21.12.09

"Da igual que los niños jueguen en misa; hay buena megafonía"

El sacerdote moldavo Petru David avanza cómo será la celebración de la Navidad en la antigua iglesia de Derio, donde se reúnen los ortodoxos

San Cristóbal, la primitiva iglesia de Derio, tiene más de 700 años. Fue edificada por los labradores de Vizcaya y, actualmente, forma parte del patrimonio histórico del municipio. Pero no es un monumento inerte. Al contrario: su interior está lleno de actividad y de vida. Desde hace unos pocos años, el templo es un lugar de oración y de encuentro para cientos de feligreses ortodoxos -rumanos, rusos, griegos y moldavos- que se congregan allí cada semana para celebrar el culto religioso y practicar su fe.

La entrevista con Petru David, el sacerdote de la comunidad, tiene lugar en la iglesia tras la celebración de una misa ordinaria a la que han asistido decenas de fieles. «Hoy es sábado y hay poca gente. Los domingos suelen venir más personas», indica el joven religioso. Cada domingo se reúnen allí unos 150 creyentes, y la cifra se dispara a 1.500 en las fechas especiales, como San Nicolás (que fue el 6 de diciembre) o Nochebuena, la celebración que se aproxima.

Pero a él los números le dicen poco. Lo más importante, dice, es «ver a la gente que vive su fe». El compromiso y la constancia de los fieles ha sido, de hecho, la pieza fundamental para consolidar la Iglesia Ortodoxa en Vizcaya. «Yo vine a España como sacerdote, enviado por el patriarca Joseph Pope y a petición de la comunidad rumana, hace casi cinco años. Al principio, me radiqué en Santander y durante un buen tiempo, oficié la misa allí y en el País Vasco. Iba y venía en autobús, un domingo en cada sitio, y aquello era bastante complicado porque no podía dedicarme totalmente a ninguna de las dos congregaciones. Además, mi señora estaba embarazada y la frecuencia de los viajes requería mucho sacrificio».

Una de las muchas diferencias que hay con la Iglesia Católica -de la que se separó hace casi mil años- es que los sacerdotes ortodoxos pueden estar casados y formar una familia. «Es bastante razonable que así sea porque, ¿cómo puede uno aconsejar a una pareja o hablar sobre la vida en familia si no sabe lo que es levantarse a las cuatro para ir a la farmacia a buscar un medicamento para los niños?», pregunta Petru mirando a su hijo mayor, que juega junto al altar.

Mantener la tradición
«Es importante que vengan los niños al templo. De ese modo se transmite la religión y la cultura», explica el sacerdote. «Y no importa que jueguen durante la misa... hemos instalado un buen sistema de megafonía», agrega sonriendo. También han colocado varias reproducciones de pinturas bizantinas entre las que puede verse la imagen de San Nicolás, aunque, eso sí, «todas están sujetas a estructuras desmontables, ya que no podemos hacer obras dentro de la iglesia», puntualiza.

A propósito de San Nicolás y los niños, Petru explica que en países como Rumanía -de donde son oriundos la mayor parte de sus feligreses- la celebración de la Navidad comienza el 6 de diciembre, cuando los pequeños reciben los regalos. «A partir de ese momento, el ambiente se vuelve especial. Los villancicos tienen un papel protagonista y las personas se reúnen en las casas para cantar. Diciembre es un mes muy importante y lo vivimos con gran regocijo y alegría. La misa de Nochebuena es diferente; es más larga, se canta más y se celebra por la noche, a partir de las 23 horas. Aquí en Derio lo haremos antes, a las seis de la tarde, porque muchos dependen del autobús». Han adaptado el culto a la realidad de los feligreses. «Intentamos mantener las costumbres, aunque a veces es difícil», apunta la esposa de Petru, que lo acompaña durante la charla. «Nunca imaginé que fuera a emigrar. Pero estar casada con un sacerdote es también una misión».


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