La asociación 'Esperanza Latina' ha concitado la atención de los medios porque, en su sede de San Sebastián, alrededor de cincuenta inmigrantes asisten a clases de euskera. Van los domingos por la mañana -el único día libre para la mayoría de los que trabajan- y, durante tres horas seguidas, se empeñan en aprender las nociones básicas de la lengua. El curso es de iniciación está promovido por el Patronato Municipal de Euskera y su objetivo principal es facilitar la integración social y cultural de las personas que vienen de fuera.
«Todos los domingos vienen los profesores del euskaltegi Urrats y nos dan clases aquí mismo, en la sede de la asociación. Para nosotros, es una gran oportunidad, ya que, a raíz de estos cursos, podemos comprender mejor las expresiones que escuchamos habitualmente, y nos sentimos partícipes de la vida cotidiana de Euskadi», explica Luis Torres, presidente de la asociación. Para él, que llegó hace unos cuantos años, la situación de los extranjeros y las políticas de integración «han mejorado de un modo notable».
«Vine a Guipúzcoa porque una tía mía conocía a un cura de Lasarte, pero yo no tenía a nadie y, al principio, fue muy duro. Lo pasé mal», reconoce Luis, pero introduce un matiz importante: «Me ayudaron a estudiar. Hice un curso de soldador y conseguí trabajo en una empresa donde sigo hasta el día de hoy. Para las personas que venimos de otros países, es fundamental tener acceso a la formación, ya que te abre puertas laborales, te integra en la sociedad y te impulsa a superarte a ti mismo».
En esta reflexión está la génesis de 'Esperanza Latina', una iniciativa que tiene dos pilares muy fuertes: el afectivo y el social. Como bien dice Luis, «formamos una gran familia para atender a los extranjeros». Una familia que, a lo largo de estos años, ha crecido y se ha abierto al mundo, pues aquello que empezó en 2001 como una actividad de ocio para los ecuatorianos es en la actualidad una asociación con dos sedes y 170 socios procedentes de varios países, incluidos ciudadanos de Euskadi.
«En 2001 emigramos muchos ecuatorianos. Casi todos estábamos en la misma situación: lejos y solos. Empezamos a contactar unos con otros, a reunirnos, y a ayudar a los que iban llegando. Con el tiempo se fueron acercando personas de otras nacionalidades; gente de Suramérica, sobre todo, pero también del País Vasco. Gracias a Cáritas y Misiones Diocesanas conseguimos este lugar para reunirnos y, desde entonces, incorporamos cursos de formación a nuestras actividades», explica.
Fechas especiales
Los cursos gratuitos de euskera son los más llamativos, pero no los únicos. También hay clases de informática y, con la ayuda de una psicóloga, cursillos sobre cómo actuar con las personas de la tercera edad, fundamentales para quienes se dedican al cuidado de los mayores. «Lo importante, además de conseguir un trabajo, es prepararse y mejorar», opina Luis Torres.
Claro que a estas iniciativas se suman las vertientes culturales y sociales. «Tenemos un grupo de danza folclórica formado por jóvenes de varios países andinos. Este grupo ha hecho unas cuantas exhibiciones aquí y en Baiona para dar a conocer una parte de nuestra cultura», señala. Por otra parte, contar con un lugar de encuentro es clave; especialmente en esas fechas especiales que reavivan la sensibilidad, como el Día de la Madre, Navidad o Fin de Año.
«La asociación es un espacio de reunión, de ocio y afectivo. Aquí cada uno cuenta su historia, conoce a otras personas y ayuda a los demás. También hay gente de aquí que colabora explicándonos cómo funciona la sociedad local y cómo comportarnos para no meter la pata. Creo que lo más importante es la sensación de grupo, de estar arropado... dejar de sentirte distinto y solo», concluye.
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