Para quienes han seguido el programa 'Cántame una canción', sobran las presentaciones. Más de una vez lo habrán visto actuar; en ocasiones, junto a grandes artistas. Para quienes se hayan perdido esa propuesta televisiva, aquí van unos datos de arranque: se llama Gustavo Reyes, acaba de cumplir once años, es dueño de una voz sorprendente y, desde que llegó a España, ha compartido escenario con personajes como Tamara y Joselito, entre otros.
«¿Vienes sola?», pregunta con un gesto de sorpresa. «Yo creía que para hacer la entrevista iba a venir mucha gente. Estaba un poco nervioso -confiesa-, pero ya no». Sentado en el salón de su casa y acompañado por sus padres, Sara y José, Gustavo da comienzo a una charla que durará dos horas e incluirá un pequeño concierto privado, entre la mesa y el sofá. ¿Las canciones elegidas? 'Mi viejo San Juan' y 'Recuerdos de Ypacaraí', dos temas que resuenan en su garganta e inundan la habitación. La voz de Gustavo Reyes no pasa desapercibida.
«Me crié con las rancheras pero, ahora que soy más grande, prefiero los temas de amor», explica Gustavo, que la semana pasada celebró su cumpleaños. Señala que su «primera referencia» musical es Julio Iglesias, «porque tiene unas canciones románticas muy buenas», aunque también le gustan mucho «los cambios de tono de Camilo Sesto». Al escucharlo hablar, por momentos, cuesta creer que sea un niño.
«Es que llevo muchos años cantando -indica-. ¿Y sabes qué? Todavía me pongo nervioso cuando voy a salir a un escenario. Cada vez es como la primera, por eso respiro hondo y cierro los ojos. La gente dice que no se me notan los nervios, pero yo sí me doy cuenta; siempre me tiembla aquí», describe señalándose la barbilla.
Sus preferencias musicales son las mismas que las de su abuela, que admiraba tanto a Julio Iglesias, Camilo Sesto y Joselito, que decidió bautizar así a sus tres hijos. «Yo no me llamo José, sino Joselito, en diminutivo», tercia el padre de Gustavo, que comparte con su hijo el gusto por la música. «Cuando vivíamos en Bolivia, yo cantaba en el coro de la universidad. Y Gustavo, desde muy pequeñito, disfrutaba cantando conmigo». Aún hoy, lejos de casa, mantienen esa afición.
De Santa Cruz a Astrabudua
Gustavo se marchó de Santa Cruz junto a sus padres que, como muchos otros bolivianos, decidieron emigrar para forjarse un futuro mejor. «Allí no hay economía de proyección, sino de subsistencia -dice José-. Por eso nos fuimos hace cuatro años». Al País Vasco llegaron hace dos, tras pasar una temporada en Madrid y otra en un pequeño pueblo manchego. Desde entonces, viven en Erandio, aunque han recorrido varias ciudades con Gustavo.
Gustavo se marchó de Santa Cruz junto a sus padres que, como muchos otros bolivianos, decidieron emigrar para forjarse un futuro mejor. «Allí no hay economía de proyección, sino de subsistencia -dice José-. Por eso nos fuimos hace cuatro años». Al País Vasco llegaron hace dos, tras pasar una temporada en Madrid y otra en un pequeño pueblo manchego. Desde entonces, viven en Erandio, aunque han recorrido varias ciudades con Gustavo.
En estos años, 'El Charrito' ha conocido varios platós de televisión y a varias estrellas. Compartió escenario con Shaila Durcal en Sevilla y, para gusto de su abuela, cantó con Joselito en Toledo. «Mira, aquí tengo unas fotos con ellos. ¡Me las han firmado y todo!», dice enseñando el álbum con orgullo. Después, sus dedos ágiles recorren el ordenador portátil y el mando a distancia del televisor. «Aquí tengo todos los vídeos de mis actuaciones», explica. Lo que no tiene, porque no quedó registrado, es un vídeo de su encuentro con David Bisbal. «Lo conocí en los pasillos de un plató. Iba al baño, lo encontré ahí y me dijo: 'Eh, tú, algún día tenemos que cantar juntos'. Es muy simpático».
Su biografía es tan intensa que genera incredulidad. «Al principio, cuando decía que era cantante, mis compañeros del cole no me creían. Tuve que mostrarles los vídeos para que me creyeran», cuenta Gustavo. «Y una vez -agrega-, la maestra puso uno de mis vídeos en la pantalla que tenemos en el aula». A propósito de la escuela, su padre insiste en que la formación académica es crucial. «Muchas veces se estigmatiza a los niños artistas; se los percibe como muñecos rotos. Gustavito tiene mucho talento, pero no por eso dejará de estudiar», concluye.
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