Las Palmas acoge desde mañana la XI edición del Canariasmediafest, un festival de vídeo y creaciones multimedia capaz de congregar a más de cien artistas digitales de todas partes del mundo, y de rechazar a otros trescientos. Entre los participantes, que compiten en diferentes categorías, sólo hay uno que representa al País Vasco en el evento más antiguo de España que se ocupa de la temática multimedia. Veintiséis años de vida, una Facultad de Bellas Artes y muchas mañanas de trabajo como diseñador son los ingredientes que componen un cóctel «fuerte» de expresión comprometida.
Su nombre: Raúl Berrueco. La obra: ‘Los días felices’. El objetivo: cuestionar con dureza y sarcasmo las «imposiciones imperialistas» y «el bombardeo» de la publicidad. «También hay una crítica encubierta a George Bush, el ‘shitman’, la cabeza del imperio», dice. La tecnología digital,
que se basa en ceros y unos, no abarca papel, ni lienzo ni óleo. Y, en el caso de esta obra, tampoco comulga con las medias tintas. Puedes localizar su trabajo en www.tt.entter.com y en www.losdiasfelices.com.
que se basa en ceros y unos, no abarca papel, ni lienzo ni óleo. Y, en el caso de esta obra, tampoco comulga con las medias tintas. Puedes localizar su trabajo en www.tt.entter.com y en www.losdiasfelices.com.
–¿Cómo te iniciaste en el arte digital?
–El diseño gráfico fue mi primer contacto con los ordenadores y con el ‘software’ de creación, aunque mi interés nació cuando empecé a estudiar Bellas Artes.
–¿Cuál es la diferencia entre arte y diseño?
–Mientras el diseño de una página ‘web’ tiene una finalidad, el arte no tiene una función concreta. Y así como es difícil definir el arte, también es difícil para establecer los límites del net-art. Una galería de cuadros virtual, por ejemplo, no lo es.
–¿Y qué es entonces?
–Es una expresión artística que necesita de Internet para poder existir. La Red es un elemento intrínseco del net-art.
–Muchas veces se ve a Internet como el terreno de los plagios. ¿No te preocupa eso cuando
‘cuelgas’ allí tu obra?
–No, en absoluto. Si alguien descargara mi trabajo en su disco duro, éste dejaría de ser lo que es, porque hay elementos que no se verían. Hay muchos componentes que no van a funcionar si no estás conectado.
–¿Se rompe con el concepto de que las obras son piezas únicas y están para ser vistas en el museo?
–Sí, tenemos una filosofía diferente. Nuestra concepción de la distribución, el museo y el derecho de autor es distinta. Eso es muy interesante, porque te permite desempeñar un montón de roles. No necesitas de nadie para que tu obra se conozca.
–¿Qué papel juega el espectador en este tipo de trabajos?
–Eso depende del creador y del nivel de participación que quiera darle a las personas. Puede hacer algo que requiera mucha participación de quien lo está viendo, o no. También puede plantear una falsa interactividad.
–¿Falsa?
–El que tú puedas dar dos ‘clicks’ no significa que sea interactivo, pues sólo estás cambiando cuatro opciones y poco más. Sin embargo, es cierto que ofrecemos más participación que en otro tipo de cosas, en las que apenas puedes ver lo que hay y ya está.
–¿Hay otras diferencias con el arte tradicional?
–Sí. La ventaja es que tú solo puedes mover tu trabajo y darlo a conocer en todas partes. Cualquiera puede verlo totalmente gratis desde su casa, sólo se necesita una conexión a Internet. La desventaja es que es más fácil vender un cuadro o un objeto que instalaciones y ‘performances’.
–El diseño gráfico fue mi primer contacto con los ordenadores y con el ‘software’ de creación, aunque mi interés nació cuando empecé a estudiar Bellas Artes.
–¿Cuál es la diferencia entre arte y diseño?
–Mientras el diseño de una página ‘web’ tiene una finalidad, el arte no tiene una función concreta. Y así como es difícil definir el arte, también es difícil para establecer los límites del net-art. Una galería de cuadros virtual, por ejemplo, no lo es.
–¿Y qué es entonces?
–Es una expresión artística que necesita de Internet para poder existir. La Red es un elemento intrínseco del net-art.
–Muchas veces se ve a Internet como el terreno de los plagios. ¿No te preocupa eso cuando
‘cuelgas’ allí tu obra?
–No, en absoluto. Si alguien descargara mi trabajo en su disco duro, éste dejaría de ser lo que es, porque hay elementos que no se verían. Hay muchos componentes que no van a funcionar si no estás conectado.
–¿Se rompe con el concepto de que las obras son piezas únicas y están para ser vistas en el museo?
–Sí, tenemos una filosofía diferente. Nuestra concepción de la distribución, el museo y el derecho de autor es distinta. Eso es muy interesante, porque te permite desempeñar un montón de roles. No necesitas de nadie para que tu obra se conozca.
–¿Qué papel juega el espectador en este tipo de trabajos?
–Eso depende del creador y del nivel de participación que quiera darle a las personas. Puede hacer algo que requiera mucha participación de quien lo está viendo, o no. También puede plantear una falsa interactividad.
–¿Falsa?
–El que tú puedas dar dos ‘clicks’ no significa que sea interactivo, pues sólo estás cambiando cuatro opciones y poco más. Sin embargo, es cierto que ofrecemos más participación que en otro tipo de cosas, en las que apenas puedes ver lo que hay y ya está.
–¿Hay otras diferencias con el arte tradicional?
–Sí. La ventaja es que tú solo puedes mover tu trabajo y darlo a conocer en todas partes. Cualquiera puede verlo totalmente gratis desde su casa, sólo se necesita una conexión a Internet. La desventaja es que es más fácil vender un cuadro o un objeto que instalaciones y ‘performances’.
Poca aceptación
–Alguien podría decir que con un PC cualquiera ya es artista. ¿Te han cuestionado el valor de lo que haces?
–Sí, incluso mis amigos me preguntan por qué no pinto más en vez de hacer ‘estas cosas’. Sin embargo, yo creo que poco a poco la gente irá aceptando que éste es un medio más de comunicación. En el fondo, es igual de jodido buscarse la vida tanto si eres pintor como si eres artista digital.
–¿Es difícil vender tu trabajo?
–Bastante. La salida para el net-artista consiste en impartir conferencias, que te den becas a proyectos o ganar algún premio en un festival. También puede pasar que una entidad te compre lo que hayas hecho, pero eso no es muy común.
–Tus obras son reproducibles. Dos mil personas podrían tenerlas y todas las copias serían igual de originales.
–Es verdad, pero volvemos a lo mismo: esto necesita de Internet, no es algo para tener encerrado en un museo. Y si alguien lo ‘capturara’, perdería su esencia.
–Eres el único representante del País Vasco en el Canariasmediafest. ¿Cómo te sientes?
–Muy bien. Me alegra que esta actividad sea reconocida y apreciada. Es bueno poder mostrar mi trabajo porque, generalmente, las cosas que hago termino enseñándolas fuera de la península.
–¿Qué buscas transmitir con ‘Los días felices’?
–Una reflexión sobre la felicidad y un análisis sarcástico de lo que me rodea. Mira esta imagen: parece la sonrisa de una mujer, ¿verdad? Pues, no es lo que aparenta. En realidad, la foto pertenece a un anuncio callejero donde el gesto era de desesperación. Me gusta jugar con el doble sentido.
–La mayor parte de la obra está en inglés. ¿Por qué elegiste ese idioma?
–Porque es la manera de llegar a la gente. La mayoría de las visitas que recibe mi página son de fuera de España.
–Pero, ¿no es una contradicción crear algo pensando en el público cuando se supone que el arte no tiene una finalidad?
–Yo quería criticar algunas actitudes y sucesos de las sociedades occidentales, sobre todo el capitalismo puro y duro. Me tenía que hacer entender.
–Alguien podría decir que con un PC cualquiera ya es artista. ¿Te han cuestionado el valor de lo que haces?
–Sí, incluso mis amigos me preguntan por qué no pinto más en vez de hacer ‘estas cosas’. Sin embargo, yo creo que poco a poco la gente irá aceptando que éste es un medio más de comunicación. En el fondo, es igual de jodido buscarse la vida tanto si eres pintor como si eres artista digital.
–¿Es difícil vender tu trabajo?
–Bastante. La salida para el net-artista consiste en impartir conferencias, que te den becas a proyectos o ganar algún premio en un festival. También puede pasar que una entidad te compre lo que hayas hecho, pero eso no es muy común.
–Tus obras son reproducibles. Dos mil personas podrían tenerlas y todas las copias serían igual de originales.
–Es verdad, pero volvemos a lo mismo: esto necesita de Internet, no es algo para tener encerrado en un museo. Y si alguien lo ‘capturara’, perdería su esencia.
–Eres el único representante del País Vasco en el Canariasmediafest. ¿Cómo te sientes?
–Muy bien. Me alegra que esta actividad sea reconocida y apreciada. Es bueno poder mostrar mi trabajo porque, generalmente, las cosas que hago termino enseñándolas fuera de la península.
–¿Qué buscas transmitir con ‘Los días felices’?
–Una reflexión sobre la felicidad y un análisis sarcástico de lo que me rodea. Mira esta imagen: parece la sonrisa de una mujer, ¿verdad? Pues, no es lo que aparenta. En realidad, la foto pertenece a un anuncio callejero donde el gesto era de desesperación. Me gusta jugar con el doble sentido.
–La mayor parte de la obra está en inglés. ¿Por qué elegiste ese idioma?
–Porque es la manera de llegar a la gente. La mayoría de las visitas que recibe mi página son de fuera de España.
–Pero, ¿no es una contradicción crear algo pensando en el público cuando se supone que el arte no tiene una finalidad?
–Yo quería criticar algunas actitudes y sucesos de las sociedades occidentales, sobre todo el capitalismo puro y duro. Me tenía que hacer entender.
La felicidad
–¿Qué criticas con más fuerza?
–La idea de la felicidad porque sí y a toda costa. Estamos totalmente bombardeados por imágenes y sonidos que nos venden felicidad con gente sonriente y rostros alegres. Eso no puede ser con la gran cantidad de problemas que existen.
–Plasmas de muchas maneras ese contraste en tu trabajo.
–Sí, y me meto bastante con Estados Unidos, pero no porque esté de moda, sino porque me molestan los imperios y las imposiciones. Por eso el inglés era importante. Quería meterme dentro de una cultura y usar su idioma para que se entendiera en ella lo que digo. El mejor ejemplo de eso es la página del ‘shitman’ (hombre-mierda).
–¿Qué simboliza?
–A George Bush. Es una crítica encubierta. Fíjate en esta página: aquí hay un lugar para que escribas una consulta y, debajo, hay otro sitio donde aparecen las respuestas. El asunto es que esas respuestas son las frases típicas de Bush; frases muy conocidas por los norteamericanos. La analogía sería aquello de ‘España va bien’. Las oraciones que aparecen son ideas inconexas, sin ningún sentido, tonterías como la copa de un pino. No puede ser que este hombre sea la cabeza del imperio; es ridículo.
–¿Tu trabajo es comprometido?
–Sí, tiene cosas bastante fuertes.
–¿Qué criticas con más fuerza?
–La idea de la felicidad porque sí y a toda costa. Estamos totalmente bombardeados por imágenes y sonidos que nos venden felicidad con gente sonriente y rostros alegres. Eso no puede ser con la gran cantidad de problemas que existen.
–Plasmas de muchas maneras ese contraste en tu trabajo.
–Sí, y me meto bastante con Estados Unidos, pero no porque esté de moda, sino porque me molestan los imperios y las imposiciones. Por eso el inglés era importante. Quería meterme dentro de una cultura y usar su idioma para que se entendiera en ella lo que digo. El mejor ejemplo de eso es la página del ‘shitman’ (hombre-mierda).
–¿Qué simboliza?
–A George Bush. Es una crítica encubierta. Fíjate en esta página: aquí hay un lugar para que escribas una consulta y, debajo, hay otro sitio donde aparecen las respuestas. El asunto es que esas respuestas son las frases típicas de Bush; frases muy conocidas por los norteamericanos. La analogía sería aquello de ‘España va bien’. Las oraciones que aparecen son ideas inconexas, sin ningún sentido, tonterías como la copa de un pino. No puede ser que este hombre sea la cabeza del imperio; es ridículo.
–¿Tu trabajo es comprometido?
–Sí, tiene cosas bastante fuertes.
–También criticas las ventanitas de publicidad que aparecen en el ordenador.
–Por completo. Los ‘pop-ups’ son la génesis de este proyecto. Mi trabajo nació a raíz de esos cartelitos que venden cosas o te dicen algo como: ‘¿Te molestan estos mensajes? No te preocupes, ven a nuestra página y descárgate un programita para eliminarlos’.
–¿Crear el problema y vender la solución?
–¡Eso es! ‘Los días felices’ es una crítica sarcástica a todo ese tipo de sinsentidos y paranoias increíbles que te vende la publicidad y el capitalismo.
–¿Cómo representas la paranoia y el sinsentido?
–La paranoia son los ‘pop-ups’, que aparecen de un modo constante. Con eso quería crear la sensación de un ente que te persigue y te controla enviándote mensajes subliminales. El sinsentido, con frases como: ‘No le deseamos felicidad, porque la gente feliz no consume’, cosas así.
–¿Buscas ganar el premio del festival?
–No hice esto para ganar dinero sino porque me apetecía pegar un puñetazo en la mesa y decir: ‘¡Basta! Estoy hasta los huevos del spam’.
–Por completo. Los ‘pop-ups’ son la génesis de este proyecto. Mi trabajo nació a raíz de esos cartelitos que venden cosas o te dicen algo como: ‘¿Te molestan estos mensajes? No te preocupes, ven a nuestra página y descárgate un programita para eliminarlos’.
–¿Crear el problema y vender la solución?
–¡Eso es! ‘Los días felices’ es una crítica sarcástica a todo ese tipo de sinsentidos y paranoias increíbles que te vende la publicidad y el capitalismo.
–¿Cómo representas la paranoia y el sinsentido?
–La paranoia son los ‘pop-ups’, que aparecen de un modo constante. Con eso quería crear la sensación de un ente que te persigue y te controla enviándote mensajes subliminales. El sinsentido, con frases como: ‘No le deseamos felicidad, porque la gente feliz no consume’, cosas así.
–¿Buscas ganar el premio del festival?
–No hice esto para ganar dinero sino porque me apetecía pegar un puñetazo en la mesa y decir: ‘¡Basta! Estoy hasta los huevos del spam’.
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