10.5.08

"Vine en busca de cultura y libertad de expresión"

Cuando camina por la calle y se encuentra con una marcha, cuando habla por teléfono y puede decir lo que piensa o cuando mira una película de contenido social y crítico, Rafael Romero siente que su migración fue un acierto. Residente en el País Vasco desde hace un año y tres meses, este documentalista nacido en El Salvador explica que su viaje le ha supuesto libertad. «Aquí puedo enriquecer mi cultura sin miedo a las represalias», dice.

Poco se sabe sobre El Salvador, excepto que es un país de Centroamérica que limita con Guatemala y Honduras. Y menos aún sobre sus habitantes. Tampoco hay tantos salvadoreños que residan en Euskadi, de modo que la conversación con 'Rafa' es, ante todo, reveladora. Documentalista y fotógrafo de profesión, Rafael Romero llegó a Bilbao a comienzos de 2007, acompañando a su mujer, que es vasca y quería regresar a su tierra. «Tenía ganas de terminar la carrera», precisa él, aunque ese no haya sido el único motivo para iniciar el viaje.

Lo que trajo a Rafael hasta Euskadi fue la situación política de América Central, que «es muy tensa» y que, debido a su profesión, le hacía sentirse inseguro. Los documentales de corte social, que son los que más le interesan, «están totalmente censurados -cuenta-. No existe la libertad de expresión, ni hay posibilidad de ser crítico». Con esa línea vedada, la salida laboral más parecida es la propaganda y la publicidad; dos ramas de la comunicación audiovisual a las que se dedicó durante dieciséis años.

«Primero trabajé para los partidos de la derecha, realizando sus campañas políticas, y después me pasé a la izquierda. El problema es que allí te encasillan en una corriente ideológica por el simple hecho de crear un 'spot' y, al final, cuando te asocian a un partido, resulta muy complicado que te den trabajo, más allá de lo que pienses o creas. Además -agrega-, yo tenía inquietudes sociales y quería difundirlas de otro modo, sin depender de nadie».

El deseo se transforma en utopía cuando a un país lo rige la censura, la persecución y la pérdida de identidad cultural. «El Salvador no tiene una moneda propia; funciona con el dólar», señala Rafael con tristeza, porque el dato es más que una anécdota. Según relata, la influencia norteamericana es tan grande que todo el sistema político, financiero y social se ha transformado por completo. «Somos el único país de Centroamérica que tiene tropas en Irak». De ahí que exista una Ley Antiterrorista y una «pesquisa permanente» que incluye «detenciones y hasta escuchas telefónicas».

Para los salvadoreños, Estados Unidos representa un modelo a seguir y un destino. «El 80% de los habitantes de mi país vive de las remesas que les envían sus familiares -expone Rafael-. Y después está lo otro; la influencia cultural. Las marcas de la ropa, los filmes hollywoodenses, el consumo desorbitado, las consolas y las cadenas de comida basura Hasta los campesinos que no saben expresarse bien quieren tener unas playeras de marca. Es tremendo».

El ejemplo vasco
La emigración hacia Europa es distinta, y el documentalista hace hincapié en ello. «Las familias acomodadas envían aquí a sus hijos para que conozcan otro mundo. Yo mismo vine a Euskadi en busca de cultura y libertad de expresión. El motivo no es económico, sino intelectual», apostilla. «Lo que más me gusta de los vascos es su manera de expresarse, la posibilidad de hacer pancartas, organizar una manifestación, debatir, criticar... El País Vasco tiene un punto social que me parece muy interesante».

Por ello, en este tiempo, Rafael se ha dedicado a documentar escenas de la participación ciudadana. «Quiero hacer un vídeo y enviarlo a mi país, mostrarle a los jóvenes de El Salvador que se puede vivir de otra manera, que discrepar es sano y hace bien al conjunto de la sociedad». Pero también se ha volcado en aprender, algo que pudo lograr en el espacio de Hacería Arteak, donde perfeccionó sus conocimientos de iluminación teatral y comenzó a desarrollar su vocación artística y social. «Me siento muy satisfecho de la experiencia que he adquirido aquí. Bilbao ha dejado crecer al Robin Hood que llevaba dentro».

No hay comentarios: