28.4.07

Un viaje redondo

Un acuerdo entre la firma Google y el portal español de imágenes turísticas Panoramio dispara la afición de millones de internautas por recorrer el mundo entero sin moverse de casa

El deseo de ‘ver mundo’ es una constante en la humanidad. La pasión aventurera está bien documentada en bitácoras y escritos, donde no faltan mapas, hallazgos y anécdotas. Personajes como Marco Polo, Cristóbal Colón y Roal Amundsen, o figuras como el Barón Rojo, Jacques Cousteau y Neil Armstrong han contribuido, en diferentes épocas y de distintas maneras, a componer una imagen más exacta de la Tierra. Gracias a ellos, hoy sabemos que no es plana y que tampoco hay tortugas ni elefantes sosteniendo nuestro planeta. En la actualidad, hasta los niños más pequeños saben que es ‘redonda’ y que existe algo llamado ‘gravedad’ que nos mantiene aferrados al suelo. También saben que hay países y culturas, razas y continentes, y que esta ‘casa de todos’ es muy variada y muy grande, aunque no por ello infinita o misteriosa como antaño.

¿Qué ha ocurrido en los últimos años? Que el mundo y la gente han cambiado. Los medios de transporte, las compañías de bajo coste, las empresas financieras y, también, las telecomunicaciones han incrementado aún más esa vena viajera, permitiendo que casi cualquiera pueda plantearse una pequeña o gran odisea. Alejandría, Yucatán, Beijing, Bombay… lo que antes era cosa de locos, hoy figura en folletos turísticos, las travesías de meses se han reducido a escasas horas y ya no es tan descabellado planificar un viaje con ribetes de exotismo. Abunda la información. Los programas documentales cobran fuerza. Crecen las publicaciones especializadas en excursiones. Sin embargo, falta tiempo y, para viajar, hay que elegir. Descontando algunos casos, no todos pueden darse el lujo de pasear por el globo entero. ¿O sí?

Pues sí. Desde hace unos pocos meses, existe una nueva modalidad de turismo que permite visitar cualquier punto del planeta, en cualquier momento, desde cualquier lugar y sin gastar un céntimo. La unión de dos compañías, en diciembre de 2006, ha hecho posible el ‘turismo virtual’, una manera ágil y cómoda de recorrer cada rincón de la Tierra sin tener que salir de casa o planificar unas vacaciones. Por un lado, ‘Google Earth’, una aplicación norteamericana, permite observar el globo desde ‘afuera’, tal como lo hiciera Neil Armstrong en 1969, pero con el añadido de poder acercarse hasta ver la azotea de nuestra casa, el jardín del vecino o los autobuses que circulan por la ciudad. Por otro, Panoramio, una página web valenciana que recopila imágenes de viajes proporcionadas por los propios internautas y que supera ya el millón de fotografías perfectamente catalogadas.


La fusión de ambas empresas ha cambiado la visión de la Tierra de manera literal: ahora el mundo es un pañuelo, mide pocos centímetros y cabe en un portal de Internet. «Nuestro proyecto nació en octubre de 2005», relata Eduardo Manchón, director de Panoramio. «Con Joaquín Cuenca, mi socio, queríamos crear un sitio donde la gente pudiera almacenar y compartir las imágenes de sus viajes, añadiendo, además, información de los lugares y de las rutas que hay que seguir para llegar hasta ellos», agrega. No obstante, se les ocurrió algo más: vincular esas imágenes con mapas digitales; planos que mostraran las coordenadas exactas del sitio fotografiado. «Los dos estuvimos de acuerdo en que no hay nada tan bueno como representar un lugar con una foto», dice. O con muchas, claro, dependiendo del punto en cuestión y del interés que genere en los viajeros.

Los lugares más «calientes»
Manchón denomina a esos sitios como ‘zonas calientes’ del globo. Los grandes monumentos, las llamadas ‘maravillas’ y las ciudades ineludibles por típicas y tradicionales cuentan con más cantidad de imágenes que otros lugares de la Tierra. En eso incide, por supuesto, que la Torre Eiffel congregue a más turistas en un día que la Antártida entera en un año. En términos de turismo ‘real’, es comprensible que la mayoría de la gente elija primero destinos ‘reconocidos’ y deje para después los periplos más arriesgados, aunque esto no significa que nadie vaya al Polo Sur o a ciudades con problemas bélicos. Una de las ventajas de hacer ‘turismo virtual’ es, justamente, esa: la seguridad. De hecho, tras mirar las fotos de los países ‘obvios’, muchos internautas buscan imágenes de los enclaves más inhóspitos o remotos del planeta. Sienten curiosidad e investigan desde sus casas, a pesar de que nunca se hayan planteado seriamente coger un vuelo y marchar.

El tema es que Panoramio, por aquella innovación de los mapas, «siempre le gustó a los creadores de ‘Google Earth’, sobre todo porque fuimos los primeros en poner un enlace a sus planos», asegura Manchón. Y tanto les gustó que, poco después de lanzar ese programa novedoso, los norteamericanos le ofrecieron a los jóvenes españoles formar parte de él. El portal de Cuenca y Manchón llevaba un año funcionando muy bien y la herramienta diseñada en Estados Unidos iba sumando cada vez más usuarios. Las dos empresas no tardaron en notar que podrían beneficiarse mutuamente con sus servicios y, al mismo tiempo, ofrecer más ventajas a los visitantes.


El resultado es una poderosa herramienta que permite mirar el mundo desde una óptica nueva, moverse de Cuba a Pekín en muy pocos segundos y aproximarse al país o la ciudad que se desee hasta ver los edificios, las avenidas y, algunas veces, también los coches. Pero ahora, además de las imágenes satelitales, los usuarios pueden contemplar fotografías ‘a pie de calle’ hechas por los propios turistas que han decidido compartirlas en Panoramio. Así, un internauta cualquiera puede admirar el lugar del planeta que quiera desde lo alto –por ejemplo, los jardines del Palacio de Versailles- y, si tiene especial interés en el sitio, también puede mirar imágenes de los monumentos, las personas y los paisajes que allí se encuentran. Para los inventores de ‘Google Earth’, el servicio de Panoramio enriquece su propuesta inicial, y para los empresarios españoles, la plataforma norteamericana es una gran puerta de entrada.

Desde que trabajan en conjunto, las fotografías del portal español se han multiplicado por trece. «Teníamos unas cien mil y ahora ya disponemos de 1.300.000 –desvela Manchón–. Además, las visitas han aumentado treinta veces y continúan creciendo entre un 20% y un 30% mensual. Cada vez nos conoce más gente», agrega. Personas «a las que les gusta mucho viajar» y que, además, residen en diferentes países del mundo. Eso explica que, en estos meses, los directores de Panoramio hayan decidido ampliar la cantidad de idiomas en los que se puede leer su página. Ahora mismo: 31.

Elegir obras de arte
Sin embargo, de todas las fotografías del portal, sólo algunas se incluyen en ‘Google Earth’. «Elegimos las que mejor describen los lugares visitados y descartamos las que son más domésticas», explica el director. Pero este no es el único filtro, pues, cuando hay muchas imágenes de un mismo lugar, «se les da preferencia a aquellas que tengan la mejor calidad y estética». Lógicamente, «no es fácil». El volumen de fotografías que reciben convierte a la selección en una ardua tarea y, como si esto fuera poco, la mayoría son muy buenas. «Algunas hasta parecen obras de arte», reconoce Manchón. Y, para muestra, las que ilustran este reportaje, que han sido cedidas por el portal.

Las imágenes en cuestión sorprenden por dos razones. Una, por su belleza. Y dos, porque descubren paisajes o perspectivas novedosas de un país o una ciudad. «De pronto alguien entra a mirar por curiosidad y encuentra cosas que no sabía o no se imaginaba de un lugar. Eso a veces nos decide a emprender un viaje real», dice Manchón. Y, en consecuencia, a planificarlo. Aquí es donde entran en escena otros servicios añadidos del portal y de ‘Google Earth’. Además de las imágenes satelitales, el segundo ofrece una nutrida lista de información que va desde los datos geográficos, el clima y las distancias, hasta la cantidad de habitantes que tiene un sitio, los puntos de interés turístico, los posibles alojamientos y los restaurantes. Mientras, en la página web española, cuando los usuarios buscan imágenes de una ciudad reciben también sugerencias publicitarias de agencias de viajes, hoteles y compañías de transporte que operan en ese lugar. «La verdad, hemos generado un servicio redondo», confiesa Manchón. Y eso que, como la Tierra, empezó con unos planos.

¿Cómo disfrutar del puente en Vizcaya?

Exposiciones, teatro, conciertos y espectáculos de calle completan la oferta turística del territorio

Si está leyendo estas líneas, seguramente se encuentre en su casa. O próximo a ella, que al caso es lo mismo. Da igual si el entorno es un bar, algún comercio del barrio, el propio lugar de trabajo o una plaza del pueblo. La cuestión es que usted no se ha ido de Vizcaya, aunque sí es un testigo de cómo otros se marchan o vienen. Mientras las ciudades se despojan de su ritmo cotidiano y sus calles parecen grandes porque, de golpe, se vacían, todavía hay escaparates que ofrecen días de ‘turismo exprés’; planes de ocio y mil promociones que son geniales para quien viaja, pero que pueden amargar la vida del que se queda.¿Le ocurre eso? Pues no se preocupe. Disfrutar del puente del 1 de mayo sin tocar la carretera es posible. O casi.

VISITAS GUIADAS
Casco Viejo, Abandoibarra y bus turístico

Las vacaciones son una excelente oportunidad para recorrer y contemplar la capital vizcaína con ojos renovados. Para los que se quedan y para los que vienen a visitarnos. Porque una cosa es caminar a toda prisa y otra muy distinta dar largos paseos por sus calles y parques. El Ayuntamiento de Bilbao, por ejemplo, organiza todos los días varias visitas guiadas por el Casco Viejo, el Ensanche y Abandoibarra. Por cuatro euros por persona, bilbaínos y visitantes pueden disfrutar de una ruta urbana de hora y media, con explicaciones en castellano y euskera. Los recorridos por las Siete Calles arrancan a las 10.00 horas de la plaza del teatro Arriaga, mientras que las rutas por el Ensanche comienzan a las doce del mediodía en las oficinas que Bilbao Turismo tiene junto al Guggenheim.

Otra posibilidad si no se ve con fuerzas o simplemente no le apetece caminar es subirse al bus turístico, una forma muy cómoda de ver la capital vizcaína a varios metros de altura. El autobús sale de la plaza del Ensanche a las 11.00, 12.30, 16.00, 17.30 y 19.00 horas.

ARTE EN LA CALLE
Exposición de Robert Indiana

Aunque en las rutas guiadas se aborda el tema del arte, el Casco Viejo y Abandoibarra no son las únicas zonas de Bilbao donde se pueden ver auténticas obras de arte. Desde hace unas semanas, la Gran Vía también alberga varias piezas de gran tamaño. Se trata de catorce esculturas realizadas por Robert Indiana, uno de los principales precursores del pop art en norteamérica junto a Roy Lichtenstein y Andy Warhol. Todas las esculturas –hechas de acero y aluminio– han sido colocadas por la BBK entre el Sagrado Corazón y la plaza del teatro Arriaga.

TEATRO
Aventura infantil en el Arriaga

Precisamente en el Arriaga –no la plaza, sino el teatro– habrá un evento especial para los niños. Los pequeños de entre 7 y 12 años podrán ser protagonistas de una ‘Aventura en el teatro’ gracias a una producción única y novedosa dirigida por Lluis Pasqual. El coliseo bilbaíno ha querido acercar las artes escénicas al público más joven y para ello ha montado una triple representación que utilizará el edificio entero como escenario.


EN FAMILIA
Concierto en el Euskalduna, magia y circo


Los días de vacaciones son para toda la familia, aunque eso suponga, a veces, un quebradero de cabeza. No es sencillo quedarse en casa con los chavales cuando no tienen colegio, aunque siempre hay soluciones, espectáculos y propuestas. Este mediodía, la Orquesta Sinfónica de Bilbao dará un concierto familiar en el Palacio Euskalduna; un espectáculo dirigido a niños mayores de cinco años con el que también podrán deleitarse los adultos que les acompañen. No obstante, y teniendo en cuenta que hoy es día de descanso, es posible que no todos hayan querido madrugar.

Si es así, no pasa nada, que aquí nadie se quedará sin fiesta por apagar el despertador. A fin de cuentas, en ese gesto tan simple reside la magia de las vacaciones. Justamente, en Barakaldo, habrá ilusionismo de sobra. Hoy a las 18.30, mañana a la una de la tarde y el martes durante todo el día, los magos más prestigiosos de Europa celebrarán el II Festival Internacional de Magia en esta localidad. Y lo harán enseñando su arte con actuaciones increíbles que tendrán lugar en las calles y, por supuesto, las plazas públicas.

Otra propuesta. El Circo de Richard Bros (‘Simplemente Bello, sueños de un payaso’) actuará
todos los días en la explanada de Botica Vieja, junto al puente Euskalduna.

MUSEOS
Guggenheim, Bellas Artes, Marítimo...


Claro que, aunque mágica, la oferta artística de Vizcaya es más real que la mera ilusión. Quedarse en la provincia, con menos tráfico, menos gente y horarios mucho más flexibles es un incentivo seguro para recorrer sus galerías. Además de las exposiciones permanentes del Guggenheim y del Museo de Bellas Artes (cierra el lunes), existen otras variantes para empaparse de creatividad. Los seguidores del arte contemporáneo podrán contemplar, de manera gratuita, la propuesta del artista salmantino Enrique Marty que, por primera vez, expone su obra en la capital de Vizcaya. También se puede visitar el Museo de Pasos de Semana Santa, el Benedicto, el Marítimo Ría de Bilbao (cierra el lunes), el Museo Vasco (cierra el lunes y el martes), el de Reproducciones Artísticas (cierra lunes y martes), el Diocesano de Arte Sacro (cierra el lunes) y la sala de trofeos del Athletic, cerrada al público el lunes y el martes.

MÚSICA
Kate Rusby y Los discípulos de Otilia

La música tampoco faltará en estos días de ocio. Diversas instituciones y salas de espectáculos tienen la agenda cargada en este puente de mayo. Desde el Palacio Euskalduna, donde actuará Kate Rusby (mañana) hasta las instalaciones de la FNAC, donde se presentarán Los Discípulos de Otilia (hoy a las 19.00 horas), pioneros del movimiento ska. Hoy también actuarán en Bilbao Axut, Neimad, My Sweet Torment (Sala Bilborock), Okinawa Liquen TBA (Billypool) y Shameless y Pretty Boy Floyd en el Azkena. Mañana lo hará la Banda Municipal en el quiosco de El Arenal, mientras que el lunes habrá un concierto de Porko Bravo y Sarris Rock and Roll Trio en el Kafe Antzokia.

AL AIRE LIBRE
Artxanda, Unbe, Gernika, Urdaibai

Éstas son apenas algunas sugerencias. Las previsiones meteorológicas no son del todo malas –lluvia esta tarde y el martes, pero mañana y pasado sólo nubes– así que el clima primaveral nos permitirá planificar jornadas al aire libre. ¿Por qué no organizar una comida en Artxanda? ¿O tal vez en el parque de Unbe? Otra versión se encuentra en las costas, como una visita a San Juan de Gaztelugatxe o a la reserva de Urdaibai. De camino, en Gernika, mañana habrá una txistorrada popular. Tendrá lugar en la Plaza del Mercado al mediodía, ideal para reponer energías y, si hay ánimos, continuar.

27.4.07

"Me da miedo ser yo misma"

Nuria Gago despunta como una gran actriz en papeles complicados que resuelve con gran desparpajo y busca personajes intimistas como el de su última película ‘Faltas leves’. Cree que su trabajo le permite tener una vida paralela «sin que nadie te juzgue por ello»

Cuando la nominaron a un premio Goya, hace ahora un par de años, Nuria Gago se encontraba en plena sesión de fotos. «Estaba con un amigo y me quedé muy sorprendida», recuerda. Hasta ese momento –enero de 2005–, su participación en la película ‘Héctor’ le había supuesto «un desafío y un gran aprendizaje», dos aspectos
que, en sí mismos, le habrían dado alas de sobra, pero que dieron paso a un tercero que, por supuesto, «no esperaba». Tras haber compartido cartel con Adriana Ozores, Unax Ugalde y Nilo Mur, la actriz se encontraba, de pronto, compitiendo con Mónica Cervera, Teresa Hurtado y Belén Rueda. Fue esta última –y no Nuria– quien se alzó con el galardón. Sin embargo, para ella, aquél fue un punto de arranque: con apenas 24 años y dos filmes en su haber, Nuria Gago comenzaba a probar las mieles del éxito.

«Lo viví como un cumpleaños –dice–, con mucha alegría y sorpresa. Mi amigo y yo fuimos a beber unas cañas y después, cuando llegué a casa, me encontré con una fiesta». Además de la celebración, el momento supuso «un regalo». Si algo necesitaba ella para dar sus primeros pasos era justamente eso: «Una palmadita en la espalda que me animara a seguir adelante por amar a mi profesión». Y, al mirar su biografía, queda claro que lo hizo. Después de ‘Noviembre’ y 'Héctor’, llegó ‘Tu vida en 65 minutos’, ‘Ciudad en celo’, ‘Faltas leves’ y ‘Una mujer invisible’. Muchos papeles cinematográficos –alguno allende los mares– que no le impidieron a esta actriz catalana experimentar en el teatro ni seguir rodando la serie ‘Mis adorables vecinos’.

–Has trabajado en proyectos muy diferentes. ¿Hay alguno que te haya marcado más que el resto?
–‘Noviembre’, sin duda, porque fue la primera cosa que hice y porque, en parte, abordaba mis propias vivencias. Yo venía del teatro y con la compañía hacíamos actuaciones callejeras. A su vez, fue un momento de mi vida muy especial. Todo era emocionante: llegar a Madrid, vivir sola, compartir cartel con Ingrid Rubio... Trabajar con Achero Mañas fue súper interesante, sentí que me había tocado la lotería.
–No es para menos...
–Sí. Y también me marcó mucho la segunda película, ‘Héctor’, porque me permitió aprender y trabajar con Gracia Querejeta, a quien admiro profundamente como mujer, directora y guionista. Creo que tiene una sensibilidad especial. En ese filme conocí a actores buenísimos, esos que siempre te sorprenden con sus interpretaciones. Además, Fanny fue mi primer papel importante. Me encantaba el personaje. Yo siempre digo que, tanto con Achero como con Gracia, tengo una deuda emocional, pues ambos me permitieron trabajar en lo que realmente me gusta.

Historias flechazo
–También dices a menudo que eliges las historias y no los medios. ¿Qué debe tener un guión para que lo consideres bueno y te atrape?

–Es como cuando conoces a una persona: a veces tienes ganas de invitarle a un café para saber más de ella y otras veces, por el contrario, haberle conocido te da igual. Las historias, de repente, te dan como un flechazo, tienen algo que te motiva o te conmueve hasta que nacen las ganas de contarlas.
–¿Y qué clase de guión es capaz de conmoverte?
–Me gusta el cine social, no los efectos especiales. Me gustan las películas que cuentan cosas íntimas y hacen que el espectador se convierta en un ‘voyeur’. El cine europeo es así, aunque si estuviera en Hollywood sería ‘Una rubia muy legal’ (risas).
–¿Hay algún papel que decididamente no harías?
–Me costaría interpretar algo violento, por ejemplo, porque me resulta difícil ver, digerir y entender la violencia. Sin embargo, aunque un papel se aleje moralmente de mí, lo haría, A fin de cuentas, no deja de ser ficción. No eres tú, sino tú jugando a ser otra persona.
–¿Te costaría, por el contrario, interpretar a un personaje que se pareciera mucho a ti?
–Las dos cosas son un reto. Cuando algo es muy diferente, tienes que indagar para descubrirlo, entenderlo y construirlo a todos los niveles. De hecho, donde más disfruto es en los ensayos, porque allí estoy buscando los matices. Pero también es complicado leer un guión y pensar: ‘¡Hostia! Esto mismo me pasa a mí’. A veces me surge el miedo de aparecer yo misma en la pantalla en lugar del personaje.
–¿Te es difícil desprenderte de los papeles una vez que los interpretas?
–No. No me cuesta quitarme a un personaje de encima, aunque de cada uno haya algo que me enamore. Es cierto que si tienes una secuencia muy intensa de llorar o de que te peguen, por ejemplo, quedas un poco tocada, pero tiene solución.
–¿Cuál?
–Me voy a tomar unas cañas con mis amigos y listo (risas).

El ‘rollo’ del márketing
–Descontando esos casos, ¿qué personajes te gustan?
–Aquellos a los que admiro. Es como con la gente. Cuando la respetas por sus decisiones o por su inteligencia, te enamoras. Esto es igual.
–Ya que lo mencionas, hay muchos hombres que suspiran por ti...
–Tal vez porque mis personajes, todos los que he hecho hasta ahora, empatizan con el público. Cuando las personas se meten de lleno en la ficción, ven la ternura y la calidez del papel y es normal que trasladen esas cualidades al actor. Será que nunca me ha tocado hacer la ‘bombon’ (risas).
–También hay varias películas que aún no te han tocado. Si pudieras elegir cualquiera, ¿qué te gustaría hacer?
–Me encantaría hacer una biografía o un personaje como el de Frida Kahlo. Me gustaría mucho ser una de las amantes de Picasso o la musa de Andy Warhol. Quisiera indagar en la época, en el momento de un cambio social y en el mundillo artístico para poder empaparme de algo así, de esa locura.
–¿Crees que hay salida profesional para los nuevos actores?
–Sí. Incluso es más fácil para ellos porque hay más personajes para la gente joven. Me aterra mucho más pensar qué será de mi vida cuando tenga cuarenta años, pues aún seré joven, pero tendré menos posibilidades de trabajar. Creo que hay buenas historias para contar a todas las edades, pero pesa mucho el márketing, que vende el rollo de ‘joven y fresco’. Por suerte, el cine europeo es más benevolente en ese sentido.
–¿Te irías a trabajar fuera de España?
–Sí, aunque no a Estados Unidos. Si bien eso sería un reto, porque me exigiría trabajar en inglés, yo elegiría Francia, Italia o Argentina. Aprender un idioma, una lengua y un acento siempre supone una dificultad y un desafío. Eso es bueno porque te impide dormirte en los laureles.
–En Argentina ya has estado cuando rodaste ‘Ciudad en celo’.
–Sí, fue casi un mes y lo disfruté muchísimo. Me cuidaron mucho y me gustó todo: la gastronomía, la carne, el ‘asado de tira’ y los ‘alfajores’. Hasta me apunté a un curso para aprender a bailar milonga. Volví con una nostalgia tanguera increíble. Menos mal que aquí, en Madrid, hay un restaurante argentino al lado de mi casa (risas).
–¿Se trabaja muy diferente al otro lado del mundo?
–No. Fue todo muy familiar. Me gusta mucho el cine argentino y nada de lo que conocí fue diferente a lo que ya había visto en el DVD.
–Más allá del medio y de los personajes, ¿con qué registro te sientes más cómoda?
–Depende... Eso varía según la época que esté viviendo. A veces hacer una comedia es súper saludable. Otras, el drama es ideal para desencadenar una catarsis. En realidad, ser actor es tener una vida paralela sin que nadie te juzgue por ello.

Una cena sin efectos especiales

–¿Cómo definirías a ‘Faltas Leves’?
–Es una producción muy valiente. Me parece arriesgado que alguien se plantee producir un filme para un público minoritario. Es el primer largo de Manuel Valls y está hecho desde el corazón. Además, la película está enfocada desde el no movimiento, porque es una cena familiar y no tiene más que eso.
–¿Ha sido un desafío como actriz participar en una película estática en plena era del ‘zapping’?
–Sí. Cuando leí el guión, sentí que sería un ejercicio de puta madre.
–¿Y lo fue?
–Totalmente. Aparte de eso, el reparto estaba formado por actores de distintas edades, así que el rodaje era como estar en familia, como vivir en el bloque de ‘Aquí no hay quien viva’.
–¿Qué te impulsó a aceptar el papel?
–Fue un poco todo: los actores, la propuesta, el director... Manuel me pareció muy amigable y respetuoso desde el principio.
–¿La película es también un reto para el espectador?
–Sí, porque es muy sencilla a nivel de composición. No tiene efectos especiales. Es una cena. El tema es que, en esa cena, cada personaje mira para el lado equivocado.
–¿Te has sentido identificada con las situaciones que se generan?
–Claro, sobre todo en las relaciones de padres e hijos. Mientras tú les juzgas y analizas, ellos no te entienden. El tema de fondo, como en la vida misma, es lograr que te quieran tal como eres. Al final, es lo que todos deseamos, ¿no?

26.4.07

"Nunca tuve intención de emigrar, pero me enamoré"

La estadística sitúa el dinero como la principal causa de emigración. No menciona el amor, ni la casualidad, ni los trenes que atraviesan Alemania. La historia de Oana Tampanariu comenzó de esa manera y, por ello, escapa a los números; algo curioso para una mujer que se licenció en Economía y que, con sólo 25 años, ganó una beca internacional para seguir estudiando en Berlín.

Fue allí donde conoció al que hoy es su marido, un vasco que estaba de paso por las tierras germanas y que coincidió con ella en un tren. En aquel momento –1996–, ninguno de los dos imaginaba que el destino estaría en Bilbao y no en Dresde, la ciudad a la que se dirigía el convoy.

Oana llegó a Vizcaya en noviembre de 1999 y, desde entonces, sólo ha vuelto a Transilvania –su provincia natal– en Navidades y Semana Santa. Poco tiempo para alguien que, al partir, juraba que regresaría. «Nunca tuve la intención de emigrar. Cuando surgió la oportunidad de estudiar fuera, la acepté porque era un honor, pero mi idea era ir y volver –recuerda–. Yo quiero mucho a mi país, pero me enamoré».

Mucho... pero no tanto como a su esposo, con quien se casó hace siete años y con el que tiene un hijo de seis. Apenas dos meses después de su arribo a España, Oana consiguió empleo en una empresa alemana, aunque, en la actualidad, trabaja más con el sector público que con el privado. «Me dedico a hacer traducciones, tanto escritas como habladas, para todo tipo de instituciones», explica. Una actividad que no ha conseguido por su formación universitaria ni por los posgrados que ha hecho, sino porque habla en seis idiomas: rumano, alemán, castellano, francés, inglés y húngaro.

«Mucha gente se pregunta por qué las personas de Rumanía dominan tantas lenguas. Y la explicación es muy simple. En mi país hay dieciocho minorías étnicas, desde polacos y tártaros hasta húngaros e italianos. Todos llegaron en la década de los 50, buscando un refugio, y allí se quedaron relata–. Hasta hace 30 años, en mi país se vivía bien. De hecho, fue uno de los pocos estados de Europa del Este en el que no hubo tropas soviéticas. Pero eso no se conoce, como tantas otras cosas».

Para ella, la televisión es una ventana estrecha y, por eso, a veces la cierra. «Los medios de comunicación cortan y pegan imágenes de cualquier manera. Tan sólo muestran lo malo, y a mi marido y a mí nos genera molestia. Al final, no se sabe nada. Es muy triste», confiesa. No se sabe, por ejemplo, que «el país tiene ríos, lagos y colinas, ni que es uno de los pocos en la Unión Europea que posee petróleo, oro, uranio y gas natural», enumera. A propósito de la energía, Oana cuenta una anécdota: «Una de las cosas que más me sorprendió de España fue el sistema de reparto del gas. Tuve que venir a Bilbao para saber lo que era una bombona porque en mi país no existen. El suministro es por cañería», explica divertida.

Pero, además de las «sorpresas» y del clima, Euskadi le ofrece otras cosas, como una gastronomía «exquisita» y la serenidad de su gente. «Los vascos son muy abiertos y siempre están dispuestos a ayudar. La vida es tranquila y calmada. Cuando les ves por la calle, se mueven despacito –describe–. Su ritmo es bueno para la salud».

Una explicación
Lo que no es tan saludable es la ‘mala fama’ que cargan aquí los rumanos y que, en numerosas ocasiones, se convierte en un impedimento laboral. «Una vez me presenté a una oferta de trabajo. Estaba segura de que me lo darían, porque lo que pedían en el anuncio se ajustaba a mi perfil. Sin embargo, nadie llamó», dice Oana. Pero, meses después, conoció al dueño de la empresa y le preguntó por qué no la había elegido. Su respuesta fue muy clara: «Porque eres rumana», me dijo, «y los que ya han trabajado con nosotros nos han robado».

Lejos de sentirse mal, Oana se quedó «agradecida». «Por fin tuve una explicación y supe por qué
me ignoraban». Fue entonces cuando decidió ganarse la vida de otra manera. De su papel como intérprete, lo que más le satisface es la actividad que desempeña en las escuelas. «A veces tengo que actuar como intermediaria entre los profesores y los padres de niños rumanos. Me gusta ayudar, hablar con los pequeños y, también, con los maestros».

No obstante, si algo destaca de su trabajo es que le permite compatibilizar su labor profesional con su función de madre. «No se puede dar a luz y dejar que otros cuiden de tus hijos. En Rumanía, la baja por maternidad es de dos años pagados», desvela. Otra realidad que no enseña la televisión. «Por eso hay que viajar más –sugiere Oana–. El mundo es muy variado y no se acaba en Benidorm».

20.4.07

Fotos de altura

La galería Kowasa acoge una muestra de fotografía que sitúa al cuerpo humano como eje del equilibrio

Forma. Equilibrio. Destreza. Levedad. Allí se encuentran las claves para entender a Gilles-Henri Polge, un respetado fotógrafo francés que, hace ya unos veinte años, abandonó su faceta comercial para enfocar su atención en el arte. Sin dudarlo ni un momento ni dejar de soñar bien alto, de todos los mundos posibles, eligió el que gravita en el circo. Los acróbatas y sus proezas capturaron su interés y dieron base a unas imágenes o, más bien, a una pesquisa. ‘En busca del equilibrio’ es el nombre que las define y que pone título, además, a su exposición en nuestro país.

El próximo jueves 26, la galería Kowasa de Barcelona inagura una muestra del trabajo de Polge. Se trata de una selección de medio centenar de fotografías –todas ellas en blanco y negro– agrupadas en tres series: ‘Acrobates en espectacle’, ‘Plongeurs’ y ‘Branches’. La exposición permanecerá abierta hasta el 25 de mayo y tiene por objetivo desvelar una propuesta en la que el cuerpo humano y la abstracción son, sin duda, los protagonistas.

«Comencé a hacer fotos de acróbatas en 1987. Muchas de mis copias pertenecen a colecciones privadas, como la del Museo de las Artes y las Tradiciones Populares de París y la del FNAC, también en la capital francesa», explica el fotógrafo. Su serie ‘circense’ de imágenes se expuso en Monte Carlo, en 1998, y luego fue itinerando hasta el año 2002 por las galerías de FNAC en su país. Una cronología muy clara que, sin embargo, no despeja una cuestión de fondo: por qué Gilles-Henri Polge se dedica a retratar acróbatas. Como bien dicen en la galería Kowasa, «desde luego es fácil encontrar explicaciones a posteriori: la acrobacia es universal en el tiempo y en el espacio, es una imagen del mundo…» bla, bla, bla. Con estos ejemplos bien simples, los responsables de la exposición ironizan sobre esa tendencia tan chunga de ‘crea primero un objeto y halla a tu musa después’.

Lección de física
Pues bien, no es el caso de este autor francés. Bajo su obra, y en esta serie, subyacen temas interesantes que más se ajustan a una lección de física que a una muestra fotográfica. Geometría, tiempo, atracción, figura y fondo crean una red sutil bajo los saltos que fotografía. «Con sus equilibrios, sus rotaciones y sus trayectorias, los acróbatas dibujan líneas rectas o curvadas con muy pocos ángulos: sus actuaciones se organizan a base del eje vertical», señalan los galeristas. Un eje y unas líneas muy útiles como referencia para elegir bien sus encuadres. «Así demuestra que todo elquilibrio adquiere su fuerza de elevación desde el suelo», añaden.

Pero Polge hace foco en el aire y captura a los saltos «en la cumbre de su parábola». Ni antes, ni después. Su lente se traga la luz en el apogeo de cada vuelo. El resultado es una imagen llena de fuerza y contrastes. Gracias a su minuciosidad y a la eliminación de ‘distracciones’, las fotografías muestran la concentración de los acróbatas, su calma y su serenidad, al mismo tiempo que resaltan la violencia muscular de su ejercicio. Como diría hace una década el comisario Thomas Michael Gunther: «La obra fotográfica de Polge cuestiona nuestra vinculación a este mundo. En sus tomas, los atletas aparecen liberados de los inconvenientes terrestres. Captándolos en estado de levitación, el fotógrafo expresa uno de los sueños más antiguos del hombre». Sí, volar.

19.4.07

"Los vascos han sido mi tabla de salvación"

La vida de Marta González puede dividirse en tres partes. La que tenía en Colombia, donde ejerció como abogada y jueza. La que tuvo en Indonesia, Madrid y Bilbao, cuando asumió el cargo de cónsul. Y la que tiene hoy en día, también en la capital vizcaína, como empresaria y presidenta de la Asociación Ahislama.

Al presentarse, elige la última: «Dirijo una entidad que ayuda a las personas en riesgo de exclusión social, sean extranjeras o vascas. Les ofrecemos cursos de formación, asesoramiento legal y oportunidades de inserción laboral», resume. En cuanto a su actividad empresarial, Marta tiene una residencia de ancianos en Basurto, en la que actualmente trabajan dieciocho personas.

Estos proyectos, tan distintos –y distantes– a los que tenía en origen, son el resultado de una historia que «se torció». Una historia que empezó a finales de los ochenta cuando, siendo jueza, la nombraron magistrada para investigar los delitos de terrorismo en
Colombia. «En 1988 se produjo la primera masacre: noventa campesinos fueron asesinados –recuerda–. Con paciencia, comencé a desenredar la madeja. Primero identificamos a los autores materiales, que eran sicarios, y después ubicamos a los autores intelectuales, que eran paramilitares y grandes capos del narcotráfico». Entre ellos, Pablo Escobar.

Era un nombre que infundía miedo, pero la investigación continuó. «No buscaba transformarme en una heroína. Ni siquiera me lo cuestioné. Me parecía que alguien debía hacer algo porque el país se estaba acabando, y asumí el papel que me había tocado porque era mi deber», asegura. Las pruebas que logró reunir tuvieron por respuesta varias amenazas de muerte y tres atentados fallidos. «No me tocaba morir», dice Marta en una mezcla de tristeza e ironía. Lo que sí le tocaba, en cambio, era marcharse del país. Para proteger su vida, el entonces presidente de Colombia, Virgilio Barco, la nombró cónsul y la envió en misión diplomática a Indonesia. Al año siguiente, los sicarios asesinaron a su padre.

El homicidio fue una venganza y, también, un mensaje. A miles de kilómetros de su casa, el 4 de mayo de 1989, Marta Lucía González tuvo muy claro que ya no podría volver, ni siquiera para el entierro. «Si lo hacía, me matarían», confiesa con la voz quebrada. A diferencia de otros emigrantes, su partida no se debió a razones económicas, sino políticas. Y tampoco fue por la búsqueda de una vida mejor, sino por algo mucho más básico: mantener la que ya tenía. Supervivencia en estado puro, conservación y, sobre todo, capacidad de adaptación y lucha.

Tras seis años en el archipiélago asiático, Marta se trasladó a Madrid y, más tarde, a Bilbao. Mientras aún desempeñaba funciones diplomáticas, cursó dos doctorados en la Universidad Autónoma de Madrid y, al instalarse en Bilbao, convalidó su título de abogada. Era un escape, pues su cargo de cónsul cesó en el año 2000 y, de pronto, se encontró a sí misma lejos, casada, con dos hijas, cuarenta años y sin empleo. «Me sentí desilusionada y huérfana», dice. Doblemente huérfana. A la pérdida de su padre se sumaba ahora la desvinculación de su país, y lo único que seguía vigente era la imposibilidad de volver. Sin embargo, hubo una luz. Marta conocía a muchas personas, había desarrollado buenos lazos y, en ese momento tan duro, descubrió que no estaba sola.

Dar y recibir ayuda
Su desempeño diplomático y su don de gentes no habían pasado inadvertidos. Mientras fue cónsul, Bilbao y Medellín se hermanaron, el lehendakari Ardanza viajó a Colombia y varias empresas de ambos márgenes del Atlántico llegaron a fructíferos acuerdos. «Siempre le agradezco a Dios que todo eso me ocurriera aquí y no en otra parte, porque la gente me tendió una mano. Los vascos fueron mi tabla de salvación, me permitieron trabajar para la Universidad y UNICEF hasta que pude salir adelante», evoca agradecida.

Junto a un socio de aquí, puso en marcha una residencia para personas mayores. Al mismo tiempo, fundó la Asociación Ahislama porque, como dice, «quería seguir trabajando para los míos», aunque por ‘suyos’ no sólo entiende a los colombianos. La entidad ha crecido y está abierta a todas las personas, más allá de su raza, religión o nacionalidad.

«He luchado toda la vida para que mi país no apareciera ante el mundo con ese esquema tan terrible de violencia», afirma, y su labor social es una prolongación de esa meta. No obstante, en los sueños, la línea es más difusa. Si su vida tiene tres partes, su corazón tiene muchas más: «Mi máxima aspiración es poder regresar sin miedo. Siempre lo fue, a pesar de que salí pensando que sólo me iría por un año y ya hayan pasado dieciocho».

13.4.07

"No necesito excusas"

La actriz conocida por su participación en ‘Los dos lados de la cama’ o ‘Días de fútbol’ se pasa al doblaje y presta su voz a Rita, la ratona de clase obrera de ‘Ratónpolis’. Una experiencia, asegura la hija de Antonio Gades y Marisol, que extrae a la niña que lleva dentro

Londres puede ser muchas cosas. Entre ellas, el escenario de una historia de ratones. La ciudad del Big Ben, el palacio de Buckingham, las cabinas de teléfono y los autobuses de dos pisos es mucho más versátil que un típico té a las cinco. Se deja explorar, tiene muchos recovecos y resulta el lugar idóneo para los creativos de DreamWorks, que han decidido ambientar en sus calles su más reciente película de animación: ‘Ratónpolis’.

Esta comedia, que sedujo al público en las salas y acaba de lanzarse en DVD el pasado 21 de marzo, cuenta la vida de Roddy, un ratón de la alta sociedad que se ve violentamente expulsado de su apartamento en Kensington cuando cae por el inodoro y es arrastrado al submundo de las callejuelas londinenses. Allí conoce a Rita: una ratona trabajadora y emprendedora que sobrevive en las alcantarillas. Vamos, su opuesto y en versión femenina.

Ella, la coprotagonista, lleva la voz de María Esteve. Sí. Aunque asociéis más su registro con ‘Los dos lados de la cama’, ‘Días de fútbol’ o ‘El juego de la verdad’, esta actriz se ha lanzado «sin pensarlo» cuando le propusieron doblar a Rita. Si algo tienen de asombrosos estos filmes de animación es que exigen a los actores meterse en papeles inusuales, fantásticos e impredecibles. Y siempre lo consiguen.

Tal vez si alguien les hubiera dicho: «Serás un ratón» o «harás la actuación musical de las babosas», Hugh Jackman, Kate Winslet, Ian McKellen, Jean Reno, Fele Martínez, Javier Gurruchaga y la propia María Esteve se habrían echado a reír. Pero no. Unos y otros (en inglés y en castellano) se han sumado con ganas al proyecto de animación y le han prestado sus voces a unos ratones británicos, a un sapo o, también, a ese coro de babosas que causó sensación entre el público. ¿Es acaso mayor desafío doblar a un personaje inverosímil que encarnar a uno de Shakespeare? Algo de eso habrá. Por alguna razón, ningún actor se resiste a intentarlo.

–Has trabajado en muchos filmes. ¿Qué ha tenido este de especial?
–La posibilidad de enfrentarme al doblaje de una película de animación.
–Dices ‘enfrentarte’… ¿Supuso un esfuerzo añadido el hecho de interpretar sólo con la voz la actuación de otros personajes? ¿O un aprendizaje?
–Creo que ambas cosas pero, desde luego, también una diversión. Desde ese punto de vista, me encantan las posibilidades que me ofrece mi trabajo.
–¿Es necesario apelar al niño interior para meterse en el guión de un filme infantil?
–Bueno… La verdad es que mi niña interior jamás me ha abandonado.
–Entonces tampoco habrás perdido tu capacidad de asombro. ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de ‘Ratónpolis’?
–Todo es sorprendente en esta película, aunque, sin lugar a dudas, lo que más me gustó de ella es que está dirigida a un público de niños y no por eso se les habla como a tontos.
–Son más despiertos que los adultos, fijo. ¿Consideras que las películas actuales tienen esto en cuenta e incluyen más guiños para los adultos?
–Sí. Los clásicos son una maravilla, pero hay que adaptarse a los tiempos que corren: los niños, hoy día, saben hasta latín. Al margen de esto, si los adultos que llevan a sus hijos a las salas también lo pasan bien, la proyección se convierte en un entretenimiento para toda la familia.
–¿Y tú qué sentiste al ver el filme por primera vez?
–Me divertí muchísimo y me alegré profundamente de haber tenido la posibilidad de participar en una película con el sello de DreamWorks, que es sinónimo de calidad.


Una heroína
–¿Vas con frecuencia al cine?
–Sí, y suelo ver todas las películas de animación.
–Pero no utilizarás a sobrinos o ahijados como excusa, ¿no?
–No, no tengo necesidad de utilizar ninguna excusa. Como te decía antes, quien realmente
siempre está dispuesta a acompañarme es la niña que llevo dentro.
–Vale, ¿y como actriz? ¿Qué te atrajo de este proyecto?
–El proyecto en sí me pareció fascinante y muy divertido. Tanto es así que, antes de pensarlo, hice una prueba de voz para poder participar en él.
–¿Y del personaje, qué te gustó?
–Que Rita sea una verdadera heroína. ¡Por fin un personaje femenino de animación infantil que nos demuestra que las chicas también son guerreras!
–Después de esta experiencia, ¿cuáles son tus planes profesionales?
–De momento, presido la Fundación Antonio Gades, cuya compañía estará de gira esta primavera con la obra del maestro en diferentes puntos del país. Y en septiembre estrenaré la coproducción inglesa ‘Four last songs’.

12.4.07

El brazo argelino del terror es salafista y persigue el caos

La unión de ambos grupos incrementa la violencia y amplía los objetivos de ataque a otros países.

El doble atentado que se perpetró ayer en Argel causó 24 muertos y más de 222 heridos. Fueron tres explosiones sanguinarias –una en la sede del Gobierno y otras dos en una comisaría de Bab Ezzuar– que disparan dos preguntas: quién ordenó la matanza y por qué. Tras el caos de las primeras horas, la respuesta llegó a la cadena de televisión Al-Yasira cuando, en una llamada telefónica, la Organización de Al-Qaida en los Países del Magreb Islámico asumió la autoría de los hechos.

Organización de Al-Qaida en el Magreb. Aunque el nombre es relativamente nuevo –se creó en noviembre del año pasado–, sus principios vienen de antes y sus miembros llevan tiempo sembrando el terror en Argelia. Se trata del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), una banda que nació hace diez años para de desestabilizar el régimen argelino y que ostenta la espeluznante cifra de cien mil asesinatos desde entonces. Su líder actual, Abdelmalek Drukdal –alias Abú Mussab–, es sucesor Hassan Hatab y seguidor del clérigo Abú Qutada, ahora preso en Reino Unido.

El atentado de los salafistas se produce en un momento ‘caliente’ de la política en Argelia. A un mes de los comicios para renovar la Cámara baja del Parlamento –llamada Asamblea Popular Nacional–, todos los partidos están en plena campaña: una coyuntura de tensión muy propicia para que los terroristas sacudan el sistema democrático y a la gente a pulso de bombas. Hasta ayer, el Gobierno procuraba que las elecciones del 17 de mayo se desarrollaran con normalidad. Ahora la prioridad es otra. Es luchar contra el terrorismo, pues el objetivo de paz y consenso se vino abajo en segundos.

Los estallidos provocaron indignación y sorpresa. Sobre todo en las autoridades del país –como el titular de Interior, Yazid Zerhuni–, que no esperaban ni contemplaban siquiera una sangría de tal magnitud. No obstante, había indicios. Muchos. Muy graves. Y muy recientes. El sábado pasado, los salafistas asesinaron a nueve militares en el curso de una emboscada. En febrero, los ahora llamados Al-Qaida en el Magreb cometieron siete atentados con coche bomba en Kabilia, sumando otros seis cadáveres a su ‘inventario’ del horror: una lista que incluye el homicidio de 40 militares argelinos en 2001, el secuestro de 32 ciudadanos europeos en 2003 y su vinculación al golpe de Estado de 2005 en Mauritania. También se les relaciona con los tres terroristas suicidas que conmocionaron Casablanca el pasado martes.

Una filial del miedo
Salafistas, ahora miembros de Al-Qaida. Noviembre de 2006 marcó algo más que un cambio de nombre. Desde esa fecha, el GSPC incrementó los atentados (y las cuentas corrientes, que se nutren con la ayuda de argelinos en Francia y Canadá), amplió sus objetivos y se transformó en una ‘filial’ de la organización de Bin Laden, dando cobijo y entrenamiento militar a todos los aprendices de terroristas magrebíes, tunecinos y marroquíes en particular.

Los directores de esta escuela del miedo anunciaban ya en enero que habían recibido órdenes del ‘número dos’ de Al-Qaida (Ayman al-Zawahiri) de atacar los intereses de Francia y Estados Unidos; dos países que, a su juicio, «se apropian de nuestros tesoros y controlan nuestros destinos». Los terroristas también advirtieron de que les vencerían «con ayuda de Dios». Pero el ministro de Interior restó importancia al asunto. La banda «quiere cometer acciones publicitarias», decía hace un mes. Ayer sólo se vio el bombardeo. Y la propagación del terror.

6.4.07

Ojos de Voyeur

La Fundación Joan Miró presenta una muestra colectiva de arte contemporáneo que explora el deseo de observar a los demás sin que lo noten


Algunas teorías señalan que una persona es realmente auténtica cuando se encuentra en soledad; cuando nadie observa sus gestos y no existe la necesidad de actuar. Aseguran que los actos más íntimos, aquellos que jamás se comparten, son los que definen los rasgos, el carácter y la personalidad. Si lo pensáis, tiene su lógica. ¿Cuántas cosas hacemos a diario en la seguridad del espacio privado? ¿Cuántas otras impostamos si alguien más aparece en escena? La curiosidad y la transgresión son dos sellos del ser humano y por eso resulta atractiva la idea del espionaje. Con esta premisa de base, la Fundación Joan Miró ha inaugurado una exposición colectiva que investiga las técnicas modernas y las tradicionales pero, además, explora el ‘deseo voyeur’; el placer de mirar sin ser visto.

Bajo el nombre ‘Pigmentos y píxels’, el Espai 13 de esta galería acoge una muestra conjunta de tres creadores franceses, todos ellos estudiantes de la escuela de arte contemporáneo Le Fresnoy, situada en Tourcoing, en la frontera con Bélgica. La intención, desde el punto de vista estético, es mostrar las relaciones entre el arte actual y el de antaño. Porque las hay, y muchas. Aunque la informática gane terreno en la producción artística, la evolución no significa ruptura. Como explican las comisarias del ciclo, «para los jóvenes creadores, la pintura y el dibujo son prácticas familiares, además de adecuados medios de investigación. En lo que respecta a la Historia del arte, lejos de desentenderse de las técnicas, a menudo encuentran en ellas su inspiración y renuevan los temas tradicionales con los medios actuales».

Desde un agujero
Medios como la fotografía y el vídeo –muy presentes en la era digital– tocan aspectos centenarios, como las inquietudes humanas más llanas. Entre ellas, el impulso de mirar. Antonia Fritche, por ejemplo, presenta su obra ‘Wash room’. Se trata de un montaje audiovisual que muestra a una mujer desnuda en la intimidad del lavabo; una mujer cuya silueta sólo se hace visible cuando el agua entra en contacto con su cuerpo. Si la idea en sí ya es sugerente, se potencia más aún con el hecho de que, para ver el vídeo, el público debe asomarse a un agujero en la pared. En el filo de lo privado y el límite de lo prohibido, el espectador se convierte
en voyeur.

Pero esta creadora francesa (Figeac, 1975), que ha vivido a caballo entre su país natal y México y
que también trabajó en el rodaje de ‘Amores perros’, no está sola en esta muestra. Sébastien Calliat y Cyprien Quairiat comparten con ella el espacio. El primero (Grenoble, 1979) exhibe un cortometraje inspirado en la obra de Edvard Munich. ‘Histoire sans gravité’ está ambientado en el futuro, en el año 2010 y en París. Allí, una niña enferma mira desde su ventana un paisaje que va cambiando según las fluctuaciones en la bolsa de la compañía propietaria del piso. Cuando las acciones suben, el piso también, y la vista alcanza la Place de la Concorde. Cuando bajan, apenas se ve el Arco de la Défense.

Lo interesante es observar lo que sucede en la habitación cuando el mercado está estable. En ese caso, «el espectador tiene acceso a la intimidad de la relación entre la niña y su madre, como un convidado de piedra, testimonio pasivo del desenlace de la historia», apuntan en la Fundación. No obstante, hay algo más inquietante que ser uno quien mira a hurtadillas. ¿O cómo definiríais vosotros al hecho de ser espiados mientras estáis fisgoneando? Esta doble relación es la que plantea Cyprien Quairiat (Tourcoing, 1980) en su ‘Salle d’Attente’, o sala de espera.

«Cuando la gente se enfrenta al aburrimiento, busca el modo de evitar esa situación y, a menudo,
se dedica a observar a los demás sin que ellos se den cuenta. Así, el visitante se transforma en voyeur, pero también se asemeja a un modelo que posa, a la manera del retrato más tradicional», comentan los organizadores de la muestra. El observador es también observado, aunque es probable que no lo sepa. De esta manera, en la instalación de Quairiat, el público, sin notarlo, forma parte de la obra y, «antes de abandonar la sala, quedará en cierto modo vinculado a la pieza», dicen en la galería. Y, para aumentar la tentación, agregan que «esta obra cuestiona la relación entre quien espera, los espectadores, sus imágenes y la instalación misma, el espacio donde todos coinciden y donde puede haber sorpresas».

Las reglas del juego no tienen fronteras

El ex portero del Athletic Andoni Zubizarreta dirige un curso de árbitros para inmigrantes


Para ver lo mejor del fútbol no hace falta ir a un estadio. Las grandes ligas fabrican muchos pases magistrales, pero hay otras jugadas brillantes que no muestra la televisión. En un tiempo en el que la violencia deportiva preocupa mucho en la UEFA, los proyectos que rescatan el espíritu y los valores del fútbol son un soplo de aire fresco, aunque no aparezcan en fotografías ni se les haga publicidad. Reunidos en Bilbao, Andoni Zubizarreta y Napo Tatikpe Gnogmire relatan el suyo: una experiencia novedosa y única que ha convertido al ‘deporte estrella’ en un ejemplo de convivencia y una herramienta de integración social.

Jugador activo hasta 1998, guardameta del Athletic, el Barça y la selección española, Andoni Zubizarreta es uno de los deportistas más conocidos del país. Quizá por eso no necesita presentaciones. Cualquier seguidor del fútbol podrá citar la trayectoria de este alavés sin tener que recurrir a los apuntes, y probablemente hasta recuerde los cuatro mundiales que disputó. Sin embargo, muy pocos saben que ha ideado y puesto en práctica un curso de árbitros dirigido a inmigrantes y personas en riesgo de exclusión social. «El fútbol está muy acostumbrado a pedir, tanto a los jugadores como a los socios, pero yo siempre pensé que tiene mucho para dar. Así fue como nació el proyecto, cuando nos preguntamos qué podíamos hacer para convertirlo en un medio y no en un fin», explica.

Su relato es en plural, pues «ha sido un trabajo en equipo». Desde la Federación Vizcaína de Fútbol, el Ayuntamiento de Bilbao y el Gobierno vasco hasta la BBK, numerosas ONG y el propio Zubizarreta, que no ha dudado en ponerse la camiseta de docente para enseñar a sus alumnos. «En lo personal, los encuentros cara a cara me han ayudado a tomar conciencia de una realidad social. En la calle, los extranjeros podrán ser más o menos visibles, pero en la clase los ves, los tienes ahí y es físico. No es algo que te cuenten ni tampoco es estadística. Allí es donde percibes la riqueza y la variedad de nuestra sociedad», opina el ex futbolista.

Importan las cualidades
El curso cuenta ya con dos ediciones realizadas, ambas en 2006, y ha conseguido reunir a 44 estudiantes en total. Además de algunos vascos, se han inscrito personas de Holanda, Colombia, Brasil, Senegal, Ghana, Marruecos, Argelia, Guinea Ecuatorial y Togo, el país de Napo Tatikpe Gnogmire. A sus 42 años, él es uno de los primeros graduados y, en lo que va de temporada, ha arbitrado más de treinta partidos. «Cuando empecé, la gente se sorprendía. Me miraban y decían: ‘¡Es negro!’. Pero cuando te ven actuar y tomar decisiones, eso se termina. Dejas de ser un inmigrante o ‘un hombre de color’ para ser el árbitro y punto», relata.

«Es lo bueno que tiene el deporte», agrega Zubizarreta. «Entiende como normales cosas que, a nivel social, cuestan un poco más. Cuando se juega un partido, lo que importa son las cualidades, no la raza o el color. En ese sentido, quise enfocar el fútbol como un campo de oportunidades; un ámbito diferente de trabajo en el que haya respeto y los extranjeros tengan más cancha», dice. Entre los jugadores de la liga española existen ejemplos de sobra, pero, ¿ocurre lo mismo con los árbitros? El ex guardameta tiene claro que no. «Y ahí está el valor añadido, porque un árbitro es quien imparte justicia, no quien la vulnera. Muchas veces, en la sociedad, ligamos la inmigración con esto último. En el fútbol, no. Creo que eso es formativo para todos».

Napo Tatikpe escucha y asiente. «Para mí, ésta ha sido una gran oportunidad. He conocido caras nuevas y, además, muchos me han conocido a mí. A veces vienen a saludarme personas que me recuerdan de algún partido y que yo al principio no ubico –confiesa entre risas–. La sociedad me trata muy bien. Eres el juez, tienes que tomar decisiones en cuestión de segundos y no siempre podrás satisfacer a todos, pero también hay mucho reconocimiento, sobre todo después del encuentro, cuando te agradecen un buen arbitraje».

Su razonamiento –y su castellano– es muy claro. Aunque el idioma de Napo sea el francés y lleve menos de un lustro viviendo en Euskadi, ha conseguido sortear sin problemas las barreras del lenguaje. «Cuando llegas a un lugar, necesitas comunicarte y esa misma necesidad te da fuerzas para intentarlo una y otra vez hasta que lo logras. Creo –relata– que tardé cuatro meses en hablar español».

Claro que hablar es una cosa y escribir, otra muy distinta. Bien lo saben los 44 alumnos del curso, pues sólo nueve superaron el examen final y lograron colegiarse. ¿La razón? Que la gran mayoría no tenía un dominio escrito del idioma. «El trabajo de un árbitro no se limita a correr por el campo 90 minutos –subraya Zubizarreta–. Al término del partido, hay que escribir un acta que deje constancia de lo que ocurrió durante el juego».

Reflejo social
Con estas reglas, el modelo de fútbol que propone el proyecto tiene beneficios diversos. El primero, «la normalización» de una realidad social. Los inmigrantes acceden a un trabajo respetable y «respetado», conocen a la personas de aquí, recorren la provincia cuando van a los encuentros deportivos, practican ejercicio y aprenden el idioma, algo que «requiere esfuerzo», pero que se ve recompensado. «Siento que todo es más normal. Los sábados estoy en contacto con el fútbol, que me gusta, y con la gente. He conocido casi todos los pueblos de Vizcaya y estoy muy a gusto», explica Napo Tatikpe.

Pero hay más cosas para reseñar, porque el curso también satisface una necesidad vizcaína. «Faltan árbitros en la provincia. Antes del proyecto, habían 180 en activo, y la verdad es que no daban abasto para atender todos los partidos –desvela Zubizarreta–. No es que nosotros hayamos creado esta carencia; la demanda ya existía». ¿Y desde el punto de vista social? Lo mismo. «La diversidad en el fútbol no es más que el reflejo de una sociedad que va cambiando. En las categorías inferiores del Athletic ya hay chavales extranjeros; niños que, dentro de diez o quince años, también serán titulares. Si lo piensa, es lógico. Es parte de la realidad».