El consumo de drogas ilegales en Euskadi se ha triplicado en los últimos diez años y es considerado como «bastante o muy grave» por el 77,1% de la población. Los datos proceden de siete estudios realizados entre 1992 y 2004 por la Dirección de Drogodependencias, que reflejan que el consumo y la preocupación aumentan a partes iguales. Ante esta realidad, el Gobierno vasco ha aprobado un proyecto para enfrentarse a «un problema de salud pública y de convivencia ciudadana». El V Plan de Drogodependencias ha entrado en vigor este año y se desarrollará hasta 2008. Para sacarlo adelante, el Ejecutivo autónomo invertirá más de 46 millones de euros al año. Este importe representa un 35% más de lo que se destinaba hace un lustro.
Los especialistas que han diseñado este proyecto explican que «hay dos componentes básicos y necesarios para que se produzca el fenómeno del consumo». Por un lado, «la presencia de una sustancia». Y, por otro, «la existencia de un individuo» como potencial usuario de la misma. «Entre estos dos extremos –añaden– hay múltiples variables que hacen que la relación entre ambos sea más o menos probable y de mayor o menor intensidad». De esta manera, el plan aprobado este año pretende controlar la oferta, reducir la demanda y, además, involucrar a todas las entidades e instituciones relacionadas con este problema. Desde el Departamento de Industria hasta el de Sanidad y el de Justicia, pasando por los ayuntamientos y las diputaciones. La piedra angular consistirá en fortalecer la coordinación gubernamental para romper el binomio ‘sustancia-persona’ o, lo que es igual, el enlace ‘oferta-demanda’.
CONTROL DE LA OFERTA
«Una estrecha colaboración»
Las actuaciones en esta materia tienen, como objetivo general, reducir la oferta de sustancias, aumentar el control sobre el tráfico y hacer cumplir la normativa vigente. Con estas líneas de trabajo, se intentará ejercer un mayor control. En este punto, se verán involucradas diferentes instituciones que actuarán «en estrecha colaboración». Así, el Departamento de Sanidad supervisará con más detenimiento la venta de medicamentos estupefacientes o psicotropos, mientras que Industria controlará a las empresas fabricantes de precursores químicos. Interior y Justicia actuarán sobre el tráfico ilícito de drogas, «con especial incidencia en fenómenos colaterales, como el blanqueo de dinero». Y el Gobierno vasco regulará la publicidad que promueva el consumo de tabaco y alcohol junto a los ayuntamientos, que, además, controlarán el suministro de estos productos a menores de 18 años.
Pero el control de la oferta «no sólo comporta medidas policiales y sancionadoras, sino también preventivas y educadoras», añaden los autores del proyecto. De este modo, un objetivo clave pasa por realizar estudios «que permitan conocer la incidencia de este fenómeno en nuestra comunidad», concienciar a las personas responsables de centros públicos, implicar a los ayuntamientos y a los medios de comunicación y «hacer partícipe a la ciudadanía de la pertinencia de las normas».
El Ejecutivo espera ver los resultados de estas acciones una vez que finalice el plan. Entre ellos, señala que para el año 2008 debería «reducirse el tráfico de drogas», así como «la presencia de estas sustancias en la calle». Asimismo, se debería lograr un control «efectivo» de la venta y suministro de alcohol y tabaco a los menores y una «reducción de la siniestralidad laboral y en carretera ocasionada por la ingesta de bebidas alcohólicas u otras drogas».
REDUCCIÓN DE LA DEMANDA
«Educación y prevención»
En el otro extremo del problema están las personas. Según los responsables del plan, una parte significativa de los abusos de drogas está relacionada con la carencia de «ciertas capacidades personales» –como un autoconcepto equilibrado o el control ante la impulsividad– la falta de «valores trascendentes» –respeto o solidaridad– y el no tener «actitudes positivas frente a la salud».
Estos déficit de capacidades, valores y actitudes en un medio social «promotor del consumo de drogas», se convierten en «factores de riesgo» y pueden derivar en un «uso habitual». Por esta razón, las medidas para reducir la demanda se apoyarán en la prevención y en la educación. Las intervenciones estarán dirigidas a toda la población –ya que «la mayoría consume o ha experimentado con alguna droga»– pero se ajustarán a las necesidades de los distintos colectivos.
En este sentido, el proyecto actuará en el ámbito escolar, familiar y juvenil, así como en el laboral
y el de ocio.
Los adolescentes recibirán una atención especial, ya que se encuentran en pleno proceso de formación y son «especialmente sensibles» a la adquisición de estos hábitos y valores. El plan se centrará en fomentar las actitudes saludables, retrasar la edad de inicio del consumo y evitar que se produzca entre los menores de 18 años. En las escuelas, el programa apoyará la labor educativa «orientada al desarrollo personal», contribuirá a la formación de equipos docentes y financiará los proyectos que sigan esta línea. Al finalizar el plan, «el 90% de los centros de enseñanza deberán haber recibido apoyo para desarrollar estas actividades».
En el ámbito familiar, la pretensión es sensibilizar e informar a los padres «para que no se desentiendan de sus responsabilidades» y ayudarles en esta labor mediante encuentros, conferencias, debates y charlas de aprendizaje. «La oferta de algún tipo de apoyo debe llegar a dos de cada tres familias», especifica el documento. Para los centros de ocio y tiempo libre se elaborarán recursos informativos, se brindará un servicio de orientación y asesoramiento a los profesores y monitores y se formarán profesionales. Entre otras metas, «la mitad de las asociaciones culturales, deportivas y de tiempo libre que trabajen con menores deberá recibir ayuda en este sentido».
En todos los casos, el programa hace hincapié en el trabajo con los jóvenes, a quienes considera un «sector prioritario» en la intervención. «A esas edades se establecen las primeras relaciones con las drogas, mientras se abandona el papel de dependencia ante las personas adultas», advierten los expertos.
El 8,7% de los jóvenes ha consumido 'coca'
Durante los últimos doce años, la Dirección de Drogodependencias del Gobierno vasco ha realizado siete estudios sobre el consumo de drogas en Euskadi. La última encuesta se llevó a cabo este mismo año y la comparación de todos los resultados permite ‘leer’ cómo ha evolucionado el uso de las sustancias, sean éstas legales o no.
El alcohol es la más consumida de todas. El momento de mayor acercamiento se produce entre los 20 y los 24 años, cuando casi la totalidad de los jóvenes lo han probado (96,6%). A su vez, los hombres beben más cantidad y con mayor frecuencia que las mujeres.
El tabaco es la segunda sustancia que registra mayores índices de consumo. La última encuesta revela que, entre 2002 y 2004, los fumadores habituales han aumentado en un 4%. Asimismo, gran parte de los fumadores se han iniciado entre los 15 y los 16 años.
La tercera droga más utilizada es la marihuana. «Su consumo ha crecido imparablemente», indica el informe. Casi un tercio de la población vasca la ha probado alguna vez, consumiéndola «abiertamente hasta el punto de que se puede afirmar que se vive una legalización de facto».
El consumo de drogas ilegales se ha triplicado. El análisis de las encuestas muestra una tendencia al alza que «encuentra su punto más elevado en el año 2004». Predomina el uso de estimulantes como las anfetaminas, la cocaína y el éxtasis, que «marcan la pauta del consumo actual». Pauta que se repite en el resto de España y de Europa.
El intervalo crítico en el uso de sustancias ilegales se registra entre los 20 y los 24 años. Según los estudios, el 25% de las personas ha probado anfetaminas y el 22% consumió cocaína cuando tenía esa edad. El 12,2% de los jóvenes de 15 a 19 años ha probado anfetaminas, y el 8,7% aseguró haber consumido ‘coca’ al menos una vez. Por otra parte, los inhalables, las drogas relacionadas con la práctica deportiva y las anfetaminas son las sustancias que se comienzan a consumir a edades más tempranas.
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