seísmo es que se cortan la mayor parte de las líneas telefónicas y se satura toda la red. Por ello pensamos en Internet como una herramienta primordial, porque es una vía de comunicación ágil, liviana e inmediata», señala este analista informático, que se ha preocupado por clasificar esa página en foros temáticos y geográficos, según las distintas zonas de Chile.

«Tuvimos que organizar la información de esa manera porque era imposible enterarse de nada. Los mensajes desesperados de búsqueda se publicaban de un modo tan vertiginoso que aquello se había vuelto caótico», describe Hans. En paralelo, los chilenos afincados en Euskadi abrieron un número de cuenta en la BBK para recaudar fondos de ayuda. «Esa cuenta tiene como garante al Gobierno vasco porque, ante todo, nos interesa la transparencia», subraya. «Para ayudar económicamente, basta con acercarse a cualquier sucursal y preguntar por la cuenta oficial de solidaridad con Chile», indica Hans, que, además de gestionar estas cuestiones, presenta un programa temático en Radio Candela, donde actualiza a diario la información sobre las consecuencias del seísmo.
«Un ruido aterrador»
«Me parece fundamental poder contarle a la gente cómo es un terremoto, cómo se afronta y qué se siente», dice Hans, que ya ha pasado por tres. «Casi todos los chilenos estamos acostumbrados a los movimientos telúricos porque nuestro país es una franja de tierra costera que se sitúa sobre la falla de Nazca, que es la continuación de la de San Andrés», describe. «Y todos sabemos que, cuando se produce un terremoto, lo primero que se debe hacer es pararse bajo un dintel».

La peor experiencia de Hans fue el 3 de marzo de 1985. «Era domingo y el terremoto se produjo a las ocho y diez de la tarde», añade con precisión. «Creo que todos recordamos dónde estábamos y que hacíamos en ese momento», comenta. Él iba en un autobús hacia Valparaíso, su ciudad, y lo primero que sintió fue un sonido subterráneo. «Es un ruido aterrador que te envuelve y te anuncia lo que está por venir», dice.

Después, el movimiento de tierra, las réplicas, mirar al horizonte para ver si el agua del mar se retira y cuánto tiempo queda antes del maremoto. Y ver que todo se detiene, que «la gente queda atontada, caminando como pollo sin cabeza, o huyendo hacia ningún lugar». Caos, desconcierto. «Llegar a tu casa, patear la puerta para poder abrirla, subir por unas escaleras que crujen bajo tus pies, encontrar escombros, una viga atravesada cortándote el paso, no poder avanzar más, llamar a tu familia y descubrir que nadie responde. Una vez que vives eso, no lo olvidas jamás. Ahora se repite. Los chilenos sólo pensamos en ayudar a nuestra gente».

Gestionar una factura online

Las facturas digitales implican un ahorro anual del 1,5% del PIB y numerosas ventajas para la gestión de la contabilidad

La facturación electrónica gana terreno en el sector administrativo y contable. La sustitución del papel por documentos informáticos agiliza las gestiones de cobro y abarata sus costes de modo considerable. Tanto, que se prevé que implicará un ahorro anual del 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB).

Un sistema seguro
En un futuro no muy lejano, el uso de la factura electrónica será obligatorio para expedir recibos a numerosas administraciones públicas. Este proceso conllevará un importante ahorro. Según los datos oficiales del Ministerio de Industria, en España se emiten 4.500 millones de facturas cada año, con un coste por documento que ronda los 3,5 euros. Cambiar ese volumen de impresos al soporte digital supone un ahorro potencial de 15.000 millones de euros anuales, es decir, un 1,5% del PIB.
Algunos clientes dudan acerca de los beneficios que pueden obtener con este cambio, así como sobre su funcionamiento y garantías, por lo que antes de aceptar este sistema, hay que conocer varios aspectos:
  • Las facturas electrónicas equivalen a las tradicionales. Son documentos tributarios y, como tales, tienen el mismo valor legal. El objetivo es que, en unos años, acaben por reemplazarlas.
  • La principal diferencia, la más notoria, es el cambio de soporte, ya que deja de utilizarse el papel. En su lugar, la empresa que emite la factura genera un documento informático, un fichero de datos, que pone a disposición del cliente vía e-mail o vía web.
  • La segunda gran diferencia es el método de envío. En vez de recibir un sobre en el buzón, el usuario recibe un correo electrónico con su factura o puede descargarla en su ordenador desde el portal de la empresa en Internet.
  • Para considerarse una factura digital (también conocida como e-factura), debe cumplir tres condiciones:
  1. Ser un documento informático.
  2. Enviarse de manera telemática (de un ordenador a otro).
  3. El método de envío y el tipo de archivo deben garantizar la integridad y la autenticidad del documento.

Generar facturas digitales
Con el auge de este sistema, las empresas de desarrollo de software se han lanzado a la investigación, creación y oferta de propuestas. Hoy conviven varios programas para generar facturas digitales, aunque al receptor final, al cliente, le llega el documento en un formato conocido. Lo habitual es que las e-facturas se reciban como archivos PDF, Excel, Word o, incluso, como imágenes con extensión jpg. El objetivo es que cualquier usuario pueda abrirlas y leerlas con facilidad, más allá de la complejidad del programa que las haya generado.

Este aspecto tan doméstico -y, en apariencia, vulnerable- de las facturas electrónicas lleva a dudar muchas veces sobre los mecanismos de control, la autenticidad de los documentos y la posibilidad de adulterarlos de algún modo sencillo. Cualquier persona que maneje planillas de cálculo, procesadores de texto o programas de edición de imagen podría abrir la factura en cuestión y cambiar el importe que figura en ella, los datos de consumo o la fecha. En otras palabras, podría falsificarla. Sin embargo, en principio, es imposible gracias a la firma electrónica.

Para garantizar la autenticidad y la validez de una e-factura, ésta se rubrica con una firma digital registrada con anterioridad. Esta huella avala la integridad del documento y, si el recibo se modifica, queda invalidado. Los programas de gestión de contabilidad on line detectan que no hay concordancia entre el fichero original y el adulterado, y dan una señal de aviso. Al igual que ocurre con las facturas en papel, también hay copias de seguridad y resguardo en el caso de las electrónicas.

Es importante recordar que las e-facturas deben contener los mismos elementos que las tradicionales:
  • Número.
  • Fecha.
  • Razón social de quien la emite y quien la recibe.
  • NIF.
  • Domicilios de ambas partes.
  • Descripción de las operaciones.
  • Tipo impositivo.
  • Cuota tributaria.
  • Fecha en que se ha prestado el servicio (si es diferente al momento de emisión de la factura).

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio subraya que, para cumplir con la norma y que una factura electrónica tenga la misma validez legal que otra emitida en papel, el documento electrónico que la representa debe contener los campos obligatorios exigibles a toda factura, estar firmado mediante una rúbrica electrónica avanzada basada en un certificado reconocido y transmitirse de un ordenador a otro con el consentimiento de ambas partes.

Ventajas económicas y ecológicas
En el apartado de los beneficios, se hace hincapié en el aspecto económico, sobre todo, en el ahorro de dinero que supone la facturación electrónica para la Administración y las empresas. La importancia de este tema es innegable. La reducción de los costes se explica, en buena medida, por la eliminación de materias primas, como el papel. Este factor, a su vez, implica un avance notable en el terreno de la sostenibilidad medioambiental: cada año se ahorrarían 9.000 millones de hojas y se protegería, por tanto, una superficie boscosa equivalente a 700 campos de fútbol.

La economía y la ecología protagonizan el listado de ventajas de cara a los usuarios -emisores, receptores y entidades de control fiscal-, pero no son las únicas. Con la contabilidad informatizada, se mejora la eficiencia de las empresas, se reducen los tiempos de gestión y se agilizan los trámites. Los clientes tienen la posibilidad de acceder a la información en tiempo real y controlar sus cuentas, sin necesidad de estar en casa ni depender del reparto de la correspondencia. Por otra parte, el trabajo de tesorería y control financiero se optimiza, así como el envío de los datos fiscales desde las empresas al Ministerio de Hacienda.

En el marco de la Unión Europea, España es el país puntero en facturación electrónica. No sólo se ha establecido un marco legal para regular el funcionamiento de este mecanismo, sino que se ha creado un software libre y gratuito que está a disposición de todas las empresas. Esto es muy importante para el funcionamiento cotidiano y la gestión, ya que, al haber un sistema estándar, es posible articular las tareas contables privadas con las obligaciones públicas, como las aportaciones fiscales. Al tener los datos informatizados, es posible trabajar con ellos de un modo más simple. Buscar una factura concreta entre miles, elaborar estadísticas anuales o confeccionar listados normalizados para el libro del IVA dejan de ser tareas engorrosas y manuales para convertirse en una prestación más del programa.

Las grandes empresas, las primeras
Las entidades públicas dan ejemplo y comienzan a integrar esta herramienta de manera progresiva. Algunas pymes se suman a la nueva tendencia, gracias a las subvenciones y a los programas de ayuda y formación que se han puesto en marcha para ello. No obstante, donde más se percibe este avance es en las grandes empresas proveedoras de servicios. Las compañías eléctricas, de gas o de telefonía, así como las cajas de ahorro y los bancos, son los verdaderos pioneros de este mecanismo digital que agiliza las gestiones de cobro y abarata de manera ostensible sus costes.

Desde la perspectiva del consumidor, es en el ámbito de las grandes firmas donde más se percibe este cambio. Por el momento, la mayoría de pequeños comercios y tiendas se mantienen ligados al sistema tradicional. Lo mismo ocurre con las transacciones o las compras puntuales. Sin embargo, cuando se contratan servicios a largo plazo, que implican el pago de una cuota mensual, se ofrece la posibilidad de expedir facturas electrónicas. Para las empresas con una nutrida cartera de clientes, las ventajas son obvias. Sólo en los gastos derivados de los insumos básicos, como la tinta y el papel, el ahorro de dinero es notable. Si se suma la eliminación de los intermediarios -como el personal técnico que se encarga de la impresión o los repartidores de la correspondencia-, la ecuación es inmejorable.

9.3.10

Clips hipotecarios

Si el Euribor baja, no sólo se debe abonar al banco la cuota según el tipo de interés pactado, sino también la diferencia con el valor real de este índice

Ante la dificultad a la que se enfrentan muchas familias para pagar su hipoteca, numerosos clientes han comenzado a leer con detenimiento y cierto temor los detalles de sus contratos. En muchos casos, se firman cláusulas y condiciones muy desventajosas para una economía doméstica, entre ellas el "clip hipotecario". Con este producto, el usuario se asegura de que no pagará más de un determinado porcentaje aunque el Euribor suba. Pero si baja, no sólo se pagará la cuota según el tipo de interés pactado, sino que también se deberá abonar al banco la diferencia con el valor real de este índice.
Cláusulas y condiciones desventajosas
Además de informarse sobre el sistema en general, los clientes han empezado a "traducir" los detalles de sus contratos particulares y han descubierto -muchas veces con asombro, otras tantas con indignación- que habían firmado cláusulas y condiciones muy desventajosas para su economía doméstica. Hacer preguntas es el método más directo para obtener información. El problema es que las respuestas no siempre gustan. Menos aún cuando se obtienen tras haber estampado la firma en un documento vinculante que compromete a cumplir con unas cuestiones que ni siquiera se habían considerado y cuando, en apariencia, ya no se puede hacer nada. Después de la cláusula del suelo, uno de los descubrimientos más desagradables y comunes es el de los denominados "clips hipotecarios".

Radiografía del clip
  • Nombre y motes. Este producto -vendido por los bancos como un seguro ante la subida del Euribor- tiene más de un nombre. Su denominación original es swap, aunque en España se le conoce más como clip hipotecario (o bono clip). Y estos no son sus únicos apodos. También se habla de él como "cobertura de tipos", "cobertura hipoteca", "cuota segura" o "permuta financiera". Cualquiera de estas expresiones (incluso las siglas IRS) hacen referencia a lo mismo.
  • Origen. No es nuevo: tiene más de 40 años. Lo novedoso es su aplicación a los créditos hipotecarios. En origen, este producto se creó para las empresas y el intercambio de divisas. Sin embargo, cuando se disparó el valor del Euribor y alcanzó sus máximos históricos, los bancos comenzaron a ofrecerlo a sus clientes particulares.
  • ¿Cómo funciona? En principio, opera como un seguro contra la subida de los tipos de interés. Es un producto derivado, de modo que no figura en las escrituras del inmueble ni en el contrato de la hipoteca, sino que se firma con el banco en un documento aparte. Al contratar este producto, el cliente cuya hipoteca está sujeta a un tipo de interés variable se asegura de que no pagará más de un determinado porcentaje aunque éste suba y, además, en ese caso tiene derecho a cobrar la diferencia. Si el contrato establece un tipo máximo del 3,50% y el Euribor alcanza el 5%, el cliente pagará su cuota conforme al tipo de interés que ha contratado y, en paralelo, recibirá un abono del banco correspondiente a la diferencia (1,50%). El producto, expresado así, tienta a cualquiera: evita que la cuota se vaya por las nubes y, encima, permite ganar dinero.
  • ¿Dónde está el problema? La contrapartida es que, además de establecer un "techo", también fija un "suelo", y cuando el tipo de interés cae en picado, como ha ocurrido en el último año, comienzan los inconvenientes. En pocas palabras, el problema surge cuando el Euribor baja. En este caso, alguien que ha contratado un clip hipotecario no sólo pagará la cuota según el tipo de interés pactado, sino también la diferencia con el valor real del Euribor. Si este índice se desploma al 1,50%, el cliente abonará su 3,50% habitual y, además, pagará a la entidad la variación (en este caso, un 2%).
Críticas y reclamaciones
Los clips hipotecarios se contratan por un periodo determinado que, en general, oscila entre uno y cinco años. Durante ese tiempo, rigen sus condiciones y, si bien es posible rescindir el contrato, este proceso no es gratuito ni barato. Hay un coste por cancelación anticipada, que puede llegar al 15% del importe del clip que se contrató. Aunque en este apartado hay de todo, faltan importes pequeños, ya que la cifra de cancelación asciende siempre a varios miles de euros.

También por miles se cuentan los afectados, personas que viven en diferentes provincias y operan con distintas entidades, pero comparten un mismo problema: todas se sienten víctimas de un timo bancario. Ahí estriban las principales críticas y reclamaciones. El swap es un producto legal, no una estafa, pero al contratarlo, los clientes desconocían las reglas del juego. Firmaron los documentos como si fueran un seguro contra la subida de los tipos de interés, pero no recibieron información suficiente acerca de la cláusula del "suelo" ni de sus implicaciones económicas o los elevados costes de cancelación.
Este planteamiento ha puesto en marcha numerosas acciones legales, de protesta y demanda contra las entidades bancarias. El argumento es que una persona común, inexperta en finanzas, carece del conocimiento suficiente para comprender cómo funciona un producto complejo de este estilo. En la mayor parte de los casos, los clientes firmaron un contrato a tenor de las explicaciones que les daban en su banco.

Los letrados especialistas en mala praxis bancaria subrayan que un contrato de estas características es nulo cuando vulnera la legislación en materia del mercado de valores y la normativa vigente sobre la protección de los consumidores y usuarios. En su mayoría, las entidades financieras que ofrecen un "swap" no cumplen el deber informativo que la legislación vigente obliga. Así se propone un producto complejo -originalmente dirigido a inversores profesionales- a clientes que no cumplen con el perfil financiero adecuado.

Hacer frente común
Tras descubrir la magnitud del problema en el que se encontraban, muchos clientes particulares buscaron ayuda y asesoramiento profesional. Tanto las asociaciones de consumidores y usuarios como los bufetes de abogados y las propias entidades de control bancario (como la Comisión Nacional del Mercado de Valores o el BDE) recibieron centenares de consultas y quejas en muy pocos meses. Unos y otros, desde sus respectivas áreas de acción, han intentado dar respuesta a los clientes damnificados.

Las personas afectadas, agobiadas por las deudas o el riesgo de perderlo todo, se han movilizado para aprender, recabar datos, iniciar acciones legales y compartir ese enorme caudal de información con quienes pasan por lo mismo. No sólo han constituido agrupaciones y plataformas independientes, sino que también han puesto a la tecnología de su parte y han empezado a valerse de las redes sociales para difundir su situación. Prueba de ello es el portal "No clip", una red social que comenzó con las personas damnificadas por Bankinter (una de las entidades que más clips hipotecarios vendió) y que ahora cuenta con casi 3.000 miembros, clientes de distintos bancos. Esta página web reúne toda clase de información, desde los casos particulares contados en primera persona hasta un listado de asociaciones vinculadas a la causa, foros de discusión, recortes de prensa y resoluciones de sentencias judiciales contra los bancos, que sientan un precedente legal de cara a las futuras querellas y que se pueden descargar. También cuenta con un listado de denuncias colectivas, otro de grupos creados en Facebook y, conscientes de que se adentran en un escenario engorroso, confuso y minado de burocracia, sus creadores han escrito una guía de primeros pasos para los nuevos miembros y afectados en general.

8.3.10

"La música acerca a las personas y une las culturas"

A pocos días de celebrarse el Perkusio Eguna, el músico senegalés Mbaye Sene subraya que «el arte es el mejor puente para comunicarse con los demás»

El próximo sábado 13, los barrios de San Francisco, Bilbao La Vieja y Zabala celebrarán la tercera edición del Perkusio Eguna, una jornada distendida, de carácter cultural y festivo, donde la percusión cobrará protagonismo en un buen número de calles bilbaínas. Ese día, a partir de las 12.0 horas, decenas de músicos afincados en Euskadi y procedentes de distintas partes del mundo mostrarán al público los sonidos e instrumentos de sus tierras.

Mbaye Sene, oriundo de Senegal, es uno de los artistas que participan en el festejo. Su agrupación, Sapali Percussion, está formada por siete senegaleses y dos vascos que disfrutan de interpretar (y enseñar) los diversos ritmos de este país africano. «Básicamente hay tres estilos con distintas clases de instrumentos -enumera Mbaye-: el sabar, el yoruba y el yembé, y cada uno de ellos pertenece a una zona de Senegal. Aquí lo que más se conoce es el yembé, por eso este año vamos a centrarnos en los otros dos ritmos, así mostramos algo diferente».

Aunque aún faltan unos días para que se celebre el evento, Mbaye destila entusiasmo en cada palabra que dice. Para él, que desciende de una familia de artistas, esta jornada es una ocasión ideal para dar rienda suelta a su vena creativa. «Pertenezco a una etnia que se dedica a organizar las fiestas de los casamientos y los bautizos. Llevo la música en la sangre, me gustan los escenarios y el contacto con el público», explica Mbaye, que estudia euskera porque le gusta el idioma y quiere incorporarlo en las actuaciones del grupo.
«Hace algunos meses que estoy aprendiendo y creo que se me da bien. Ya sé contar los números, ahora me gustaría contar historias», dice sonriendo. La suya, de momento, la relata en castellano. «Llegué a Bilbao hace dos años y vine por casualidad. Mi destino original era Sevilla», confiesa. La pregunta es inevitable: ¿Qué provocó un desvío tan grande? Su respuesta es muy clara: el azar.

«Viajé desde Portugal en tren y, cuando llegué a Irún, llamé a un amigo mío que vivía en Sevilla. Supuestamente, me iba a esperar allí. El problema es que este amigo tenía el móvil apagado y no pude comunicarme con él ni ese día ni los siguientes. En Irún pregunté dónde podía encontrar gente de mi país y me dijeron que en Bilbao, así que cogí un autobús y vine», resume.

Tras la pista de los tambores
Lo primero fue encontrar un lugar donde vivir. «Empecé como casi todos, compartiendo habitación», cuenta. Sin embargo, su principal inquietud era el asunto de la música. Mbaye quería conocer gente que compartiera esa afición, desarrollar su creatividad y empezar a hacer cosas. «Es difícil ganarse la vida como artista aquí, pero más difícil es hacerlo en Senegal. Por eso vine. Quería estar en un lugar donde hubiera oportunidades», señala.

Un día, caminando por la ciudad, vio a unos chicos que llevaban instrumentos de su tierra. «Los vi de lejos y fui corriendo hasta donde estaban. Eran vascos y ensayaban percusión africana». Mbaye formó con ellos su primer conjunto musical porque «la música -asegura- acerca siempre a las personas y une a las distintas culturas».
Dice esta frase con convicción, pues lo ha vivido en primera persona. No sólo tiene más amigos euskaldunes que senegaleses; la esposa de Mbaye es vasca y la conoció en un taller de percusión. «La verdad, he tenido mucha suerte. Tengo muy buena relación con su familia. Sus padres y sus hermanos me han aceptado sin problemas. Ayer estuve cocinando para todos comida típica de Senegal», apunta como ejemplo. «También fui con ella a casa en diciembre, conoció a mi familia y todo estuvo muy bien. No podemos quejarnos», añade Mbaye, que apuesta más por las similitudes que por las diferencias: «Hasta en la música nos parecemos. Allí tenemos un instrumento que se llama balafón y se asemeja mucho a la txalaparta. Tengo ganas de componer canciones fusionando ambos sonidos».

1.3.10

"Me gusta vivir en una ciudad que se renueva todo el tiempo"

Afincado desde hace tres años en Bilbao, adonde llegó junto a su mujer, Elbio Aparisi Nielsen promueve la difusión gratuita de la cultura desde su portal en Internet



Tiene 28 años y llegó a Bilbao hace tres, cuando su mujer aceptó una oferta laboral en Euskadi y él se lanzó tras sus pasos. Hasta entonces, vivían y trabajaban en Argentina, pero la situación económica apretaba demasiado al llegar a fin de mes. «Mi mujer y yo llevamos juntos toda la vida», dice Elbio. Detalla que su historia de amor empezó en la escuela, cuando tenían sólo once años. «Cuando le ofrecieron trabajar aquí, fue un momento decisivo en nuestras vidas y en la pareja. Optamos por seguir juntos. Apostamos por la relación y aquí estamos», sintetiza.

Motivado por el amor y por un deseo personal de conocer la cultura europea, Elbio se lanzó a la aventura ayudado por su padre. «Él tuvo que comprarme el billete de avión porque a mí no me alcanzaba el dinero -confiesa-. Las divisas, en aquel momento, subían y bajaban como la espuma. «Me acuerdo que trabajé un mes más para ahorrar algo y, al final, casi no sirvió de nada. Llegué a Bilbao con cincuenta euros».

El comienzo fue algo difícil, sobre todo por la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno y asumirse como diferente. «Es raro, pero yo me autodiscriminaba», dice Elbio, y, sin embargo, remarca que, desde que llegó a Bilbao, «todo fue a mejor». Más allá del aspecto laboral, que también tuvo un punto de inflexión tras el viaje, él se centra en otras cosas que llamaron su atención y que reflejan la calidad de vida que hay «de este lado» del mundo.
«Me asombró ver a tanta gente mayor disfrutando de la ciudad. Los ancianos de Buenos Aires pasan mucho tiempo en sus casas; no salen más que a hacer la compra. Aquí, la gente está en la calle, disfruta de los espacios públicos y eso me pareció encantador», dice a modo de ejemplo. Otra cosa que le cautivó desde el principio fue «esa dualidad del mar y el monte», tan característica del País Vasco. «Pasar del asfalto bonaerense a una ciudad que integra tan bien la naturaleza fue un cambio cualitativo», señala.

A propósito de cambios, Elbio sostiene que la capital vizcaína es «un gran ejemplo de modernización, tecnología y avances»; unas cualidades que, según cuenta, empiezan a conocerse en otras partes del planeta. Además del Museo Guggenheim, está el «hito del metro», una obra de ingeniería que él ya conocía. «Mi padre trabajaba en el 'subte' de Buenos Aires y siempre me hablaba de la red del suburbano de Bilbao como un ejemplo a seguir», dice. Y agrega: «Me gusta vivir en una ciudad que se renueva todo el tiempo. Aprecio mucho esa iniciativa por revolucionar la historia y, a su vez, conservar ese toque tradicional y acogedor de siempre».

Una biblioteca abierta
«Y si tuviera que destacar algo más, mencionaría la seguridad. Poder caminar por la noche sin miedo o irte a dormir sin preocuparte porque alguien se puede colar en tu casa te da un descanso mental increíble», dice Elbio. Como suele suceder, el cambio de entorno ha influido en su vida y sus rutinas, pero, en su caso, también lo ha hecho en su escritura.

«De una u otra manera, la creatividad siempre está condicionada al medio», apunta este escritor que se define como una persona que ha nacido y vive para contar historias, al margen de que haya trabajado como asesor financiero o de que, en la actualidad, sea el regente de un bar.
Este último matiz es importante, pues para él hay una clara distinción entre el trabajo que da de comer y la vocación que alimenta el espíritu. «Yo no vendo mis libros ni pienso hacerlo -declara-. Al contrario, los ofrezco gratis a todo el mundo para que quien quiera disfrute con mis cuentos y novelas».

Y, atención, que la expresión 'todo el mundo' está dicha en sentido literal. Desde su página web, «que lleva su mismo nombre», Elbio promueve la libre difusión de la cultura, empezando por todos sus textos y siguiendo por los de otros escritores que compartan esta filosofía. «Internet está tan impregnado de intereses comerciales que la mejor manera de reutilizarlo es abrirse y ofrecer lo que uno hace. El arte no debería ser un bien mercantil, sino un derecho de todos», sentencia.