31.3.11

Vuelos: derechos y obligaciones de los pasajeros y la tripulación

La compañía aérea, la tripulación y el pasaje de un vuelo están sometidos a unas normas específicas que comienzan a regir cuando se compra el billete de avión.
Los aviones son un medio de transporte cotidiano: su rapidez y seguridad los han convertido en una de las primeras opciones para viajar. Más de 15 millones de personas vuelan cada mes en España y para muchas de ellas los aeropuertos no son más que una engorrosa rutina. Sin embargo, gran parte de los viajeros desconoce qué derechos les amparan y qué obligaciones contraen cuando deciden desplazarse por aire. Tampoco saben cuáles son las responsabilidades y potestades de la tripulación ante cualquier contingencia o qué normas legales regulan los derechos y deberes de unos y otros. Conviene recordar que pasajeros, tripulantes y empresas están sujetos a unas reglas específicas que comienzan a regir mucho antes del vuelo. Incluso antes de pisar el aeropuerto.


Aceptación de condiciones

Los derechos del pasajero, y sus obligaciones, no se aplican solo al subir al avión ni al presentarse en el aeropuerto, sino mucho antes: cuando se compra el billete. Esto es así porque el pasaje supone el contrato al que quedan sometidas las partes (usuario y compañía) una vez que el viajero lo adquiere. Además, una peculiaridad importante de ese contrato implícito es que el pasajero no lo puede negociar. Es una adhesión a las condiciones generales de contratación que impone el transportista.


Por esta razón, porque las condiciones pueden variar de una empresa a otra y porque al pasajero puede interesarle contratar aparte un seguro, conviene revisar esas cláusulas antes de comprar el billete, ya que la adquisición significa aceptación. No ocurre lo mismo con los derechos de los pasajeros, sus obligaciones y las potestades de la tripulación, regulados por normativas muy claras, comunes a todas las empresas.


Derechos del pasajero

Volar de un lugar a otro es una experiencia gratificante, aunque subirse a un avión puede suponer también una fuente de preocupaciones y problemas. En general, los pasajeros se interesan por sus derechos cuando se vulneran o si se registran inconvenientes, pero nunca está de más conocerlos de antemano para saber cómo actuar en caso de ser necesario. Como primera cuestión, los pasajeros de cualquier tipo de vuelo -ya sea chárter o regular- tienen que recibir un trato justo. La responsabilidad de respetar sus derechos recae siempre en la compañía que han contratado.


Las garantías para los viajeros están reguladas por disposiciones nacionales y europeas que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) y los Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) detallan y ordenan para su mejor comprensión y aplicación. Los derechos del pasajero y las normas que les respaldan pueden consultarse en las páginas web de AESA y las de AENA, así como en los folletos explicativos que se recopilan en los mostradores de información de todos los aeropuertos de España. No obstante, siempre es útil saber cuáles son las principales garantías.


Denegación de embarque. Si el número de pasajeros es mayor que el de plazas disponibles, la compañía deberá, en primer lugar, solicitar voluntarios que renuncien a sus asientos.


Los voluntarios pueden pactar con la compañía ciertos beneficios, pero, una vez acordados, no podrán reclamar compensaciones suplementarias.


Al margen de esto, siempre tendrán derecho a que les informen sobre sus opciones, a reembolsarles el dinero del billete (si deciden no viajar) o a que se les busquen sistemas de transporte alternativos para que puedan llegar a destino. También tendrán derecho a ser atendidos, lo que incluye comida y bebida suficientes durante la espera, alojamiento en hoteles si hiciera falta pernoctar y los traslados, así como la posibilidad de realizar gratuitamente dos llamadas (o enviar telex o correos electrónicos).


En caso de no haber voluntarios, la compañía deberá abonar a los pasajeros unas cantidades de dinero preestablecidas en concepto de indemnización. La cuantía varía según la distancia y el destino del vuelo, de modo que se pagarán:



  • 250 euros para vuelos de hasta 1.500 kilómetros, con independencia del destino.


  • 400 euros para vuelos entre 1.500 y 3.500 kilómetros, con independencia del destino.


  • 400 euros para vuelos de más de 3.500 kilómetros si el destino está en la Unión Europea.


  • 600 euros para vuelos de más de 3.500 kilómetros cuyo destino sea extracomunitario.

Si el retraso es inferior a dos, tres o cuatro horas, respectivamente, la compensación puede reducirse a la mitad.


Anulación del vuelo. En este caso, al igual que ocurre con quienes renuncian a un vuelo de manera voluntaria, la compañía debe dar a elegir al pasajero entre la devolución del billete y un transporte alternativo hacia el destino final, además de ofrecerle de manera gratuita comida y bebida, y alojamiento cuando sea necesario. Las devoluciones se pagarán en metálico y deberán hacerse efectivas en un plazo de siete días.


Grandes retrasos. Los pasajeros cuyos vuelos experimenten un gran retraso tienen derecho a recibir información, atención y el reembolso de su billete (o un transporte alternativo). Desde 2009 tienen derecho a una compensación económica, según lo dicta una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. ¿Qué se entiende por "gran retraso" y a cuánto asciende esa compensación? En principio, es una demora de más de dos horas que origina unos derechos conforme aumenta la espera. La cuantía de las compensaciones también se incrementa por tramos, según las horas de retraso y la distancia del vuelo retrasado. De este modo:




  • De dos a tres horas: el pasajero tiene derecho a recibir información y atención (si la distancia no supera los 1.500 km).


  • De tres a cuatro horas: tiene derecho a recibir información y atención en todos los vuelos (excepto en los extracomunitarios de más de 3.500 km). También tiene derecho a una compensación económica entre 250 y 600 euros (según distancia).


  • De cuatro a cinco horas: tiene derecho a recibir información, atención y compensación económica (sin excepciones).


  • Más de cinco horas: en este caso, además de todos los derechos anteriores, la compañía está obligada a devolver el importe del billete.

Problemas con el equipaje. Cuando hay incidencias con el equipaje (como daños, retrasos o pérdidas), el Convenio de Montreal indica que la compañía aérea es la única responsable del daño causado. Pese a esto, hay que tener presente que no hay normas establecidas sobre cómo proceder en estas situaciones, de modo que la respuesta ante una incidencia variará de una compañía a otra. Mientras algunas aerolíneas ofrecen a los pasajeros unas compensaciones para cubrir sus gastos de primera necesidad (como artículos de aseo o ropa interior), otras pagan una cantidad por día (hasta un máximo de tres días) o cubren los gastos al pasajero una vez que presenta las facturas. A modo de orientación: el principio general es cubrir los gastos de primera necesidad.


Obligaciones del pasajero


Las situaciones de anormalidad en los vuelos (como las derivadas de la erupción del volcán finlandés o de las huelgas de controladores aéreos) han fomentado que los pasajeros estén cada vez más atentos e informados sobre sus derechos al montarse en un avión. Pero, ¿qué hay de las obligaciones? ¿A qué se compromete un viajero cuando decide volar? Aunque los derechos están desmenuzados en páginas web, manuales y folletos, no ocurre lo mismo con las obligaciones, que no están enumeradas en ningún lugar. Sin embargo, eso no significa que no haya.


En cuestión de vuelos, hay un cuerpo legislativo con deberes y sanciones en caso de incumplimiento. La Ley de Seguridad Aérea y la Ley Penal y Procesal Aérea son dos ejemplos. De esta manera, aunque las reglas no estén sistematizadas en folletos, los pasajeros deben:




  • Presentarse a tiempo. La hora de presentación en el aeropuerto varía según la aerolínea y el destino del vuelo (si es doméstico o no). Llegar tarde, salvo causa justificada, puede dar lugar a la pérdida del vuelo sin derecho a compensación alguna por parte de la compañía.


  • Presentarse con su documentación completa y vigente tanto para el vuelo en sí como para el ingreso a los países de destino.


  • Pagar el billete. Viajar como polizón se castiga con multa económica y pena de arresto mayor al llegar a destino.


  • No transportar mercancías u objetos prohibidos.


  • Hacerse cargo del exceso de equipaje. Viajar con más kilos (o maletas) de los permitidos para el equipaje habilita a la compañía a cobrar una penalización. Tanto el límite de peso como el monto de la multa varía de una empresa a otra. Para evitar sorpresas, se deben leer con atención las condiciones generales de contratación antes de viajar.


  • Empaquetar de manera decuada los objetos frágiles y respetar las medidas para el equipaje de mano. Los líquidos están limitados. Las armas, los objetos punzantes, los instrumentos contundentes, las sustancias explosivas, inflamables, químicas o tóxicas están prohibidas. El personal de seguridad puede denegar el acceso a la zona de embarque y al avión a cualquier pasajero que lleve estos artículos u otros que susciten recelo.


  • Respetar los controles de seguridad y utilizar debidamente las instalaciones aeroportuarias.


  • Ocupar el asiento debido, no perturbar la ocupación de la aeronave ni la tranquilidad de los demás pasajeros. Quienes no obedezcan las órdenes de seguridad o cometan desacatos contra el comandante del avión serán castigados con una multa, según lo dispone el artículo 50 del Código Penal.


  • Apagar los móviles y dispositivos electrónicos cuando se indique y permanecer sentado cuando la tripulación lo solicite.


  • Obedecer y respetar a los miembros de la tripulación.


  • Realizar la declaración aduanera.

Deberes y potestades de la tripulación


El cometido de la tripulación no solo es llevar a los pasajeros de un lugar a otro, sino también asistirles durante el trayecto. La Ley española sobre Navegación Aérea establece que el personal de vuelo está "destinado al mando, pilotaje o servicio de a bordo de la aeronave". El comandante de un avión, cuya edad mínima debe ser 25 años, debe tener una licencia o autorización que le faculte para ejercer esas funciones y no podrá, sin causa justificada, abandonar o renunciar a sus responsabilidades de control del espacio aéreo y seguridad del tránsito a no ser que se le releve o sustituya.


Esta ley establece, además, que el comandante será el responsable de la aeronave y de toda su tripulación, viajeros y equipajes desde el momento en que se hace cargo de su mando para emprender el vuelo. Por su parte, el resto de tripulación de cabina tiene la obligación de garantizar la seguridad y comodidad de todos los pasajeros. No obstante, los tripulantes de un avión son más que asistentes del pasaje o personal de servicio: desde el momento en que las puertas se cierran, representan la autoridad.


El comandante de la aeronave es el máximo responsable de todo lo que sucede en el avión durante el despegue, el aterrizaje y el viaje. Para ello, cuenta con los poderes necesarios. Tiene autoridad para resolver los sucesos que ocurran en el avión y, si un pasajero no obedece las órdenes o se comporta de un modo que pueda perjudicar al resto de las personas, el comandante puede imponerle medidas coercitivas e, incluso, la restricción de libertad. Si se registrara esta situación, el comandante deberá informar por escrito del suceso, realizar una denuncia, notificar a las autoridades locales de la detención antes de aterrizar y, una vez en tierra, entregar al pasajero.

28.3.11

"Los diálogos interculturales derriban mitos y prejuicios"

«Cuando hablas con otra gente en un clima de cordialidad hallas semejanzas y te enriqueces con nuevos enfoques», afirma la psicóloga Norma Vázquez. Este jueves, en el Aula de Cultura de Villamonte (Algorta), tendrá lugar una nueva edición de los Diálogos Interculturales entre Mujeres, una iniciativa de intercambio y reflexión conjunta impulsada por el Servicio de Igualdad del Consistorio getxotarra. La reunión, en la que participarán mujeres extranjeras y vascas, abordará en esta ocasión el tema de la autoestima y el empoderamiento, dos cuestiones que evidencian «que aún queda mucho camino para alcanzar una igualdad real».


Y es que «las igualdades no corren parejas en todas las áreas», indica Norma Vázquez, la psicóloga mexicana que dinamizará el próximo encuentro. «Aunque hemos mejorado mucho en cuanto a la participación social, el terreno laboral sigue siendo tan difícil como el ámbito de la familia, donde también hay dificultades». ¿La razón? «Que las expectativas que tenemos sobre la convivencia y el amor no han cambiado tanto. Las mujeres -observa- seguimos depositando gran parte de nuestra valía en las relaciones de pareja».


Los diálogos interculturales, que se celebran todos los meses, han sido concebidos por la Escuela de Empoderamiento para pensar y conversar sobre estos aspectos, que «son comunes a todas las mujeres», más allá de sus diferencias étnicas, culturales o académicas. «Cuando hablas con otras personas en un ambiente contenido y cordial eres capaz de encontrar semejanzas y enriquecerte con los distintos enfoques de un tema. Al compartir ideas y vivencias, y al escuchar con atención las opiniones de las demás, tienes la oportunidad de discutir cosas como el etnocentrismo o la supuesta superioridad cultural».


Norma señala que el simple hecho de escucharse permite descubrir que la realidad es más compleja, rica, diversa e interesante de lo que se cree. «Muchas veces se asocia a la mujer extranjera con la sumisión y la falta de estudios -dice a modo de ejemplo- pero esa idea no se ajusta al escenario actual». Un escenario que «se puede cuestionar porque no migran las mujeres más sumisas, sino las más fuertes. La importancia de los diálogos interculturales es que derriban mitos y prejuicios», apostilla.


Los estereotipos ligados a la procedencia o la cultura no son los únicos que acaban cayendo en estos encuentros. También caen otros, como los que están relacionados con la violencia machista. «No existe la típica mujer maltratada ni hay un único perfil, aunque tendamos a pensar que siempre son personas de bajos recursos, con varios hijos, sin estudios e incapaces de mantenerse por sí mismas», expone esta psicóloga de Monterrey, especialista en violencia contra las mujeres.


En su opinión, los casos de agresión no tienen tanto que ver con la nacionalidad, sino con la manera en que se constituye una pareja. «Muchas personas sostienen situaciones que no son sanas y soportan la crueldad en la pareja por miedo». Está el miedo al qué dirán, a la incertidumbre, a estar sola, a defraudar a la familia... Y en cada mujer eso incide de un modo distinto».


Falta de garantías legales

«La decisión de hacerlo público es difícil. Todavía se oyen frases de disculpa que excusan a los maltratadores diciendo que 'los hombres son así', que 'tienen carácter fuerte' y que 'no te lo tomes en serio'; unas respuestas que se parecen mucho a la visión de nuestras abuelas. Incluso cuando reflexionamos sobre este problema, lo enfocamos mal. La pregunta no es por qué hay mujeres que se dejan maltratar, sino por qué hay hombres que maltratan». ¿Y la respuesta? Tan sencilla como aplastante: «Lo hacen porque pueden y porque no todas las culturas condenan igual las actitudes violentas. En algunas, las mujeres somos más prescindibles; cambia la conciencia de derecho y no hay tantas garantías para denunciar a los agresores».

21.3.11

"Fomentar la integración es una prioridad para nosotros"

Este senegalés, que llegó a Euskadi en 2007, resalta la importancia de los encuentros culturales para conocer a los demás y normalizar relaciones.
El próximo fin de semana, la localidad vizcaína de Markina-Xemein se convertirá en una puerta de entrada a Senegal, su cultura y sus gentes. El sábado 26, a partir de mediodía, se desarrollarán diversas actividades gastronómicas, culturales y musicales típicas de este país africano que cuenta con más de 2.500 ciudadanos viviendo en Euskadi. «Será una gran oportunidad para dar a conocer nuestras costumbres y tradiciones, y para reflexionar sobre nuestra condición de inmigrantes», avanza Souleymane Sarr, el presidente de la Asociación de Senegaleses de Markina-Xemein (ASEMA), organizadora del evento.

En efecto, el programa de actividades es muy diverso y, como explica Souleymane, no sólo está enfocado hacia el ocio. «La música, el folclore, la tradición oral y la gastronomía son claves para nosotros, pero también es fundamental abordar otras cuestiones que están ligadas al hecho de haber cambiado de país. Por ello habrá una charla sobre la situación y la integración de las mujeres senegalesas en el País Vasco», puntualiza. La mesa redonda tendrá lugar en Kultur Aretoa a las 16.00 horas.

Para Souleymane, que vive en el País Vasco desde 2007, «los espacios de encuentro son indispensables», tanto para la sociedad de acogida como para quienes vienen de fuera. «Cuando llegué aquí -relata-, sólo tenía un amigo. Hoy conozco a muchas personas senegalesas, vascas y de otros países que me han hecho sentir como en casa, y con las que he podido aprender. Además -prosigue-, estas actividades permiten que nuestra cultura no resulte ajena para la gente de aquí».

En ese sentido, Souleymane opina que «conocerse ayuda a normalizar las relaciones» y subraya que ese es uno de los objetivos de la asociación que preside. «Fomentar la integración social es una prioridad para nosotros. Queremos mostrarnos como somos y también participar en las actividades socioculturales de Markina para aprender la cultura vasca, que es muy rica», señala para ilustrar que el camino del acercamiento tiene dos direcciones.

Un camino «diferente»
Por esa razón, durante el festival del sábado -llamado Takusaan- habrá actuaciones en directo de música senegalesa y de danzas vascas a partir de las 18.00 horas. «Como asociación y también como personas individuales intentamos estar muy activos y relacionarnos con los demás. Somos jóvenes», dice Souleymane.

Para él, el País Vasco es un lugar entrañable, un sitio que le ha conquistado y que ha elegido para vivir a pesar de «la barrera del idioma» y de que «era más fácil comunicarse en Francia», donde vivió y trabajó durante años. «Es que yo no vine directo de Senegal a Markina -explica-. El camino que me trajo hasta aquí es un poquito diferente al de los demás».

Mecánico de profesión, Souleymane abandonó su país en 1999, cuando una empresa francesa de buques mercantes le contrató para trabajar como técnico de mantenimiento. «Pasaba diez meses en Francia y los otros dos en Senegal. El empleo era bueno, aunque nunca llegué a formar parte de la plantilla; era un 'free lance' -cuenta-. Estuve así hasta que en 2006 se acabó y tuve que empezar desde cero».

Cuando la empresa decidió no renovar su contrato, Souleymane consideró sus opciones. Regresar a Senegal estaba descartado. «Tenía un amigo en Euskadi, concretamente en Markina, y decidí probar suerte aquí. Tuve que aprender el idioma, y lo más difícil fue convalidar mis estudios, pero lo conseguí. Ahora el trabajo es escaso con la crisis, aunque siempre surgen cosas. Desde que llegué, he estado muy activo. Me gusta Euskadi y en cada cosa que hago busco adaptarme aún más».

14.3.11

"Cuando las cosas se tuercen, surgen los desafíos"

«Queremos retratar a los extranjeros pero sin apelar al morbo», afirma el artista que se ha propuesto captar los rostros de la inmigración.

Tomó un avión en Chile que le llevó hasta Barcelona, donde no encontró lo que esperaba y lo pasó «francamente mal». Apenas un mes después, Euskadi se convirtió en una salida de emergencia, un lugar donde poner las cosas en orden y tomar algunas decisiones. Así fue como Leonardo Sáez llegó a Bilbao hace algo más de tres años: vino por amor o, mejor dicho, por desamor. No estaba en sus planes venir ni estaba en sus planes quedarse. Pero aquí sigue, «enganchado».

«Si te digo la verdad, no sé por qué me he quedado. No siempre es fácil encontrar una razón, una explicación lógica para todo. Estamos en tiempos de crisis, la situación se ha vuelto dura para todo el mundo, yo mismo me quedé sin trabajo hace poco y aun así, no siento deseos de marcharme. Sé que si vuelvo a Chile no me va a ir mal, pero hay algo que me retiene. Cuando las cosas se tuercen, se convierten en desafíos. Quieres seguir intentándolo porque, de algún modo, te sientes impelido por la adversidad».

Para Leo, como le llaman sus amigos, Bilbao representa muchas cosas positivas: es el sitio donde logró sobreponerse a un desengaño amoroso y el lugar donde ha podido desarrollar su verdadera vocación: la fotografía. «Cuando vivía en Chile -relata- comencé una relación con una persona de Barcelona. Al volverse aquí, me invitó a que viniera yo también. Y dije que sí. Compré el billete de avión, el seguro de viaje, reuní el dinero, dejé el trabajo y, cuando tenía todo listo para venir, me llamó y me dijo que lo sentía, que había conocido a otra persona».

«También me dijo -recuerda Leo- que viniera igual, que me recibiría 'como a un amigo y me enseñaría la ciudad». Con sus cartas ya jugadas, Leo puso un pie en el avión, llegó a Barcelona y, al cabo de un mes, se marchó. «Vine a Bilbao porque aquí vivía mi hermanastro que, al saber lo que había ocurrido, me invitó. Llegué sin tener muy claro qué hacer. Estaba como en un limbo. Una semana después, me ofrecieron trabajo cuidando a un anciano y acepté». El empleo le duró tres años.

Aunque Leo es licenciado en Administración Hotelera y además había estudiado fotografía, trabajar en algo distinto no le supuso un problema. «Hay muchos profesionales inmigrantes que se dedican a hacer otras cosas», indica. Además, sus tareas como cuidador le permitieron hacer algunas cosas fundamentales: ahorrar dinero, comprar un buen equipo fotográfico -«uno que jamás habría podido adquirir en Chile»- e inscribirse en un curso de fotografía avanzada.

La estética de la ruina
«El curso me interesaba por el contenido, pero también significaba, para mí, una oportunidad de conocer gente y relacionarme con personas que tuvieran intereses similares a los míos», señala Leo. Y llevaba razón, porque allí conoció a Juan Abaitua. «Un día salimos juntos por Zorrozaurre a hacer fotos. Queríamos captar la estética del abandono en los edificios, pero no tardamos en comprobar que ahí vivía mucha gente. Conocimos a Hadid, un chico argelino, y le hicimos fotos. Así comenzó el proyecto en el que estamos trabajando desde hace más de un año».

Leo y Juan se han propuesto retratar la diversidad de la inmigración en Bilbao, pero «sin apelar al morbo; es decir, sin recurrir a lo de siempre: la chacha, la prostituta, el que roba... Nos interesa captar los matices y, sobre todo, mostrar a las personas sin catalogarlas. En nuestros retratos -continúa- no prima la nacionalidad o la procedencia, sino las personas y lo que viven. Por ejemplo, hace poco asistimos a un bautismo de africanos, pero a su vez retratamos a otros extranjeros, a los europeos, que también han dejado todo atrás para hacer aquí una nueva vida. Lo que nos interesa -concluye- es mostrar que la inmigración no es algo ajeno a la sociedad bilbaína».

11.3.11

Guarderías nocturnas

El servicio, incipiente en España, tiene un coste que oscila entre 25 y 50 euros por noche o de 250 a 400 euros por mes.

Contratar los servicios de un cuidador infantil es una práctica cada vez más extendida en España, donde no es sencillo conciliar la vida familiar y laboral. En los hogares monoparentales y otros donde los dos miembros de la pareja trabajan, compaginar el cuidado de los niños con las obligaciones profesionales es, sin duda alguna, un reto. Para estos padres, las canguros, las guarderías y hasta los familiares suponen un respiro importante e, incluso, las únicas alternativas para seguir en actividad, tener algo de vida social y mantener sus puestos de trabajo. Pero, ¿qué ocurre cuando las situaciones del hogar no se ajustan a lo habitual?

Cuando no se trabaja de 8.00h a 15.00h
Policías, bomberos, personal sanitario, empleados de limpieza, dependientes, obreros... Miles de personas trabajan a turnos, durante los fines de semana o por las noches, unos momentos en los que la mayor parte de las guarderías están cerradas. En estos casos (sobre todo cuando hay un solo adulto en el hogar o cuando ambos trabajan en horarios atípicos), tener hijos pequeños obliga a hacer auténticos juegos malabares de organización. No todos los padres viven cerca de sus familiares para que les echen una mano con los niños, ni cuentan con ingresos suficientes como para pagar un cuidador nocturno a domicilio de manera permanente.

Para dar respuesta a estas situaciones -y para ofrecer una alternativa económica y práctica a los padres que quieran tener una velada sin niños-, algunas guarderías españolas han ampliado sus horarios y días de atención hasta llegar a cubrir los fines de semana y las noches. El modelo, bastante usual y extendido en países de Iberoamérica, como Méjico o Argentina, es todavía incipiente en España, donde no termina de consolidarse.

Quienes cuentan con este servicio explican que aún llama la atención y sorprende, quizás porque no hay tantas "guarderías 24 horas", ni tantos padres que las consideren como una posibilidad: la publicidad de los centros es casi nula y en la Asociación de Educadores Infantiles (AMEI) carecen de datos concretos o un listado de guarderías que trabajen por las noches. Sin embargo, las hay y, a pesar de que se localizan en provincias y ciudades diferentes, comenzaron a funcionar con un servicio nocturno de manera más o menos simultánea a partir de 2007.

Siete preguntas clave
Se llaman -o se autodenominan- guarderías 24 horas, servicios baby night, cuidadores búho, hoteles infantiles o canguros nocturnos, entre otros apelativos. En la mayor parte de los casos, son guarderías que llevan varios años de actividad y que han ampliado o modificado sus horarios para cubrir una demanda hasta ahora insatisfecha. Pero eso no significa que todas ofrezcan lo mismo. Los servicios, el planteamiento y los costes varían. Tanto es así, que unas pueden cobrar el doble o trabajar la mitad de horas que otras.
  • ¿A quiénes se dirigen?
    Hay dos grupos de usuarios principales:

    - Padres que trabajan por la noche o en turnos más allá de las 20:00 horas.

    - Padres que, por no tener con quien dejar a sus hijos, no se pueden permitir una salida puntual en pareja o con amigos, para ir al cine o a cenar.

    Aunque sería lógico pensar que el primer grupo es el principal, la mayoría de las guarderías nocturnas orientan sus servicios al segundo, es decir, a los padres que necesitan soluciones para ocasiones especiales.
  • ¿Qué horario cubren?

    La franja horaria es variada.

    - En general, el servicio nocturno comienza entre las 20:00 y las 21:00 horas, pero hay más diversidad en cuanto a la finalización.

    - Buena parte de estas guarderías están activas hasta las 02:30, otras hasta las 04:00 y solo algunas llegan hasta las 07:30, las 08:00 o las 09:00 horas de la mañana siguiente. La amplitud del horario obedece al grupo de clientes al que se dirigen y condiciona el tipo de servicio que prestan.

    Otra cuestión que varía son los días en que está activo el cuidado nocturno.

    - Cuando las guarderías orientan su actividad a los padres que trabajan por la noche, ofrecen atención todos los días de la semana.

    - Cuando se centran en el ocio de los padres, concentran su actividad en los fines de semana. Algunas, incluso, solo brindan cuidados nocturnos un viernes o un sábado al mes.
  • ¿Cuál es el rango de edad?

    - Las guarderías con la horquilla de edades más amplia reciben niños entre 0 y 12 años.

    - La mayoría de los centros admite niños entre 0 y 6 años de edad.

    - En general, los padres que usan con más frecuencia este servicio tienen hijos de 2 a 5 años.
  • ¿Admiten a todos los niños?

    Depende del centro. Algunas guarderías brindan el servicio nocturno para todos los niños que se ajusten a los perfiles mencionados, más allá de que estén o no matriculados en ellas. Otras, en cambio, solo atienden a los niños que asisten a la guardería también durante el día, de manera habitual.
  • ¿Qué servicios ofrecen?

    - Los servicios estándar son: recepción y cuidado de los niños, actividades de entretenimiento, cena y una cama (o cuna) adecuada para dormir. No obstante, hay matices. Algunas guarderías incluyen la cena en el precio, mientras que otras dan de comer al niño solo los alimentos que dejan sus padres. También hay centros que proporcionan un servicio de recogida a domicilio.

    - En cuanto a los horarios, hay guarderías que son muy flexibles respecto al momento de dejar y recoger a los pequeños, mientras que otras son más estrictas: una vez que pasa cierta hora -en general, las 12 de la noche- solo vuelven a abrir las puertas a la mañana siguiente. Las razones para ello son la seguridad, en primer lugar, y evitar que haya ruidos y movimiento durante la madrugada, que impidan el descanso de los niños.
  • ¿Cuánto cuestan?

    - El precio varía en función de los servicios y, además, las guarderías aplican distintas maneras para fijarlo: algunas tienen una tarifa única, otras cobran por horas (y establecen un mínimo obligatorio de horas) y las hay que, al elaborar un presupuesto, discriminan si los pequeños asisten o no al centro de manera habitual durante el día.

    - En términos generales, el servicio de guardería nocturna oscila entre 25 y 50 euros por noche, en función, entre otras cosas, del tiempo que permanece el niño en el centro. No es lo mismo recurrir a una guardería de 20:00 a 23:30, que hacerlo hasta la madrugada o dejar al pequeño hasta la mañana del día siguiente.

    - En las guarderías que funcionan durante toda la noche, los 365 días del año (es decir, orientadas más a los padres con trabajos nocturnos), el presupuesto se calcula de otro modo. Como ocurre con los servicios diurnos habituales, el precio que se propone es mensual, desde 250 a 400 euros.
  • ¿Dónde están?

    - Hay guarderías con servicio nocturno en casi todas las ciudades españolas, aunque no son muchas ni tienen demasiada publicidad.

    - Salvo alguna excepción, los centros que ofrecen cuidados por la noche son los mismos que funcionan durante el día. Es decir, son guarderías comunes que amplían su horario y su cartera de servicios.

    - La manera más práctica de encontrarlas es consultar en las guarderías habituales.

8.3.11

Teletrabajo: alternativa ante la crisis y para la conciliación laboral

El trabajo a distancia cobra fuerza en tiempos de crisis y se perfila como la opción mejor valorada para fomentar la conciliación familiar y laboral.

La prolongada crisis económica plantea este 8 de marzo un escenario muy duro: el Día Internacional de la Mujer Trabajadora amanece en España con más de 2.160.000 mujeres sin trabajo. Los últimos datos del INE, correspondientes al mes de febrero, indican que ellas son, junto con los menores de 25 años, el grupo más afectado por la recesión económica y el paro. También son el sector de la población con más dificultades para reengancharse al mercado laboral. Aunque hay matices. En este contexto tan poco halagüeño, el trabajo a distancia (o deslocalizado) sobresale como alternativa para generar empleo, reducir costes, mejorar la productividad y conciliar la educación de los hijos con el desarrollo profesional. En los últimos cinco años, la tasa de teletrabajadores se ha duplicado en España.

Modelo en alza
Todavía llama la atención, encuentra resistencias y hasta genera cierto recelo. Sin embargo, el trabajo a distancia no es un modelo reciente. Ha cumplido ya varias décadas, tras surgir en Estados Unidos en los años setenta del siglo pasado, con la crisis del petróleo. Su objetivo principal fue evitar desplazamientos en coche y, de esa forma, ahorrar energía. En la actualidad, si bien contribuye al ahorro de combustible, el trabajo deslocalizado representa una nueva forma de organización de las empresas, los profesionales, las instituciones públicas, las familias...

Teletrabajo significa "trabajo a distancia", aunque la expresión no vale para cualquier caso. Se utiliza para definir las actividades que se realizan fuera de la empresa o de la oficina, pero que se desarrollan como si el trabajador estuviera de manera física en ellas. La diferencia fundamental con el trabajo a domicilio, entre otros, es el papel protagonista que desempeñan la informática y las nuevas tecnologías en la actividad laboral. Eso explica que esta modalidad de empleo esté más extendida en los países con mayores avances tecnológicos.

Estados Unidos y algunos países del norte de Europa encabezan la lista de lugares donde la revolución tecnológica ha pulverizado los esquemas tradicionales de trabajo. En ellos, la cuarta parte de los trabajadores tienen un empleo a distancia. Les siguen países como Reino Unido o China, con un 17% de teletrabajadores y, bastante más lejos, España, donde la tasa de trabajo a distancia apenas roza el 10% de la población laboral. ¿Eso es mucho o es poco? Si se compara la cifra con los países donde se ha asentado y normalizado este modelo, el porcentaje es bajo. En términos relativos, la mitad. No obstante, si se toma como referencia qué ocurría hace solo cinco años, el crecimiento del teletrabajo es llamativo. En términos absolutos, ha aumentado hasta el doble.

La crisis, un potente motor
Una de las cuestiones más significativas de esta expansión es que el interés real por el teletrabajo y su puesta en marcha en España se han intensificado en los dos últimos años, a la par que la crisis económica. No es casual. Los problemas nuevos empujan a la búsqueda de alternativas capaces de aportar soluciones. Resulta esclarecedor que, entre 2008 y 2009, se ha detectado un punto de inflexión en materia de producción deslocalizada, jornadas de trabajo variables y flexibilidad laboral. Un cambio sustancial.

Un estudio elaborado por la Universidad Carlos III de Madrid señalaba en 2003 que el país contaba "con un escaso interés por modificar sus mecanismos laborales", pese a que la tecnología ya permitía "nuevas formas de relación entre los trabajadores". Esa falta de interés por cambiar el modelo de trabajo tradicional se registró una y otra vez hasta que la debacle financiera obligó a muchas empresas, instituciones y empleados a replantearse los esquemas. Si hasta hace pocos años se premiaba la presencia y la cultura de trabajar más horas que el jefe, ahora se busca y se premia la consecución de objetivos.

Cerca de la familia
El ahorro económico que fomenta el teletrabajo beneficia a los empresarios, a los empleados y a los países donde se generaliza el modelo. Para el trabajador supone menos horas y dinero invertidos en desplazamientos, menos gastos en comidas fuera de casa y un presupuesto más pequeño en vestimenta formal. Para el empresario significa una reducción de sus costes fijos (como agua, luz, calefacción, transportes o equipamiento de oficina), una reducción del absentismo laboral y un aumento de la productividad de hasta el 30% al trabajar por objetivos, efectividad y resultados.

Las empresas se decantan por esta opción porque los teletrabajadores aseguran una mayor productividad si trabajan por objetivos y el coste del puesto de trabajo se reduce hasta en un 50%. Sin embargo, no es el ahorro el factor que más entusiasma a los teletrabajadores. Ni siquiera la idea de poder hacer sus tareas sin quitarse el pijama y las pantuflas. Para un empleado, funcionario o autónomo, los principales atractivos del trabajo a distancia son la flexibilidad horaria y la posibilidad de conciliar la vida laboral con la familiar y la social. Más todavía en el caso de mujeres con niños, ya que aún son ellas quienes soportan la mayor parte de la responsabilidad educativa de sus hijos y este factor les impide, a menudo, reconectar con el mercado laboral tradicional tras formar una familia.

El empuje público
Aunque se tiende a pensar que los pioneros del teletrabajo son las empresas y los empleados del sector privado, la tendencia internacional sugiere lo contrario. En casi todos los países del mundo, los principales promotores del trabajo a distancia son los gobiernos y las instituciones públicas, ya que las administraciones cuentan con más medios y recursos para acceder con facilidad a las innovaciones informáticas y a la tecnología punta. España no es la excepción. Iniciativas recientes, como las del País Vasco y Castilla-La Mancha, intentan explorar las ventajas de este modelo flexible, mientras se marcan como meta prioritaria la conciliación de la vida familiar y laboral.

El ejemplo de Euskadi es claro. El pasado 17 de enero, el Gobierno vasco puso en marcha una experiencia piloto de teletrabajo en el Departamento de Justicia y Administración Pública. El plan -al que se acogieron de modo voluntario una treintena de funcionarios- es mixto: consiste en trabajar dos días en la oficina y los otros tres desde casa. Aunque todavía es pronto para sacar conclusiones -la prueba se extenderá durante cuatro meses-, el Ejecutivo vasco maneja algunos datos de interés. Uno de ellos es que el 85% de los funcionarios que se han apuntado a la experiencia se ahorrarán cerca de 216 horas en desplazamientos, ya que antes de sumarse al plan recorrían, de media, unos 120 kilómetros diarios para llegar a sus puestos de trabajo.

Un proyecto similar, más reciente, es el diseñado por la Junta de Castilla-La Mancha. Desde hace una semana, 30 empleados públicos (letrados e informáticos) desarrollan parte de su trabajo desde casa. La previsión es que tres meses después serán unos 100, dentro de un año llegarán a 500 y se alcanzará una plantilla potencial de 6.000 teletrabajadores. Al igual que en el País Vasco, acogerse a este modelo es un acto voluntario y, a quienes decidan dar el paso, la Junta les habilitará una cuenta de correo electrónico, un teléfono, un servicio de videoconferencia y un sistema de "escritorio remoto", que permite que el trabajador vea desde su ordenador personal el mismo escritorio de pantalla que en el ordenador de la oficina.

Aspirantes a teletrabajador
El teletrabajo abre importantes expectativas de ocupación para sectores sociales con especiales dificultades de inserción laboral, como las personas con restricciones graves de movilidad, por permitir obviar los inconvenientes derivados de la necesidad de trasladarse al lugar habitual de trabajo. Lo mismo sucede con otros grupos que han soportado décadas de discriminación en el ámbito laboral, como las madres, que encuentran en el teletrabajo, con horarios flexibles, una oportunidad para continuar su carrera profesional sin descuidar a su familia y vida personal. No obstante, muchas mujeres hallan en esta elección laboral importantes inconvenientes: la fusión de los ámbitos laboral y doméstico puede hacer que muchas limiten sus salidas al exterior y se retraigan más de lo normal.

En principio, cualquier profesional por cuenta propia o ajena, a tiempo parcial o en jornada completa, puede formar parte de esta comunidad de teletrabajadores. Pero no todas las profesiones permiten la flexibilidad necesaria para desempeñar los cometidos desde el hogar. En líneas generales, las actividades más accesibles al teletrabajo son las que generan, convierten, difunden, comparten y acceden a información, como los documentalistas, analistas de sistemas, programadores informáticos, traductores, contables, periodistas o agentes de seguros, entre otros profesionales. También recurren al teletrabajo los agentes inmobiliarios, los juristas, los corredores de seguros y de Bolsa (agentes o vendedores) y los auxiliares administrativos. Se estima que el 75% de los teletrabajadores tiene una profesión relacionada con la información y el conocimiento.

No obstante, muchos trabajadores rechazan esta alternativa que, aunque parezca sencilla y fácil de llevar, exige grandes dosis de constancia, compromiso con la empresa y responsabilidad. Hay que ser disciplinado y romper barreras culturales como acudir todos los días a la oficina. El aspirante a teletrabajador debe dominar la tarea que realiza y tener conocimientos básicos de informática y comunicaciones. Entre sus aptitudes figuran también la automotivación, la adaptabilidad, la planificación, la autoconfianza y la iniciativa, entre otras.

Por otro lado, la delgada línea que divide la casa del trabajo puede originar conflictos en el seno familiar por la intromisión de las responsabilidades familiares en el trabajo y por el peligro de adicción a la falta de horario fijo, entre otros factores. La solución a los posibles problemas pasa por trabajar unos días en casa y otros en la oficina. Esta opción mixta eleva al máximo los beneficios del teletrabajo porque hay una mayor concentración y flexibilidad para la familia, a la vez que reduce al mínimo los problemas de aislamiento social y el mantenimiento de relaciones con los directivos y compañeros.

Diversas modalidades
No hay un único modelo de teletrabajo. Tanto es así, que los empleados pueden clasificarse por la cantidad de horas que están alejados de la oficina, si acuden algunas veces por semana, durante un turno o nunca. Entre los trabajadores que más tiempo pasan fuera de la empresa se pueden distinguir quienes desarrollan su actividad en:
  • El propio domicilio. Éste es el tipo de trabajo con mayor potencial de crecimiento.

    Por cuenta propia. Característico de los profesionales que realizan tareas relacionadas con el manejo de datos o que suponen una labor de estudio y diseño. Uno de los factores de su desarrollo es la externalización, es decir, la subcontratación de otras empresas o de profesionales independientes para realizar tareas no directamente relacionadas con la actividad principal de la empresa.

    Por cuenta ajena. Puede responder a necesidades del trabajador o a una política propia de la empresa. En esta modalidad es frecuente que los trabajadores alternen el teletrabajo con la asistencia a la oficina.
  • Centros de Teletrabajo o Telecentros. Un Telecentro es una oficina que dispone de recursos compartidos y que cuenta para ello con las instalaciones de telecomunicaciones y de los equipos informáticos necesarios para poder desarrollar sus actividades laborales.
  • Teletrabajadores móviles o itinerantes. En esta modalidad se encuadran los trabajadores que necesitan desplazarse con frecuencia para mejorar el servicio que prestan a sus clientes, como los profesionales que se dedican al mantenimiento de equipos informáticos, viajantes de comercio, reporteros o consultores. Por este motivo, es fundamental la utilización de redes telefónicas y conexiones de ordenador en línea para mantener el contacto con la empresa mientras desarrollan su actividad profesional.

Ventajas e inconvenientes del teletrabajo

Ventajas

  • Para el empleado
    - Mayor flexibilidad del horario laboral. Le permite organizar sus horas de trabajo y adaptarlas a sus necesidades personales.
    - Mayor autonomía. A las personas con un carácter independiente y que les gusta asumir responsabilidades, el teletrabajo les permite disfrutar de un mayor grado de autonomía.
    - Favorece la integración laboral de las personas con discapacidad.
    - Ahorro. Se realizan menos desplazamientos, lo que supone un ahorro de tiempo y de dinero. También disminuyen los gastos por reducir el vestuario formal y las comidas fuera de casa. Además, como no es necesario acudir a diario a la oficina, se puede vivir en un lugar donde la vivienda sea más económica.
  • Para la empresa
    - Incrementa la flexibilidad, tanto interna como externa. La flexibilidad se entiende en las organizaciones como una necesidad para captar y retener talento.
    - Es una forma rentable de promocionar la conciliación.
    - Se reduce el absentismo laboral.
    - Reducción de los costes fijos de las empresas (menos espacio en las oficinas, ahorro de luz, energía, transportes, alquiler y equipamiento de oficina).
    - Mayor productividad debido a la implantación del trabajo por objetivos, por efectividad, por resultados. Según diferentes estudios, la productividad del teletrabajador puede incrementarse entre un 20% y un 30%.
    - Proporciona a las empresas un acercamiento al cliente. El tiempo de respuesta a un pedido es mucho más rápido con el teletrabajo, así como una mejor capacidad de reacción, eficacia, calidad de servicio e imagen propia.
    - Se reducen los problemas de convivencia entre empleados.
    - Facilita la expansión geográfica.

Desventajas

  • Para el trabajador
    - La falta de ambiente laboral puede resultar una desventaja: soledad, falta de apoyo, comunicación... Todo esto conduce a la pérdida de motivación, valores de equipo, ganas de trabajar y productividad.
    - Disminuyen las prestaciones y protecciones sociales al trabajador, sobre todo, en el caso de un empleado por cuenta propia.
    - Genera un sentimiento de inseguridad laboral y social, y puede causar una sensación de desprotección ante el desamparo de una normativa especifica que cubra riesgos de accidentes de trabajo, enfermedades, etc.
    - Hay un temor a que su menor presencia en la empresa signifique una pérdida de oportunidades de promoción en la organización.
    - Puede generar sedentarismo, ya que se disminuyen los traslados y movimientos.
    - Se tiende de una forma irreversible a la individualización.
    - El teletrabajo exige autodisciplina y organización, así como asumir que se necesita descansar para garantizar un rendimiento óptimo.
    - Debe tener una formación continua en las Tecnologías de la Información y la Comunicación para no quedarse al margen del mercado laboral.
    - Riesgo de intromisión de las responsabilidades familiares en el trabajo.
  • Para la empresa
    - El aislamiento del trabajador influye en su rendimiento, lo que puede significar un menor índice de productividad para la empresa.
    - Se reducen los contactos personales, e incluso llegan a desaparecer, lo que restringe o elimina los intercambios de ideas productivas, reduce la interacción social y dificulta la difusión de la cultura empresarial, lo que incide en la capacidad operativa de un grupo de trabajo.
    - Se pueden crear conflictos derivados de la lealtad de los teletrabajadores, si tienen acceso a los bancos de datos de la compañía.

7.3.11

"La integración es dura y hay que trabajársela"

Para este joven, Bilbao supuso un «cambio de chip» y una oportunidad para crecer en el mundo laboral y académico.

Muhammad Azam Alikhan emigró de su país en 2004, cuando tenía 19 años. En un viaje de veinte horas, cambió Islamabad por Bilbao; un lugar distante (y distinto) del mundo que él conocía y que, a pesar de ello, era un destino muy claro. «Mi padre fue el primero en marcharse, el primero en abrirse camino lejos de Pakistán. Los demás llegamos dos o tres años después, cuando él ya estaba instalado y en condiciones de recibirnos», relata el joven, que ya ha cumplido 26 años y está a punto de terminar la carrera de Ingeniería Informática en la Universidad de Deusto.

Cuando Azam llegó a la capital vizcaína, su padre había conseguido abrir su propio restaurante de comida típica, tenía la suficiente estabilidad como para reagrupar a la familia y hasta podía calificar su proyecto laboral como «un éxito». No obstante, para él, que entonces era un chaval, el cambio fue un reto.

«El cambio fue muy brusco -explica-. Como se suele decir, un giro de 180 grados» que, además, no estuvo libre de obstáculos. «Para mí, la principal barrera fue el idioma. La lengua de un país es lo básico, lo primero que debes aprender. Si no entiendes lo que te dicen, si no puedes seguir el hilo de una conversación, mucho menos podrás comprender lo que ocurre a tu alrededor, las pequeñas sutilezas y, lógicamente, la cultura del lugar donde estás», señala Azam.

En consonancia con ese razonamiento, su primera decisión fue acudir a la Escuela de Idiomas. «En cuanto llegué, empecé a trabajar ayudando a mi padre y luego seguí por mi cuenta, pero jamás dejé de estudiar. Aprender el idioma me parecía fundamental para trabajar con normalidad y así entrar en la universidad», razona Azam que, en estos años, ha hecho «de todo».

De Medicina a Informática
«Fui carnicero, camarero, cajero, trabajé en un locutorio, en una tienda de informática... Ahora soy autónomo, tengo una tienda de alimentación y compagino los estudios y el trabajo como puedo», dice casi excusándose, porque el único momento que tenía libre para hacer la entrevista era un domingo por la tarde. «Hay que esforzarse bastante para pagarse una carrera -agrega con una sonrisa- pero no me quejo. Al contrario, valoro mucho la oportunidad de hacer lo que me gusta». Esta cuestión tiene su importancia porque, de haberse quedado en Pakistán, Azam habría estudiado Medicina, como sus hermanos mayores.

«En mi país -explica- el peso de la familia es muy grande. Aquí hay más autonomía y la influencia familiar no está tan marcada, pero en la cultura paquistaní, los hijos respetan mucho las decisiones de sus padres. El nuestro quería que mis hermanos y yo fuéramos médicos. Al venir aquí, tuve la posibilidad de elegir. Le expliqué a mi padre que me gustaba la informática y él lo entendió. Los dos cambiamos el chip».

Explicarle a su familia que quería hacer algo distinto fue el primer desafío para Azam, pero no el último. «Cuando entré en la universidad, descubrí que mi base de matemáticas era muy mala. Tuve que aprender muchas cosas que no sabía para alcanzar el nivel de mis compañeros, y debo decir que los profesores me ayudaron muchísimo en ese proceso».

En cuanto a sus compañeros, Azam señala que se siente «muy integrado y bien recibido», aunque reconoce que, al principio, «la relación era un poco cortada». La diferencia cultural «se nota hasta en el sentido del humor. Si yo contaba un chiste, los demás no lo entendían, y viceversa», dice, y agrega que «la integración es dura, lleva tiempo y hay que trabajársela». En ese recorrido, continúa, «las personas cambian. Yo cambié. Si voy a Pakistán de visita, noto una distancia. No siempre encuentro temas de conversación porque ya no pienso igual... Las distancias siempre cortan las relaciones».

2.3.11

Quinceañeras: la magia de ser princesas por un día

Las familias latinoamericanas dan a conocer una nueva costumbre en España: la celebración de los cumpleaños de quince. Una fiesta de lujo, llena de magia y emociones, que se centra en las jovencitas y marca el paso de la infancia a la edad adulta.

Para millones de mujeres, la celebración de sus quince años es un momento especial. En toda Latinoamérica, desde México a Argentina, las familias de las jovencitas organizan grandes fiestas para resaltar la ocasión; unos eventos que, por su magnitud, carestía e importancia social, sólo se pueden equiparar a las bodas. El festejo es una cita de lujo, de traje largo y vestimenta formal, en el que la chica es homenajeada por sus amigos y familiares. Y, si bien existen algunas diferencias según los países donde se celebra, el protocolo general y el objetivo es el mismo: marcar las transición de niña a mujer, dar inicio a un nuevo ciclo de vida y hacer que la quinceañera se sienta princesa por un día.


La celebración de esta edad es una de las costumbres más arraigadas en la sociedad latinoamericana. Se trata de una fiesta vigente, actual y con identidad propia, aunque su origen es bastante antiguo... Y curioso, pues todo indica que el evento, tal como se le conoce hoy en día, es fruto de una singular mezcla cultural entre la aristocracia europea del siglo XIX y las civilizaciones precolombinas.

Según recogen los historiadores, las familias acaudaladas de la Europa decimonónica solían celebrar una fiesta especial para presentar en sociedad a sus jóvenes hijas; aquellas que ya tenían edad para empezar a asistir a las galas de los adultos y conocer así a sus posibles pretendientes. Por otra parte, en América, las civilizaciones maya y azteca realizaban un rito iniciático donde los padres celebraban un reconocimiento público del paso de su niña a mujer adulta, madura y apta para contraer matrimonio. La fusión de ambas tradiciones -que, a pesar de las distancias, tenían el mismo propósito- dio lugar a un nuevo tipo de festejo, que conserva algunos rasgos de antaño, pero ha evolucionado hasta adaptarse a la época actual.


"La celebración de los quince años es una de las costumbres más arraigadas de toda Latinoamérica. Nace de la mezcla cultural entre la aristocracia europea y las tradiciones de origen precolombino"

El cambio más notorio, sin duda, es que la fiesta ya no persigue fines matrimoniales. No obstante, sigue haciendo hincapié en que la joven homenajeada ha dejado su infancia atrás. Muchos símbolos, como la entrega de los zapatos de tacón al llegar, el uso de un vestido espectacular que recuerda a las princesas, el maquillaje, el peinado y la bisutería refuerzan esa idea de transformación. Lo mismo ocurre con el desfile inicial, acompañada por los muchachos de su edad (también llamados “caballeros”, “chambelanes” o “pajes”), y con el baile inaugural, que la quinceañera hace con su padre y que suele ser un vals, algo que evidencia el pasado aristocrático europeo.

Para los padres de la chica, el evento supone la posibilidad de mostrar públicamente el amor que sienten por su hija. Es una oportunidad para reunir a toda la familia, a los amigos y conocidos, y estrechar lazos sociales y familiares mientras se cena, se brinda y se baila al compás de la música. También es un modo de reflejar su éxito y su felicidad, y de hacer realidad todos los sueños de la jovencita.

Para ella, por supuesto, es un día inolvidable; una velada llena de magia y emociones que comparte con sus amigos. Esa noche, la cumpleañera es la protagonista, el centro de atención. Y, como el objetivo es deslumbrar a los invitados, la preparación del evento, los detalles y el diseño del vestido, sobre todo, se mantienen en secreto. Sólo las madres de las quinceañeras -y, quizá, alguna íntima amiga- conocen de antemano el atuendo que lucirá.

El protocolo

Existen varios elementos que siempre están presentes en la celebración de estos cumpleaños. Para empezar, es una fiesta formal, donde todos los invitados deben vestir de etiqueta. El traje de la chica también es un rasgo común. Puede ser que el color varíe del blanco a los tonos pasteles u otros un poco más vivos, pero sin duda será vaporoso y llamativo; similar a los que usan las princesas en los cuentos de hadas. El baile de gala es fundamental y, por lo general, es un vals. A modo de apunte, es interesante que la mayoría de las quinceañeras elijan El Danubio Azul, de Johann Strauss. Otros elementos comunes son la cena, el brindis y el pastel con las quince velas, además de las tarjetas de invitación muy elaboradas y los recordatorios o souvenirs (pequeños objetos que la homenajeada obsequia a sus invitados para que recuerden la ceremonia).

Luego están los matices, las sutiles diferencias. En ocasiones, la chica recibe a sus invitados y, después, se retira para cambiar de vestido y hacer su entrada triunfal. Otras veces, recién aparece en el salón cuando los invitados ya están reunidos. Es frecuente que, después de entrar, reciba un par de zapatos de tacón, se los calce y recién entonces baile el vals con su padre. En algunos cumpleaños existe un cortejo, formado por catorce amigas y catorce amigos; parejitas que simbolizan los años que se dejan atrás. Y estas chicas especiales, como ocurre con las damas de honor en las bodas estadounidenses, llevan el mismo modelo de vestido. También es posible que, al entrar, la cumpleañera reciba flores o vaya apagando velas a medida que desciende por las escaleras.

Estas diferencias tienen que ver, en parte, con la cultura de cada país. Y, también, con el presupuesto del que dispongan los padres. Por ejemplo, si la quinceañera decide que sus damas de honor vistan todas iguales, será la familia de la homenajeada la que correrá con los gastos de la tela y la confección de esos catorce vestidos. Sin embargo, sí hay otras diferencias más profundas, relacionadas con la religión. En muchos países, las celebraciones de quince años son acontecimientos tanto religiosos como sociales. En otros, el día ha quedado limitado a una celebración puramente social. Lo cierto es que si la familia es católica y practicante, oficiará una misa previa a la fiesta, donde la chica renovará sus votos con la Iglesia y hará una ofrenda de flores para agradecer por todo lo que tiene y pedir protección para los años venideros.

Los quince, en España

Las fiestas de quinceañeras no forman parte de la tradición española. Sin embargo, eso ha empezado a cambiar con la llegada de extranjeros; especialmente, con las familias que llevan varios años residiendo en las principales ciudades. Es verdad que el fenómeno es aún incipiente y que los organizadores de eventos locales todavía no incluyen estas fiestas entre sus servicios. Pero los cumpleaños, de un modo o de otro, se celebran, aunque hacerlo requiera un esfuerzo casi sobrehumano de parte de la familia, que debe conjugar creatividad, tradición, recursos y presupuesto.

"Organizar una fiesta de estas características en España lleva más tiempo de lo habitual, ya que las familias no encuentran con facilidad los servicios que necesitan"

“Hace años que me dedico a elaborar reportajes fotográficos de quinceañeras y, en todo este tiempo, he visto a muchos padres correr desesperados en busca de modistas, salones o servicios de catering”, cuenta el fotógrafo profesional David Sapiencia, autor de las imágenes del reportaje. Para él, el reto personal tuvo lugar hace un lustro, cuando su hija cumplió los quince, pero lo ha vivido decenas de veces después, junto a otras familias para las que ha trabajado.

El caso de Yakceli Torrico Gutiérrez es un ejemplo notable de esfuerzo y coordinación, ya que sus damas de honor vestían todas iguales. “Organizar la fiesta fue muy trabajoso -cuenta su madre-. Tardamos más de tres meses en prepararlo todo; sobre todo, en resolver el asunto de los vestidos. Por suerte, una tía de mi hija es costurera, así que ella confeccionó los catorce trajes de las chicas y los dos vestidos de Yakceli, el que usó para entrar al salón y el que se puso después, para estar más cómoda en la fiesta, pero igual fue muy laborioso. Hubo que tomar medidas, llevarlas a probarse los trajes, todo...” Además, la mamá de Yakceli se encargó personalmente de muchos detalles. ¿Por ejemplo? “De las servilletas. Cosí más de cien servilletas de tela, porque el salón que contratamos sólo tenía de papel”.

La elección del lugar, la decoración de las copas para el brindis, el diseño de los arreglos y los encargos a las florerías fueron sólo una parte de su trabajo. Lo que más tiempo le llevó, explica, fue “buscar las cosas y tomar decisiones al ver que no las encontraba”. Las invitaciones al cumpleaños y los recordatorios para los invitados los hizo traer de Bolivia. “Es que aquí no hay, no existen aún estas cosas, así que me puse en contacto con mi cuñada, que vive allá, le expliqué lo que quería, cuáles eran los colores, el estilo, y le pedí que me lo enviara todo”, asegura.

María Angélica, la mamá de Nohelia Paz Alurralde, también recuerda el cumpleaños de su hija como un grandísimo desafío. La celebración, en este caso, fue en el Hotel Palace de Madrid, y tuvieron que esperar varios meses hasta encontrar una fecha disponible. “Fue la primera fiesta de quinceañeras que se celebró en ese hotel y los encargados estaban sorprendidos -relata-. Aunque al contratar el salón allí teníamos varios servicios incluidos, yo me encargué personalmente de hacer el cotillón, y llevar las servilletas y los lazos a tono para vestir las sillas. Nohelia escogió su vestido por Internet y luego pedimos que se lo hicieran. Y, claro, como algunos de sus amigos son españoles, tuvimos que explicarles en qué consistía la fiesta y qué debían hacer”.

La madre de Yakceli apunta lo mismo: “Los compañeritos de mi hija estaban muy sorprendidos. Alucinaban... decían que se parecía a una boda. Me acuerdo de un chico rumano que llegó pensando que aquello sería un baile en una nave, y se quedó con la boca abierta al ver el salón tan bien puesto. El pobre no se lo podía creer. Y no es para menos, porque fue maravilloso”.