Aunque parezca contradictorio, los animales de caza representan un problema para los cotos de España, en particular cuando se cruzan en la carretera. Las estadísticas de la Dirección General de Tráfico (DGT) revelan que las colisiones contra jabalíes, corzos u otras especies han dejado un saldo de 41 muertos y más de 1.800 heridos entre 1999 y 2003. Las cifras, en su conjunto, apenas representan el 1% de todos los accidentes que se registran en las carreteras del país. Sin embargo, sí se han convertido en un factor que genera «mucha preocupación» entre los organismos relacionados con la seguridad vial y los propios cotos de caza.
La inquietud llega hasta el extremo de que estos últimos han logrado reunir a todas las entidades
involucradas en la cinegética y la seguridad del tráfico en dos seminarios de carácter nacional. El objetivo: encontrar fórmulas que reduzcan los índices de siniestralidad. O, al menos, aclarar el tema de la responsabilidad, porque el eje de la discusión pasa por determinar quién debe asumir las consecuencias de unos siniestros que, en numerosas ocasiones, se traducen en daños físicos y materiales importantes.
El 18 de noviembre se dieron cita en Madrid la Dirección de la Guardia Civil y la de Biodiversidad, junto a la DGT y la Oficina Nacional de la Caza (ONC). Y el martes pasado tuvo lugar, en Soria, el segundo encuentro. La directora gerente de la ONC, Belén Pinilla, define como «un éxito» ambos congresos. «En Madrid formamos una mesa de trabajo compuesta por 78 personas de todas las comunidades autónomas», detalla a manera de ejemplo. La conclusión en los dos foros ha sido la misma: el problema de los accidentes atribuibles a la fauna salvaje trasciende el terreno de los seminarios, salta la valla de las estadísticas y se mete de lleno en los predios destinados a la caza cuando llega el momento de asignar responsabilidades.
«Nadie quiere hacerse responsable». Con estas cuatro palabras, la directora de la ONC resume la
esencia del debate. Pinilla sostiene que los titulares de los cotos «siempre acaban pagando» si el animal es atropellado en las inmediaciones de sus terrenos y que, incluso, «se ha responsabilizado
a los cotos de caza menor cuando el ejemplar en cuestión es un jabalí». «Eso no tiene sentido», agrega. Por esta razón, las asociaciones de caza exigen que «cada uno se haga cargo de lo que le corresponde», máxime cuando la siniestralidad apunta al alza debido al auge de la cinegética y, sobre todo, a la proliferación de la fauna en los montes.
Por eso, las peticiones son muy concretas. Al Ministerio de Medio Ambiente: «Un control riguroso de algunas especies para evitar la superpoblación». A la DGT: «Carreteras mejor señalizadas y más medidas de precaución en los tramos de alto riesgo». A la Guardia Civil: «Que incluya en los atestados el mayor número de datos posible» con el fin de elimitar posteriormente si el accidente ha podido ser causado por un ejemplar del coto. Y, finalmente, a las empresas aseguradoras: «Que cubran los daños de estos accidentes y no nos hagan responder por animales
que no son nuestros».
Con propiedad
Las compañías de seguros, en cambio, consideran «totalmente lógico» reclamar contra los cotos cuando los ejemplares atropellados provienen de sus terrenos. «Nuestro trabajo consiste en realizar la mejor gestión jurídica posible para el cliente y tenemos todo el derecho de reclamar», apunta el portavoz de Unespa, Miguel Ángel Vázquez. «La ley lo dice muy claro: la persona que posee un animal, o la que se sirve de él, es responsable de los daños que éste pueda causar, aun cuando se le escape o extravíe». Vázquez se refiere al artículo 1905 del Código Civil.
Frente a esta norma, los titulares de los cotos se amparan en el ‘Res Nullius’, un concepto que también está recogido en el Código Civil. «Allí la ley establece que estos animales no le pertenecen a nadie», afirma Jorge Bernad, el asesor jurídico de la Federación Española de Caza. «El hecho de que haya un jabalí en la ruta no significa nada, porque esta especie se desplaza hasta veinte kilómetros por noche. Entonces, ¿cómo se demuestra que viene de mi coto? Y, además, ¿cómo voy a responder yo por algo que no me pertenece?», se pregunta el abogado.
Conducir con precaución
En medio de la polémica, los automovilistas, la tercera pata del banco, a los que se les exige prudencia. «El conductor tiene la culpa en el 80% de los casos, porque excede los límites de velocidad», asegura Bernad. El experto destaca, a su vez, que el 98% de las sentencias condenan a los cotos a pagar, «aún cuando se demuestra que el accidentado viajaba más rápido de lo permitido o estaba ebrio». En este sentido, la Federación Española de Caza considera que los fallos judiciales son «injustos. La persona incumple la normativa de tráfico y, encima, nosotros tenemos que pagar las consecuencias del accidente. Eso no está bien», protestan.
Desde las compañías aseguradoras el razonamiento es otro. «Que una persona conduzca en estado de ebriedad no cambia el hecho de que el animal se haya cruzado en la ruta», manifiesta el portavoz de Unespa. «En todo caso, la infracción es un factor que reducirá la indemnización que se pueda recibir por el accidente, pero eso no exime de responsabilidad al dueño del animal que se escapó. Aquí no hay que jugar con las palabras y los conceptos», añade.
"Pagamos por los daños y ya está. No podemos hacer nada más"
Carlos y Jaime Siegrist conocen bien las secuelas que puede dejar un accidente de tráfico causado
por un animal. Padre e hijo han tenido que afrontar siete siniestros en los últimos tres años y, en todos los casos, hacerse cargo de las consecuencias. Sin embargo, ellos no conducían ningún vehículo. Eran –y son– los titulares de un coto de caza. «Tenemos un terreno pequeñito que está ubicado justo a la entrada de Soria, entre el río Duero y la carretera –explica Jaime–. Hace tres años se produjo el primer accidente en la zona y, desde entonces, llevamos siete».
«Sorprendidos»
En el coto de los Siegrist habitan especies pequeñas, como liebres, perdices y conejos, porque sus 250 hectáreas están destinadas a la caza menor. «Nosotros no tenemos ciervos ni jabalíes», afirman. No obstante, han tenido que indemnizar a varios conductores, accidentados en la carretera que bordea su predio al colisionar sus coches contra este tipo de animales.
Los propietarios se manifiestan «sorprendidos» por esta dinámica, «igual que la primera vez que tuvimos que pagar». A cada accidente le siguió un juicio. Y, a cada juicio, una sentencia desfavorable. «En todos los casos, perdimos», dicen. Un año después de producirse el primer siniestro, los titulares del coto colocaron una valla para evitar que los animales entraran en su terreno a beber agua del río. Incluso así, son conscientes de que la medida no les ha servido de mucho. «Los ciervos saltan el vallado y los jabalíes pasan por debajo», señalan.
El cerco que pusieron y el hecho de que estas especies no les pertenezcan no han sido razones suficientes para eximirlos de la responsabilidad ante los siniestros. Según su punto de vista, los cotos son los primeros perjudicados en este tipo de incidentes. «A la Guardia Civil le interesa que haya un responsable, y siempre hacen caer esa responsabilidad sobre nosotros. Los atestados se basan en su palabra y no tenemos pruebas para confirmarlos ni manera de rebatirlos. Así que ahora pagamos por los daños y ya está; tampoco podemos hacer nada más», concluyen resignados.
La importancia de un atestado completo
La información que figura en los atestados también deja disconformes a las asociaciones de caza. «A veces se realizan tres o cuatro días después de haber ocurrido el suceso, se limitan a reseñar el lugar donde supuestamente sucedió y poca cosa más», afirman.
En este punto, la Guardia Civil discrepa. «Nosotros no omitimos ningún dato. Y si hay fallecidos se realiza un informe técnico mucho más completo para que el juez disponga de todos los elementos necesarios en el momento de hacer su trabajo», indican fuentes del instituto armado. Ante la «vaguedad» de los atestados, algunos titulares de cotos de caza se sienten «indefensos». «No sabemos con certeza dónde ocurrieron los accidentes. Muchas veces ni siquiera llegamos a ver el animal muerto. Es su palabra contra la nuestra», se lamentan.
La insinuación «sorprende» a los agentes de la Guardia Civil, quienes responden a ella sin dudar: «Nos limitamos a cumplir la ley. No actuamos para beneficiar los intereses de particulares».
1 comentario:
ASESINOS,QUE POCA VERGUENZA TIENE EL HIJO DE LA GRAN PUTA DE MIERDA ESE DEL JORGE BERNAD,VALIENTE TIO ASQUEROSO EL Y LA GUARRA DE SU MUJER ASESINOS QUE NO TENEIS RESPETO POR NADA Y ENCIMA DESPUES LOS CABRONES DICEN QUE LAS MUJERES QUE ABORTAN SON ASESINAS TAMBIEN,¡¡¡¡ANDA YAAAA!!!! QUE NO SAVEIS NI DONDE TENEIS LA CARA,MALA GENTE,ASESINOS QUE CON LA CARA QUE TENEIS SEGURO QUE SOIS DEL PP,ASESINOS,CRIMINALES QUE SOIS LOS 2,UN DIA TENDRIA QUE VENIR UN BICHO Y METEROS UNA CORNA Y MATAROS A LOS 2 POR ASESINOS.RESPETAD EL PLANETA Y EL MUNDO ANIMAL.MALA GENTE.
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