14.2.08

"En mi país, San Valentín no es sólo un día para las parejas"

Los escaparates rebosan de corazones, el color rojo predomina en las tiendas y Cupido se multiplica en la ciudad. Celebramos San Valentín como el día de los enamorados, pero es mucho más que eso: «Es un día para el amor y no sólo de la pareja», precisa el estadounidense James Overman. Tras seis años de residencia en Euskadi, recuerda con nitidez esta fiesta y la cultura de su país. Mientras, se sigue enamorando de la nuestra.

James revive, entre otras cosas, las tarjetas que le obsequiaba su padre, los pasteles que horneaba su madre y las galletas que llevaba al trabajo cada 14 de febrero. «Es un día de amistad y cariño en el que expresas tus sentimientos», relata. Ya sea con flores y bombones, con jerseys de corazones o «pequeños adornos» sobre la mesa, nadie pasa por alto esta celebración tan típica en América del Norte. Sin embargo, en el País Vasco, como en otras partes del mundo, sólo se recrea una faceta: la del romance y la seducción.

No es la única visión «parcial» sobre la cultura americana. Acompañado por su mujer, que es vasca, y por su hija pequeña, que ha cumplido cinco meses, este profesor de matemáticas nacido en Minnesota y afincado en Bilbao dispara algunas escenas. «La televisión muestra un país violento, con asesinos en serie, huracanes, terremotos e incendios. Desde las películas hasta las noticias, casi todo lo que se ve es negativo», lamenta. «Obviamente, eso existe, pero es bastante marginal».

En esta línea, James todavía se pregunta cómo su esposa se atrevió a viajar hacia allí. «Si yo no conociera el país, me daría miedo ir», dice. Y, sin embargo, no es crítico. «Cuando lo piensas al revés, ocurre algo parecido. El único cine español que había visto antes de venir era el de Almodóvar. Imagínate la impresión. Todo era triángulos amorosos con alguna ‘mariquita’». Su sonrisa es generosa y, a la vez, reflexiva. «No puedes juzgar a un lugar por lo que ves en la televisión».

Tampoco con mirada de turista, porque «ves lo que quieres ver o comes donde es más barato». Los restaurantes de ‘comida basura’ se nutren de los visitantes, los que trabajan lejos de casa y las personas con menor poder adquisitivo, pero «hay más variedad». El lugar de donde él procede tiene influencias alemanas. Lo que no tiene es mar, ni costumbre de comer pescado. «Eso lo adquirí aquí. De hecho, hay muchas especies no sé nombrarlas en inglés», reconoce.

Las diferencias gastronómicas son una rama de la sorpresa cultural, aunque existen otras. Por ejemplo, colgar la ropa. «Me costó mucho adaptarme a no tener secadora. Cuando vino mi familia
de visita, miraba los tendederos y sacaba fotos», relata James, divertido. Otra cosa que le impactó al llegar fue que no existieran locales abiertos las veinticuatro horas. «Llevo seis años aquí y todavía me no me acostumbro. Me cuesta pensar que, si no bajo a por la leche un sábado, no podré comprarla hasta el lunes».

Cuestión de elecciones
En contrapartida, disfruta mucho del relax y las costumbres urbanas. «Aquí todo transcurre más
lento y se toman la vida con calma. Adoro el transporte público y la densidad de las ciudades. Me
gusta mucho no depender de un coche para hacer las cosas. Allí vives en urbanizaciones, lejos de todo. En Europa, en cambio, puedes moverte a pie. Es genial cuando llega el domingo y bajas a comprar el pan y el periódico», dice.

A propósito de la información, James se mantiene al día de lo que ocurre en Estados Unidos y España. Y, por supuesto, compara. «Con esto de las elecciones, la diferencia es abismal. Allí están como locos eligiendo a los candidatos. Llevan un año así, y todavía quedan diez meses. Aquello es excesivo. Prefiero la moderación local».

Internet es una vía importante para mantenerse en contacto y al tanto de todo. Aunque no siempre alcanza. «Los deportes son diferentes y los echo de menos. Puedo ver hockey sobre hielo desde aquí, claro, pero no sentir el olor del frío ni el ambiente del estadio». James señala que, como emigrante, lo tiene más fácil que otros. «No importa dónde vaya, mi cultura está ahí. Puedo comer en locales norteamericanos, ver series de allí o películas en inglés. No se puede escapar de Estados Unidos».

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