24.5.10

"Los menores que llegan solos necesitan valores y referentes"

«El deporte es una gran herramienta educativa», dice el abogado marroquí Jaouad Bouchra, que trabaja en el centro de Loiu con chavales extranjeros

Llegó a Bilbao en 2003, motivado por el amor y la posibilidad de realizar un posgrado. En ese entonces, su idea era quedarse un par de años y, después, regresar a Marruecos, donde ejercía como abogado en una empresa multinacional. No obstante, el proyecto cambió. «Una cosa es el plan original y otra distinta la realidad. Una vez que das el paso y te lanzas, descubres que la historia puede modificarse mucho», explica ahora Jaouad. No le falta razón: en su agenda, que está abierta sobre la mesa, se ve el esquema de un equipo de fútbol, dibujado junto a la fecha.

Es mayo de 2010. Han pasado siete años desde que este abogado marroquí llegara al País Vasco: un periodo de aprendizaje «muy intenso» con experiencias que, como él mismo asegura, «no podría haber vivido ni en cincuenta años» si se hubiera quedado en Tánger. Cada día trae consigo un descubrimiento. ¿El primero? Comprender que una titulación académica de Marruecos «aquí no servía para nada». En consecuencia, aceptar que las cosas ya no serían como antes.

Jaouad viajó a Euskadi para estar con su mujer, que también es marroquí, aunque ha vivido fuera del país casi veinte años. «Nos conocemos desde que éramos niños; fue mi primer amor», relata él con una sonrisa. Aunque dejaron de verse, volvieron a encontrarse después, cuando ella fue de visita a Marruecos. «Un primer amor nunca se olvida... Terminamos casándonos y hoy tenemos dos hijas: Samar y Zahra», sintetiza.
La decisión de casarse conllevó, también, la decisión de emigrar. «Cuando llegué aquí y descubrí que no podría trabajar como abogado, me puse a buscar empleo en otras cosas», cuenta Jaouad. Para él, es «un orgullo» haber trabajado como limpiador y jardinero. «Si bien mi situación actual es distinta, me reconforta pensar que he podido ganarme la vida así, levantándome a las seis de la mañana y yendo a las obras para haber si había trabajo por el día».

Cuestión de principios
Para él, el planteamiento es claro. «Si tú vas a un país diferente al tuyo, debes estar dispuesto a integrarte, a dar lo mejor de ti». En esa línea, «la palabra clave es 'adaptación' -continúa-. Y no hace falta que pierdas tu identidad cultural, tan sólo que sepas comportarte, respetar a los demás y aceptar las reglas del lugar».

Desde su punto de vista, la mayor parte de los marroquíes emigra por causas económicas y viene a trabajar. «Hay muchísimas personas que trabajan todo el día y cotizan a la seguridad social, como cualquier vasco. Y sí, también es cierto que hay otras que delinquen, pero no se puede poner a todo el mundo en el mismo saco», opina Jaouad. Y subraya que «quien roba, debe ir preso, sea de donde sea».

A su vez, también es crítico con el sistema de las ayudas sociales. «Es un avance que existan, eso nadie lo discute. Lo que no puede ser es que alguien perciba una renta básica sin hacer nada, sin aportar nada a la comunidad. Eso no está bien. Yo pienso que si recibes un ingreso debes hacer algo a cambio, aunque sea salir a barrer las calles o limpiar el edificio donde vives. Cualquier cosa que mejore el lugar donde estás y que ayude a los otros», razona.

Este es el tipo de reflexiones que intenta transmitir a los chicos que residen en el centro de Loiu, donde trabaja como educador. «Con el apoyo del director, Carlos Sagardoy, he centrado buena parte de mis esfuerzos en el deporte, concretamente, en el fútbol, porque tiene muchos valores positivos: desde el respeto al adversario y aprender a perder, hasta el esfuerzo sostenido, el trabajo en equipo y la gestión de la energía», enumera. Pero, tan importante como eso, es la presencia, la atención. «Si lo único que haces es hacinarlos en un lugar y no estimulas la creatividad, ¿qué esperas?», se pregunta. «Los menores que llegan solos necesitan valores y buenos referentes que les guíen».

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