25.10.04

Abrazado a la vida

Ali Abbas, el niño iraquí mutilado por un misil en Bagdad, visita Bilbao para reivindicar que las guerras «son malas y no arreglan nada»

Faltó poco para que Ali y Ahmed se quedaran sin contar su historia. Apenas un centímetro marcó la distancia entre la vida y la muerte e hizo, para ellos, la diferencia entre ser personas con futuro o dos números más en la lista de víctimas civiles en Irak. Como cualquier niño, tienen nombre, y esperanza, y sueños. Pero, como tantos otros iraquíes de su edad, cargan con el dolor de la pérdida a cuestas. A Ali, por ejemplo, los adultos no le gustan. Por una razón: «Matan». Con trece y dieciséis años, ambos son el vivo testimonio de la guerra. Cuentan una historia de violencia y destrucción. Cuentan muertos.

Bagdad, marzo de 2003: un misil estadounidense hace impacto en la casa de Ali Abbas, le arranca de cuajo sus brazos y, también, el abrazo de sus padres, que mueren en el acto al igual que su hermano y siete familiares más. Con sólo doce años, Ali se queda huérfano, abrasado y mutilado. Su fotografía recorre los periódicos de todo el mundo y él se transforma en el símbolo de una guerra.

Bilbao, octubre de 2004: un Ali recuperado visita la capital vizcaína para recordar la tragedia de los conflictos armados. Y dejar constancia de su voz en el disco ‘Athletic Bihotzez’, a instancias del músico Kepa Junkera. En estos últimos meses de tratamiento médico en Londres ha cambiado los misiles de guerra por misivas de paz, y colabora con una fundación que lleva su nombre, destinada a recaudar dinero para ayudar a otras víctimas como él. Ahora tiene brazos nuevos. Y ha vuelto a sonreír. Aunque, en ocasiones, exploten minas en su pensamiento. «La situación en mi país está empeorando. Todavía hay muchas bombas».

La Fundación Ali ha sido creada por iniciativa de la Limbless Association, que hizo posible su recuperación brindándole, además, las prótesis ortopédicas para sus extremidades superiores. Ayer, su presidente, Zafar Khan, se presentó en Bilbao con los chavales, invitados por Médicos del Mundo. «Ali y Ahmed son el ejemplo de miles y miles de niños afectados por la guerra en Irak», explicó Khan, cuyo objetivo es poner en marcha once centros de asistencia «para las 65.000 víctimas que han perdido alguna de sus extremidades. Necesitamos unos tres millones de euros por cada centro», calculó.

Ajeno a los números, pero no a la causa, Ali Abbas se mostró feliz de su situación actual. Explicó que lo más difícil de este período ha sido aprender a usar las prótesis, aunque ahora puede «escribir en la escuela» y comer por sí mismo. «Las guerras son malas y no arreglan nada –sentenció–. En Bagdad hay demasiadas bombas».

No hay comentarios: