21.2.11

"Creía que el riesgo de venir en patera merecía la pena"

Residente en Barakaldo desde 2007, 'Baba' no ha encontrado el paraíso esperado pero se resiste a regresar a su país «con menos de lo que vine».

El horizonte que se dibuja frente a las costas italianas desata mar de fondo en las instituciones europeas. En cuestión de unos pocos días, decenas de pateras con miles de personas han arribado a las orillas de Lampedusa, donde se ha reabierto el centro de identificación y expulsión de inmigrantes, se ha repartido a la gente para cobijarla del frío y se ha declarado el estado de emergencia humanitaria. La afluencia es tan numerosa y constante que ya ha sido calificada de éxodo.

Hay quienes ven las imágenes con sorpresa, con temor y preocupación. Pero Ababacar Sambe, no. Para este senegalés residente en el País Vasco, las escenas no son nuevas ni ajenas. En todo caso, le recuerdan a su propia historia, ya que vivió una secuencia parecida hace algo más de tres años. «Tres años y seis meses -puntualiza-. Llegué a Barakaldo en junio de 2007, sin saber si era bueno o era malo. No sabía nada -reconoce-, y tampoco fue mi decisión. Vine porque me trajeron».

Ababacar -más conocido por sus amigos y vecinos como 'Baba'- relata con precisión las etapas de su viaje. «Estuve en Tenerife veinte días; dieciocho en Fuerteventura y apenas unas horas en Madrid. Desde allí me enviaron a Bilbao en un autobús, donde me esperaba una asociación de acogida», explica. Aunque el itinerario se antoja extenso, está incompleto. La travesía empezó en Senegal, continuó en Mauritania y se hizo irreversible en las entrañas del cayuco en el que 'Baba' se jugó la vida.

No estuvo solo en ese tramo del viaje que, como dice, le causó «temor» y duró cinco días. «Éramos 117 personas. No hubo muertos, por suerte, pero sí hubo gente que estuvo a punto de morir. Si el viaje hubiera durado un día más, algunos no habrían resistido. Estaba muy llena la barca... Las personas que organizaban el viaje eran unas mentirosas. Decían que habría poca gente, pero vinimos hacinados y hubo muchos que se quedaron en la playa porque no cabían».

La ingenuidad de 'Baba' no era absoluta. «Yo sabía que era peligroso. Claro que lo sabía y sí, tenía miedo. Además, mis padres no lo aprobaban, no me querían dejar ir porque conocían los riesgos. Pero yo me quería ir. Mi pensamiento era claro: '¿Podría morir? Bueno, pero yo no quiero estar aquí más tiempo'. Tenía 24 años y estaba decidido. Yo creía que el riesgo de viajar en patera merecía la pena», subraya.

«Soy 'senebarakaldés'»
«El viaje me costó mil euros, más que un billete de avión. Y los pagué como una inversión, convencido de que era un precio razonable para llegar a Europa, trabajar duro y regresar a mi país con dinero suficiente para progresar, para tener mi propio negocio y vivir tranquilo», explica 'Baba'. Tardó muy poco tiempo en descubrir que el paraíso ofrecido no era tan simple y, lo más sangrante, que se «había equivocado».

«Mira, he cumplido 28 años, la gente aquí ya me conoce y me siento muy integrado. Es más: digo que soy 'senebarakaldés'. Pero eso no quita que me sienta un poco decepcionado. Venimos pensando que hay oportunidades y no es cierto. Muchos terminan vendiendo discos en la calle o pasan años sin hacer nada a la espera de los 'papeles'. Algunos no lo han soportado y se han vuelto. Dicen que no pueden más y regresan. Después de montar en un cayuco, de arriesgar la vida, tiran todo por la borda y vuelven a casa con las manos vacías. Eso también es muy duro», plantea 'Baba' antes de recordar una frase.

«Como dice la canción de los inmigrantes 'Papeles mojados' de Chambao, 'muchos no llegan, se hunden sus sueños'. Yo diría que a los que llegamos, también se nos hunden a veces. No pretendo estar aquí toda la vida, pero tampoco voy a regresar con menos de lo que me fui. Por eso me presenté en 2010 al casting del Conquistador del Fin del Mundo -señala-. Estaba entusiasmado. Quería un reto, me sentía capaz. Y me quedé varado porque todavía no tengo todos mis documentos», apostilla.

No hay comentarios: