19.12.08

"Regresar se hace más difícil conforme van pasando los años"

Nueve años ejerciendo de extranjero pueden cambiar muchas cosas. Para María Paz Giambastiani, emigrar significó generar nuevos lazos y experimentar una cierta «ambivalencia» en lo que respecta a los afectos. «Estés donde estés siempre echas de menos a alguien. Te quedas como en mitad del océano», reflexiona esta periodista argentina para quien «la distancia es también el olvido».




No tenía intención de emigrar. En Buenos Aires, donde vivía, María Paz trabajaba en lo suyo y disfrutaba de una carrera exitosa que repartía entre varios medios. Su pasión era la prensa escrita y la radio, hasta que un día, en Argentina, lo conoció. «Me enamoré de un vasco», recuerda ahora, tras haber comprobado que el amor puede darle una vuelta de tuerca al destino.

En su caso, «después de muchas idas y venidas», aquel encuentro fortuito supuso dejar su país. «Obviamente, debíamos establecernos en un sitio y pensamos que, por mi profesión y porque ya tenía ciudadanía europea, sería más fácil que yo viniera aquí». En cierto modo, acertaron. «La adaptación social fue muy buena y, en el plano laboral, seguí escribiendo para las revistas de allá sobre política y economía», explica.

Sin embargo, no fue un proceso sencillo. «Venía de Buenos Aires, una ciudad bastante impersonal donde hay mucho más movimiento, y me encontré de pronto en un lugar más pequeño, donde todo el mundo se conoce y la sociedad maneja códigos, ritmos y costumbres diferentes», compara.

Sin embargo, y pese a esas diferencias, «uno se acaba adaptando. Aunque los imperativos sociales son distintos y yo soy un 'bicho de ciudad', Bilbao me ha conquistado. Además, aquí las cosas funcionan mejor, desde el transporte público y las instituciones hasta las oficinas y la sanidad. Existe un ordenamiento social que te permite vivir medianamente tranquilo y, como dice el refrán, es muy fácil acostumbrarse a lo bueno».

Pero había un detalle de vital importancia: tenía que encontrar trabajo de periodista, su profesión, algo que finalmente llegó en octubre junto a Silvia Carrizo, argentina y periodista como ella. Cada miércoles, ambas presentan en la 91.4 un programa que se llama 'La herencia de Colón', un magazine de radio basado en la reflexión, la información y el análisis donde coexisten el debate y el encuentro.

«Tratamos temas de América Latina, hablamos sobre política y economía, pero también sobre aspectos sociales y cuestiones de actualidad que nos afectan a todos. Nos interesa acercar a sectores locales y extranjeros, analizar los aciertos y los desatinos, y aprender de las diferencias», describe María Paz, que no olvida a los 'vascos sin fronteras'. «Hablamos con la diáspora de Euskadi para conocer su punto de vista y tener otra perspectiva. Silvia y yo coincidimos en que analizar el pasado sirve para construir el futuro y entender mejor el presente».
La noción del tiempo
Pasado, presente y futuro son tres conceptos muy fuertes para cualquier extranjero. En mayor o menor medida, la noción del tiempo, las renuncias y los sueños aparecen con frecuencia entre quienes dejan su país de origen para afincarse en otro lugar. «Pese a que mi relación de pareja no funcionó, yo he decidido quedarme», señala María Paz.

«Visto desde fuera, lo lógico habría sido volver con mi familia, pues el motivo que me impulsó a venir ya no está. Pero no es tan sencillo como decir 'me subo a un avión y me voy'. Regresar se hace difícil conforme pasan los años».

En su opinión, llega un punto en el que la sensación emocional equivale a estar en medio del océano. «Tienes lazos afectivos en ambos lados, te identificas con las dos culturas y te sientes a gusto en los dos sitios», indica. «Si voy a Buenos Aires, me siento en casa, pero no es lo mismo. Veo cómo ha cambiado la vida de todos, incluyendo la mía, y comprendo que la distancia es también el olvido. Para las cosas cotidianas, si me pasa algo o tengo una duda, no llamo a mis padres o a mis amigos en Argentina; recurro a mis amigos de aquí».

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