23.10.04

Por dónde van los tiros

El muestrario de ropa, accesorios y armas para salir al coto destaca por su carácter renovador, ingenio, diversidad y originalidad

Cuentan las historias de nobles caballeros que la felicidad de los finales siempre se celebra comiendo una perdiz. Lo que no dicen, sin embargo, es que, para degustar ese manjar, primero hay que cazarlo. Quizás nunca se haya escrito ese capítulo especial por falta de tiempo, pues el ejercicio de la caza requiere soportar una espera atenta y prolongada, madrugones, paciencia y frío. No cualquiera tiene ese aplomo, ni es lo mismo contar historias que horas, antes de poder alzar el arma y disparar.

Comienza el tiempo del acecho y es ahora, en este instante, cuando presas y empresas lucen su mejor pelaje. Unas desempolvan el traje de antaño, el que les ha sido dado en el reparto genético, un vestido tan natural como preciado. Otras, en cambio, se renuevan. Y lo hacen desde la ropa hasta los accesorios pasando, por supuesto, por las armas. Así, los cazadores compran y llevan nuevos diseños que, en esta estación, alcanzan su principal objetivo: hacer impacto.

Las fábricas de escopetas, importadoras de rifles y tiendas que venden indumentaria de caza presentan un amplio abanico de opciones a la hora de elegir. Renovados dibujos y características se suman a sofisticados complementos que facilitan la precisión, y que, en algunos casos, provienen de otros ámbitos, como el bélico.

El Holosight es un visor que utilizan los pilotos de aviones y, por ello, es un ejemplo de esta ‘adopción tecnológica’. Posee un sistema de alta velocidad y basta una referencia para marcar el
objetivo. Pero éste no es el único accesorio que hace la vida y la muerte más sencillas en los cotos de caza. El telémetro Trophy Bushnell, de origen americano, es un instrumento capaz de medir las posiciones exactas en un radio de hasta ochocientos metros. Nacido para el uso militar, ha entrado en el mercado civil con gran aceptación y éxito. Al igual que los prismáticos, tiene seis aumentos y funciona como si fuese un escáner. Su sistema óptico y sus lecturas automáticas son bienvenidos a la hora de hacer tiros que requieren mucha precisión y larga distancia.

A esta evolución de los instrumentos se le suma la innovación textil: las nuevas tendencias para la actividad cinegética también pasan por el buen vestir. Las prendas de Beretta, de diseño y fabricación italianos, marcan la moda en los cotos presentándose, incluso, en completas colecciones de otoño-invierno y primavera-verano.

¿Y qué tejidos se llevan? Básicamente, sintéticos especialmente adaptados para esta actividad, «aunque la ropa variará de acuerdo a los gustos y necesidades del público de la zona y de cada cazador», explican en la empresa. Texturas de teflón, polartec y gore-tex componen la oferta de esta casa que busca mostrar, en variadas colecciones y catálogos, por dónde van los tiros.

Ligero y eficaz

El diseño armamentístico no se queda atrás en las lides del perfeccionamiento. La apuesta actual de las fábricas aprieta el gatillo al pelo, y al peso: cuanto más liviana sea el arma, mejor. El rifle Styler Ultralight está pensado para utilizarse en la alta montaña. Pesa 2,7 kilogramos y se puede conseguir en tres calibres: 222, 7-08 y 308. La culata de nogal mantiene el clasicismo, mientras el cañón acanalado apunta maneras de vanguardia: sus grietas aligeran el peso y disipan el calor. Más liviano aún es el Remington de titanio, que distribuye sus 2,2 kilogramos entre un caño de acero inoxidable y una culata de kevlar.

Su llave de seguridad para prevenir accidentes es un detalle más entre tantos otros, como el cerrojo estriado, que reduce su peso y hace las caminatas de montaña más llevaderas. Sin embargo, con el disparo de las nuevas tendencias también detona la moda retro que se ve, por ejemplo, en los grabados a mano que portan algunos rifles más caros.

Aunque se forjen en fábricas, las armas conservan ese toque de artesano, y esto queda en evidencia al recorrer los dos mil metros cuadrados de Lanber, en la localidad vizcaína de Zaldibar. Allí, máquina y hombre conviven para crear dos tipos de escopetas –semiautomática y superpuesta– cuya producción anual asciende a las diez mil piezas. Una de las estrellas de esta fábrica posee un diseño especial para cazar becadas. Su cañón es más corto que los demás –mide 60 centímetros–, y el de abajo va rayado. Los perdigones se dispersan antes y abarcan un área mayor.

Lanber utiliza culatas de nogal para todas las escopetas, desde las más tradicionales hasta las semiautomáticas, que según los propietarios, «están en boga y superan en venta a las superpuestas porque son sencillas y cubren las necesidades de cualquier cazador». De eso, precisamente, se trata la innovación. La idea es captar a todo el público posible contemplando sus requerimientos y ajustándose a él en los diseños, tanto de las armas como de las municiones. La Hunter Light 2077 es una escopetilla de caza que le gusta mucho a la gente mayor, a los jóvenes y a las mujeres. De apenas 2,8 kilogramos, es maniobrable y simple de usar. Y en el dominio de las municiones para rifles, la tendencia es parecida, pues se intenta crear proyectiles más ‘amables’ de cara a estos tiempos en los que el público se diversifica. Las Managed Recoil Remington son municiones especialmente recomendadas para estos mismos sectores porque tienen la mitad de retroceso que las tradicionales. Estas balas se expanden más, consiguen el mismo efecto de calidad que las comunes y no dañan al cazador con el impacto. Lo dicho: mitad de retroceso, doble de avance.

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