Empezó a trabajar como soldador en Bolivia, cuando tenía dieciséis años, y se dedicó a ello hasta los 23, cuando le empezó a ir mejor como músico. Rolando siempre había combinado ambas actividades, «pero llegó un punto en el que ganaba más dinero con las actuaciones que tenía los fines de semana que con el trabajo que hacía en el taller de lunes a viernes». No fue difícil tomar la decisión: la música es su vocación y, además, era mejor pagadora.
La primera vez que vino a Europa, de hecho, fue hace ya siete años, con el Ballet Folklórico de Cochabamba. «Hicimos una gira por varias ciudades de España y llegamos hasta el País Vasco. Así fue que conocí Bilbao», relata. La capital vizcaína le gustó mucho y le sorprendió, pero no por ser diferente a su ciudad de origen sino, más bien, por lo contrario. «El clima es muy similar y el paisaje es también parecido. El verdecito, los montes... Incluso la ría -señala-. Cochabamba está atravesada por un río, pero la diferencia es que allí no se ve el mar».
Una de las principales características de Bolivia es que es un país sin costa. Está en el centro de América Latina. Pero, con independencia de ese rasgo, la ciudad donde vivía Rolando se encuentra en un valle andino; en el pasado tuvo actividad minera y hoy es un punto de negocios. Aunque no tenga astilleros ni gaviotas, tiene un punto bilbaíno.
Cambio profundo
Allí volvió él, tras la gira por España, y continuó con su carrera como músico hasta que se planteó un cambio profundo. "En Bolivia se suele decir que la vida del músico está maldita", apunta Rolando, y explica: «Siempre asocian a los músicos con la juerga, la bebida, las mujeres y la holgazanería. Te tachan de vago sin conocerte. Fíjate que también hay albañiles, ingenieros y médicos que son mujeriegos y beben, pero de ellos nadie piensa mal. De los músicos, en general, sí».
Cansado de los escenarios y la noche, Rolando decidió «empezar una nueva vida». Bilbao le había fascinado y, además, aquí vivía su novia. «Tenía dos motivos muy grandes para elegir la ciudad», dice con una sonrisa. Y, si bien el plan inicial era quedarse unos meses, la estadía se fue alargando hasta contarse por años. «También tenía aquí a algunos amigos; así que, en parte, era como estar en casa, aunque con más tecnología y mayor calidad de vida», indica.
Lo primero que intentó fue conseguir un trabajo en lo suyo, como soldador, «pero al no tener papeles, no podía», se lamenta. Por ello, «fui a parar donde la mayoría: en la construcción. Me acuerdo que, al empezar, me preguntaron cosas básicas; como si sabía medir... Algunas personas creen que por venir de Sudamérica eres incivilizado y andas por la selva como Tarzán. Piensan que no sabes nada y eso te hace sentir mal. Conozco médicos bolivianos que trabajan en la construcción», remata para ilustrar esta idea.
Saber medir
Rolando es crítico con la sociedad de acogida, pero también lo es con el propio colectivo de inmigrantes; en especial con quienes se avergüenzan de sus raíces. «Hay mucha gente que olvida quién es y de dónde viene; personas que, por ganar un sueldo en euros, se creen más que los demás. Hay quienes reniegan de su cultura y eso es muy triste», observa.
Sin embargo, de ahí mismo sale la fuerza para que exista ProAndino; un grupo de música folklórica formado por siete personas. «Volví a la música porque es la mejor manera de contarle a los demás que no olvidamos nuestras raíces. Y así como hay quienes no quieren saber de nada con el folklore, sí hay otros que se entusiasman al oír aquí los sonidos típicos. Además, ahora estamos innovando, buscando la interculturalidad y la fusión a través del proyecto 'Musikari Artean'. Estamos preparando un tema en euskera con tono andino», adelanta.
5 comentarios:
Hola Laura,
Me encanta esta nota.
Es muy cierto lo que dice Rolando de la gente que se olvida de donde viene. ¡Cuántas veces me encontré con esta realidad en otras partes del mundo!
A veces se da lo contrario, uno empieza a apreciar mucho mas sus raíces una vez que está lejos.
Como la dice canción de Alfredo Zitarrosa: "No te olvidés del pago si te vas 'pa la ciudad. Cuanti más lejos te vayas, más te tenés que acordar".
Laura, el otro día cayo un Correo y vi un articulo tuyo que me gusto mucho. Me acorde que habíamos volado juntos a MVD las pasadas navidades.
Felicitaciones por tu trabajo
Es verdad, Kaira. Por desgracia hay gente que prefiere olvidar lo que es, o que se avergüenza de dónde viene. Una lástima. También está el que vive penando por el país que dejó y no es capaz de liberarse de la nostalgia. Como siempre, el equilibrio es el mejor camino. Me alegra que te haya gustado la nota. Un besote!
Hola Santiago!! Qué bueno volver a saber de vos. Yo también me acuerdo del viaje a Montevideo. El avión parecía una bañadera e uruguayos con alas, ja ja. Me alegra mucho tener noticias tuyas nuevamente. Un abrazo para ti y tu familia!
Una emotiva historia.En tiempos fui bastanteseguidor de la música andinaescuchaba un programa en radio 2,lo que ahora esradio lasica,música para pueblos andinos.SihaY OPORTUNIDAD DE VERLES EN DIRECTO ApROANDINO LO HARÉ.uN BESO,lAURA.
Publicar un comentario