3.1.11

"Soy ambiciosa: me identifico con Bilbao y su perfeccionismo"

Desde que llegó a la villa, hace 16 años, esta emprendedora brasileña se dedica al mundo de la imagen y la promoción empresarial

Ha vivido casi tanto tiempo en Bilbao como en la isla de San Luis, al nordeste de Brasil. Aunque nació en un lugar idílico, tanto por el clima como por su arquitectura colonial, Favia Silva tuvo claro muy pronto que su sitio no estaba allí, pues su meta era estudiar fuera. «Empecé a trabajar con catorce años de edad y ya entonces veía que la gente no luchaba por su futuro», señala. Por esa razón, cuando la cadena de televisión donde trabajaba se ofreció a pagarle la carrera de Periodismo, ella dijo que no. «Es que no me veía allí toda la vida -subraya-. Quería más». Y ese 'más' se transformó en un viaje de estudios cuando cumplió los 18 años. «Mi ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y tiene un fondo cultural muy importante, pero no es como Europa. Cuando vienes aquí, tienes la oportunidad de aprender la Historia de otro modo porque vives el aprendizaje, lo palpas, lo ves. No te quedas solamente con las páginas de un libro -explica en un perfecto castellano-. Siempre he pensado que la barrera socioeconómica y geográfica impide que la gente valore el Viejo Continente porque no sabe si algún día tendrá la oportunidad de verlo».

Impulso de superación
Favia estudió Interiorismo y viajó a Italia para hacer un curso en Merchandising Visual. Comenzó su actividad en el sector de la decoración pero, fiel a su carácter, pronto se fijó nuevos objetivos. «Me gustan los desafíos -dice-. Cuando decoraba, siempre intentaba conseguir resultados de lujo con bajo presupuesto». Y, con ese lema como bandera, se lanzó al mundo empresarial.

Afincada en Bilbao desde hace dieciséis años, Favia se dedica a la creación y la gestión de marcas y empresas. «No es sólo hacer un plan de negocios, sino pensar, idear, analizar a fondo el mercado y la situación. Es muy fácil darle vida a un comercio cuando cuentas con dinero y una buena ubicación. Lo difícil es hacerlo en un sitio poco transitado y con escasos recursos económicos. El secreto -continúa- está en la innovación. Por suerte, tengo el don de generar ideas y nunca dudo de lo que hago. Si la mayor parte de la gente es muy cómoda, a mí me gusta ir en busca de lo imposible».

Una charla con ella alcanza para comprender que la planificación es una parte muy importante de su vida. No obstante, Euskadi no estaba previsto en aquel viaje inicial. La capital vizcaína se cruzó en su camino, un poco por amor y otro tanto por azar.

«Antes de marchar a Italia, conocí a un chico vasco en Brasil, que había ido allí de vacaciones -relata-. Cuando hice el viaje de estudios, aproveché para recorrer el País Vasco. Estuve aquí durante un mes y me encantó». Tras pasar aquí sus vacaciones, Favia regresó a San Luis... pero no fue sola. «Vivimos juntos allí casi un año, hasta que decidimos establecernos en Bilbao. Para él, eso significaba estar cerca de su familia.Y para mí, la ciudad era perfecta porque combinaba estupendamente las cualidades de una gran urbe con la comodidad de tenerlo todo a mano».

Lejos de matizarse, su admiración por el lugar se ha intensificado con los años. «Me gusta que la ciudad crezca y se piense en grande, que no le baste con tener un museo o un metro, sino que se esfuerce para que sean los mejores del mundo. Esa pujanza y esa apuesta por la calidad provoca que los ciudadanos también queramos superarnos. Al menos yo, que soy ambiciosa, me identifico mucho con Bilbao y su perfeccionismo», confiesa Favia. «Además, me parece estupendo que los vascos tengan tradiciones tan arraigadas, que las promuevan y que las cuiden. Con frecuencia viajo al extranjero por trabajo y siempre acabo diciendo lo mismo: 'qué bien se vive en Bilbao, qué bien se come, cómo echo de menos la montaña y el mar».

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