11.1.10

"El dinero no es la única razón para emigrar, existen otras"

Esta joven, maquilladora profesional y esteticista, dirige una franquicia de cosmética internacional en Bilbao


Un viaje de vacaciones cambió por completo su vida. Ocurrió hace trece años, cuando voló de Brasilia a Madrid con la idea de visitar a una amiga. «Sólo vine por unas semanas pero, estando allí, conocí a un chico. Él era de Bilbao. Hoy es el padre de mi hijo», resume Cristiane Peixoto en su despacho de la Gran Vía bilbaína. Sin embargo, aunque el 'flechazo' fue inmediato, la historia tardó bastante tiempo en concretarse porque ella no se quedó. «Regresé a Brasil y estuvimos dos años de novios viviendo la relación a distancia. Cada vez que podía, venía para aquí a verle -explica-. Finalmente, me quedé».

Desde que dejó su Goiania natal y fijó residencia en Bilbao, hace ya más de ocho años, Cristiane se dedicó al mundo de la cosmética. Esteticista de profesión, nunca tuvo problemas para encontrar trabajo en lo suyo. «Gran parte de mi experiencia laboral se la debo a las perfumerías, donde fui dependienta y asesora de belleza durante mucho tiempo», detalla. No obstante, el nacimiento de su hijo le obligó a reacomodar las prioridades. «Formar una familia requiere dedicación y el trabajo con horario comercial era incompatible con eso porque es muy demandante -razona-. Decidí que algo debía cambiar».

Fue entonces cuando se puso en contacto con una empresa de cosmética estadounidense que funciona a nivel internacional. «Hice cursos de capacitación con ellos, pero no sólo en el terreno de los productos, sino también en la parte empresarial. Aprendí mucho sobre gerencia y marketing y, también, sobre liderazgo y trabajo en equipo», explica. Cuatro años después de aquello, Cristiane dirige la delegación en Bilbao y coordina el trabajo de medio centenar de consultoras de belleza.

«El mundo de la cosmética es uno de los pocos que se ha salvado de la crisis. Es más -detalla-, este año hemos tenido un crecimiento del 34%». La explicación es sencilla: «Cuando te sientes bien, quieres estar guapa para exteriorizarlo. Y cuando no es así, también, porque cuidarse ayuda a levantar el ánimo», dice Cristiane, que, más allá de las cifras y los modelos de negocios, reconoce que su elección profesional la ha ayudado a independizarse y «crecer a pesar de las dificultades naturales de ser inmigrante y empezar desde cero en un lugar diferente».

«Más seguridad»
Salir adelante lejos del país de origen no siempre es fácil y Cristiane lo sabe. Aún así, ella subraya que jamás se sintió discriminada en Euskadi por su condición de extranjera. «El idioma, al principio, es una barrera, pero nunca viví situaciones desagradables de racismo o xenofobia. Al contrario. Desde el principio me sentí muy bien recibida por los vascos, que son muy hospitalarios», relata.

Para Cristiane, Bilbao es una ciudad perfecta para vivir. «Es una villa pequeña, pero tiene un corazón enorme y, además, aquí puedes encontrar las mismas cosas que en una gran metrópoli. Si quieres cine, lo tienes. Si quieres teatro, también. La vida comercial es muy intensa, aquí están las principales firmas y lo mejor es que lo tienes todo al alcance de la mano. Me gusta el entorno, la gente, las costumbres y la seguridad», enumera.

Esto último fue, de hecho, lo que la convenció para quedarse. «Mi relación de pareja no funcionó, pero no volví a Brasil. Por un lado, el padre de mi hijo vive aquí y me parece importante que estén cerca. Por otro, en mi país hay más inseguridad. En general se piensa que uno se va de su tierra porque está pasando hambre, pero no es así. El dinero no es la única razón para emigrar, existen otras», apunta.

En ese sentido, Cristiane es muy clara. «Si yo regresara a mi país, no me faltaría nada y, en muchos aspectos, tendría un mejor nivel de vida. El problema es que no me sentiría tan segura como aquí. Poder caminar por la calle sin miedo es un valor muy importante», subraya. Y agrega: «Siempre me han gustado los desafíos. Desde que vivo en Bilbao, he podido probarme a mí misma y avanzar por mi propio pie».




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