Las últimas semanas han sido algo agitadas para Thiago y su novio. El jueves pasado inauguraron su salón de belleza en Bilbao y dentro de diez días pasarán por el juzgado para asistir a una boda: la suya. «A mucha gente le sorprende que nos casemos siendo tan jóvenes, pero en Brasil, nuestro país, existe la costumbre de empezar pronto. Nunca he pensado en casarme a los cuarenta años y entonces formar una familia», reconoce Thiago, que tiene 24 años y lleva tres en pareja.
Procedente de Río de Janeiro, Thiago Suares Ribeiro se afincó en Bilbao en 2004, poco después de terminar el instituto, aunque ese no fue su primer viaje a Euskadi. «Vine varias veces antes -señala-. La primera fue en 1992, cuando tenía seis años. Luego vine en 1996, y estuve un año y medio. Volví en 1999... hasta que cumplí los 18 años y tomé la decisión de quedarme». La presencia de su madre, que había emigrado al País Vasco cuando él era aún pequeño, explica la frecuencia de sus viajes. «Yo vivía con mi abuela, en Brasil, pero venía a visitarla siempre que podía», recuerda.
Tras radicarse en Euskadi, Thiago estudió estilismo y peluquería, y comenzó a trabajar en cuanto acabó la carrera. «Pero tuve bastantes desilusiones -confiesa-. Incluso llegué a pensar en tirar la toalla. Es duro salir de la academia, empezar a trabajar para otros y que todo el tiempo te hagan sentir que no sabes hacer nada. Quiero decir, no se trata solamente de que tus jefes te exijan demasiado, sino de que te limiten para crecer. Yo trabajaba más de ayudante -haciendo la limpieza, por ejemplo- que de peluquero estilista, lo que soy. Con esa situación repetida un día tras otro, la autoestima se te va al suelo.
Lejos de amedrentarse, Thiago optó por enfocar las cosas de otra manera. «En esa época -relata-, además de trabajar en el salón de belleza, mi pareja y yo hacíamos servicios de peluquería a domicilio por nuestra cuenta. Todos los fines de semana íbamos de arriba para abajo con nuestras cosas, atendiendo a las personas en su propia casa, y la gente estaba encantada. Entonces me di cuenta de dos cuestiones. La primera, que no hacía las cosas mal, que valía para el trabajo y que en la peluquería no me habían contratado por casualidad: nadie conserva a un empleado ineficiente. Lo segundo que noté era que me iba mucho mejor trabajando así, por libre. Me sentía más a gusto, estaba más relajado y podía poner en práctica todo lo que sabía».
Sin avales
El siguiente paso fue claro. «Tenía que hacer un cambio», aunque ese cambio representara un riesgo: Thiago y su novio decidieron renunciar a sus empleos para abrir su propia peluquería. «Tardamos varios meses en hacer realidad el proyecto. Y lo pasamos mal, claro... Mientras asistíamos a cursos para emprendedores, buscábamos un local que nos gustara y nos sumergíamos en el mundo de los créditos y los avales, seguíamos trabajando como podíamos, a domicilio, para mantener los ingresos y no perder lo que habíamos ahorrado», cuenta Thiago.
Para él, lo más duro fue descubrir que «algunos propietarios prefieren tener las lonjas cerradas y vacías antes que alquilársela a un extranjero con ganas de trabajar», y el principal desafío consistió en demostrar que «se pueden hacer cosas muy buenas con bajo presupuesto, sin tener que arruinarse o endeudarse para toda la vida».
«Mira, montar tu propio negocio es un reto, pero estoy convencido de que vale la pena, incluso en tiempos de crisis. Si estás mal, si no te sientes a gusto en un sitio, no puedes quedarte estancado, tienes que hacer algo con eso. Nosotros encontramos este camino y también pensamos en un modelo de franquicia, para abrirle paso a otros jóvenes que tienen talento y quieren progresar. Aunque te rechacen, aunque todo se haga cuesta arriba, se puede».
1 comentario:
El autoempleo en época de crisis es una manera de salir adelante.Crear tu negocio ,ser tu propio jefe es arriesgarse y también crecer como persona.hay que tener un talante emprendedor y renunciar a muchas delas ventajas de trabajar por cuenta ajena,ya que la cuota de autónomos está próxima a los 950 euros cada mes.
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