de los Goya.
Lo primero que alguien podría pensar al leer estas palabras es que las dueñas de la empresa son cinéfilas sin remedio. Pero lo cierto es que no. Ni se les va la vida en los rodajes, ni se dedican profesionalmente al mercado audiovisual. Lo que en verdad les interesa es el mundo de la moda, y los análisis que realizan se focalizan en la alfombra roja. Más concretamente, en el atuendo de quienes la pisan.
Trajes, zapatos, vestidos de gala, bolsos, joyas… Al margen del premio en sí, la cita en el Kodak Theatre se transforma en una pasarela de lujo. Los maniquíes eventuales son actores y actrices famosos que lucen, sin inmutarse, creaciones de moda y glamour. Allí se concentran las últimas tendencias, los objetos más codiciados y las apuestas más novedosas de los grandes diseñadores. Y todo ello, claro está, es materia prima para la novel empresa española, cuyo objetivo fundamental es acercar la sofisticación al común de los mortales. Pero, ¿cómo lo consigue? ¿Vende complementos similares? No. ¿Realiza imitaciones? Tampoco.
«Sabíamos que este negocio funcionaba bien en los Estados Unidos, porque tenemos amigas que viven allí. Hicimos un estudio de mercado en España y, al final, decidimos ‘importar’ la fórmula», explica una de las propietarias, que prefiere mantener su identidad en el anonimato. La discreción –incluso en este aspecto– es el pilar fundamental de la empresa. Y la razón es muy sencilla: «A ninguna de nuestras clientas les interesa que se sepa que sus bolsos son alquilados, por eso les brindamos la mayor confidencialidad posible».
Precauciones legales
De ahí que, una vez hecho el pedido, el bolso se entregue con un hermetismo absoluto. Ni señas de identidad, ni logotipos de la empresa. «Los artículos se envían mediante una compañía de transporte especializada y la caja va envuelta en una bolsa muy discreta», describen. Lo mismo ocurre a la inversa, cuando finaliza el periodo de alquiler y se recoge el artículo utilizado. Por muy
nueva –y pionera– que sea la firma, sus responsables han evaluado hasta el último detalle. «Tuvimos que asesorarnos con abogados y con otros profesionales antes de salir al mercado. Hicimos una inversión importante y debíamos cuidar todos los aspectos», relatan. Entre ellos, el legal.
En primer lugar, las empresarias se aseguraron de que el negocio fuera legítimo. Y después, para evitar fraudes, decidieron comprar los bolsos directamente en las tiendas originales, sin intermediarios, ni descuentos sospechosos, ni transacciones por Internet. «Adquirimos los artículos en los establecimientos de los fabricantes, con su correspondiente certificado de autenticidad», afirman; una regla que se aplica tanto a las marcas nacionales como a las que se encuentran en el extranjero y cuyas creaciones más recientes no se consiguen en nuestro país. «O bien se agotan enseguida o, directamente, no llegan», dicen.
Eso explica la frecuencia de sus viajes a Londres, Milán o París, ciudades que, por excelencia, son referente mundial de la moda. Los desplazamientos para las compras, sin embargo, no son casuales. Y, mucho menos, impulsivos. La adquisición de un bolso o un modelo concreto tiene, de base, un estudio profundo. La gran variedad de marcas y artículos y el elevado coste de los mismos son razones determinantes para pensar antes de actuar. En este sentido, los eventos como el de mañana, los desfiles de renombre o, también, las propias revistas del corazón son necesarias –e indispensables– para acertar en las decisiones.
Como Victoria Beckham
«Contamos con estilistas que siguen la vestimenta de las famosas y proponen algunos bolsos en función de lo que ven», desvelan las empresarias. Y añaden que no todas las mujeres ‘famosas’ son útiles a este propósito. Hay una lista, y Paris Hilton, Penélope Cruz y Victoria Beckham son tres celebridades que la encabezan. «Es casi una regla –sentencia una de las propietarias–: bolso
que se pone Victoria, bolso que se agota de las tiendas». Y en su empresa, pues muchos de los artículos que ofrece esta compañía se encuentran en lista de espera.
«La aceptación ha sido muy buena, incluso mayor de lo habíamos previsto», celebran. El dato es interesante, ya que el perfil de sus clientas está marcado por la exigencia. «Trabajamos con mujeres de entre 20 y 45 años, con una vida social muy activa –describen–. No buscamos a alguien que alquile una vez al año, sino a personas que cambien de modelo y repitan. Por lo general, son mujeres que ya poseen un bolso de alta costura y que valoran las marcas, pero que no se pueden permitir la compra de todos los artículos que les gustaría tener». Mujeres de Madrid y Barcelona, pero «también de otras ciudades y pueblos más pequeños», destacan.
Si algo ha sorprendido a las propietarias de Look-and-stop es que las solicitudes provienen de lugares muy dispersos. «En un principio, pensábamos que los alquileres se concentrarían en las grandes capitales –relatan–, pero resulta que hemos enviado bolsos a todas partes del país, desde Lugo hasta Canarias». Otro factor de sorpresa fue la demanda masculina. Al parecer, aquello de que a los hombres no les va el tema de la moda es un «mito total». Por esta razón, la firma piensa «incluir artículos masculinos, como bolsos en bandolera y maletines de ordenador». Evidentemente, el ‘leasing’ de última moda experimenta un auge tremendo, sobre todo porque esta empresa no es la única en España que ofrece lujo por horas.
Junto a Look-and-Stop, que alquila bolsos de marca, existen otras compañías especializadas en distintos rubros del glamour. Las más conocidas –después de las arrendadoras de coches y limusinas– son las que trabajan para las fiestas de rigurosa etiqueta como, por ejemplo, las bodas. Decenas de empresas españolas alquilan trajes de noche, desde chaqués, fracs y esmoquin
hasta la propia indumentaria de los novios. Una de ellas, en Zaragoza, señala que la vestimenta de los futuros esponsales cuesta alrededor de 1.500 euros como mínimo y que «si tenemos en cuenta que se utiliza durante unas pocas horas, resulta que el precio es muy alto». «Alquilar un vestido de novia de aparente estreno, tanto por su estado como por su diseño, puede costar desde 180 euros, y un traje de novio, desde 55», detallan en ZaraBodas.
Claro que, a la hora de contraer matrimonio, pueden surgir ciertas reticencias con el tema del alquiler. A fin de cuentas, es un día especial. La empresa zaragozana lo sabe y, por ello, ha ideado una modalidad singular: «Para quienes piensan que es mejor estrenar la ropa, tenemos otra alternativa. Por un precio un poco más elevado, alquilan un traje sin uso y, en lugar de guardarlo, nos lo devuelven», exponen. El ahorro supone un «buen dinero» para dedicar a otros ‘capítulos’, como el viaje, los utensilios del hogar o «cualquiera que no sea el abandono de por vida en un rincón del armario».
Joyas asequibles
Ropa, bolsos, coches, embarcaciones… la lista se amplía. ¿Hay algo más que se alquile en estos márgenes del lujo? Sí, las joyas. Una empresa catalana fundada en mayo de 2006 pone el acento en los detalles más brillantes. «Nuestro objetivo principal es que la gente común pueda lucir una pieza de alta joyería en un momento determinado», explican los responsable de la compañía Berdeli, que nació con «la idea de innovar el mundo del diseño de la joyería actual». La firma alquila estas piezas durante diez días y el coste del servicio oscila entre el 10% y el 20% del valor real de la joya. Las iniciativas de este tipo demuestran que las demandas y los clientes están cambiando en España. Como señala la consultora Daemon Quest, «los artículos de lujo se han convertido en una parte importante de consumo para un público cada vez más amplio, y han dejado de ser ‘commodities’ al alcance de unos pocos privilegiados».
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