Cinco asociaciones radicadas en Bilbao han unido sus esfuerzos para trabajar en red y dar vida a Ciprés, el primer centro intercultural de promoción del empleo, el autoempleo, la formación y los servicios. La iniciativa, que comenzó a gestarse hace más de un año, se dio a conocer hace poco, a finales de octubre, con la inauguración de los cursos de cocina, los primeros de una extensa lista de opciones.
«El proyecto está dirigido a personas excluidas o en peligro de exclusión social que viven en el País Vasco. Y es un modelo innovador de trabajo porque involucra a varias asociaciones que gestionan las actividades en pie de igualdad», explica Giulia Secci, la abogada del centro. Para esta joven italiana, que llegó a la capital vizcaína hace algo más de tres años, lo esencial es que «se podrán mejorar las condiciones de inserción laboral y social de estas personas que, en su mayor parte, son inmigrantes».
«Cuando llegas a un nuevo país, debes adaptarte a él, a sus costumbres y a la manera de hacer las cosas. Este proceso es difícil y es común a todos los extranjeros, con independencia de nuestro lugar de procedencia o la formación académica que tengamos», señala Giulia, que nació en Cerdeña, comenzó su carrera en Boloña, vivió una temporada en Holanda y, finalmente, decidió acabar sus estudios en Bilbao.
«Vine aquí porque no quería regresar a Italia y, mientras estuve en Holanda, conocí a varios españoles. Madrid me parecía una ciudad demasiado grande y difícil de abarcar. Barcelona no me atraía porque hay demasiados italianos y lo que yo buscaba era aprender cosas nuevas, relacionarme con gente de otros lugares. Entre los chicos que conocí en Amsterdam, había un vasco que me habló mucho de Euskadi. Sentí curiosidad y vine», resume Guilia antes de contar que «los primeros dos años fueron duros» porque le «costó» acostumbrarse al lugar.
Su experiencia personal la llevó a involucrarse en este nuevo proyecto de inserción sociolaboral. «Por un lado, buscamos soluciones prácticas para el desempleo y la crisis actual. Por otro, abrimos una vía de acceso a muchas personas que ya tienen conocimientos valiosos pero no encuentran manera de aplicarlos. Y, también, intentamos formar en oficios, costumbres y valores a aquellos que no han tenido antes esa posibilidad», enumera.
Aprovechar el talento
La educación en valores y las clases sobre pautas culturales constituyen un pilar fundamental en Ciprés. «La idea es que todas las personas puedan acceder al mercado laboral en condiciones de competitividad. Por ejemplo, hay profesionales y técnicos muy cualificados a los que solo les hace falta aprender las normativas locales o cómo funciona el sistema productivo en Euskadi», indica. «Otras personas, en cambio, dominan muy bien técnicas y manufactura que aquí no se utilizan o hacen falta -prosigue-. Lo importante es aprovechar el talento, el conocimiento y las ganas de superarse y trabajar».
El planteamiento de las asociaciones cofundadoras -Ahislama, Asocolvas, Adrebol, La Comuna y Zubietxe- ha tenido buena acogida en las instituciones públicas y privadas. Cuenta con el apoyo del Gobierno vasco, la Diputación Foral de Vizcaya y la BBK, que han visto en esta iniciativa un intento responsable y serio por fomentar la inclusión social, en todos los aspectos.
«Queremos construir una sociedad más integrada, diversa y plural y, a la vez, más rica, justa y desarrollada», subraya Giulia. «El modo de conseguir eso es fomentar este tipo de actitudes. En lo personal, me siento muy orgullosa de poder formar parte del centro. Me gusta ver cómo las instituciones públicas inciden en el bienestar colectivo en lugar de promover políticas persecutorias. Pienso en Francia o en Italia y, realmente, siento pena por el curso que han tomado. ¡Ya me gustaría que mi país desarrollara el capital humano como lo hace Euskadi!», dice.
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