3.5.10

"Queremos que se nos deje de ver como un problema"

El colombiano César Pimentel, empleado en una empresa de importación de metales, resalta la «importancia social» del Mundialito BBK, que arranca el sábado.

El próximo sábado, en los campos de Lamiako, tendrá lugar la inauguración oficial del Mundialito BBK, un evento deportivo que va creciendo año a año y que congrega a cientos de extranjeros residentes en Euskadi. Para esta edición -que se desarrollará íntegramente en las canchas de Sarriena- se han apuntado 16 equipos masculinos y 8 femeninos; unas delegaciones numerosas y variadas que cuentan con jugadores de distintas partes del planeta.

Con el fútbol como elemento central, el torneo pretende acercar a las diferentes culturas, tanto dentro como fuera de la cancha. Y lo consigue. No sólo hay gestos de compañerismo sobre la hierba; también las gradas son un lugar de encuentro donde se mezclan los acentos y los temas de conversación. Además, este año, todas las selecciones cuentan con jugadores vascos, de modo que ellos, sus familiares y amigos se suman a la fiesta multicolor alentando a países tan variopintos como Ghana, Bolivia o Rumanía.
César Pimentel es colombiano, de la ciudad de Manizales, uno de los principales centros universitarios del país. Llegó a Bilbao hace seis años y, prácticamente desde entonces, forma parte de los entresijos del torneo. Lo curioso es que no juega, aunque va todos los fines de semana: César es el responsable del establecimiento de comida instalado junto a las canchas, un local muy animado que sacia el apetito y la curiosidad gastronómica de los jugadores y la afición. Por esta razón, pone el énfasis en lo que se cuece fuera del campo, en «la importancia social de este evento deportivo».

«Este tipo de iniciativas son muy útiles para integrar a las personas y sus culturas», comenta César frente a una mesa que refrenda cada palabra. Unas empanadas de queso bolivianas, un plato de arroz y carne «hecho con caldo enriquecido» y un refresco de uva procedente de Colombia dan sabor a la charla.
Ambiente de colores
Los partidos amistosos sazonan el ambiente de colores, y la salsa y el merengue que se oye hacen el resto. «La música, la comida y el fútbol forman parte de la idiosincracia de muchos países. Por eso viene la gente. Es más, aquí hay varias personas que no juegan o que no entienden mucho del deporte, pero se acercan por el buen rollo que hay», explica César. Y agrega señalando con la mano: «¿Ves aquella mesa? Las personas que están sentadas ahí conversando son del País Vasco y de Venezuela. No te imaginas la satisfacción que me causa ver escenas como esa».

Para este colombiano, que llegó a Euskadi con el objetivo de salir adelante y hoy trabaja en una empresa de importación de metales, la sociedad vasca es muy amable y receptiva con el que viene de fuera. «Casi todo el mundo te orienta y te guía. En otros sitios, no, pero aquí las personas siempre te ayudan y hacen posible que la integración sea real», apunta César. «Además, cuando venimos a las canchas nos sentimos como en casa, damos a conocer parte de nuestra cultura y, poco a poco, nos vamos integrando en la sociedad de acogida».
En su opinión, el Mundialito BBK es una «gran oportunidad» para que los extranjeros den «la mejor imagen posible. Queremos que se nos deje de ver como un problema», señala César, quien también destaca el valor de este torneo como «punto de encuentro» y como red social. «Para las personas recién llegadas, que no conocen a nadie, esta actividad es muy positiva, ya que cubre un poco el vacío y la soledad que se siente al principio», añade.

De ahí que, cada año, el torneo crezca y mejore. En la presente edición, que cuenta con equipos de municipios lejanos, como Markina, participarán cerca de 500 jugadores. Y a ellos hay que sumar, por supuesto, a la afición. Según las previsiones de los organizadores, cuando se dispute la final, el estadio de Lasesarre colgará el cartel de 'completo'. «Seguro que pasa lo mismo en Sarriena -calcula César- porque cada vez viene más gente... ¡Qué gusto!».

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