1.12.08

La máquina del tiempo

El tiempo pasa más rápidamente en España que en Uruguay. De verdad. Aquí los años se van volando y no es porque los días tengan menos horas, sino porque esas horas tienen más información. Suena raro, ya lo sé, así que voy a tratar de explicarlo. Todo el mundo sabe lo que es una hora, aquí, allí y en la China. Pero no es lo mismo una hora en el cine que sesenta minutos haciendo cola para un trámite. Lo primero se pasa rápidamente (si la película es buena, claro). Lo segundo es un bodrio. Cuando nos aburrimos, el tiempo se para; cuando estamos entretenidos, se acelera. La manera de apurar el tiempo es generar información, buscar algo que nos distraiga. En escala, con los países pasa lo mismo.

En Uruguay, todos los festejos y motivos de alegría se apelmazan en cuatro meses del año. Nochebuena, el 31, Reyes, Carnaval, Semana Santa y verano. Todo junto y bien apretadito hasta marzo. Después, de abril a diciembre, cuando el país 'arranca en serio', uno se pudre como un hongo. No hay nada, salvo la noche de la nostalgia. En España, por el contrario, las alegrías están más repartidas. Aquí la gente siempre está motivada con algo y pensando en lo que vendrá, aunque para eso falte un montón de meses. Digamos que hay un estímulo constante para adelantarse en el tiempo y avanzar, como el conejo que persigue a la zanahoria. Igual.

Las luces de Navidad son el ejemplo más próximo. En Madrid y Barcelona, las guías ya están encendidas. En Bilbao, desde donde escribo, los adornos llevan un mes colocados y se inaugurarán el próximo jueves. ¿Demasiado pronto? Seguro, el 'jingle bells' se adelanta casi un mes. Para la gente de aquí, en cambio, es una fecha tardía. La crisis ha opacado el brillo de las lamparitas, que serán de bajo consumo e iluminarán durante menos días para ahorrar en electricidad. El ayuntamiento se puso las pilas en un gesto que parece lógico, pero que no es la norma sino la excepción porque, con crisis y todo, el espíritu navideño empieza a colarse en julio, en pleno verano del norte.
Lo comprobé este año en un andén, mientras esperaba a que pasara el metro. Como la mayoría de los subtes, el de aquí es un lugar estupendo para poner publicidad. En promedio, la gente espera entre cinco y diez minutos hasta que llega el próximo tren, tiempo más que suficiente para leer unos cuantos anuncios. Ahí lo vi. Era un cartel que versaba "Ya hay lotería de Navidad", y explicaba que se habían puesto a la venta los números para el sorteo de diciembre, con medio año de antelación. Y así pasa con todo.

En verano, la gente ya está planificando la vuelta al trabajo o a la escuela, aunque las clases recién empiezan a mediados de setiembre. Después, más Navidad. En octubre arrancan las primeras campañas y en noviembre casi todos los comercios tienen sus vidrieras decoradas con arbolitos, guirnaldas y demás parafernalia festiva. Mientras tanto, como ahora, en las calles se ven lucecitas de colores colgando de los árboles y varios papañoles per cápita. Así se vuela el otoño, con la gente pensando en el invierno, en los carritos ambulantes de castañas, en los churros, el chocolate caliente y la cena de fin de año. Los niños y los estudiantes (incluidos los universitarios) tienen vacaciones de invierno. Dos semanas que calzan justo con las fiestas y que se extienden hasta después de Reyes.
El 7 de enero, cuando empiezan de nuevo las clases, también empiezan las rebajas, que son una auténtica locura comercial y que la gente espera con ganas. No exagero: hasta hacen cola en la puerta de las tiendas para ser los primeros en entrar. Enero se pasa muy rápidamente, con todo el mundo pensando en febrero y el Carnaval. Mientras la gente se disfraza, recibe folletos de agencias de viajes con promociones para Semana Santa (que para los estudiantes, de nuevo, son dos). Y cuando uno quiere acordar, resulta que está en abril, ante el último 'tirón' del año. Claro que, para ese entonces, está instalada la primavera. Las clases terminan en junio, cuando está a punto de empezar el verano y cuando los publicistas de la Lotería Nacional ya están contratando espacios en el subte para colgar los carteles del sorteo de Navidad.

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