22.3.10

"Acabar en la calle le puede pasar a cualquiera"

El albañil cubano Irasil Toledo llegó hace poco a Bilbao. Desde la calle, donde vive, critica los programas de televisión que "se mofan de la pobreza"

La entrevista comienza temprano en una plaza del Casco Viejo. Es un típico día de invierno; una mañana húmeda y fría donde todo lo que se ve son guantes, bufandas y pasos apurados. Irasil llega puntual, acompañado de su amigo Juan Carlos. Se conocieron en las calles de Bilbao, donde viven desde hace meses, y lo primero que aclaran es que no siempre fue así; que antes supieron tener otra vida.

Juan Carlos, madrileño de Vallecas, es -o era- cocinero. Tenía casa y trabajo. Y le iba bien, pero una intervención quirúrgica en una pierna alteró su vida cotidiana. Ya no puede estar de pie mucho rato ni mantener el ritmo que le exigen los fogones. Se quedó sin trabajo y sin casa. Pensó que en Bilbao le iría mejor, pero se equivocó. La crisis le ha tocado de lleno.

Irasil es albañil de profesión. En La Habana, su ciudad, se dedicaba a la restauración de catedrales; una actividad interesante, pero mal remunerada. Perteneciente a una familia humilde, emigró a Canarias hace años en busca de un porvenir mejor y, al principio, lo encontró. Consiguió trabajo y 'papeles'; sintió que progresaba. Hasta que la crisis truncó sus proyectos. «Me quedé sin empleo y decidí venir a Bilbao porque me dijeron que aquí sería más fácil encontrar algo en la construcción», explica. Al igual que Juan Carlos, no acertó.

Hace meses que Irasil vive en la calle, donde ha visto «lo mejor y lo peor del ser humano». De lo primero, destaca la solidaridad, «que hay mucha», y cuenta que, algunas veces, ha comido caliente gracias a personas anónimas, empleados de restaurantes o bares que le dan lo que pueden en lugar de tirarlo a la basura. «No te haces una idea de cuánto te puede cambiar el día un gesto de esos», subraya.

De lo demás, señala que «las personas pueden llegar a ser muy crueles». Habla de quienes les roban lo poco que tienen, o quienes les miran con desconfianza y recelo. Juan Carlos interviene y apunta que, un día, unos chavales les arrojaron monedas burlándose de ellos. «Las lanzaban y decían entre risas: 'A ver quién es el primero en cogerlas; a quién le toca la monedita'. Nos sentimos fatal, impotentes, desprotegidos... Parece que es difícil ponerse en el lugar de los otros».

Al calor de las bibliotecas
La búsqueda de protección es un tema prioritario. «En la calle estás expuesto todo el tiempo, por eso siempre estamos juntos, en grupo. Nos cuidamos entre nosotros. Además, agudizas el ingenio. Cuando hace mucho frío vamos a la biblioteca, o a alguna sala de espera. Al menos así tienes dos horas de calor». Claro que por la noche es distinto. «Usamos cartones para mantenernos calientes y buscamos lugares donde haya cámaras de vigilancia. Si nos pasa algo mientras dormimos, quedará registrado en algún lado. Alguien lo verá», añade.

Para Irasil, lo peor es el frío. No conocía el invierno hasta que vino a Bilbao, y le cuesta. También destaca que, «cuando estás en la calle, pierdes humanidad. La gente te mira de otro modo, te rechaza o, por el contrario, te hace sentir invisible. Y nosotros también estamos a la defensiva, con miedo, porque nunca sabemos con qué intenciones se nos acerca una persona».

Tanto él como Juan Carlos se han acercado a Amiarte, una asociación que trabaja para la inclusión social y que ya atiende a más de setenta personas. Al abrigo de esta iniciativa, han empezado a desarrollar proyectos artísticos, de trabajo colectivo, y actualmente se preparan para una exposición itinerante de pintura en la que plasman estas vivencias.
«Nos molestan estos programas de la tele donde los periodistas se hacen pasar por personas sin techo. Es una mofa, una caricatura de la pobreza -lanza el joven albañil-. Nadie sabe lo que es esto hasta que lo vive de verdad; y esos chicos, al final, saben que volverán a sus casas. Nosotros no. Debería haber políticas de formación para que podamos salir adelante. Al final, todos somos iguales y buscamos las mismas cosas. Y aunque parezca imposible, acabar en la calle es algo que le puede pasar a cualquiera».

No hay comentarios: